Covid-19: Informan sobre escalado productivo de candidatos vacunales cubanos
Directivos del Centro de Biopreparados (Biocen),Laboratorios AICA y el Instituto Finlay de Vacunas (IFV) comparecen este miércoles en la Mesa Redonda para informar sobre la marcha de los ensayos clínicos y el escalado productivo de los candidatos vacunales cubanos contra la COVID-19.
CAPAC– Tomado de Cubadebate/ Foto: El Dr. C. Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay de Vacunas.
¿Qué papel juegan las vacunas?
En el inicio del programa televisivo fue recordado Gustavo Sierra, uno de los creadores de la vacuna VA-MENGOC-BC, con una amplia trayectoria en la ciencia cubana durante las últimas décadas, fallecido este martes.
Vicente Vérez Bencomo, director general del Instituto Finlay de Vacunas, dedicó unas palabras a Sierra, que, “además de un gran científico, era un tremendo ser humano. Una gente noble, sencilla, capaz de hacer los más imposibles favores a sus compañeros.
“Hemos perdido a un ser humano extraordinario. Una razón más para no descansar ni un día luchando contra esta pandemia, porque es muy doloroso y contradictorio que justo a él, que hizo tanto por las vacunas, no nos haya dado tiempo a protegerlo utilizando nuestras vacunas”.
Seguidamente, Vérez Bencomo se refirió a varias dudas de la población en cuanto al papel que juegan las vacunas. “Se dice que una vacuna no nos protege de transmitir e infectarnos, sino de la enfermedad. Es posible que un vacunado sea PCR positivo».
“Hay al menos cinco cosas que pueden ocurrir durante la infección de COVID-19. En primer lugar, la infección, nos contaminamos con el virus fundamentalmente por la vía aérea y este empieza a interactuar con nuestras mucosas».
“Si el virus logra vencer las defensas, penetra al organismo y nos agrede. Hablamos ahí entonces de la enfermedad. En ambos casos, seamos infectados asintomáticos (porque logramos controlar el virus y que no nos enferme) o no, es posible transmitir. Habría que ver en qué medida las vacunas evitan que transmitamos, siendo asintomáticos o si estamos enfermos. Una vez que estamos enfermos, la enfermedad puede evolucionar a lo que se llama necesidad de cuidados intensivos, que pase de ser ligera o moderada a ser severa. Se puede fallecer de COVID-19, pues llega el momento en que el daño es irreversible. Cada una de esas cinco condiciones está relacionada con los niveles de inmunidad de una persona”, explicó.
Estos no son números exactos −continuó−, pero sí hay una relación: los niveles de inmunidad necesarios para prevenir la muerte, son relativamente bajos.
“Teniendo niveles de inmunidad, casi siempre se logra evitar que uno transite hacia la muerte. Se dice que casi todas las vacunas que se están utilizando hoy protegen el ciento por ciento de la muerte. Incluso, las que tienen un porcentaje menor de eficacia ya tendrán un efecto muy positivo, pues protegerán del fallecimiento. “En ese orden, los niveles que se necesitan para evitar que una persona evolucione de moderado a cuidados intensivos son más altos. Asimismo, los que hacen falta para no enfermarnos todavía son más altos. Y así sucesivamente. Para evitar la transmisión hacen falta todavía niveles mucho más altos, y que dicha inmunidad se exprese en la mucosa”, señaló.
Vérez Bencomo aclaró que cuando se habla de eficacia de una vacuna, se habla de la capacidad de evitar que las personas enfermen. “Ahora, ¿protege de la infección o la transmisión? Sí protege, pero no en el mismo porcentaje en que evita que la persona contraiga la enfermedad. Los porcentajes en los cuales la inmunidad producida por vacunas genera protección contra estas facetas de la enfermedad son diferentes y más difíciles de estudiar. No están estudiadas aún a fondo en ninguna de las vacunas existentes, si bien ya empiezan a aparecer algunos resultados de algunas vacunas, según los cuales tienen un nivel de protección importante contra la infección también y, por tanto, contra la transmisión”.
