Historia de los golpes de estado en Bolivia – parte 22

La historia del boliviano Gustavo Sánchez Salazar, es apasionante, en su condición de viceministro del Ministerio de Gobierno (Interior) de Bolivia durante el gobierno del doctor Hernán Siles Zuazo, dirigió el operativo que en enero de 1983 entregó a Francia al criminal nazi Klaus Barbie.

CAPAC – Por Froilán González y Adys Cupull

XXII.-  HISTORIA PARA CONTAR.

El mismo guion para todos los tiempos.

Otro hito importante en su vida fue durante los acontecimientos guerrilleros del Che y su desempeño como corresponsal de guerra del periódico El Diario y contribuyó de manera destacada a la publicación del Primer Comunicado del Ejército de Liberación Nacional de Bolivia con gran repercusión nacional e internacionalmente.

Es uno de los autores del libro “El Gran Rebelde. El Che Guevara en Bolivia”, junto a su colega paraguayo, Luis González, quien fuera agregado militar de su país en Bolivia, donde ejerció el periodismo y la docencia. 

Lo conocimos en 1982 cuando nos preparábamos para ocupar nuestras responsabilidades diplomáticas en Bolivia, interrumpidas desde 1964, al imponer el gobierno de Estados Unidos la ruptura con el país hermano.  

Gustavo Sánchez Salazar es un reconocido y destacado político, fundador del Movimiento Nacionalista Revolucionario, periodista, luchador comprometido con la Revolución cubana y especialmente con Fidel y el Comandante Manuel Piñeiro.

Después del Golpe de Estado y la dictadura del general Hugo Banzer vivió en Cuba, trabajó como periodista en Prensa Latina y dirigió en Radio Habana Cuba los programas en quechua, idioma que hablaba a la perfección.

Graduado en 1949 en la Universidad de Cochabamba donde se destacó como dirigente estudiantil y participó en la Revolución del 9 de abril de 1952, para más tarde dedicarse al periodismo en importantes medios de prensa, entre ellos El Mundo, Extra, Prensa Libre y la Agencia Nacional de Noticias FIDES.

Su hermano Rubén Sánchez, primer alto oficial boliviano prisionero de los guerrilleros se comprometió con Inti Peredo a sacar y publicar el Primer Comunicado y formar parte de los que luchaban para salvar a Bolivia del sometimiento y dominio del Imperialismo norteamericano.

Rubén se integró al trabajo clandestino para apoyar como miembro activo al Ejército de Liberación Nacional, más tarde colaboró con los guerrilleros de Teoponte, participó contra las fuerzas derechistas que pretendían derrocar al general Alfredo Ovando y junto a los militares nacionalistas, llevaron al poder al general Juan José Torres. Fue designado comandante del Regimiento Colorado y de la Escolta Presidencial. Participó en el plan secreto para poner en libertad a Regis Debray, Ciro Roberto Bustos y otros guerrilleros desde la prisión de Camiri.

El coronel Rubén Sánchez junto a militares nacionalistas se enfrentó al Golpe de Estado del general Hugo Banzer, mientras se encontraba en pleno combate, un francotirador mató a su hijo mayor y a su hija Loida la detuvieron.

En el exilio trabajó con Juan José Torres en la restructuración de la Alianza de Izquierda Nacional (ALIN) y después del asesinato de Torres, formó parte del Partido Revolucionario de los Trabajadores de Bolivia y trabajó intensamente en la organización de los campesinos quechuas, idioma que dominaba a la perfección, considerado de inteligencia superior, sagacidad y alta capacidad militar y nacionalista.

Mantuvo relaciones con los revolucionarios Mario Roberto Santucho de Argentina, Edgardo Enríquez del MIR Chileno y Raúl Sendic de los Tupamaros del Uruguay y adoptó el seudónimo de Jesús y Poncho Negro.

Su hermano Gustavo Sánchez ocupó desde 1982 altas responsabilidades durante el gobierno del doctor Hernán Siles Zuazo, quien lo designó para cumplir secretamente la delicada misión de dirigir el operativo para entregar al gobierno francés a Klaus Barbie, conocidos como el carnicero de Lyon durante la ocupación alemana y acreditó a Gustavo Sánchez como su negociador personal con el gobierno francés y le orientó compartimentar al Ministro del Interior y a la embajada de Estados Unidos.

