Los 70 años de la UCLV: La universidad que está en el corazón de Cuba

La noche del l0 de octubre de 1948, en el Salón de Actos del antiguo Gobierno Provincial de Santa Clara —actual Biblioteca Martí— con la presencia de la mayoría de los miembros del Consejo Directivo, encabezado por su presidente el Dr. Pedro Martín Camps, del gobernador de la provincia y demás invitados, quedó inaugurada simbólicamente la Universidad Central de Santa Clara.

CAPAC.- tomado de CubaDebate

Se daba cumplimiento, en fecha tan significativa para todos los cubanos, a un viejo anhelo de la provincia villareña que clamaba, en voz de sus mejores hijos del siglo XIX, por la creación de una Universidad en el territorio central de la Isla. Gabriel de la Concepción Valdés Plácido (1809-1844) y Eduardo Machado Gómez (1838-1877) son nombres imprescindibles en el recuento de la esforzada lucha por hacer realidad aquella noble idea.

En una de sus frecuentes estancias en Villa Clara, el poeta habanero Gabriel
de la Concepción Valdés (Plácido) publicó en unas gacetillas del periódico
local La Aurora, correspondientes a marzo de 1843, su opinión de que debían crearse dos nuevas universidades en el país, una en Santiago de Cuba y otra en Villa Clara, oponiéndose de paso al cierre de la universidad habanera por el Capitán General Leopoldo O´Donell.

Años más tarde, en 1868, el destacado intelectual y patriota villaclareño Eduardo Machado y Gómez también fue del criterio de fundar una alta casa de estudios como parte de un proyecto de ampliación y modernización de su ciudad natal.

De igual modo, la creación simbólica de la Universidad ponía término a más de una década de fervorosa campaña pro-universitaria, iniciada en los salones del antiguo Liceo —hoy Casa de la Cultura Juan Marinello— por el abogado Pedro Pérez Ruiz y un grupo de amigos en el verano de 1937. Ese propio año se formó la primera Comisión Pro-gestora universitaria, que desarrolló una activísima campaña cívica en favor de sus objetivos, contando para ello con el apoyo del entonces gobernador provincial, el coronel mambí Gabino Gálvez y de numerosas instituciones públicas y privadas. Su órgano difusor fue el semanario Universidad Central, con una tirada de tres mil ejemplares, siempre con el lema: Universidad Central para Santa Clara que está en el corazón de Cuba.

Diez años más tarde, la primera Comisión Pro-gestora universitaria fue disuelta, creándose el llamado Consejo Directivo de la Universidad Central surgido de la fusión del comité gestor municipal con el Círculo de Profesionales de la provincia.

A la cabeza de ambos grupos se encontraban el Dr. Camps i Camps, a la sazón director del lnstituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara y el Dr. Ramón Lorenzo Pérez, presidente del Círculo de Profesionales Universitarios. Completaban la nómina dirigente del nuevo consejo su secretario Dr. Modesto de Jesús Pineda Cabrera y el tesorero Antolín González del Valle Ríos.

Este hecho repercutió hondamente en el proceso creador del alto centro docente, pues no solo significó la sustitución del que había sido hasta entonces la principal figura del movimiento, el Dr. Pérez Ruiz, sino que dio comienzo a una larga serie de acontecimientos que contradecían el verdadero propósito humanista proclamado por sus fundadores.

El Consejo Directivo de la Universidad Central de Santa Clara, principalmente en la figura de su Secretario General el Dr. Pineda, entronizaría luego en el ámbito universitario la politiquería al uso en la época, que propiciaba la arbitrariedad, el latrocinio y el nepotismo, y matizada toda ella por sucesivas intrigas y discriminaciones.

En la escabrosa senda de su origen

La Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (UCLV) fue creada oficialmente por la Ley 16 del 22 de noviembre de 1948, que establecía además el comienzo de sus actividades docentes para el año de 1952.

El presupuesto para la ejecución de las obras fue establecido por el Reglamento para la cobranza, fiscalización y distribución de los aumentos a los impuestos sobre utilidades y suntuarios, con fecha 1º de agosto de 1950, al tiempo que el Reglamento del Ministerio de Educación para las Universidades de Oriente y Las Villas promulgado el 4 de noviembre de 1951, terminaba de conformar el cuerpo jurídico que otorgaba plena validez legal a ambas instituciones.