El director general del IFV apuntó que solamente con la primera dosis algunas personas ya pueden tener niveles de inmunidad con los que estarán protegidas hasta de infectarse.
“Pero no son todas. Esto explica por qué son necesarias las tres dosis”, dijo.
“Con la segunda dosis, empieza a haber muchas más personas protegidas. Pero no son números precisos. Lo que sucede a día de hoy es que no sabemos qué niveles de inmunidad son necesarios para estar protegidos con todos los cinco aspectos explicados anteriormente. De ahí la necesidad de hacer una fase III de ensayos clínicos».
“¿Una vacuna va a proteger de la infección? En un número importante de personas, es posible que también proteja de la infección. No obstante, no lo va a hacer en la misma magnitud en que va a proteger de la enfermedad».
“Esto significa que una vez que estemos vacunados, hay que continuar cuidándonos. La nueva normalidad tendrá sus reglas. No serán las mismas de ahora, pero sí habrá algunas que se mantendrán. En Asia, por ejemplo, las personas tenían el hábito de usar nasobucos, sobre todo en espacios cerrados. Hay hábitos que llegaron para quedarse. Y no en todos los ambientes se tienen los mismos riesgos”.
¿Qué se evalúa en cada una de las fases de ensayos clínicos?
Al pasar al escenario actual cubano, Vérez Bencomo dijo que la combinación de dos dosis de Soberana 02 y una de Soberana Plus es la que mejor ha funcionado con Soberana 02.
“Esa combinación culminó una fase I de ensayos clínicos con resultados muy buenos, con un porcentaje de personas con anticuerpos neutralizantes del virus muy altos, que permitió pasar a una fase II, la cual fue dividida en dos partes: una fase IIa y una IIb. Una fase IIa con 100 sujetos, abierta y sin placebo, que concluyó con muy buenos resultados y confirmó que dos dosis de Soberana 02 y una de Soberana Plus era la mejor fórmula para el candidato vacunal Soberana 02″.
“La fase IIb se realizó en dos sitios de La Habana y está casi a punto de concluir. Estamos en la evaluación de los últimos sueros. Esta incluyó a 810 personas, con un grupo relativamente pequeño de placebo (⅛), que permitiera estadísticamente tener un resultado válido al comparar la respuesta inmune”.
El doctor recordó que en la fase I de ensayos de un candidato vacunal se mide la seguridad; en la fase II se comienza a medir la respuesta inmune y se continúa evaluando la seguridad, en un universo mayor de sujetos. A partir de tener claro que hay una inmunidad que es muy probable que proteja, aunque no se sabe exactamente en qué medida, se pasa a una fase III.
“Nosotros nos preparamos para este estudio fase III de eficacia, la capacidad que tiene la vacuna de prevenir la enfermedad. No hay todavía un nivel de inmunidad que diga (si imaginamos un listado): ‘de aquí hacia arriba está protegida la persona y de aquí hacia abajo no. Incluso, los anticuerpos son el mecanismo principal de protección, pero hay otros mecanismos que ayudan a los anticuerpos y que pudieran hacer que la eficacia sea más alta de lo que se pudiera esperar del título de anticuerpo».
“Cuando preparábamos esta fase no se sabía aún la incidencia que iba a alcanzar la enfermedad en el país, número con el cual uno se prepara para medir la eficacia y definir que el resultado es válido. Nos preparamos entonces para una incidencia alta. No tenemos otra alternativa que ir a una fase III de eficacia, es como está orientado hacer para toda vacuna. Un ensayo en el que tiene que haber, además, un grupo placebo».
“Al mismo tiempo, siendo optimistas, pensamos qué pasaría si lográbamos controlar la enfermedad y la incidencia bajaba. ¿Qué haríamos entonces? El ensayo de eficacia se demoraría mucho en recuperar el número de casos que aparecen. Por tanto, diseñamos lo que se denominó estudio de intervención, que es un ensayo clínico también pero que no utiliza placebo, donde los controles son las personas que no se vacunan”.
