Centro de Inmunología Molecular en Cuba: 25 años de herejía, “ciencia, salud y desarrollo económico”
Parecía herejía, pero en pleno año 1994, cuando los efectos del Período Especial arreciaban sobre la Mayor de las Antillas y en medio de una economía que se desplomaba, un soñador tozudo materializaba uno de los sueños que más lo desvelaba.
Por Edilberto Carmona Tamayo y Lisandra Fariñas/ Tomado de Cubadebate/ Foto de portada: Analeida Puerto.
Ya un año antes, en Santiago de Cuba, había sido claro al asegurar que “la ciencia y las producciones de la ciencia tienen que ocupar algún día el primer lugar en la economía nacional”.
No había otro camino para un país pequeño y bloqueado por la mayor potencia del mundo y en esa idea de Fidel, visión de futuro, había más que esperanzas. Radicaba ahí la semilla de lo que hoy es realidad, cuando se está ante el Centro de Inmunología Molecular (CIM), una institución biotecnológica cubana de ciclo cerrado, donde coexiste la investigación-desarrollo, la producción, y la comercialización.
La simiente del CIM había estado en un pequeño local del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología donde se iniciaron en 1982 las primeras investigaciones cubanas sobre los Anticuerpos monoclonales.
De esa época, el doctor Agustín Lage Dávila relata: “Tuve la oportunidad de estar en reuniones con Fidel de cinco horas. Él haciendo preguntas para entender el proceso de la biotecnología. García Márquez decía que este ese era un hombre incapaz de concebir una idea que no fuera colosal, descomunal, y así es. En varias ocasiones tuve la experiencia de llegar con una propuesta a donde estaba y Fidel multiplicarla por tres, por cuatro o por diez. Él entró en contacto con este colectivo cuando estábamos todavía en el Instituto de Oncología, y tratábamos de hacer los anticuerpos”.
“Un día llegó con muchas preguntas. Eso fue con un grupo de científicos, imagínate un grupo como ese, un cuarto como ese. Ahí éramos como 10 o 12, 15 personas, y Fidel sentado en una banqueta y nosotros ahí, explicándole la producción de anticuerpos. Preguntó: quiénes son la gente que más anticuerpos monoclonales de este tipo produjo en el año. Teníamos el dato, era una empresa de Inglaterra. ¿Cuánto produjo?, pregunta, le digo el número y nos dice: ¿Y ustedes no piensan competir con esa gente? Pidió un análisis de las cosas que hacían falta para hacer despegar el trabajo y le mandamos un informe de los equipos que necesitábamos en el laboratorio. Lo devolvió a la semana, con un mensaje: Dice el Comandante que está muy bueno, pero lo que él quiere es un laboratorio y fábricas”, cuenta el destacado científico.
“Nosotros no habíamos hecho ese proyecto. Recuerdo cuando le hicimos la propuesta de comprar segmentadores de 30 litros, y él subió la parada y dijo: Vamos a comprar los de 30 litros y los de 300, vamos a saltar a la tecnología más avanzada”.
“Retrospectivamente uno se da cuenta, uno intuye que el preveía el periodo especial, donde la capacidad de inversión se iba a deteriorar y quería tener los centros hechos. Después, cuando le informamos que los anticuerpos nuestros se estaban exportando a varios países, volvemos a interactuar y nos pregunta: ¿Para cuántos pacientes ustedes pueden producir? Le explique cuál era el diseño y que nosotros podíamos producir para 5.000 pacientes y su respuesta fue: Bueno, dime qué hay que hacer para que en vez de eso produzcan 50.000”.
“Cualquiera de nosotros, de los que fuimos fundadores del centro científico, de aquella época, tenemos cualquier cantidad de anécdotas donde la visión de Fidel superaba a la nuestra. Era un reto permanente, donde permanentemente él estaba confiando en la gente. Todo el mundo conoce la capacidad de Fidel para hablar, pero no todo el mundo conoce la capacidad de Fidel para escuchar”, apuntó Lage Dávila.
Lo cierto es que veinticinco años después, la misión del CIM sigue siendo clara: obtener y producir nuevos biofármacos destinados al tratamiento del cáncer y otras enfermedades crónicas no transmisibles e introducirlos en la salud pública cubana. Hacer la actividad científica y productiva económicamente sostenible y aportar a la economía del país.
De esa promesa de salud y bienestar desde la ciencia, de esa conexión entre ciencia, producción y economía, nacen los disímiles resultados del CIM en más de dos décadas. La prueba mayor son los miles de pacientes beneficiados, y los aportes de la biotecnología cubana al mundo, esa que en buena medida se hace en sus laboratorios y fábricas.
EPOCIM, eritroproyetina humana recombinante, 2000 UI (unidades internacionales)
La eritroproyetina en la práctica clínica es el producto biotecnológico de más alto impacto para la enfermedad renal crónica, un problema de salud en Cuba. Su utilización cambió radicalmente la práctica clínica en el manejo de la anemia en estos pacientes. Hoy reciben tratamiento de diálisis (sustitutivo de la función renal) cerca de 3000 personas en el país, y la EPOCIM es fundamental en el manejo terapéutico de las mismas
Anticuerpo monoclonal CIMAher (nimotuzumab)
Con registro sanitario desde el 2002, forma parte del Cuadro Básico de Salud desde el año 2010. Se benefician entre 400 y 500 pacientes anuales en la red oncológica del país, además de que se puede acceder a través de otros servicios como otorrinolaringología, y neurocirugía.
CIMAvax-EGF, la primera vacuna terapéutica registrada contra el cáncer de pulmón
Seguridad y eficaz demostrada, con buena tolerancia, aumento de la supervivencia y la mejoría de la calidad de vida en los pacientes. Con la misma se han beneficiado más de 5.000 cubanos.