El falso respaldo popular a la invasión fallida contra Venezuela
El pedido de una intervención militar estadounidense fue tendencia número uno de Twitter en Venezuela. Coincidió con los días de la Operación Gedeón. Esa tendencia no fue espontánea, sino creada por un mecanismo artificial poco conocido y representa una amenaza.
CAPAC – Por Marco Teruggi – Tomado de La Haine – Foto: Rayner Peña
¿Es posible que sea trending topic en primera posición de Twitter la petición de un pedido de intervención militar extranjera? Esta pregunta se hizo Julián Macías, especialista en redes, al observar que en Venezuela se había posicionado la etiqueta #VenezuelaConfíaEnTrump como número uno el 7 de mayo.
Los mensajes dentro del hashtag no solamente mostraban un respaldo al presidente de EEUU, Donald Trump, sino que mostraban imágenes del Ejército estadounidense, pedían una intervención armada y el asesinato del presidente venezolano, Nicolás Maduro.
¿Es posible que sea TT1 la petición de una intervención militar extranjera?
— Julián Macías Tovar (@JulianMaciasT) May 10, 2020
Sí
¿Qué las cuentas que participan sean bots lanzando decenas de tuits por segundo?
Sí
¿Y qué esas cuentas apoyen las campañas de la extrema derecha en España y les haga RT a Alvise, Abascal y Casado?
Sí pic.twitter.com/noUz3naItb
Macías, español, responsable del canal de Telegram Pandemia Digital, analizó el hashtag y descubrió que las cuentas que habían creado la tendencia usaban nombres e imágenes de perfil falsas y tenían la capacidad de enviar 30 tuits en 10 segundos.
“Son cuentas con algunas características, como la automatización de tuits, lanzando varios por segundo, lo que evidentemente no es posible de otra manera que no sea a través de un software de automatización”, explica Macías en diálogo con Sputnik.
Otras características de esas cuentas es su sistema de seguimiento, llamado follow unfollow, prohibido por las reglas de Twitter, según el especialista. “Consiste en seguir un número de cuentas y las que no te devuelven el seguimiento se deja de seguir, de tal manera que esas cuentas van acumulando muchos seguidores y suelen tener un número de seguidores muy parecido al de seguidos”, agrega.
Macías también descubrió que todas esas cuentas “tienen relación con periodistas y medios de fake news de Venezuela, medios de toda América Latina que son de la misma tendencia, y medios de fake news de España”. Al hablar de la tendencia política, el español se refiere a la derecha golpista venezolana, boliviana, o partidos como VOX, en España.
¿Cómo fabricar una tendencia?
Las tendencias en Twitter, conocidas como trending topics, son los temas más populares de la plataforma en tiempo real: al cliquear sobre una tendencia aparece lo que tuitea la gente al respecto. Varían según los países, las horas, y muestran los asuntos sobre los cuales discute la mayoría de la gente en el momento, como puede ser la pandemia, un partido de fútbol, o un suceso alrededor de una personalidad.
Detrás del trending topic existe un algoritmo, “complejo y secreto”, explica Macías. Pero los principales elementos para que un tema sea tendencia “son los números de tuits por unidad de tiempo; si hay una gran concentración de tuits con una [misma] palabra o etiqueta (hashtag) en un tiempo determinado pues se crea una tendencia”.
No es el único factor, otro es, por ejemplo, la cantidad de cuentas, “cuánto mayor es el número que participan también influye”. También tiene relevancia “la participación de cuentas que estén verificadas por Twitter o tengan un gran número de seguidores”. Ese conjunto de elementos logra una tendencia y su ubicación en la lista de trending topics.
Esto significa que una organización en el marco de una acción política, por ejemplo, puede crear artificialmente una tendencia: necesita lograr una gran cantidad de tuits en poco tiempo. ¿Cómo hacerlo? Creando una serie de cuentas falsas, es decir, que no corresponden a ningún usuario real y son administradas por un programa. Pueden ser centenares de cuentas que envíen algunos tuits, o menos cuentas con una capacidad de posteo de mensaje que nadie puede lograr, como varios en un solo segundo.
Así, lo que a primera vista parece espontáneo, como una etiqueta, puede ser, en realidad, producto de una operación política. Es lo que pasó con #VenezuelaConfíaEnTrump, algo que sucedió en un momento clave en Venezuela.
Operación Gedeón y tendencias
La etiqueta #VenezuelaConfíaEnTrump fue posicionada el 7 de mayo, cinco días después del inicio de la Operación Gedeón, cuando un grupo de mercenarios, exmilitares venezolanos y miembros de una contratista militar estadounidense llegaron a las costas del país. Para ese día gran parte de quienes habían llegado ya habían sido arrestados por el Gobierno venezolano.
El objetivo del hashtag fue posicionar una idea-fuerza que impulsa el sector golpista de la oposición venezolana: la necesidad de que EEUU intervenga militarmente en el país, en particular ante el desmantelamiento de la Operación Gedeón.
