Médicos cubanos en Kenya: Por la sonrisa de Kalunda Nganga
El labor de los médicos cubanos en Kenya.
Hay riquezas más valiosas que la mayor fortuna del mundo como la sonrisa de la joven Kalunda Nganga, abrazada a la vida gracias a la presencia en Kenya de los médicos cubanos.
Conocí su historia a inicios de abril cuando viajé a Nairobi durante la visita oficial que hiciera a esa nación africana la vicepresidenta de los Consejos de Estado y de Ministros Inés María Chapman. Allí supe de todo el bien que reparte el centenar de profesionales de la salud de la isla caribeña que prestan sus servicios desde el pasado mes de junio en los 47 condados de la vasta geografía de ese país de África oriental, donde con su actuar cotidiano logran “el milagro del cariño”. “Ocho meses llevamos aquí, las anécdotas las tienen ellos, yo las recojo”, anoté entonces en mi agenda durante un diálogo de Prensa Latina con el doctor Damodar Peña, coordinador de la misión en Kenya.
Ejemplos hay muchos -comentaba-, “pero ahora me viene a la mente la doctora Arelis Rabelo, cirujana maxilofacial, la más joven de la brigada”. Arelis ha enfrentado casos muy llamativos de tumores faciales, subrayó el doctor Peña, mientras me enseñaba las imágenes del antes y el después de la intervención quirúrgica que le hiciera a Kalunda Nganga, residente en Kitui.
Las fotos viajaron conmigo a La Habana con la promesa de, en algún momento, hablar con la doctora Rabelo, la joven médica cubana que devolvió la esperanza a esa mujer keniana.
Kitui es un condado del sur de Kenya, distante unas tres horas de Nairobi, la capital. Tiene una vegetación boscosa, una población cristiana que en su mayoría “religiosamente va a la iglesia los domingos”, relata la doctora Arelis Rabelo a la reportera en una entrevista realizada gracias a las posibilidades de la tecnología.
El ugali, “una harina sin azúcar ni sal, que se prepara solo con agua”, es la principal comida de los pobladores del lugar, explicó Arelis. “No consumen la carne de cerdo y sí vegetales, por eso hay muy pocos obesos; sin embargo, hay tantas enfermedades y tantos que no tienen dinero para atenderse! A veces los pacientes van al médico cuando su situación es casi incurable”, relató.
La doctora Rabelo trabaja en el Kitui Referral Hospital. En el mismo condado prestan también servicios en las comunidades los galenos Vladimir Pompa y Marlen Leyva, ambos de la provincia Santiago de Cuba.
“¿Sabes que Kalunda hace seis años apenas comía?”, dijo. “El tumor que había desarrollado la paciente no le permitía la ingestión de alimentos, no podía hablar”. Incluso -confesó-, la lesión le desplazó la lengua de lugar, por eso “la primera vez que la vi masticar luego de la operación no pude contener las lágrimas”.
Nacida en la provincia de Holguín (a unos 745 kilómetros al este de La Habana), la primera cirujana maxilofacial en Kitui cuenta que la muchacha, madre de tres hijos, “presentaba un tumor que comenzó a crecer cuando tenía 16 años”. Al adverso escenario se unían creencias familiares y los escasos recursos de la joven, sin el dinero para pagar esa operación.
La doctora Arelis superó escollos y finalmente, el director del hospital junto con algunos dirigentes del gobierno, pudieron comprarle la placa de titanio que se utilizó para reconstruir la mandíbula de Kalunga, que costó 200 mil chelines (alrededor de dos mil dólares).
Vencido ese obstáculo “tuve que trasladarme a otro hospital para la operación. Duró ocho horas, pero todo bien, ella tenía 21 años y yo 29, podía ser mi hermana”. “Y agradezco al equipo de anestesiólogos kenianos, al doctor Waweru” –agregó-, “y al resto de las personas que de una forma u otra hicieron posible que Kalunda volviera a sonreír“. Más adelante tendrá que someterse a una segunda intervención para reconstruir la parte del rostro afectada.
La conversación siguió. Habló con orgullo de sus compañeros de misión “en toda Kenya, porque este país es grandísimo” y de su pasión por dar lo mejor de sí en la labor que realiza.
Durante el tiempo en Kitui la doctora Rabelo ha extirpado otros tumores. Me envió también fotos de una paciente que tuvo alojado uno en la boca “por más de 30 años y nadie quería ayudarla”.
¿Y esas personas qué te dicen cuando sanan?, indago. Muchos no hablan inglés y solo el suajili u otra lengua autóctona, pero de cualquier manera le transmiten su sentimiento de gratitud.
Kalunda aprendió una sola frase en inglés: ‘Thank you Cuba”(Gracias Cuba), acotó la doctora Arelis y “no me llama por mi nombre. Me llama por el nombre de mi país. Igual que el resto de mis pacientes. Todos me dicen Cuba”.
Kenya tiene fronteras con Etiopía al norte, Somalia al este, Tanzania al sur, Uganda al oeste y Sudán del Sur al noroeste, con el océano Índico bañando su costa sureste.
Su extenso territorio de 580 mil 367 kilómetros cuadrados, va desde las sabanas, las zonas montañosas y áreas de lagos hasta el Gran Valle del Rift. Posee, además, una envidiable fauna salvaje de leones, elefantes y rinocerontes, por solo citar algunas especies.
Pero en general, como en otros países africanos, el panorama sanitario presenta al “SIDA, la tuberculosis y el paludismo, esta última es una de las enfermedades más frecuentes sobre todo alrededor del lago Victoria”, según describió el doctor Damodar Peña.
“Una de las características de nuestra brigada es, precisamente, la dispersión que tiene por esa extensión territorial. En algunos condados hay dos médicos y en muy poquitos tenemos tres. Es una población muy necesitada”, añadió.
Cuenta que en tan breve tiempo han creado una hermosa conexión y eso se debe a la concepción humanista en que se formaron. “Ahora muchos resuelven sus problemas de salud ahí, donde viven, porque llegó un médico cubano”.
El diálogo virtual también termina. La doctora Arelis Rabelo espera volver al centro asistencial cuando comience la semana. Le aguarda su más reciente caso: un bebé que operó de apenas 10 días.
Antes de la despedida una pregunta: ¿Cómo evoluciona Kalunda Nganga? “Excelente, imagínate está embarazada de nuevo”, respondió.
Texto y fotos: Deisy Francis Mexidor / Prensa Latina.