Argentina: En la provincia de Salta, la desnutrición es una política de Estado

Mueren seis niños wichí en Salta por desnutrición, históricamente el Estado no ha estado presente en el territorio para dar solución definitiva, una verdadera deuda de la democracia, la causa de los pueblos originarios

Por Antonio Gaspar, corresponsalía en Salta del CAPAC

Si bien declararon la emergencia por las 6 muerte de niños wichí por desnutrición, muy poco se hace para solucionar una profunda crisis por la ausencia del Estado. Todas las soluciones se plantearon en la capital y no estuvieron presentes los afectados.

Para dimensionar la crítica situación alimentaria en el norte de la provincia de Salta debemos tener algunas consideraciones.

Los altos déficit de malnutrición afectan a tres departamentos de la provincia San Martín, Orán y Rivadavia. Es casi todo territorio del denominado Chaco Americano, el segundo bioma continental luego del Amazonas.

En la provincia de Salta ocupa una superficie estimada en 64.000 km2 y es una de las regiones más arrasadas por los desmontes que vienen desde hace al menos tres gobernaciones. La idea de «desarrollo productivo» basado en el monocultivo y la cría intensiva de vacas es una política de Estado.

«Es un plan sistemático», dijo el médico Rodolfo Franco que es el único trabaja en Misión Chaqueña, una comunidad wichi, a 50 kilómetros de Embarcación, con más de 6 mil habitantes.

En lo que va del año murieron al menos 6 niños y hay una treintena de internados en el hospital de Tartagal. Los números oficiales son relativos porque el Estado no llega a lo impenetrable del monte chaqueño.

Dentro del Chaco se habla de siete etnias, pero son como 12 los pueblos. Ellos son los wichi, guaraní, toba, chorote, chulupí, tapiete, chané, weenhayek, vitiche, lantawos, tahuichi y yofwis. Todos con diferentes lenguas, características y culturas. Hay que contar además a los criollos y a los «blancos» que vienen de afuera.

Esos blancos son muy pocos, porque casi nadie va a esos lugares; mucho menos en enero.

El peor enemigo es la deshidratación. El sol intenso del norte, los caminos que son una senda de incertidumbres, la falta de todo tipo de servicio, la ausencia del Estado hace que todo sea inhóspito para funcionarios, médicos, periodistas, activistas, militantes de organizaciones sociales. Todos hablan, dan soluciones y opinan y son muy pocos los que conocen el territorio.

Hasta el mismo médico Franco puede conocer el camino hasta su misión, pero que más al norte, en Santa Victoria Este se pierde cerca del Pilcomayo. Lo mismo sucede con un habitante de Rivadavia Banda Sur, que desconoce lo que pasa en la Banda Norte del Bermejo.

Un sanitarista que trabaja en Tonono con los lantawos quizás no pueda comunicarse con un ava guaraní de Tartagal para saber qué le duele. La pluriculturalidad, al palo. Es amplio, extenso, complicado, inaccesible. Todo lo que debería haber hay poco. Hay pocas rutas, ambulancias, agua, educación, médicos, agentes sanitarios, alimentos, seguridad, medicamentos, asistencia social. Hay casi nada.

El gobernador de la provincia de Salta, Gustavo Sáenz, disparó la emergencia sanitaria por medio de un DNU (decreto de necesidad y urgencia) y no dispuso de recursos, ni de médicos, enfermeros, agentes sanitarios, ambulancias. Sólo un médico destinaron a un hospital en Santa Victoria. El ex ministro de Salud, Enrique Heredia, llegó el miércoles de la semana pasada a trabajar con otros cuatro médicos que no pueden salir del hospital por la cantidad de enfermos que llegan.

Todas las reuniones para solucionar el hambre en el Chaco salteño se realizan en la ciudad capital; y no participan los principales afectados. «Nosotros queremos que las autoridades de Nación y Provincia hablen con los caciques. Cuando las autoridades vinieron a Santa Victoria Este, nos convocamos 39 caciques de los diferentes pueblos originarios de la zona esperando que nos convoquen al diálogo en esa jornada y eso no sucedió», dijo Modesto Rojas, cacique de la comunidad Fwolit, en la ruta nacional 86, distante a más 200 km del desplante gubernamental.

Nación activó algunos mecanismos y desató el recelo de Provincia.

El Ministerio de Defensa mandó al director nacional ejecutivo en Emergencia, Edgardo Bartomioli, a visitar a una comisión de Ingeniero de la V Brigada de Montaña que llegó con sus máquinas purificadoras de agua y se instaló a unos 30 km de Santa Victoria porque hay un pozo a más de 190 metros de profundidad con agua más o menos aceptable. “Las condiciones de vida de esta gente son angustiantes”, dijo el funcionario al recorrer con las tropas la entrega de agua.

En un informe de la enfermera de la Fuerza confirma que no hay registros de vacunas desde hace dos años, de personas con discapacidad, mucho menos de los niños con diarreas. La profesional encontró herpes, hongos, sarna, chagas. A muy pocas familias les llega leche, pero si son los benditos beneficiados, llega en polvo y no hay agua segura para su consumo. También encontró muchísimos casos de violaciones, violencia de género, alcoholismo y niñas madres. Como que todo lo que sucede en el monte se queda en el monte.

«En cada comunidad que fuimos había al menos un niño con diarrea, con graves riesgos de desnutrición, y no vimos presencia médica», aseguró Bartomioli.

El Ejército trabaja por estos días en la puesta a punto de dos plantas potabilizadoras que tienen sistemas de microfiltrado y por ósmosis inversa en Alto La Sierra y Los Blancos y eso ya despertó celos políticos. Para Sáenz toda acción es electoral.

No se descarta la visita del ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, al territorio. Algunas fuentes cercanas hablan de la furia del ministro ante la inacción del Gobierno provincial.

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