Bolivia: Movilizaciones y huelga general e indefinida con bloqueos contra la dictadura

Miles de personas, la mayor parte de movimientos sociales, de las ciudades de La Paz y su vecina El Alto, marcharon en forma masiva, mientras la COB lanza una huelga general y bloqueos de caminos contra la dictadura de Añez.

CAPAC – con información de La Época y Sin Mordaza

Ante una multitudinaria concentración en la ceja de El Alto, sectores sociales y sindicales junto al pueblo movilizado se determinó iniciar a partir de este martes 28 de julio la huelga general e indefinida y bloqueo de caminos.

La resolución expresada por el Secretario Ejecutivo de la COB, Juan Carlos Huranchi, quien remarcó que estas medidas de presión son a pedido de sectores de la urbe alteña las 20 provincias del departamento de La Paz.

Asimismo, anticipó Huarachi que se va coordinar con las federaciones y sindicatos el inició de la huelga general e indefinida que arranca desde esta jornada.

El sindicalista exhortó a mantenerse firmes con las medidas de presión hasta lograr el objetivo que es la fecha de las elecciones el 6 de septiembre y la recuperación de la democracia.

Miles de personas, la mayor parte de movimientos sociales y una parte de ciudadanos, y a pesar de la burda manipulación de los ministros del aparato represivo, protagonizan en la jornada de hoy, en las ciudades de La Paz y su vecina El Alto, una de las marchas masivas más grandes desde la instalación del gobierno de facto, en noviembre de 2019, en defensa de la democracia y la vida.

La concentración fue convocada por la histórica matriz de los trabajadores, la Central Obrera Boliviana (COB) y el Pacto de Unidad, que aglutina a las organizaciones indígenas campesinas, en rechazo a la determinación del Tribunal Supremo Electoral (TSE) que, presionado por el gobierno de facto y la ultraderecha del país sudamericano, decidió postergar las elecciones generales para el 18 de octubre, lo que implica la tercera vez que se aplaza las elecciones más importantes de este país en las últimas dos décadas.

Desde las primeras horas de la mañana, miles de trabajadores de las ciudades y el campo empezaron a congregarse en Senkata, una popular zona de la ciudad de El Alto donde en noviembre de 2019 policías y militares reprimieron una protesta social con el saldo mortal de cerca de una veintena de personas y decenas de heridos, para luego marchar más de 8 kilómetros hasta La Ceja, de esa misma ciudad, y luego descolgarse otros 7 Km para llegar a la ciudad de La Paz.

El criterio unánime de las organizaciones sociales es que la triple crisis boliviana –política, sanitaria y económica- solo tendrá posibilidades de ser encarada por un gobierno legítimo que surja de las urnas, y que mientras más se demore la realización de elecciones, más le costará al país enfrentar los efectos de esta crisis que ya se traduce en una economía estancada, miles de despedidos en el sector público y privado, recortes de salarios, una radical baja en los niveles de consumo y un notorio crecimiento de la pobreza. Por si fuera poco, el alimento cotidiano que se tiene que comer la gente son las palabras siempre amenazantes del ministro de Gobierno, Arturo Murillo, a quien algunos dentro del propio gobierno consideran el responsable de que Añez vaya más para abajo en la preferencia electoral.

Pero el Ministro de Gobierno no se queda solo. La burda manipulación del ministro de Defensa, Fernando López, ayer lunes, cuando advirtió a los habitantes de ambas ciudades que los cocaleros estaban llegando desde Cochabamba para contagiar con el coronavirus, no impidió que la mayor parte de la población saludara a los marchistas, lo que da cuenta que el termómetro político no juega a favor del oficialismo que no supera el 12 por ciento promedio en la intención de voto.

Una vez que Jeaninne Añez asumió la presidencia de Bolivia, tras una inédita e inconstitucional forma política, el llamado a elecciones, que tuvo que ser de inmediato, se demoró cerca de dos meses y recién se la fijó para el 3 de mayo, la que fue postergada con el argumento de la pandemia, cuya cantidad de casos era mínima ese momento, para el 2 de agosto y luego, con ese mismo recurso, trasladarla para el 6 de septiembre y ahora para el 18 de octubre.

El uso grosero de la pandemia ya no convence a la mayor parte de los bolivianos que en cerca del 71 por ciento respondió que asistiría a las urnas el venidero 6 de septiembre. Pero el TSE prefirió dar la espalda a ese dato de la realidad obtenido por un estudio de una fundación alemana y, por el contrario, acceder a la presión de los partidos de la ultraderecha que, aunque con tensiones internas, amenazan de nuevo con sus grupos paramilitares.

Y tan no convence el discurso de la pandemia, cuyo número de casos activos pone al descubierto el fracaso de la estrategia del gobierno para controlarlo, que incluso periodistas nada afines al MAS, como Mery Vaca, de Página Siete –un medio que no se cansa de golpear cada que puede a esa organización de izquierda-sostiene en su cuenta twitter en la tarde del lunes: “Cuando las elecciones iban a ser en agosto, se anunciaba el pico para agosto, cuando iban a ser en septiembre la curva también iba a ser en septiembre. Ahora la curva será en octubre”.

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