Manifestaciones y violencia en Surinam ante aplicación del programa del FMI
Manifestantes que el viernes protestaban contra el alto coste de vida en Surinam y la eliminación de subsidios atacaron el Parlamento y saquearon comercios de la capital, Paramaribo. La manifestación fue convocada por el activista político Stephano «Pakittow» Biervliet. Los sindicatos no habían llamado oficialmente a participar, pero coincidió con una huelga convocada para jueves y viernes.
CAPAC – fuentes France 24 y Swissinfo.ch
Entre 1.000 y 2.000 personas se congregaron en la mañana en el centro de Paramaribo con consignas en contra del alza en los precios de los alimentos, la gasolina y la electricidad, acusando al gobierno de Santokhi de corrupción
El gobierno insiste en que debe recortar gastos como parte del programa de reestructuración económica con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y ha planteado reformas fiscales que incluyen la supresión de las subvenciones a la electricidad, el agua y la gasolina, así como un nuevo impuesto a las ventas. Estas políticas han sido blanco de fuertes críticas de la oposición y los gremios.
Surinam firmó un acuerdo por 690 millones de dólares con el FMI, pero los fondos terminaron congelados por no cumplir las condiciones exigidas.
Miles de personas protestaron contra la eliminación de los subsidios a los combustibles y algunas irrumpieron en el edificio del Parlamento, desatándose enfrentamientos con la policía que se saldaron con un muerto y 20 heridos, así como un centenar de detenidos.
Las protestas estallaron después de que el Gobierno de Surinam empezara este mes a implementar sus planes de eliminar gradualmente los subsidios al gas, la electricidad y los combustibles, en un intento de reducir el gasto público y mantenerse dentro de las pautas del Fondo Monetario Internacional (FMI).
«El hogar de la democracia ha sido atacado, pero la democracia está funcionando», dijo Santokhi, mientras los legisladores reanudaban el debate sobre el presupuesto que quedó interrumpido por los disturbios.
El mandatario aseguró asimismo que el país volvió a la calma y que su Gobierno garantizará la seguridad de sus ciudadanos e intensificará el diálogo con varios grupos sociales.
Antes de que los manifestantes irrumpieran en el edificio, la policía disparó gases lacrimógenos y balas de goma para dispersarlos, pero estos se reagruparon para exigir la renuncia de Santokhi y el vicepresidente Ronnie Brunswijk.
El presidente de la Asamblea, Marinus Bee, comparó el asalto con «una tormenta tropical que arrasó el edificio», mientras que el vicepresidente Dew Sharman señaló que el ataque «no puede justificarse».
Varios legisladores y partidos de oposición se mostraron más ambiguos, apoyando las acciones de protesta pero condenado la violencia y los saqueos posteriores de comercios.
«Los ciudadanos tienen el derecho democrático de expresar su descontento debido al deterioro de las condiciones de vida. Surinam ya casi no es habitable», dijo Rabin Parmessar, líder del Partido Nacional Democrático (de izquierda) en el Parlamento.
Parmessar criticó que el Gobierno «no presta suficiente atención a las necesidades de la gente» y pidió una investigación exhaustiva sobre la actuación de la Policía.
«Los civiles fueron dispersados con una gran demostración de fuerza y se lanzaron gases lacrimógenos», denunció, a lo que Santokhi respondió que los organizadores de las protestas no se comportaron de forma pacífica.
La expresidenta de la Asamblea Nacional de Surinam, Jennifer Simons, quien ejerció entre 2015 y 2020 bajo el Gobierno de Desi Bouterse, dijo que Santokhi se ha embarcado en un programa del FMI que ha golpeado duramente a la población.
«La abolición de casi todos los subsidios, el aumento de los costos fiscales, la devaluación de la moneda surinamesa a un ritmo vertiginoso llevaron a años de inflación anual de más del 50 por ciento, lo que ha empujado a gran parte de la población por debajo del umbral de la pobreza», denunció.
Simons agregó que lo que causa también un mayor descontento es «el enorme aumento de la corrupción y el nepotismo» en las esferas de poder.
«El Gobierno se ha vuelto cada vez más represivo y la confianza pública en la independencia del poder judicial ha disminuido drásticamente. Hay persecución política contra los opositores políticos», afirmó.
Simons también alegó que las manifestaciones se tornaron violentas debido a que un guardia comenzó a disparar desde el edificio del Parlamento y la policía lanzó gases lacrimógenos, desatando «el caos»