Rafael Correa prepara su regreso a Ecuador 

Tras el triunfo su triunfo en las principales provincias y alcaldías, “Mashi” deberá hacer alianzas con el centro y el indigenismo para volver a la presidencia en 2025.

CAPAC.- por Eduardo J. Vior TELAM

La jornada electoral del domingo 5 dejó en Ecuador un vencedor neto: Revolución Ciudadana y su líder, Rafael Correa. También dejó un gran perdedor: el banquero-presidente Guillermo Lasso. A éste lo acompaña toda la derecha tradicional. No obstante, hay algunos perdedores relativos (el centroizquierda y el movimiento indígena Pachakutik) cuyo apoyo Revolución Ciudadana necesita para recuperar la presidencia en 2025. Ahora se plantea la gran incógnita: ¿cómo asegurar durante dos años la gobernabilidad de un país cuyo presidente está deslegitimado y que está cruzado por una violencia social generalizada? 

Con más del 50% de los votos escrutados a escala nacional este lunes ya se perfilaban los nombres y cuadros de los virtuales ganadores en las elecciones regionales y municipales. Los grandes triunfadores de esta contienda electoral son los candidatos del movimiento Revolución Ciudadana (RC). Entre ellos, Pabel Muñoz fue electo Alcalde de Quito y Paola Pabón reeligió como Prefecta de Pichincha (que incluye la capital). 

Lo mismo ocurrió en otras zonas del país donde partidos y movimientos políticos que llevaban varias décadas ocupando los cargos más importantes fueron desplazados por el correísmo. En este sentido, el mayor perdedor es el conservador Partido Social Cristiano (PSC) que, encabezado por Jaime Nebot, estuvo por más de 30 años al frente de la costeña provincia de Guayas y de Guayaquil (la segunda ciudad y el puerto más importante de Ecuador). Ahora, la alcaldía la ocupará Aquiles Álvarez (también de RC), quien le sacó nueve puntos de ventaja a la alcaldesa Cynthia Viteri. La razón de este fracaso conservador es que Guayaquil sufre una gran inseguridad y tiene la tasa de homicidios más alta del continente. 

Otro perdedor de esta jornada electoral ha sido el movimiento indígena Pachakutik que apostó por las candidaturas de Jorge Yunda y Guillermo Churuchumbi para llegar a la Alcaldía de Quito y la Prefectura de Pichincha, respectivamente. Aunque Pachakutik obtuvo algunos triunfos en la zona andina, su caudal disminuyó mucho frente a años anteriores, porque la población andina cobró caro al movimiento su oportunismo y sus alianzas cambiantes en nombre de las reivindicaciones identitarias. 

Al mismo tiempo, los votantes rechazaron también por más del 50% las ocho preguntas incluidas en el referéndum que debía modificar la Constitución de 2008. El gobierno de Lasso pretendía quitar de la ley fundamental los mecanismos de democracia participativa, reducir el número de asambleístas nacionales y de partidos y concentrar más poder en la Presidencia y el Poder Legislativo. La combinación entre el triunfo del NO en el referendo y el de los candidatos correistas en las tres provincias más importantes del país instaura para los próximos dos años un cogobierno inestable en el que abundarán los golpes bajos, las maniobras de mercado y las conspiraciones para hacer aún más difícil el camino hacia 2025. 

Además, las elecciones en Ecuador tuvieron lugar en un país sumido en la violencia que, después de la brutal represión contra los movimientos populares en 2019 y 2021, saltó a las cárceles, con enfrentamientos frecuentes entre presos vinculados al narcotráfico y masacres que dejaron más de 400 muertos desde 2021. Los asesinatos masivos de reclusos han pasado a ser de las peores de Latinoamérica. 

Aunque derrotada en las urnas, la derecha ecuatoriana conserva importantes bases de poder. El correísmo, por su parte, aunque victorioso, no puede aspirar al gobierno por sí solo. En el medio hay una amplia gama de movimientos y partidos con los que deberá negociar para alcanzar la mayoría. En la medida en que la situación se deteriore y la derecha sabotee el camino hacia la restauración democrática, más amplias deberán ser las alianzas que se impondrán a Revolución Ciudadana como condición para gobernar el país. De la unidad del movimiento y de la prudencia de su líder dependerá gran parte del futuro próximo de Ecuador.

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