El escenario escogido para levantar el complejo universitario, encargado a la firma constructora Japón y Menéndez S.A., fue una espléndida finca ubicada al noreste de la ciudad de Santa Clara, con excelentes condiciones naturales y relativamente alejada del centro urbano. Dicha finca aparecía registrada con el nombre de Santa Bárbara a favor de su propietario el Sr. Elías Díaz Domínguez, con una extensión total de 14 caballerías.

El precio pagado por el terreno ascendió a 85 mil pesos, cifra que pareció exorbitante a algunos miembros del consejo, sobre todo tomando en cuenta que la finca podía haber sido adquirida mediante expropiación para un fin de beneficio público.

La primera piedra de la futura Universidad fue colocada por el entonces presidente de la República Carlos Prío Socarrás el 11 de febrero de 1952 y finalmente el domingo 30 de noviembre de Boletín Oficial de la Universidad Central de Las Villas.

En esta ley se hace referencia por primera vez a la Universidad Central “Marta
Abreu” de Las Villas, añadiendo el nombre de la destacada patriota y benefactora
santaclareña. Con anterioridad, tanto el Reglamento del Consejo Directivo,
con fecha 19 de junio de 1948, como los estatutos de la Universidad redactados
el 7 de enero de 1949, hacen alusión a la Universidad Central de Santa
Clara, nombre con el que fue inaugurada simbólicamente.

En relación con este escabroso asunto el profesor del Instituto de Segunda
Enseñanza de Santa Clara, Mario Figueroa Franqui, a la sazón agrimensor
encargado de la tasación de la finca Santa Bárbara, publicó en la prensa de la
época numerosos artículos que denunciaban el fraude cometido al comprar en
85 mil pesos un terreno cuyo valor era de poco más de 40 mil pesos

Ese propio año se dio apertura al primer curso académico, contando para ello con un solo edificio terminado: el de Humanidades- Educación. En el acto, que comenzó a las 11 de la mañana hicieron uso de la palabra el rector Pedro Martín Camps i Camps, el secretario general Pineda y el Dr. Felipe Salcines Morlote, rector de la Universidad de Oriente. En nombre de los profesores habló el destacado pedagogo Dr. Medardo Vitier Guanche.

Las carreras que se estudiaban en ese momento eran las de Ingeniería Química- Industrial, Ingeniería Agronómica, Perito Químico-Azucarero, Ciencias Comerciales, Filosofía y Letras, Pedagogía y Profesor de Idioma Inglés; la matrícula importaba el pago de 60.00 pesos anuales que se cubrían en tres plazos bimestrales de 20.00 pesos cada uno.

Los primeros 615 alumnos que tuvo la Universidad se distribuían por carreras de la forma siguiente: Pedagogía (287), Ciencias Comerciales (146), Idioma Inglés (85), Filosofía y Letras (29), Ingeniería Química Industrial (27), Perito Químico Azucarero (25) e Ingeniería Agronómica (8)

Las actividades docentes en el período de 1952 a 1957, fecha en que termina el último curso antes del triunfo de la Revolución, estuvieron profundamente marcadas por el modo de vida burgués y las contradicciones inherentes a la sociedad neocolonial republicana. La enseñanza era predominantemente memorística y verbal, con poco uso de la práctica y de hecho se promovía en los estudiantes una mentalidad de “gladiadores” que luchaban a muerte por ganar la competencia académica y profesional.

En el ámbito social la frivolidad de los frecuentes ágapes, exhibiciones de modas, selección de la Miss Universidad, fogatas nocturnas, fiestas sabatinas y paseos dominicales contrastaban  con la presencia en el Auditorium de prominentes figuras del mundo de la cultura como Ernesto Lecuona, Bertha Singerman y Francisco García Lorca (hermano de Federico García Lorca), así como con la entrega de títulos de Doctor Honoris Causa a sólidos pilares de nuestra mejor tradición intelectual como Fernando Ortiz Fernández, Medardo Vitier Guanche y Ramiro Guerra Sánchez.

De manera simultánea, la Universidad fue objeto de la penetración ideológica y económica de los Estados Unidos a través del célebre punto IV, que facilitaba la entrada de técnicos norteamericanos y la salida de profesores cubanos a formarse en Universidades de aquel país.

Como telón de fondo a esta situación tiene lugar en la Universidad el sordo enfrentamiento de oscuros intereses politiqueros, ajenos al verdadero y cabal desarrollo de la alta casa de estudios. En su discurso de agradecimiento el Dr. Ramiro Guerra Sánchez se refirió a lo que consideraba el “deber ser” de la universidad villareña, en términos que solo se harían realidad de manera cabal después de 1959.

