Cuba: Alta tecnología para los trastornos del movimiento
El Ciren ha incorporado nuevos procederes terapeúticos, entre ellos la estimulación cerebral no invasiva en sus dos variantes: magnética transcraneal repetitiva y la transcrane al con corriente directa.
CAPAC – Fuente: Granma/ Foto: Alberto Borrego.
Creada en los inicios de la década del 90, la Clínica de Trastornos del Movimiento y Enfermedades Neurodegenerativas, es la unidad de asistencia e investigación del Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren), dedicada al estudio, tratamiento y manejo integral multidisciplinario de pacientes con dolencias y lesiones del sistema nervioso, cuyos síntomas principales son motores y cognitivos.
Ese es el caso de la enfermedad de Parkinson, que, caracterizada fundamentalmente por la rigidez, el temblor, la disminución de movimientos y la incapacidad para controlarlos de manera voluntaria, junto al deterioro del equilibrio, es una de las más atendidas en la institución.
Descrita por primera vez en 1817 por el neurólogo británico James Parkinson, quien la llamó entonces parálisis agitante, su aparición parece estar vinculada en gran medida al déficit de dopamina en el sistema nervioso, neurotransmisor que interviene en la regulación de diferentes funciones en el organismo humano, como la conducta motora, la emotividad, la afectividad y la comunicación.
Algunos estudios la relacionan a un probable carácter hereditario, es decir si existen antecedentes familiares, y a la exposición de compuestos contaminantes.
El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson es básicamente clínico a partir de la observación de la sintomatología del paciente en el examen neurológico y aunque hasta el presente no tiene cura, mientras más temprano se detecte y pueda tratarse de inmediato con fármacos (el más eficaz utilizado hoy para mejorar los síntomas es la levodopa), la rehabilitación física y la cirugía, las posibilidades de mejorar la calidad de los enfermos son realmente favorables.
Promisorias credenciales
La doctora Ivonne Pedroso Ibáñez, especialista de ii Grado en Neurología y jefa de la Clínica de Trastornos del Movimiento y Enfermedades Neurodegenerativas del Ciren, precisó a Granma que cuando un paciente llega allí remitido por una institución de salud, se le hace una evaluación integral dirigida a estudiar la sintomatología por la cual requiere nuestra atención médica.
«Con eso buscamos confirmar el presunto diagnóstico inicial. En no pocas ocasiones y atendiendo a los resultados de las pruebas realizadas, hemos cambiado el diagnóstico al corroborar que se trata de otra enfermedad diferente».
«Luego de una discusión colectiva donde participa el equipo multidisciplinario de especialistas de la Clínica, pasamos a diseñar el programa terapéutico personalizado en correspondencia con los síntomas predominantes y las discapacidades presentes».
Resulta vital, por supuesto, la comunicación a los pacientes y sus familiares y la participación activa de estos, en todas las etapas del tratamiento, indicó.
«Para el manejo de la enfermedad de Parkinson en particular, la cual es la segunda en frecuencia entre las neurodegeneraciones más profundamente estudiada vinculada a los trastornos del movimiento y la más conocida fisiopatológicamente, hemos desarrollado métodos terapéuticos eficaces, seguros y confiables, avalados por una experiencia de más de treinta años».
Según recalcó la doctora Ivonne Pedroso, el tratamiento aplicado incluye el tradicional empleo de los fármacos antiparkinsonianos, destinados al control de los síntomas motores en las diferentes etapas de la enfermedad.
«Igualmente, abordamos el manejo de los síntomas no motores que resultan en gran medida invalidantes, como son los relacionados con el insomnio –tenemos un área especializada para tratar cada tipo de trastorno del sueño–, problemas cognitivos, la depresión y el dolor, en particular en articulaciones de los hombros y la región cervical, que muchas veces acompañan la evolución de la enfermedad de Parkinson desde sus inicios».
Aseveró que, en los últimos años, han incorporado nuevos procederes terapéuticos, entre ellos la estimulación cerebral no invasiva en sus dos variantes: la estimulación magnética transcraneal repetitiva y la estimulación transcraneal con corriente directa.
«Se trata de terapias que han demostrado su efecto positivo sobre los síntomas no motores y motores causados por esa dolencia, al modular los circuitos neuronales y los sistemas de neurotransmisión, provocando el aumento en la liberación de dopamina, por mencionar algunos de los efectos positivos».
Dijo, además, que, de manera simultánea a lo descrito, en la clínica se aplica un programa de rehabilitación integral intensivo e individualizado, el cual contempla entrenamiento de la marcha, la postura, el equilibrio, las habilidades manipulativas y el lenguaje.
«También hacemos entrenamiento cognitivo, a través de técnicas de aprendizaje basada en métodos de retroalimentación, aprendizaje motor específico, técnicas de fortalecimiento, estiramiento y de estimulación de las capacidades neuroplásticas del sistema nervioso, con la finalidad de incrementar las posibilidades motoras y cognitivas de los pacientes, con prioridad en la ejecución de sus faenas cotidianas».
Como puntualizó la doctora Ivonne Pedroso, en los enfermos que presentan fluctuaciones motoras no controlables después de ser atendidos mediante los referidos procedimientos, recurrimos al tratamiento quirúrgico mediante técnicas de cirugía funcional lesional estereotáctica –la cifra de intervenciones quirúrgicas supera las 1 000 en 981 pacientes–, enfocadas en diferentes blancos.
Los resultados, subrayó, muestran una mejora significativa en el control de disquinesias (movimientos involuntarios) y alteraciones de la marcha, aportando un alto grado de recuperación de las capacidades motoras y de la independencia funcional, que se potencia con los otros pilares del tratamiento.