19 de septiembre de 1968 – Fallece John William Cooke, ideólogo del peronismo revolucionario

Hace 53 años, el 19 de septiembre de 1968, fallecía John William, el mayor ideólogo del peronismo revolucionario. A continuación reproducimos una breve biografía escrita por Norberto Galasso.

por Norberto Galasso – tomado de La Baldrich – fuente: Fuente: Norberto Galasso, Los malditos, Tomo II, pág. 263 – Ed. Madres Plaza de Mayo

Nace en La Plata, el 14 de noviembre de 1919, en una familia irlandesa, lo cual explica su “John William”. Cursa estudios de Derecho, recibiéndose de abogado, en la Universidad de La Plata. Su padre –Juan I. Cooke- es importante dirigente del radicalismo, del cual se aparta, para colaborar con el gobierno del General Farrell, desempeñándose como Ministros de Relaciones Exteriores y Culto, en 1945. Como secretario de su padre, John realiza sus primeras experiencias políticas. Por entonces, traba relación con el oficial César Marcos, quien lo acerca a posiciones nacionales y a la historia revisionista.

En las elecciones de 1946, resulta elegido diputado, siendo el más joven del bloque peronista, por lo cual recibe el apodo de “El Bebe”. Ejerce el cargo durante cuatro años, destacándose como uno de los legisladores más capaces, tanto en sus informes, como en las polémicas con la bancada opositora. En 1952, vuelve al llano, dedicándose a sus labores profesionales y a la docencia en la Universidad. En 1954, lanza la revista “De Frente”, con una clara posición nacional aunque mantiene independencia respecto al gobierno, al cual apoya sin acallar sus diferencias de opinión.

Primeros gobiernos peronistas: Perón, Evita y Cooke en un acto protocolar

Cuando se produce el levantamiento del 16 de junio de 1955, no vacila en concurrir a la plaza de Mayo, bombardeada por los aviones navales y allí, parapetándose detrás de una estatua, hace fuego contra los marinos que pretenden avanzar hacia la Casa de Gobierno. Esta actitud revela una de las condiciones peculiares de Cooke; hombre de ideas, docente y gran polemista es, al mismo tiempo, hombre de acción.

Días después, el General Perón lo designa Interventor en el Partido Justicialista de la Capital Federal, para que proceda a la reorganización y movilización de sus partidarios. Poco después, cuando el Presidente llama a la conciliación y otorga las radios a los opositores. Cooke es designado para contestar el discurso del demoprogresista Luciano Molinas, refutación que concreta el 26 de agosto de 1955.

Producido el golpe del 16 de setiembre, es uno de los primeros dirigentes que se contacta, por carta, con Perón, por entonces exilado en Paraguay. Al mismo tiempo, constituye, con el apoyo de Marcos y Lagomarsino, el Comando Nacional de la Resistencia. Pero, a mediados de octubre de 1955, cae detenido y lo conducen a la Penitenciaría de la calle Las Heras.

Inicia así un largo periplo por diversas cárceles del país, desde las cuales se las ingenia para mantener contacto con el Líder y con sus compañeros del Comando Nacional. A principios de enero de 1956 lo llevan a Ushuaia, de donde lo traen en mayo de 1956 para recluirlo en Caseros. Allí, al producirse el levantamiento de Valle, lo hacen objeto de simulacro de fusilamiento. En agosto, nuevamente se encuentra en Ushuaia, hasta el mes de octubre, en que lo destinan nuevamente a Las Heras. En noviembre, reside brevemente en la cárcel de Caseros y luego, lo envían a la de Río Galleros, donde permanece desde noviembre de 1956 hasta marzo 1957. El 17 de ese mes, Cooke, junto con Jorge Antonio, Cámpora, Kelly y otros compañeros, logra fugar a Chile.

En esa época, ya Perón lo ha designado su Delegado y más aún, es la única oportunidad en que el Líder informa a sus bases que, en el caso de su muerte, este Delegado debe ocupar su lugar en la conducción del movimiento.