En esa ocasión dijo: “Con una visión comprensiva y exacta de lo que es y de lo que debe ser la provincia villareña, dadas sus riquezas naturales de todas clases, esta Universidad Central de Las Villas, además de cultivar las artes y las letras, con una apreciación certera de la influencia fundamental de unas y de otras, en el campo de la cultura, ya que el espíritu es la fuerza suprema del hombre, presta cuidadosa atención al desarrollo de las ciencias aplicadas a la industria, el comercio y la agricultura, fuentes de bienestar de las comunidades humanas en todos los tiempos, y por consiguiente,factores decisivos de civilización”.

Se trataba de un programa de ayuda técnica y financiera a países subdesarrollados, con el propósito de frenar cualquier influencia comunista, al estilo de lo que sería en los años sesenta la llamada “Alianza para el progreso”, dirigida a contrarrestar el ejemplo de la Revolución Cubana en América Latina.

Al frente de dicho programa se encontraban la Foreign Operation Administration (FOA) y la International Cooperation Administration (ICA). El acuerdo del Punto IV se firmó en Cuba el 30 de junio de 1951, extendiéndose a la UCLV en 1956, al firmarse un crédito con el BANDES que fue objeto de oposición por varios miembros del consejo por las condiciones del préstamo.

De hecho, los técnicos norteamericanos del Punto IV, L.S. Arnold y Paul Adams
hacía algún tiempo que colaboraban con la universidad en el área de desarrollo agrícola. Como parte de este proceso fue enviada a la Universidad de Puerto
Rico la profesora de Psicopedagogía América Martínez Arias para especializarse
en Estadística.

La Reforma Universitaria del 22 de mayo de 1957

Para poner fin al asfixiante ambiente de corrupción y arbitrariedad entronizado por el secretario general Pineda, un grupo de profesores honestos liderados por el rector Agustín Anido Artiles decide llevar adelante una reforma con el fin de democratizar las estructuras universitarias. Formaron parte de este movimiento, entre otros, los profesores Mariano Rodríguez Solveira, Manuel Angulo Monteagudo y José Manuel Ruiz Miyar.

En la práctica se realizó una reforma de los Estatutos, se reconoció el derecho de las escuelas a organizarse y a integrar la FEU Central, se aumentó el sueldo de los profesores y se redujeron las gratificaciones a decanos y a secretarios de las escuelas.

Asimismo se modificaron los egresos del presupuesto y se suprimieron varios departamentos, entre ellos el Instituto de Planificación, principal intermediario del punto IV con la Universidad. En relación con el Punto IV el nuevo Consejo Universitario determinó una revisión de los proyectos a realizar, haciendo
una reducción del presupuesto asignado al mismo.

De igual forma se modificó el Reglamento para la provisión de Cátedras por Concurso-Oposición y se aprobó el presupuesto para la creación de la Escuela de Ciencias. También como resultado de la distribución de los gastos se determinó construir el edificio de la Biblioteca General y la Imprenta Universitaria.

Se aprobó la organización y fomento del Jardín Botánico, la creación de la revista universitaria y la publicación de libros de autores cubanos. Una de las medidas de mayor trascendencia en el ámbito político emanada de la Reforma Universitaria, fue permitir el reingreso a la Universidad de los estudiantes expulsados del curso

La revista universitaria Islas, bajo la dirección del prestigioso y polémico intelectual villareño Samuel Feijóo, comenzó a publicarse en el último semestre de 1958. El nuevo plan de publicaciones previsto por la Reforma comenzó ese propio año llegando a editar más de un centenar de libros de autores de reconocido mérito, entre ellos el propio Feijóo, José Lezama Lima, Medardo Vitier, Enrique Labrador Ruiz, Cintio Vitier, Onelio Jorge Cardoso, Alcides Iznaga, Roberto Fernández Retamar, Gaspar Jorge García Galló, Lorenzo García Vega, Manuel Moreno Fraginals, Fernando Ortiz, Manuel Pedro González, Juan Marinello, Nicolás Guillén, Raúl Roa y otros.En este proceso también es rehabilitada la figura del Dr. Pedro Pérez Ruiz, injustamente preterido por los miembros del anterior Consejo. Como resultado de la Reforma, el Consejo Universitario para el trienio de octubre de 1957 a octubre de 1960 quedó conformado por el rector Mariano Rodríguez Solveira, vicerrector José Manuel Ruiz Miyar y secretario general José Antonio Rojas Montero.

Las luchas estudiantiles en la Universidad

Uno de los capítulos más hermosos en la historia universitaria antes de 1959 lo constituye todo el proceso de esforzada lucha estudiantil para crear la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) Central.

