Tecnología – La receta de Guasimal del Toro

Los biodigestores son considerados tecnologías amigables ecológicamente, descontaminantes y apropiadas para la época actual, satisfacen necesidades de energía y fertilizantes, y contribuyen al mejoramiento de las condiciones de vida.

CAPAC – por Ventura de Jesús – tomado de Granma

Jovellanos – Cuando el benjamín de la familia vino al mundo, ya había un biodigestor en la finca de los Correa, en la zona conocida como Guasimal del Toro; señal de buenas prácticas agroecológicas y visión de futuro en el aprovechamiento de los residuales y sus beneficios.

Hoy el joven Héctor Manuel tiene 27 años de edad y es un convencido de la utilidad de la ciencia en el progreso de la agricultura. «Es algo vital para quienes vivimos de la tierra», aseguró luego de reconocer el papel protagónico de su mamá, y sobre todo de su padre, fallecido en 2022.

Pero alimentar los biodigestores se ha convertido en un verdadero desafío en medio de la difícil situación económica, y la lógica merma en la ceba de cerdos, cuyas excretas son el mayor sostén de esa alternativa.

Si unos pueden…

Entre los campesinos que han logrado eludir las adversidades actuales para alimentar los biodigestores, se encuentra Reinaldo Solenzal, finquero de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Diez de Octubre, en la provincia de Sancti Spíritus.

Las plantaciones de las cuatro hectáreas de tierra de este productor, y la familia que allí reside, se benefician del uso de un biodigestor de 42 metros cúbicos, con el cual realizan la cocción de los alimentos y fertilizan los cultivos.

Tenemos mucho que agradecerle, sin su aporte todo hubiera sido mucho más difícil, observó vía telefónica. Dijo que, pese a la complicada situación con los convenios porcinos, nunca han decidido desecharlos.

«Lo sostenemos con el excremento de unos 20 cerdos y los de algunas reses y carneros. Con ese gas realizamos la cocción de todos los alimentos de la casa, además de garantizar el uso de un refrigerador».

«Lo sostenemos con el excremento de unos 20 cerdos y los de algunas reses y carneros. Con ese gas realizamos la cocción de todos los alimentos de la casa, además de garantizar el uso de un refrigerador»

Reinaldo Solenzal

En casa siempre tenemos con qué cocinar y alumbrarnos, y aunque el nuestro es un biodigestor pequeño, de apenas 3,5 metros cúbicos, alcanza también para abonar algunos cultivos, comenta, por su parte, Manuel Martínez, campesino del municipio de Perico.

Reconoció que en un principio no siempre estuvo en uso, pero que desde hace 15 años funciona de manera estable. Cuando escasea el estiércol porcino lo mantenemos con excremento vacuno, que transportamos de una vaquería cercana, dijo.

Mientras admite de buena gana que el sistema es «una maravilla para el entorno rural», invita a pasar al interior de su casa para verificar la utilidad de la cocina a biogás.

En uno preparaba un caldero de yuca y en el otro se aprestaba a hacer café. «Disponer aquí de este servicio no es nada nuevo, se ha convertido en una tradición».

Algo similar ocurre en la finca de Yurisán Quintana Machín, quien junto a su esposo atiende una parcela de algo más de tres hectáreas de tierra en el municipio matancero de Calimete, justo en los predios del antiguo ingenio Godínez.

Reconoció que pese al punto débil que actualmente constituyen los convenios porcinos, han podido agenciárselas para mantener una masa importante de cerdos en ceba, para los cuales utilizan parte de la siembra de maíz y yuca.

Gracias a ello, sostuvo, pueden alimentar a plena capacidad un biodigestor de 64 metros cúbicos, el cual facilita la cocción de los alimentos tanto para la familia como para los animales, además de garantizar la energía de un refrigerador.  

La campesina dio el visto bueno a esta idea, y ponderó su importancia para quienes viven y tienen la misión de producir alimentos para el pueblo.

En la peor de las condiciones, si hay interés, puede alimentarse el biodigestor, aseguró.

Aprovechar las bondades de los residuos

En opinión de Luis Cepero Casas, investigador de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, la experiencia de estos campesinos no hace más que demostrar que es posible reajustar el proyecto para afianzar su funcionamiento.

Tras reconocer que aproximadamente el 50 % de los casi 4.000 biodigestores existentes hoy en el país no funciona, o lo hace por debajo de sus posibilidades reales, comentó que es preciso mirar este asunto desde una perspectiva más optimista.

Debemos impulsar y llevar a cabo una forma de pensar diferente sobre la base del conocimiento, y entender que si bien hoy el país no puede sostener al máximo los convenios porcinos (a los que están asociados los biodigestores), hay posibilidades de producir el gas combustible con pequeñas cantidades de animales, explicó.

Hizo notar que muchas personas alimentan los biodigestores con excretas vacunas y ovinas, o recolectan residuos de la propia cocina o usan la combinación de algunas de esas variantes.      