Juan Domingo Perón y John William Cooke

Permanece en Chile varios meses. Desde allí, intensifica su labor de vínculos y articulación de diversos grupos de “la resistencia” así como también recibe a representantes de Arturo Frondizi que le proponen una alianza para las próximas elecciones. En diciembre de 1957, viaja a Caracas donde, de acuerdo con las indicaciones de Perón, mantiene varias conversaciones con Rogelio Frigerio, representante de Frondizi, para establecer las condiciones del pacto Perón-Frondizi, que se firma poco después.

En enero de 1958, Cooke se instala en Montevideo, para vivir desde cerca el proceso electoral que culmina el 23 de febrero con el triunfo de la fórmula del Frente Nacional y Popular: Frondizi-Gómez. Dado que pesa sobre él un juicio de extradición por su fuga del penal de Río Gallegos, ingresa esporádicamente, de manera clandestina, a Buenos Aires, para contactarse con dirigentes de la rama política y sindical del peronismo. E inclusive con Frondizi, ya en el gobierno, reclamándole el cumplimiento del pacto.

En enero de 1959, apoya el movimiento de los trabajadores del Frigorífico Municipal “Lisandro de la Torre”, liderado por Sebastián Borro, en contra de la privatización e intenta convertirlo en huelga general revolucionaria para tomar el poder, pero fracasa en ese objetivo. Por entonces, entra en conflicto con algunos dirigentes peronistas del Consejo Superior que desautorizan su apoyo a la huelga del frigorífico.

En los primeros meses de 1959, Perón gira su táctica, hacia una posición negociadora, abandonando, por ahora, el planteo insurreccional que Cooke viene sosteniendo desde “la resistencia”, lo cual provoca el gradual desplazamiento del “Bebe”, como delegado.

En ese mismo año, Cooke intenta abrir el juego del peronismo hacia la izquierda tradicional y pacta con el Partido Comunista, el lanzamiento del periódico “Soluciones”, experiencia que dura unos meses, sin mayor éxito. Por entonces, publica el libro “La lucha por la Liberación Nacional” y una “Carta abierta al presidente Eisenhower”.

En abril de 1960, viaja a Cuba, con motivo de una reunión latinoamericana. Descolocado, por entonces, respecto a la táctica del General y enfrentado con aquellos a quienes califica de “burócratas” políticos y sindicales, decide quedarse en Cuba, con su compañera Alicia Eguren, consustanciados ambos con el proceso revolucionario que se desarrolla en la isla, bajo el liderazgo de Fidel Castro. En esa época, John entabla una profunda amistad con el Che. Poco más tarde, en 1961, ya en calidad de milicianos, Alicia y El Bebe participan en la lucha de Bahía de Los Cochinos, oponiéndose a la invasión gestada por el imperialismo yanqui. Poco más tarde, le sugiere a Perón la residencia en Cuba, por invitación de Fidel Castro, pero el General considera que ello sería prematuro y complicaría su juego pendular para mantener la cohesión del movimiento.

John William Cooke y Alicia Eguren

En diciembre de 1963, Cooke regresa a la Argentina. En agosto de 1964, con motivo del operativo “retorno de Perón”, restablece una correspondencia normal con el Líder, que se había tornado muy esporádica en los últimos tiempos. Fracasado el operativo “retorno”, Cooke da una conferencia en Córdoba analizando causas y efectos. Se manifiesta cada vez más crítico a la dirigencia local del peronismo.

En 1965, publica “Apuntes para la militancia”, incursionando en la historia para dar orientación a las bases juveniles del movimiento. En la misma época, lanza el folleto “Situación nacional y acción revolucionaria de masas”, desgravación de una conferencia dada en Bahía Blanca. Hacia fines de 1965, en su correspondencia con el General, manifiesta desacuerdo con la táctica de “bendecir a todos”, pues entiende que ello amplía al movimiento pero a costa de su combatividad revolucionaria. En opinión de Cooke, el peronismo debe desembarazarse de sus sectores burgueses, eclesiásticos y militares pues nada aportan y convertirse en partido obrero, con un claro programa revolucionario. Perón, en cambio, sustenta una táctica dirigida a aislar a la oligarquía aliada al imperialismo, para lo cual cree necesario constituir un frente muy amplio evitando que burguesía, Ejército e Iglesia se sumen al frente oligárquico-imperialista. En esta correspondencia, el Bebe manifiesta no sólo lucidez en la argumentación sino también un gran coraje para confrontar con el líder del movimiento y esto provoca rupturas temporarias del diálogo, que se retoma tiempo después.

