Otra Latinoamérica amaneció con el ALBA
Obra y herencia de quijotes, el ALBA-TCP emergió con una inédita plataforma de integración que antes había existido solo en las ideas de hombres precursores. El ALBA-TCP es un parto de sabiduría y rebeldía, ideado por Fidel y Hugo Chávez.
CAPAC.- tomado de Granma
La mirada del Bolívar de bronce y la actitud que muestra desde su estatua ecuestre en Caracas, bien podría divisar simbólicamente el 14 de diciembre de 2004, fecha fundacional de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP).
Obra y herencia de quijotes, el ALBA-TCP emergió con una inédita plataforma de integración que antes había existido solo en las ideas de hombres precursores. El ALBA-TCP es un parto de sabiduría y rebeldía, ideado por Fidel y Hugo Chávez.
Con acciones complementarias y de solidaridad verdadera, el proyecto que arriba hoy a sus 18 años puso fin a las promesas vacías contenidas en propuestas al estilo de la Alianza para el Progreso o del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), neoliberales señuelos que dejaron a nuestras naciones sin recursos ni independencia.
En un tiempo brevísimo y muy complejo la cosecha es impresionante. Una pincelada a lo sucedido trae secuencias de un Haití devastado por un terremoto en 2010, y asistido en su recuperación –todavía inconclusa– por los hermanos del ALBA.
Más de 6 000 000 de latinoamericanos a los que la Misión Milagro devolvió la vista, cifras millonarias salieron del analfabetismo, con el método Yo sí puedo, y otros tantos inmunizados contra la COVID-19, con vacunas cubanas, son entregas del ALBA.
Latinoamérica hoy se parece más a la que Fidel concibió, de modo «que al decir patria nos estemos refiriendo a la gran América que componen nuestras pequeñas patrias». Esa patria grande, y en construcción todavía, como decía Chávez, va adherida al ALBA.