Ese tipo de operaciones en Twitter son frecuentes en Venezuela por parte de la derecha. Tres días después, por ejemplo, el 10 de mayo, se posicionaron dos etiquetas entre las primeras: #MañanaQueSePrendaElPeo y #11MVenezuelaArmaElPeo, es decir, anunciando y llamando a la gente a protestar, a realizar guarimbas (como se conocen las escaladas de acciones violentas por parte de la oposición).
En ese caso sucedió otro fenómeno que Macías analizó: la aparición de la cuenta @WilexisPetare que pasó de 500 seguidores a 20.000 en 24 horas, según Macías. Wilexis es el nombre de quien dirige una banda armada en Petare, uno de los barrios populares más grandes de Venezuela.
En Petare, justamente, tuvo lugar durante los días previos y posteriores al desembarco de mercenarios, lo que fue presentado por la mediática opositora como una serie de enfrentamientos armados entre bandas. Sin embargo, el presidente Maduro explicó que con las investigaciones la conclusión era que no se trataba de enfrentamientos real, sino de una acción distractiva para que los cuerpos de seguridad del Estado estuvieran focalizados allí mientras llegaban los barcos a las costas.
Dentro de quienes protagonizaron las noticias en redes estuvo Wilexis, quien repentinamente se transformó en “malandro-tuitero” convocando a protestar contra Maduro. Al analizar la cuenta @WilexisPetare, Macías descubrió que se trataba de una cuenta falsa.
El origen de la cuenta está muy cercana a las cuentas que difundieron #VenezuelaConfíaEnTrump. Es curioso que un líder de una banda tenga tiempo para hacer campaña, pasar de 500 seguidores a más de 20.000 en un solo día, y empezar a actuar como una cuenta automatizada, poniendo un montón de tuits y siendo la que más tuits y retuits tuvo en las dos etiquetas, sostiene.
Finalmente, quien llevaba la cuenta falsa develó que no era Wilexis y concluyó: “Solo hay dos salidas, la intervención militar o el levantamiento de un sector de la fuerza militar”. Para Macías, el plan le salió mal:
Le salió mal porque lo que pretendía era movilizar manifestaciones contra Maduro, pero no tuvieron repercusión, por eso la artificialidad de las redes; que seas capaz de ser tendencia número uno para hacer una movilización y luego no va nadie…
¿Qué impacto tiene una tendencia artificial?
¿Cómo se mide el impacto de una tendencia creada artificialmente? Depende de los objetivos de la operación. Uno puede ser intentar funcionar como convocante, detonante, por ejemplo, de protestas o cacerolazos. En ese caso sucede muchas veces que la distancia entre los centenares de mensajes automatizados y las calles es grande.
Otras veces la conexión resulta y la tendencia puede amplificar o sobredimensionar los hechos. Pero no todo busca traducirse en acciones de protesta. La construcción de mensajes como operaciones políticas forma parte de un dispositivo mucho más grande mediático que busca instalar ideas, construir sentido, modos de ver a los demás, influir en votaciones.
Todo esto es sinérgico, Twitter es la punta de un iceberg de un sistema de desinformación mucho más global en el cual participan otras plataformas que pueden verse más, como YouTube, Facebook, y diferentes medios, tanto digitales, como de papel escrito, radios y televisiones.
Twitter tiene, dentro de ese conjunto, una característica, que es “una especie de altavoz para los medios de comunicación, los medios normalmente se fijan en las cuentas de Twitter de otros medios como de líderes políticos o de la propia actualidad, es la que más rápido salta a los medios”.
En el caso de Venezuela el uso del Twitter y la creación de tendencias ha sido central en los últimos años. Sus tendencias suelen mayoritariamente políticas, a diferencia de otros países. Cada escalada de la derecha golpista estuvo acompañada por un gran despliegue en redes sociales, en particular en Twitter.
Si bien esa dinámica ha sido particularmente marcada en Venezuela no ha sido exclusiva. Durante el golpe de Estado en Bolivia en octubre-noviembre del 2019 fueron creadas cerca de 68 mil cuentas de Twitter para legitimar el derrocamiento del presidente Evo Morales.
Macías señala una “conexión internacional”, donde “muchos think tank han participado para unificar este nuevo movimiento de extrema derecha (…) y están haciendo una internacional mediática muy fuerte”. El especialista en redes señala entre esas fuerzas a Donald Trump; al presidente brasileño, Jair Bolsonaro —con el uso masivo de WhatsApp en su campaña electoral en 2018—; el primer ministro británico, Boris Johnson; el VOX —que se movilizó para defender el golpe en Bolivia—, entre otros.
Casi toda la tecnocracia mundial, la élite de la tecnología tiene mucha vinculación con el Gobierno actual de EEUU y están aplicando un sistema muy eficaz basado en la difusión de bulos y de generación de odio, explica.
Eso tiene su traducción en cada país, con mecanismos comunes. En el caso de Venezuela tuvo, entre sus recientes manifestaciones, esas tendencias de Twitter que buscaron aportar un respaldo al caudal de acciones para derrocar al Gobierno. El peligro que representan estas operaciones es global, advierte Macías:
Es una amenaza internacional a la democracia. El primer paso es diagnosticar y denunciar, pero veo bastante impunidad, tantos por instituciones internacionales como por las propias plataformas digitales.