Entre las reflexiones importantes de Cooke, pueden reproducirse los siguientes: “Usted eligió las direcciones que actúan en la Argentina. Pero como peronista que vive angustiosamente esta hora histórica dramática, le insisto en mi pedido: si eligió ciegos, sus razones habrá tenido que no puedo adivinar, pero, por favor, deles un bastón blanco a cada uno para que no se los lleve por delante el tráfico de la historia, porque seremos todos los que quedaremos con los huesos rotos”; “¿Qué significará ser peronista, después de muerto Perón?… Cuando Perón no esté… cada cual dará una respuesta propia y esas respuestas no nos unirán sino que nos separarán… Cuando usted falte, las piezas se desarmarán por completo… El movimiento se irá deshaciendo, se desarmará… Vendrá la diáspora… Ellos están sustituyendo al peronismo tal cual es y tal cual está, como vigencia, por otra cosa que no tiene más que el fetichismo del líder: estamos cambiando a Perón como significado, definición y fuerza concreta, por Perón simple conjuro emotivo, simple valor sentimental”, “Tal vez los peronistas nos encontremos en los homenajes recordatorios pero entre un partidario de las conciliaciones que propugnan los obispos y un revolucionario, no hay otro campo de entendimiento; estaremos en diferentes barricadas y como la lucha es muy aguda, no nos saludaremos como caballeros medievales sino que nos degollaremos como corresponde a enemigos irreconciliables”; “El peronismo es el hecho maldito del país burgués. Peronismo y antiperonismo son, en esta etapa (1964), la forma en que se da políticamente la lucha de clases…; “Reducido el peronismo a ser gigante invertebrado y miope, ¿para qué nos sirve el número? ¿Para votar en las elecciones que no se han de realizar?”

Che Guevara y John William Cooke

En 1966, con motivo del golpe militar que derroca a Illia, Cooke escribe su “Informe a las Bases” (setiembre de 1966), uno de sus documentos políticos más importantes. En sus últimos años viaja periódicamente a La Habana, participando en la reunión Tricontinental y luego en la OLAS. Al igual que El Che, sostiene, por entonces, que la violencia es un elemento natural en los procesos revolucionarios y que la lucha armada es inevitable cuando las minorías reaccionarias cierran el camino electoral. Sin embargo, siempre cuida de formular críticas al voluntarismo y al vanguardismo que puede llevar a la derrota.

A fines de 1967, publica “La revolución y el peronismo”. Allí sostiene respecto a Perón: “En cuanto a Perón… hay que recordar el papel positivo que ha cumplido en todo este período como centro de cohesión de una multitud inmensa… Perón es el máximo valor de la política democrático-burguesa en la Argentina, un promarxista que por inteligencia y por conocimiento generales sigue la evolución que toma la historia y simpatiza con las fuerzas que representan el futuro… Perón no es y no será un obstáculo, por cuanto existe una clara y necesaria continuidad histórica entre el proceso del 45 y sus banderas y el proceso revolucionario que hoy comienza a desarrollarse bajo otras formas de lucha pero manteniendo e integrando, en un proceso superador, las banderas iniciales”.

Cuando escribe este libro, ya ha sido tomado por un cáncer, que lo conduce a la muerte el 19 de setiembre de 1968. Los reaccionarios ni lo mencionan porque su solo nombre les espanta, los burócratas sindicales y políticos del peronismo “olvidan” citarlo pues de él han recibido las críticas más feroces y la izquierda tradicional se guarda de asumirlo en tanto él sostiene una clara posición nacional. De ahí el silenciamiento sobre su persona y sus ideas.

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