Ese estudio de intervención fue el desarrollado en La Habana, sobre todo en el personal de salud y la organización BioCubaFarma, principalmente el asociado a la producción de vacunas. Fue diseñado para incluir un máximo de 150 000 personas.
Cuba se alista para desarrollar ensayo clínico en población pediátrica
Informó que en este momento se desarrolla también un estudio fase II con 450 convalecientes de COVID-19. “Se está planificando que en junio se podrá hacer una gran campaña, porque el número de convalecientes que tenemos en Cuba no es muy grande, comparado con el resto del mundo. Cuando este estudio que es muy rápido termine, pues consiste en una sola dosis, estaremos en condiciones, sin confirmamos los resultados de la fase I, que fueron muy buenos, de una introducción en convalecientes del país con la Soberana Plus.
“Adicionalmente, estamos esperando la autorización del Cecmed para iniciar un estudio fase I/II en población pediátrica. Inicialmente comenzará con el rango de edad de 12 a 18 años, y posteriormente menos de 12. Será un ensayo que se desarrollará alrededor del hospital Juan Manuel Márquez. El expediente ya está presentado al Cecmed hace unos días y estamos esperando su autorización».
“¿Aplicaremos Soberana 02 + Plus o tres dosis de Soberana 01? Esto es parte de lo que vamos a comparar. Con la población pediátrica habrá que hacer un estudio de eficacia; por tanto, la que se hará en los adultos tendrá un valor también para estas edades. Pero necesitamos saber cuáles fórmulas son mejores para esta población».
“Además, se encuentra en diseño la fase II de Soberana 01, que tuvo muy buenos resultados en la primera. Para este ensayo ya están producidos los lotes y se seguirá la misma tónica: probar tres dosis de Soberana 01 y la combinación de dos Soberana 02 y una Plus. Un estudio diseñado para la provincia de Cienfuegos, donde hay un equipo preparado. No esperamos demorar mucho en presentar el expediente para su autorización por el Cecmed”.
En Cuba optamos por tecnologías más convencionales y con mayor testaje
El director del IFV recordó que nuestros candidatos vacunales se basan en plataformas conocidas.
“No es lo mismo que usted haya aplicado cientos de millones dosis de una forma de hacer vacunas, a que usted esté llevando a cabo investigaciones con vacunas muy nuevas, algunas muy prometedoras, pero en muy corto tiempo, que no permite apreciar los riesgos. Hay efectos adversos de las vacunas que comienzan a aparecer cuando ya se han aplicado millones de dosis, como ha sucedido con los trombos, que son efectos adversos de muy baja frecuencia, pero muy serios».
“Normalmente el desarrollo de una vacuna lleva 15 años. En términos de avances en la humanidad, hay que decir que los avances logrados mundialmente son importantes y hay que leer las informaciones no contaminadas de publicidad e hiperbolizaciones y exageraciones. No obstante, hay expertos que se preocupan qué pasará de aquí a varios años con estas vacunas que contienen ese material genético del virus. El 25 de abril de 1953 se publicó por primera vez la estructura del ADN. Es decir, el conocimiento de esa molécula es de poco más de 60 años. Por tanto, el paso a tener ese material genético en una vacuna es intrépido y que se aprovechó en esta situación de pandemia, dando, en el caso de vacunas como Pfizer y Moderna, resultados impresionantemente buenos. Pero, indiscutiblemente, será un proceso en que se seguirá avanzando y en el cual pudiera haber sorpresas en algún lugar».
“Por las características de la vida y por las tecnologías con que disponemos, en Cuba optamos por tecnologías más convencionales y con mayor testaje y mayor claridad de su seguridad. Los riesgos son mucho menores, condiciones por las cuales tuvimos también que esperar y llegamos un poquito más tarde que las otras vacunas del mundo. Hasta ahora no ha pasado nada realmente grave como para pensar en que vamos a virar hacia atrás en lo que se ha avanzado. Los efectos adversos que se han visto son poco frecuentes, y es algo que puede suceder con cualquier vacuna».
