El humanismo de Fidel y la Revolución Cubana, llegó a Bolivia de manera especial en 1983

Voy a rememorar en este día dos hechos en que fuimos testigos y ejecutores, al cumplir una misión especial encomendada por nuestro Comandante invicto Fidel Castro Ruz.

CAPAC – Por Froilán González García/ Tomado de Resumen Latinoamericano Cuba/ Foto Getty Images.

Desde 1983 a 1988 estuvimos trabajando como diplomáticos en la Embajada de Cuba en ese país. Nos consta que Fidel seguía muy de cerca lo que acontecía en el pueblo hermano.

A mediados de 1983 visitamos la ciudad de Sucre, capital constitucional de Bolivia. En la mañana observamos una manifestación muy humilde de quienes parecían mendigos, algunos descalzos y pobremente abrigados, en medio de un frío intenso. Indagamos y resultó, eran los pacientes del hospital psiquiátrico, único existente en todo el país, quienes exigían el presupuesto para alimentación, medicinas y mantas, que las autoridades correspondientes no habían aprobado. La institución era atendida por sacerdotes y monjas de manera voluntaria.

También visitamos la Casa de la Libertad y observamos como en el salón de las banderas faltaba la nuestra y al preguntar las causas, su director Joaquín Gautier respondió que allì estaban las donadas por los gobiernos de América Latina y Cuba nunca había mandado la suya.

Ambas informaciones enviamos a Fidel, y a las pocas semanas viajó el compañero Eusebio Leal, con la bandera cubana y el presupuesto para medicinas, mantas y alimentación para el Hospital Psiquiátrico de Sucre. La Delegación estuvo integrada por Eusebio Leal, historiador de la Ciudad de La Habana, Adys Cupull, Agregada de Prensa y Cultura, Santiago Salas Consejero Político y yo, como Cónsul General de Cuba en Bolivia.

En el acto oficial de entrega de la donación de Fidel estuvieron presentes las autoridades, personalidades de la cultura y políticas, personal médico y paramédico, los medios de difusión y los sacerdotes y monjas del Hospital. El Obispo Clemente Maure expresó, llevaban meses pidiendo un milagro. “Nunca imaginó – dijo – que el milagro lo hiciera Dios a través de Fidel Castro y del Historiador de la ciudad de La Habana.”

La otra anécdota que quiero contar como homenaje a Fidel es la siguiente: Trabajaba con nosotros la señora Virginia
Mamani, un día pidió permiso para llevar a su hijo enfermo a los callahuayas (curanderos). Cuando regresó, le preguntamos, ¿qué habían dicho? Respondió: “No gastar dinero en medicinas, leyó en sus ojos que va a morir.” Quedamos muy impresionados y sorprendidos. No pensábamos que podía existir ese nivel de conformidad y resignación.

Hablamos con dos médicos bolivianos, los doctores Adolfo Bustillos y Jaime Vela, graduados en Cuba, gracias a las becas que la Revolución Cubana ofreció a jóvenes latinoamericanos. Vinieron de inmediato, examinaron al niño y expresaron se encontraba deshidratado y podía ser salvado.

Lo llevamos al hospital público, prácticamente carecía de recursos para infantes y en ese momento no contaban con
camas. Después de algunas gestiones logramos lo ingresaran en una de las salas de adultos. Como a los 9 días murió y no entregaban el cadáver a la madre u otros familiares, hasta que no pagaran en costo de las medicinas, alimentos y demás gastos incurridos durante la atención médica.

Decidimos pagar, pero surgió otro problema, exigían la Fe de Bautismo. Los padres del niño nos pidieron a la compañera Caridad Martínez, funcionaria de la Oficina Política de la Embajada y a mí, el favor de ser los padrinos. Era evidente que ponían trabas para quedarse con el cadáver. Allí conocimos con horror como a los familiares de los indígenas que no pagaban las cuentas al hospital, algunas autoridades y un grupo de intermediarios se apoderaban de los cadáveres para venderlos en Estados Unidos y Chile a las universidades privadas de esos paìses u otras instituciones.

Desconocíamos que los velorios se hacían con comida y “chicha”, era costumbre, los padrinos debían asumir el costo. También pagamos y nos empeñamos. Ante las trabas burocráticas, confeccionamos un informe para Fidel. Rápidamente se resolvió el pago, y además el Comandante en Jefe, donó a Bolivia cinco salas de terapia intensiva con todo el equipamiento y laboratorios. Fueron las primeras con las que contó el país hermano para proteger a sus niños.

El Ministerio de Salud Pública de Cuba, envió varios especialistas de primer nivel del hospital Hermanos Amejeiras, entre ellos: los doctores Callejas y Suardíaz, dos enfermeras intensivistas, tres técnicos electro médicos, y una especialista en laboratorio, Marianela Díaz. Los científicos cubanos fueron atendidos por el agregado diplomático Antonio Sánchez. Además viajaron a Cuba, especialistas bolivianos para entrenarse en las diferentes técnicas de atención médica en las salas de Terapia Intensiva, cubriendo Cuba todos los gastos.

El gesto solidario y humanista de Cuba tuvo amplia repercusión en la prensa boliviana, muchas personas llamaban a la Embajada para agradecer el gesto de Cuba y de Fidel y sorprendentemente hasta el ex dictador, general Hugo Bánzer, llamó, agradecido porque en una de esas salas los especialistas cubanos habían salvado dos niños víctimas de un grave accidente y miembros de una familia muy querida por él.

Por eso nos sorprendió e indignó cuando unos grupúsculos colonizados, sometidos y serviles a Estados Unidos, trataran de humillar a nuestros médicos. El pueblo boliviano es noble, agradecido, educado, digno. No comete esas barbaridades que hicieron otros, al desnudar a nuestras doctoras, robarles los celulares, el dinero, calumniarlos y permitir que funcionarios de la embajada norteamericana en Bolivia participaran en los interrogatorios.

Estamos seguros, cuando desaparezcan las dos pandemias que golpean cruelmente a los bolivianos, juzgarán a los indignos y serviles de la CIA y Estados Unidos por las ofensas al noble y digno pueblo.

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