Ya en el propio curso de apertura un grupo numeroso de estudiantes fue expulsado del Centro acusado de causar disturbios y desórdenes en los predios de la Universidad. Este hecho provocó una honda repercusión en todo el estudiantado villareño, sobre todo en el Instituto de Segunda Enseñanza y en las Escuelas de Comercio. En la propia Universidad, las Escuelas de Ciencias Comerciales e Ingeniería Agronómica decretaron un paro de las actividades docentes por 24 horas.

El Consejo Universitario reconoció en el año 1954 un tímido Reglamento de la Federación Estudiantil de la Universidad Central de Las Villas representativo de las diferentes asociaciones de escuelas pero castrado de todo ademán político. Su carácter era “ético-social, deportivo, artístico y cultural”.

La agudización de la lucha contra la tiranía de Batista liderada por la Generación del Centenario y la FEU de la Universidad de La Habana, estimuló la creación en la Universidad Central de los comités de lucha pro-FEU Central, encabezados por el estudiante de Ciencias Comerciales Ramón Pando Ferrer. El primer comité Pro-FEU Central fue conformado en 1955 y sobresalían en su directiva Pando Ferrer, Antonio Larralde Pineda y Reinaldo Fundora. Al propio tiempo se estrechaban los lazos con el movimiento estudiantil en La Habana y con los estudiantes de segunda enseñanza en Santa Clara. Los objetivos propuestos en esta etapa eran la lucha contra la tiranía, incorporando al estudiantado universitario al engranaje de la revolución sin descuidar la lucha por la democratización de la Universidad

La Reforma Universitaria del 22 de mayo de 1957 reconoció el comité pro-FEU Central, pero el proceso de elecciones de base en las escuelas y facultades era todavía incipiente. El cierre de la Universidad, provocado por la agudización de la represión contra los estudiantes, no permitió que la organización de la FEU Central se llevara a efecto de manera definitiva.

Por otro lado, los mejores líderes de aquel estudiantado abandonaron las aulas

para entregarse por entero a la lucha revolucionaria, como sucedió con Pando Ferrer y muchos otros. En los días de la huelga del 9 de abril se constituyó en la UCLV una junta patriótica con fines organizativos del movimiento huelguístico en Santa Clara. En los talleres de la Universidad empezaron a imprimirse los periódicos clandestinos Sierra Maestra Escambray y ya en los días finales de la campaña de Las Villas, la Universidad fue seleccionada por el Che Guevara para instalar allí su Comandancia General.

Presencia de la Universidad en la Batalla de Santa Clara

La Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (UCLV) fue creada oficialmente por la Ley 16 del 22 de noviembre de 1948, que establecía además el comienzo de sus actividades docentes para el año de 1952.

El presupuesto para la ejecución de las obras fue establecido por el Reglamento para la cobranza, fiscalización y distribución de los aumentos a los impuestos sobre utilidades y suntuarios, con fecha 1º de agosto de 1950, al tiempo que el Reglamento del Ministerio de Educación para las Universidades de Oriente y Las Villas promulgado el 4 de noviembre de 1951, terminaba de conformar el cuerpo jurídico que otorgaba plena validez legal a ambas instituciones.

El escenario escogido para levantar el complejo universitario, encargado a la firma constructora Japón y Menéndez S.A., fue una espléndida finca ubicada al noreste de la ciudad de Santa Clara, con excelentes condiciones naturales y relativamente alejada del centro urbano. Dicha finca aparecía registrada con el nombre de Santa Bárbara a favor de su propietario el Sr. Elías Díaz Domínguez, con una extensión total de 14 caballerías.

El precio pagado por el terreno ascendió a 85 mil pesos, cifra que pareció exorbitante a algunos miembros del consejo, sobre todo tomando en cuenta que la finca podía haber sido adquirida mediante expropiación para un fin de beneficio público.

La primera piedra de la futura Universidad fue colocada por el entonces presidente de la República Carlos Prío Socarrás el 11 de febrero de 1952 y finalmente el domingo 30 de noviembre de Boletín Oficial de la Universidad Central de Las Villas.

En esta ley se hace referencia por primera vez a la Universidad Central “Marta
Abreu” de Las Villas, añadiendo el nombre de la destacada patriota y benefactora
santaclareña. Con anterioridad, tanto el Reglamento del Consejo Directivo,
con fecha 19 de junio de 1948, como los estatutos de la Universidad redactados
el 7 de enero de 1949, hacen alusión a la Universidad Central de Santa
Clara, nombre con el que fue inaugurada simbólicamente.