“Soberana 02 es una vacuna conjugada. ¿Qué es una vacuna conjugada? Hay enfermedades como la neumonía o la meningitis, provocadas por bacterias, en las que si usted toma el antígeno principal de esa bacteria y lo inmuniza, los lactantes no producen anticuerpos. Ese es un problema, porque esa neumonía y meningitis son de los lactantes, y era un gran reto a nivel internacional qué hacer en la edad en que esas enfermedades acaban y usted no tiene la capacidad de inducir anticuerpos que protejan a esos lactantes».
“Sin embargo, en esa misma edad, si usted toma, por ejemplo, toxoide tetánico, e inmuniza a esos lactantes, va a generar anticuerpos contra el toxoide tetánico en esos lactantes. Dos hechos contradictorios: con el antígeno de la bacteria, no logra inducir anticuerpos, y con el toxoide tetánico, sí. Por tanto, los científicos comenzaron a pensar en cómo lograr que las respuestas contra los antígenos de la bacteria fueran iguales que las que induce el toxoide tetánico . Ahí surge la magia de la química. La conexión entre el antígeno de la bacteria y el toxoide tetánico es una unión química, se unen químicamente las dos moléculas. Y cuando logra unir esas moléculas e inmuniza esa nueva molécula, que se llama conjugada, va a tener anticuerpos contra el toxoide tetánico y contra la bacteria en los lactantes».
“Eso fue un enorme descubrimiento: encontrar la manera de engañar al sistema inmune del niño para que creyera que todo era el toxoide y respondiera contra ambas cosas. Fue así como surgieron las vacunas conjugadas, que jugaron un gran papel en reducir la neumonía y la meningitis».
“Estas vacunas hoy se sabe que tienen cinco propiedades claves: generar respuesta inmune en el lactante, memoria inmunológica y que esa respuesta madure. Y dos cosas muy importantes en la decisión de hacer Soberana 02 una vacuna conjugada: genera una respuesta en la mucosa y esa respuesta tiene la capacidad de eliminar el estado portador de una neumonía bacteriana. Usted no porta más la bacteria y elimina lo que sería la infección, en el caso de virus. Es verdad que la manera en que el virus interactúa es diferente. Pero esta respuesta en la mucosa fue un elemento decisivo para la decisión de hacer Soberana 02 conjugada, con la base del virus y el toxoide tetánico».
“Esto tiene detrás un fuerte basamento científico. Apareció un primer artículo en la revista central de la Sociedad Americana de Química y otro en la de la Sociedad Americana de Bioquímica y Biología Molecular, que está esperando el arbitraje”, explicó Vérez Bencomo..
Recordó que el Centro de Inmunología Molecular (CIM) produce en sus fermentadores el antígeno RBD del virus y en las plantas del Finlay se produce el toxoide tetánico. En otra planta del IFV se realiza el proceso químico de la conjugación. Sale el ingrediente activo, que se formula y se llena y se transforma en el bulbo en el Centro de Biopreparados (Biocen).
“Para el toxoide tetánico contamos con una planta que tiene capacidad para producir millones de dosis. Esa planta fue renovada hace dos o tres años y cuenta con equipamiento moderno. A partir de la potencial demanda de Soberana 02, se está previendo su ampliación, pero por ahora es suficiente».
“La química de conjugación es un proceso que ocurre a escala pequeña, que se adaptó a una mayor, donde los lotes de ingrediente farmacéutico activo, de vacuna conjugada, son de 150.000 dosis cada vez que se hace un proceso, y hay capacidad para al menos dos procesos semanales».
“No obstante, está construido un equipamiento que deberá instalarse próximamente, no construido para la COVID-19, y permitirá continuar escalando el proceso si fuera necesario, aunque para Cuba la escala que tenemos actualmente es suficiente”, aseguró el director del Instituto Finlay de Vacunas.