Como elemento positivo, el especialista agregó que las familias rurales beneficiadas con esta alternativa, la biodisgestión anaeróbica, ahorran alrededor del 40 % de la energía eléctrica y logran disminuir el impacto ambiental al tratar los residuales. 

Un proyecto, esboza el investigador y doctor en Ciencias Agrícolas, Giraldo Martín Martín, que a escala rural contribuye con la concepción energética que puede y debe desarrollarse en la agricultura para impulsar un desarrollo sostenible. 

Coincidencia, finca bucólica

La madre de Héctor Manuel, Odalys de la Caridad Marrero, licenciada en Historia del Arte, y su padre, Héctor Correa, ingeniero agrónomo, se refugiaron en Guasimal del Toro, en las cercanías de la localidad de Jovellanos, para fundar Coincidencia, entre las fincas más singulares de la provincia y el país.

La idea, en esencia, era hacer funcionar el arte con la naturaleza. Para alimentar el alma y el cuerpo, resumió el joven Héctor Manuel.

«La idea, en esencia, era hacer funcionar el arte con la naturaleza»

Héctor Manuel Correa

La finca abarca unas 23 hectáreas, donde cada hijo tiene su espacio y lo maneja a su manera. Los cultivos que producen a mayor escala son plátano, café, maíz, aunque también siembran arroz, papa ecológica, frijoles y otras viandas, además de la cría de animales.

El concepto es producir para el consumo familiar y aportar a la comunidad, expresa.

«El concepto es producir para el consumo familiar y aportar a la comunidad»

Héctor Manuel Correa

Una de las experiencias más curiosas y que atrae la atención de muchos curiosos es la existencia de más de 400 variedades de plantas, y de ellas 120 de frutales, incluidas 13 de mango.

Esta finca diversificada y de producción sustentable, adjunta a la CCS Nicolás Nodarse, es en sí misma un proyecto sociocultural donde progresa el desarrollo de la cerámica artística, una suerte de taller-escuela-galería que atrae la visita de decenas de turistas cada semana.

De tal suerte, el bucólico sitio es la sede permanente de Arte del fuego, proyecto internacional que ha conseguido notoriedad por la calidad de las piezas que allí se realizan y la naturaleza creativa que lo distingue.

Para favorecer un proyecto así cuentan con dos sistemas de embalses para diferentes usos, e igual cantidad de paneles solares, uno para el bombeo de agua y otro para garantizar el alumbrado de las casas.

Otra contribución crucial viene de la mano de un biodigestor de 34 metros cúbicos, que aunque usan a mediana capacidad es suficiente para preparar los alimentos de las tres casas y asegurar el funcionamiento de otros espacios de la finca, además de fertilizar las plantaciones.

Según Héctor Manuel, lo abastecen con la excreta de unas cuantas reses y con el agua de despulpar el café.

«Nunca hemos prescindido de él. Para nosotros el biodigestor es prácticamente indispensable, forma parte de un ciclo que se integra en el proyecto y sostiene la idea de ser independientes en la generación de energía, que es vital.

«Para nosotros el biodigestor es prácticamente indispensable, forma parte de un ciclo que se integra en el proyecto y sostiene la idea de ser independientes en la generación de energía, que es vital»

Héctor Manuel Correa

«Vivir en el campo no es tan difícil. Aquí somos felices, tenemos espacio para producir y crear en paz, sin depender de otros. La receta, como decía mi papá, es trabajar». 

«La receta, como decía mi papá, es trabajar»

Héctor Manuel Correa

Precisiones

  • El origen del biogás en Cuba se remonta a 1940, cuando se construyeron los dos primeros biodigestores de tecnología cúpula fija para procesar los residuales de la industria de producción de cerveza, ubicada en el actual municipio del Cotorro, en La Habana.
  • No fue hasta finales de la década de los años 70 y primera mitad de los 80 del siglo pasado, que se fabricaron más de 400, todos de pequeña escala del tipo flotante.
  • La historia del biogás continúa con más fallos que éxitos y a principios de los años 90 se retoma ese programa a partir de varios proyectos con participación y apoyo internacional.
  • Uno de los más conocidos es el proyecto Biomas-Cuba, financiado por la Agencia Suiza para la Cooperación y el Desarrollo, que fomenta la introducción de nuevas tecnologías, y el cual fue liderado por la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, con el respaldo de diferentes universidades y centros de investigación.
  • También el Movimiento de usuarios del biogás pretende contribuir a la cultura energética en el contexto del desarrollo local cubano.
  • Existen biodigestores de diferentes tecnologías y tamaños. En algún momento fueron introducidos los tipos tubulares, con diferentes materiales, nylon, pvc, hdpe, entre otros.
  • Los de más presencia son los de cúpulas fijas y móviles, así como los tubulares. También están las lagunas cubiertas, asociadas a grandes concentraciones de animales.

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