La Red Avispa o cómo construir hegemonía desde Netflix

La Red Avispa, una película que ha levantado bastante polvareda desde su estreno en una de las principales plataformas de entretenimiento del mundo, Netflix.

CAPAC- Por Arantxa Tirado y Simón Vázquez/ Tomado de Última Hora/  Foto de portada: Zoneflix.

La relevancia de una película a menudo no es su producción cinematográfica o su calidad técnica sino factores extra artísticos que hacen de ella una obra relevante. Este es el caso de La Red Avispa, una película que ha levantado bastante polvareda desde su estreno en una de las principales plataformas de entretenimiento del mundo, Netflix.

La película ha provocado críticas entre sectores del anticastrismo más furibundo hasta sectores políticos que se consideran más castristas que el propio Fidel Castro. Encontramos, a la vez, análisis que la consideran un documento de propaganda castrista o todo el contrario. Lo que parece que no ven algunos de los nuestros es que su virtud radica en su importancia política para contribuir a crear un sentido político, que pueda cambiar el sentido común de grandes sectores de la población occidental consumidora del cine comercial, que sí verán esta película, pero no verían una película que tratara el mismo tema hecha con un formato más militante. Y, solo por eso, la película ya es un gol de la Revolución Cubana. ¿Estamos ante una película que defiende a la Revolución sin ser revolucionaria? Veamos…

Basada en el libro del escritor brasileño Fernando Morais, Los últimos soldados de la Guerra Fría, el film nos habla de la Red Avispa, una estructura de espionaje de los servicios secretos cubanos para infiltrarse en las principales y más violentas organizaciones del exilio cubano de Miami, que se dedicaban a perpetrar atentados terroristas en la isla, además de hacer de lobby de presión en la política interna estadounidense.

La película nos narra, dentro del género del thriller de acción, la historia de diferentes agentes cubanos que se hacen pasar por exiliados políticos que huyen del régimen cubano y que participan de las acciones terroristas de desestabilización contra Cuba en los primeros años después de la caída de la Unión Soviética. Son los años conocidos como «Período Especial», cuando la economía cubana sufrió las graves consecuencias de la desaparición del apoyo del Bloque del Este y se enfocó a potenciar el sector turístico para hacerse con divisas con las que compensar la fuerte caída del PIB cubano. En esta coyuntura la oposición pro capitalista trata de sabotear las infraestructuras turísticas cubanas con atentados que pretendían también ahuyentar el turismo. De esta manera pensaban acabar de hundir al sistema cubano que, a diferencia del resto del campo socialista, se había mantenido gracias a la audacia del Partido Comunista de Cuba (PCC) y del vínculo del pueblo cubano con la Revolución.

La película es una coproducción internacional dirigida por Olivier Assayas, director francés que ya había dirigido algunos films de contenido político, en especial Après mai (2012), ganadora de un Oso de oro al mejor guión original en la Muestra de Venecia, que nos habla de la Francia convulsa después del mayo del 68; o bien, la miniserie Carlos (2010) sobre el famoso guerrillero internacionalista venezolano Ilich Ramírez, y protagonizada también por Edgar Ramírez.

La lista de actores protagonistas es de lujo y sirve para atraer el gran público: la ganadora del Oscar, Penélope Cruz (como Olga Salanueva); el ganador del Globo de Oro, Edgar Ramírez (como René González); Wagner Maniçoba de Moura (como Juan Pablo Roque), nominado al Globo de Oro por su papel de Pablo Escobar en Narcos; o el también Globo de Oro, Gael García Bernal (como Gerardo Hernández). Todos son actores y actrices reconocidos por el gran público, aunque algunos de ellos han sido protagonistas de films que han marcado la filmografía de la izquierda latinoamericana como es el caso de Gael García Bernal con la película No (2012) sobre el plebiscito que echó a Pinochet del poder o con Diarios de una motocicleta (2004), película donde interpretaba a un joven Ernesto Guevara de la Serna.

Para empezar, la película juega con nuestras ideas hegemonizadas al presentar el inicio del film desde una perspectiva donde parece que los personajes sean realmente opositores al socialismo y que hayan huido de Cuba por motivos egoístas, descolocando al espectador conforme avanzan los minutos, y provocando un giro interesante que atrae su atención. En el transcurso de la trama se van viendo los actos inhumanos cometidos por la oposición de Miami, los argumentos pro capitalistas y la causa justa por la que luchan nuestros protagonistas.

La trama nos mantiene atentos durante toda la película en un formato muy parecido al de Hollywood, al que estamos bastante acostumbrados, y esto hace que no haga falta el nivel de implicación o atención que exigen otros tipos de cine. Es un film adaptado al gran público. No hay que tener conocimientos previos de la historia para entenderla, a pesar de que algún espectador seguramente se puede sorprender al descubrir que está viendo una película en que, por primera vez en mucho de tiempo, se radiografía la auténtica cara del exilio cubano en Miami, aunque sin profundizar en sus vínculos con la Agencia Nacional de Inteligencia (CIA).

A pesar de no mostrar toda la responsabilidad de las autoridades estadounidenses a la hora de financiar, amparar y apoyar las acciones terroristas de las organizaciones del exilio cubano (hay una elipsis grande, por ejemplo, en la figura de Luis Posada Carriles, quien aparece pero sin quedar claro que era un agente de la CIA que, entre otros atentados, puso una bomba en 1976 a un vuelo de Cubana de Aviación matando a las 73 personas a bordo), la película tiene el gran mérito de poner sobre la mesa el tema de las acciones de desestabilización y terrorismo que ha sufrido la Revolución Cubana desde sus inicios.