En relación con este escabroso asunto el profesor del Instituto de Segunda
Enseñanza de Santa Clara, Mario Figueroa Franqui, a la sazón agrimensor
encargado de la tasación de la finca Santa Bárbara, publicó en la prensa de la
época numerosos artículos que denunciaban el fraude cometido al comprar en
85 mil pesos un terreno cuyo valor era de poco más de 40 mil pesos

Ese propio año se dio apertura al primer curso académico, contando para ello con un solo edificio terminado: el de Humanidades- Educación. En el acto, que comenzó a las 11 de la mañana hicieron uso de la palabra el rector Pedro Martín Camps i Camps, el secretario general Pineda y el Dr. Felipe Salcines Morlote, rector de la Universidad de Oriente. En nombre de los profesores habló el destacado pedagogo Dr. Medardo Vitier Guanche.

Las carreras que se estudiaban en ese momento eran las de Ingeniería Química- Industrial, Ingeniería Agronómica, Perito Químico-Azucarero, Ciencias Comerciales, Filosofía y Letras, Pedagogía y Profesor de Idioma Inglés; la matrícula importaba el pago de 60.00 pesos anuales que se cubrían en tres plazos bimestrales de 20.00 pesos cada uno.

Los primeros 615 alumnos que tuvo la Universidad se distribuían por carreras de la forma siguiente: Pedagogía (287), Ciencias Comerciales (146), Idioma Inglés (85), Filosofía y Letras (29), Ingeniería Química Industrial (27), Perito Químico Azucarero (25) e Ingeniería Agronómica (8)

Las actividades docentes en el período de 1952 a 1957, fecha en que termina el último curso antes del triunfo de la Revolución, estuvieron profundamente marcadas por el modo de vida burgués y las contradicciones inherentes a la sociedad neocolonial republicana. La enseñanza era predominantemente memorística y verbal, con poco uso de la práctica y de hecho se promovía en los estudiantes una mentalidad de “gladiadores” que luchaban a muerte por ganar la competencia académica y profesional.

En el ámbito social la frivolidad de los frecuentes ágapes, exhibiciones de modas, selección de la Miss Universidad, fogatas nocturnas, fiestas sabatinas y paseos dominicales contrastaban  con la presencia en el Auditorium de prominentes figuras del mundo de la cultura como Ernesto Lecuona, Bertha Singerman y Francisco García Lorca (hermano de Federico García Lorca), así como con la entrega de títulos de Doctor Honoris Causa a sólidos pilares de nuestra mejor tradición intelectual como Fernando Ortiz Fernández, Medardo Vitier Guanche y Ramiro Guerra Sánchez.

De manera simultánea, la Universidad fue objeto de la penetración ideológica y económica de los Estados Unidos a través del célebre punto IV, que facilitaba la entrada de técnicos norteamericanos y la salida de profesores cubanos a formarse en Universidades de aquel país.

Como telón de fondo a esta situación tiene lugar en la Universidad el sordo enfrentamiento de oscuros intereses politiqueros, ajenos al verdadero y cabal desarrollo de la alta casa de estudios. En su discurso de agradecimiento el Dr. Ramiro Guerra Sánchez se refirió a lo que consideraba el “deber ser” de la universidad villareña, en términos que solo se harían realidad de manera cabal después de 1959.

En esa ocasión dijo: “Con una visión comprensiva y exacta de lo que es y de lo que debe ser la provincia villareña, dadas sus riquezas naturales de todas clases, esta Universidad Central de Las Villas, además de cultivar las artes y las letras, con una apreciación certera de la influencia fundamental de unas y de otras, en el campo de la cultura, ya que el espíritu es la fuerza suprema del hombre, presta cuidadosa atención al desarrollo de las ciencias aplicadas a la industria, el comercio y la agricultura, fuentes de bienestar de las comunidades humanas en todos los tiempos, y por consiguiente,factores decisivos de civilización”.

Se trataba de un programa de ayuda técnica y financiera a países subdesarrollados, con el propósito de frenar cualquier influencia comunista, al estilo de lo que sería en los años sesenta la llamada “Alianza para el progreso”, dirigida a contrarrestar el ejemplo de la Revolución Cubana en América Latina.

Al frente de dicho programa se encontraban la Foreign Operation Administration (FOA) y la International Cooperation Administration (ICA). El acuerdo del Punto IV se firmó en Cuba el 30 de junio de 1951, extendiéndose a la UCLV en 1956, al firmarse un crédito con el BANDES que fue objeto de oposición por varios miembros del consejo por las condiciones del préstamo.

