Entre el correísmo y el modelo empresarial aliado al FMI: El papel clave del movimiento indígena para definir las elecciones en Ecuador
Este domingo 7 de febrero se efectuarán las presidenciales en Ecuador. Contra todo pronóstico, el movimiento del expresidente Rafael Correa logró estar presente y su candidato, Andrés Arauz, aparece cómodo en las encuestas, a escasos puntos de ganar en primera vuelta.
CAPAC- Por Ociel Alí López/ Tomado de RT/ Foto de portada: José Jacome/ EFE.
Pareciera que la estrategia para acabar con el movimiento Correa ha generado más bien una reacción contraria a lo que querían las elites conservadoras de Ecuador.
Al líder político le han robado su partido Alianza País, le han acorralado judicialmente, en uno de los casos de persecución judicial más renombrados en América Latina, y le han obligado al exilio, con todo el poder mediático, arremetiendo de forma incisiva y amarillista en su contra.
Recientemente se ha manejado el escenario de suspender las elecciones, lo que ha activado las alarmas de líderes mundiales como el Presidente de Argentina, Alberto Fernández quien se ha pronunciado en contra de una eventual postergación del proceso comicial. También se habla de la obstaculización en una hipotética transición. Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha confirmado la fecha de la convocatoria a las urnas.
En Ecuador aún quedan sectores, similares al trumpismo estadounidense, que quieren desconocer el proceso e impugnar los resultados antes de que se celebren las elecciones, solo para entorpecer la posibilidad de un regreso del correísmo al poder. Por eso, en víspera del comicio, cientos de funcionarios, periodistas y políticos han arremetido contra la figura del expresidente y propiciado la persecución política contra los dirigentes de su movimiento. Sienten temor porque la eventual victoria de ese movimiento se traduciría no solo en una derrota electoral, sino también política.
El establecimiento ecuatoriano logró reunificarse en torno al varias veces candidato, banquero y empresario Guillermo Lasso, para confrontar una probable vuelta del correísmo.
La mediática amarillista del país, por su parte, se ha concentrado estos días en relacionar a Arauz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), es decir, la guerrilla colombiana. Además, la estrategia comunicacional conservadora se basa en denunciar la supuesta «venezolanización» que intenta el correísmo, una estrategia que ha dejado de funcionar en otros países del continente en la medida que Argentina, Bolivia y México vuelven a gobiernos progresistas, mientras crecen los movimientos antineoliberales en Colombia, Perú y Chile.
Veremos qué dicen los electores.
¿Dos opciones?
Desde que el actual mandatario Lenín Moreno —quien fue Vicepresidente de Correa y ganó con su partido— tomó la presidencia, comenzó a alejarse del correísmo y emprendió una diatriba contra el expresidente.
En paralelo a esa disputa, el gobierno de Moreno se iba debilitando en la medida que tomaba medidas de ajuste macroeconómico.
En 2019, el país sufrió un levantamiento popular que obligó al presidente a abandonar su despacho y la capital. Posteriormente, ya en pandemia, Ecuador fue el primer país de la región en la que el coronavirus colapsó al sistema de salud pública, haciéndose virales videos de funcionarios y ciudadanos abandonando o incinerando cadáveres en plena vía pública.
En medio de esta debilidad institucional y del acecho del neoliberalismo económico, que ha revertido las conquistas del gobierno de Correa, el movimiento político del expresidente se plantea como una opción. Y es eso lo que reflejan las encuestas.
A pesar de la criminalización, todas las encuestas parecen indicar que el correísmo —por medio del partido Unión por la esperanza (Unes)— estará de vuelta de alguna forma u otra. También hay elecciones legislativas y Pierina Correa, la hermana del expresidente, va de primera en la lista de candidatos de su partido.
El correísmo ha ganado todas las elecciones presidenciales desde 2007, dos de ellas en primera vuelta. Con Lenín Moreno ganó, pero en el balotaje. Después de sus primeros 5 años de gobierno, Correa obtuvo su mejor resultado: 57,17 %.
Ahora, Arauz necesita el 40 % para ganar en primera vuelta y las encuestas, en su mayoría opositoras, le dan una intención de voto de 38 %, mientras que a Lasso lo ubican en 30 %.
Si no concretara su triunfo en la primera vuelta del 7 de febrero, el partido de Arauz deberá negociar con el movimiento indígena, que tiene como candidato a Yaku Perez (un líder que protagonizó protestas contra Correa y Moreno), para asegurar una hipotética segunda vuelta.
La importancia del Movimiento indígena
Algunas encuestas le dan en torno al 15 % al candidato indígena, del partido Pachakutik. Hay que recordar que este movimiento viene de una convocatoria exitosa que logró, junto con otros sectores, torcer el brazo al gobierno en 2019.
El movimiento indígena volvió a ser protagonista ese año, ya que obligaron al presidente Moreno a recapitular y echar para atrás un conjunto de medidas de ajuste, con las que el Gobierno trataba de hacer frente al bajón del precio de las materias primas. Entre esas medidas se encontraba el aumento del combustible.
El movimiento indígena y la ciudadanía en general se levantaron y llevaron al país a un nivel de desestabilización máxima que obligó a Moreno a abandonar la capital y buscar cobijo en la ciudad de Guayaquil, donde sectores de derecha se movilizaron para atacar a quienes protestaban contra el plan de ajuste.
Finalmente las movilizaciones cedieron luego de que el presidente Moreno retrocediera en la mayoría de las medidas de ajustes, pero el Gobierno quedó débil y su figura terminó de desdibujarse.
El movimiento Pachakutik también protestó en su momento contra el gobierno de Correa. Aunque a su favor, el correísmo tiene esta vez la condición de ser opositor y perseguido, como los movimientos indígenas, y no hay que olvidar que fue culpado de organizar las manifestaciones antigubernamentales contra Moreno, en 2019.
Es posible que esta vez el «voto útil» cobre importancia para estos sectores políticos indígenas, que tienen mucho poder de convocatoria pero relativamente baja votación. Sin embargo, esa fuerza se potenciaría en una hipotética segunda vuelta, donde todo voto es importante y nunca debe descartarse una sorpresa electoral en la Latinoamérica de hoy.
Todo parece indicar que, tanto el importante sector indígena como el resto de la población terminarán decidiendo si quieren una vuelta al correísmo y el intento de lograr un Estado fuerte, o si, por el contrario, se quedan con el modelo empresarial que va a intensificar su relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), una especie de enemigo de todos en el Ecuador popular.