Una visión de la historia diametralmente opuesta a la que nuestros medios hegemónicos nos han estado presentando durante décadas, donde los exiliados eran las víctimas, perseguidos políticos de una supuesta “dictadura”. 

La Red Avispa, en cambio, nos abre la perspectiva y, sin ser una película que defienda abiertamente al comunismo cubano (de hecho, no lo hace y lo deja bien claro en las frases del inicio), es capaz de reconocer que del lado de Cuba había gente heroica que, convencida de la verdad y honorabilidad de su causa, decidió dar un paso adelante y sacrificar sus vidas personales para la defensa de un proyecto colectivo. Solo mostrar una realidad tan poderosa, y tan fuera de lo habitual en otras realidades, es algo subversivo para un sistema, el capitalismo, que se sostiene en la individualidad y la negación de la cooperación humana. Un sistema que tiene mecanismos de propaganda que nos han estado bombardeando, además, sobre la carencia de respaldo del pueblo cubano a su proceso revolucionario, una idea que desmonta muy bien la película sin hacer ningún alegato marxista.

Si la ideología capitalista (entendida como falsa conciencia) nos transmite en el cine, y en otros productos culturales, la idea de que hay muchas cosas que no funcionan en el capitalismo pero que, en el fondo, la actuación de los protagonistas es la correcta y que vivimos en el mejor de los mundos posibles, esta película actúa en un sentido parecido, pero dándole la vuelta. Permite ver que hay conflictos y problemáticas que no están resueltas en la Cuba socialista, como en otros países del mundo. En este sentido, hace un ejercicio que es fundamental, tanto para el caso cubano, como también para el venezolano: quitar el estigma, los lugares comunes y los prejuicios a la hora de tratar estas realidades tan demonizadas.

Presentar a Cuba como un “país normal”, con sus particularidades, pero con gente que expresa sentimientos contradictorios sobre vivir en un proceso revolucionario y también gente que es feliz viviendo allí, es un acierto para hacer entender al público la auténtica naturaleza de la Revolución Cubana, mucho más plural y democrática de lo que nos quieren presentar en el exterior. Este sencillo ejercicio es mucho más efectivo para llegar a las mentes de personas que han sido sometidas a todo tipo de información tendenciosa sobre los procesos revolucionarios de América Latina, y que tienen prejuicios sobre ellos, o sobre el comunismo, que cualquier discurso político de defensa de la Revolución Cubana hecho desde postulados abiertamente militantes.

Mostrar a los agentes de la inteligencia cubana protagonistas, dispuestos a sacrificar su vida personal para luchar contra unos exiliados cubanos que son presentados, casi por primera vez en el cine, como terroristas de derechas, sin empatía ni escrúpulos y con vínculos con el narcotráfico, convierte a los primeros en héroes y a los segundos en seres que generan el rechazo del espectador. Además, en varios momentos de la película, vemos cómo los dirigentes revolucionarios son normalizados y no caricaturizados. Desde el ministro de exteriores del Ejecutivo cubano o el mismo Fidel Castro, del cual se muestra una intervención en una entrevista donde deja claras las razones de Cuba y su derecho a defenderse de los ataques. Asimismo, los miembros del Ejército cubano también aparecen como seres empáticos que no tratan a sus agentes como piezas de ajedrez, sino que los consideran como individuos y se preocupan de su bienestar físico y emocional. Por ejemplo, acaban confesando a la mujer de René González, Olga Salanueva, la verdadera razón de la fuga de su marido, contraviniendo la compartimentación imprescindible para el éxito de operaciones de este tipo, permitiendo que ambos vuelvan a compartir vida en Miami. De hecho, el compromiso de la dirección de la Revolución Cubana con los conocidos en Cuba como 5 héroes fue hasta el final y cualquiera que hubiera visitado Cuba durante sus años de prisión seguro que se topó con infinidad de carteles pidiendo su libertad, movilizaciones y declaraciones públicas en actos de todo tipo. No solo el gobierno cubano, con Fidel Castro al frente, se comprometió a liberar a sus agentes, sino que todo el pueblo cubano, y la solidaridad internacional con Cuba, empujó para conseguirlo.

Y en este último punto de la victoria colectiva frente al imperialismo estadounidense, David contra Goliat, radica la parte más importante de un film que narra las vidas reales de 5 héroes cubanos que salvaron vidas ajenas sacrificando las suyas propias. Unas vidas, verdaderamente, de película y no sólo en sentido metafórico sino real. Los 5 héroes (René González, Gerardo Hernández, Toni Guerrero, Ramón Labañino y Fernando González) son libres hoy, después de muchos años de injusta prisión, y su ejemplo de generosidad y compromiso revolucionario es fuente de inspiración de todos aquellos que aspiramos a vivir en una sociedad socialista. Sólo en una sociedad así el ser humano sabe que cualquier sacrificio que haga en nombre del bienestar colectivo habrá merecido la pena y tendrá su recompensa. Los 5 héroes son la muestra fehaciente de que aquel “hombre nuevo” del que hablaba el Che Guevara no era sólo una teoría que se llevaba el viento sino una semilla que germinó en la Cuba revolucionaria y que todavía está dando sus frutos.

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