De hecho, los técnicos norteamericanos del Punto IV, L.S. Arnold y Paul Adams
hacía algún tiempo que colaboraban con la universidad en el área de desarrollo agrícola. Como parte de este proceso fue enviada a la Universidad de Puerto
Rico la profesora de Psicopedagogía América Martínez Arias para especializarse
en Estadística.

La Reforma Universitaria del 22 de mayo de 1957

Para poner fin al asfixiante ambiente de corrupción y arbitrariedad entronizado por el secretario general Pineda, un grupo de profesores honestos liderados por el rector Agustín Anido Artiles decide llevar adelante una reforma con el fin de democratizar las estructuras universitarias. Formaron parte de este movimiento, entre otros, los profesores Mariano Rodríguez Solveira, Manuel Angulo Monteagudo y José Manuel Ruiz Miyar.

En la práctica se realizó una reforma de los Estatutos, se reconoció el derecho de las escuelas a organizarse y a integrar la FEU Central, se aumentó el sueldo de los profesores y se redujeron las gratificaciones a decanos y a secretarios de las escuelas.

Asimismo se modificaron los egresos del presupuesto y se suprimieron varios departamentos, entre ellos el Instituto de Planificación, principal intermediario del punto IV con la Universidad. En relación con el Punto IV el nuevo Consejo Universitario determinó una revisión de los proyectos a realizar, haciendo
una reducción del presupuesto asignado al mismo.

De igual forma se modificó el Reglamento para la provisión de Cátedras por Concurso-Oposición y se aprobó el presupuesto para la creación de la Escuela de Ciencias. También como resultado de la distribución de los gastos se determinó construir el edificio de la Biblioteca General y la Imprenta Universitaria.

Se aprobó la organización y fomento del Jardín Botánico, la creación de la revista universitaria y la publicación de libros de autores cubanos. Una de las medidas de mayor trascendencia en el ámbito político emanada de la Reforma Universitaria, fue permitir el reingreso a la Universidad de los estudiantes expulsados del curso

La revista universitaria Islas, bajo la dirección del prestigioso y polémico intelectual villareño Samuel Feijóo, comenzó a publicarse en el último semestre de 1958. El nuevo plan de publicaciones previsto por la Reforma comenzó ese propio año llegando a editar más de un centenar de libros de autores de reconocido mérito, entre ellos el propio Feijóo, José Lezama Lima, Medardo Vitier, Enrique Labrador Ruiz, Cintio Vitier, Onelio Jorge Cardoso, Alcides Iznaga, Roberto Fernández Retamar, Gaspar Jorge García Galló, Lorenzo García Vega, Manuel Moreno Fraginals, Fernando Ortiz, Manuel Pedro González, Juan Marinello, Nicolás Guillén, Raúl Roa y otros.En este proceso también es rehabilitada la figura del Dr. Pedro Pérez Ruiz, injustamente preterido por los miembros del anterior Consejo. Como resultado de la Reforma, el Consejo Universitario para el trienio de octubre de 1957 a octubre de 1960 quedó conformado por el rector Mariano Rodríguez Solveira, vicerrector José Manuel Ruiz Miyar y secretario general José Antonio Rojas Montero.

Las luchas estudiantiles en la Universidad

Uno de los capítulos más hermosos en la historia universitaria antes de 1959 lo constituye todo el proceso de esforzada lucha estudiantil para crear la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) Central.

Ya en el propio curso de apertura un grupo numeroso de estudiantes fue expulsado del Centro acusado de causar disturbios y desórdenes en los predios de la Universidad. Este hecho provocó una honda repercusión en todo el estudiantado villareño, sobre todo en el Instituto de Segunda Enseñanza y en las Escuelas de Comercio. En la propia Universidad, las Escuelas de Ciencias Comerciales e Ingeniería Agronómica decretaron un paro de las actividades docentes por 24 horas.

El Consejo Universitario reconoció en el año 1954 un tímido Reglamento de la Federación Estudiantil de la Universidad Central de Las Villas representativo de las diferentes asociaciones de escuelas pero castrado de todo ademán político. Su carácter era “ético-social, deportivo, artístico y cultural”.

La agudización de la lucha contra la tiranía de Batista liderada por la Generación del Centenario y la FEU de la Universidad de La Habana, estimuló la creación en la Universidad Central de los comités de lucha pro-FEU Central, encabezados por el estudiante de Ciencias Comerciales Ramón Pando Ferrer. El primer comité Pro-FEU Central fue conformado en 1955 y sobresalían en su directiva Pando Ferrer, Antonio Larralde Pineda y Reinaldo Fundora. Al propio tiempo se estrechaban los lazos con el movimiento estudiantil en La Habana y con los estudiantes de segunda enseñanza en Santa Clara. Los objetivos propuestos en esta etapa eran la lucha contra la tiranía, incorporando al estudiantado universitario al engranaje de la revolución sin descuidar la lucha por la democratización de la Universidad

La Reforma Universitaria del 22 de mayo de 1957 reconoció el comité pro-FEU Central, pero el proceso de elecciones de base en las escuelas y facultades era todavía incipiente. El cierre de la Universidad, provocado por la agudización de la represión contra los estudiantes, no permitió que la organización de la FEU Central se llevara a efecto de manera definitiva.

Por otro lado, los mejores líderes de aquel estudiantado abandonaron las aulas

para entregarse por entero a la lucha revolucionaria, como sucedió con Pando Ferrer y muchos otros. En los días de la huelga del 9 de abril se constituyó en la UCLV una junta patriótica con fines organizativos del movimiento huelguístico en Santa Clara. En los talleres de la Universidad empezaron a imprimirse los periódicos clandestinos Sierra Maestra Escambray y ya en los días finales de la campaña de Las Villas, la Universidad fue seleccionada por el Che Guevara para instalar allí su Comandancia General.

Presencia de la Universidad en la Batalla de Santa Clara

Investidura como Doctor Honoris Causa en Pedagogía a Ernesto Guevara

La llegada a la Universidad Central de la columna invasora no. 8 Ciro Redondo, bajo las órdenes del Comandante Ernesto Che Guevara, se produjo en la madrugada del 28 de diciembre de 1958. La ruta seguida por los rebeldes los había llevado al camino conocido como Callejón de los Patos, casi al fondo del recinto universitario. El práctico de aquella operación fue el profesor de Geografía del centro Antonio Núñez Jiménez, enviado por el Partido Socialista Popular, tomando en cuenta su conocimiento del terreno y su trayectoria revolucionaria dentro de la Universidad.

El Che instaló su comandancia en una de las oficinas de la planta baja del edificio de Ciencias, donde se acordaron los últimos detalles de la estrategia para el asalto a la ciudad de Santa Clara, postrer reducto militar del tirano. La contribución de la Universidad Central a esta gesta fue decisiva en la confección de propaganda revolucionaria y en la fabricación de cocteles molotov, que después serían utilizados en diferentes acciones.

De la Sede Universitaria partió el bulldozer con el que se levantó la vía férrea que provocaría el descarrilamiento del Tren Blindado, mientras que un joven estudiante de la carrera de Ingeniería Química Industrial, Miguel Diosdado Pérez Pimentel (Tato Madruga) cayó combatiendo en la primera acción bélica de la Batalla de Santa Clara. Además, en el aula no. 1 del edificio de Humanidades se conformó el Hospital de Campaña donde fueron atendidos los heridos y se velaron los cuerpos de los compañeros caídos en combate.

 La Universidad en Revolución

La Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas reabrió sus puertas en el mes de febrero de 1959 en el vórtice de una Isla en Revolución. Los desequilibrios y deformaciones heredados de la sociedad burguesa eran incompatibles con la nueva realidad del país, que destrozaba las estructuras del pacto neocolonial y se legitimaba en el poder auténticamente revolucionario de las masas.

Dos sucesos trascendentales marcaron la vida universitaria a partir de ese momento. El primero fue la visita del Comandante en Jefe Fidel Castro, el 16 de marzo de 1959, con el propósito de inaugurar el edificio de la Biblioteca General. En esa ocasión Fidel fue recibido por una multitudinaria concentración de personas, reunidas frente al edificio de Ciencias y después del acto de apertura de la Biblioteca habló a los estudiantes y profesores en el Auditorium.

Allí expresó la idea de construir una verdadera Ciudad Universitaria, para la cual se otorgarían dos millones y medio de pesos, solo para empezar, pues el Gobierno Revolucionario concedería atención especial a los centros docentes del país.

Apenas dos años después, en 1961, ya la ciudad universitaria Abel Santamaría Cuadrado era un sueño hecho realidad, con varias edificaciones que servirían de sede a las nuevas escuelas y carreras, además de otras obras de beneficio público

El otro hecho que marcó profundamente el devenir universitario fue el acto de investidura del comandante Ernesto Che Guevara con el título de Doctor Honoris Causa de la Escuela de Pedagogía, el 28 de diciembre de 1959. En su inolvidable discurso de agradecimiento el Che complementó las ideas de Fidel en torno a la Educación Superior y creó las bases teóricas y prácticas de lo que sería luego la reforma universitaria, es decir, lograr una efectiva, real y definitiva democratización de las universidades, así como su identificación con los planes del desarrollo económico-social del país. La esencia de las palabras pronunciadas por el Che puede ser sintetizada en la famosa frase:

“Y qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función especial de su vida en esta Cuba nueva, le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no solo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es patrimonio de nadie y pertenece al pueblo de Cuba”

Después de un breve paréntesis en el año 1960, marcado por la agudización de la lucha de clases, lo que se tradujo en la traición del presidente de la FEU y la posterior deserción del rector Pedro Oliver Labra, las fuerzas revolucionarias tomaron el poder

en la Universidad aplicando de inmediato las ideas del Che y de Fidel. En ese propio año se organizaron las milicias universitarias Ramón Pando Ferrer; en el mes de octubre se crea la Asociación de Jóvenes Rebeldes y el 2 de febrero de 1961 se constituye la unidad de alfabetización Rubén Martínez Villena.

En los días del ataque mercenario por Playa Girón, se le confió a las milicias universitarias la custodia, en el Gimnasio, de setecientos elementos contrarrevolucionarios. En enero de 1962 un grupo de estudiantes universitarios se incorpora a la limpia del Escambray y durante la Crisis de Octubre se organiza un grupo de artilleros bajo la dirección de oficiales de la Escuela Superior de Artillería.

Finalmente, como síntesis del proceso de transformación político-ideológica, se constituyó en noviembre de 1963 el Comité Universitario de la Unión de Jóvenes Comunistas y en diciembre de 1968 finaliza el proceso de Constitución del Partido Comunista de Cuba.

 Trayectoria y balance

Resulta prácticamente imposible resumir en breves párrafos el impresionante devenir de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas a lo largo de estos años de Revolución triunfante y victoriosa, en los cuales asumió desde el primer momento plena y lúcida conciencia de protagonista. Ya en 1962 el Comandante en Jefe podía decir con legítimo orgullo: “Esa magnífica universidad que hay en Las Villas”.

Como prueba de lo anterior, la Universidad ha prestado incontables servicios al desarrollo económico, social y político-ideológico de nuestra provincia y del resto de la antigua provincia de Las Villas. De su seno han surgido nuevos centros de educación superior a todo lo largo y ancho de la Isla, hijos pródigos del Alma Mater villaclareña y continuadores de su quehacer ejemplar.

Ha formado y graduado decenas de miles de profesionales con excelente preparación teórica, práctica y humanista, y ha prestado su colaboración internacionalista en numerosos países del mundo subdesarrollado, solidarizándose siempre con las luchas de los pueblos por alcanzar su verdadera y definitiva independencia. Ello incluye también el aporte brindado a la formación de centenares de especialistas de países africanos, latinoamericanosy asiáticos.

Sus ascendentes resultados en la investigación científica, tecnológica y de las ciencias sociales la colocan entre las primeras del país, con aportes relevantes en todo lo relacionado con los cultivos de arroz, papa y caña de azúcar, las técnicas de soldadura,los procesos químicos y energéticos, la producción de fármacos y medicamentos, el desarrollo de la computación y la electrónica, así como en el trabajo de carácter comunitario y rural.

Cuenta además la Universidad con un nutrido grupo de cátedras especializadas que realizan un importante trabajo de extensión universitaria, más allá de las fronteras del centro. Con relevantes logros en este sentido se destacan la Cátedra de Pensamiento Latinoamericano Enrique José Varona, la Cátedra Martiana, la Cátedra Ernesto Che Guevara, la Cátedra de Cultura Iberoamericana Juan Marinello y la Cátedra de Pedagogía Gaspar Jorge García Galló.

De la Universidad han surgido también los cuadros profesionales que hoy dirigen nuestras organizaciones políticas y de masas a diferentes niveles en varias provincias con magníficos resultados. Muchos de estos cuadros universitarios han sido promovidos al nivel nacional en el PCC, la UJC, el MES y otros organismos del Estado.

La Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas ha hecho realidad el hermoso sueño del Che de que se pintara con los colores del pueblo, que vibrara con el pueblo en cada una de sus proezas cotidianas y ha sido, por esa razón esencial, un baluarte irreductible de las ideas revolucionarias y progresistas que constituyen el legado más sólido y trascendente de la Nación cubana.

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