Mientras se llevaban a cabo las negociaciones secretas, Barbie fue llevado a prisión por una deuda de diez mil dólares a la empresa estatal Camibol y decidió pagarla rápidamente para salir en libertad

Gustavo Sánchez fue informado que los norteamericanos por una parte y los narcotraficantes por otra querían liberar a Barbie para ocultarlo en algún remoto lugar y tal vez desaparecerlo para siempre, actuó con rapidez para mantenerlo preso legalmente y gestionó con la Fiscalía le exigieran pagar los intereses de la deuda a través de un trámite engorroso y dilatado. 

En enero de 1983 todo estaba arreglado con Regis Debray, representante de François Mitterrand en las negociaciones y como no existía tratado de extradición con Francia, la decisión fue preparar un avión que lo trasladara en calidad de deportado hasta la capital de la Guyana francesa y allí entregarlo a las autoridades del país galo. 

En febrero de 1983 el gobierno del doctor Hernán Siles Zuazo lo designó director de Inmigración y Extranjería, dependencia del Ministerio de Gobierno (Interior) con el fin de proporcionarle la cobertura jurídica en esos trámites.

La Embajada Norteamericana se opuso a la designación y al reclamarle al Presidente, les respondió que los bolivianos decidían quienes eran sus funcionarios, se marcharon contrariados y en respuesta Siles Zuazo lo ascendió a viceministro, con la oposición abierta del Ministro Mario Roncal. Los norteamericanos lo interpretaron como un desafío.

La operación de la entrega de Barbie sorprendió a la opinión pública y ocupó todos los espacios informativos. El Ministro del Interior y la embajada de Estados Unidos se enteraron a través de los noticieros.

Gustavo Sánchez contó que el jefe de la CIA en Bolivia, le pidió una entrevista urgente con el objetivo de protestar por no comunicarle y coordinar la entrega de Barbie a Francia, le propuso buenas relaciones, trabajar juntos y finalmente trató de comprarlo y reclutarlo. Le respondió: “Yo nunca serví a ninguna potencia. Sirvo a mi pueblo, a mi partido (Movimiento Nacionalista Revolucionario) y a mi Gobierno y estoy orgulloso de ser boliviano.”

Después de esa reacción comenzó a recibir amenazas de muerte, lo acusaron de haber vendido a Barbie por 100 mil dólares y otras calumnias. En una conferencia de prensa expresó: “No tengo temor a la muerte. Mi conciencia está en paz. Y si llega una bala perdida, o un carro que pierde el control o cae una teja, ya servimos en algo a la humanidad, llevando al banquillo a un criminal.”

La CIA continuó con sus campañas contra Gustavo Sánchez y actualizaron un viejo crimen de más de 10 años atrás, para acusarlo como el autor intelectual y organizador del asesinato del senadorJorge Soliz Román, enemigo de los generales Alfredo Ovando y Juan José Torres, dirigente deuna asociación campesina organizada por Barrientos, que fue acribillado a balazos porpersonas desconocidas que interceptaron su vehículo a cuatro kilómetros de Cochabamba.

Dieciocho tiros de ametralladora le perforaron el cuerpo. Algunos de los entrevistados aseguraronque el crimen a finales de 1969 obedeció a intereses de la CIA, con el propósito deaglutinar a los militares barrientistas contra los generales Alfredo Ovando y Juan José Torres.

Gustavo Sánchez fue invitado a Francia para participar como testigo en el juicio a Barbie y presentar el expediente y documentos sobre los crímenes del nazi fascista en Bolivia.

Según la prensa le planteó a Jacques Vergés, abogado de la defensa y al tribunal, que a Barbie había que condenarlo por los crímenes contra los judíos y los franceses, pero también por ponerse al servicio de los norteamericanos, y amparado por ellos se fue hasta América del Sur y se instaló en Bolivia, donde cometió múltiples crímenes.

Según esos despachos añadió que también había que condenar al FMI, por estar matando de hambre a los pueblos latinoamericanos y provocar más víctimas que los propios dictadores militares. 

Les pidió a los franceses lo juzgaran también por las redes nazis que se extendieron en América Latina y su complicidad y participación con las dictaduras, la corrupción, el narcotráfico, el Plan Cóndor y sus vinculaciones con la inteligencia norteamericana.

Declaró que Francia, España y Europa debían tener una solución para América Latina integral, y no permitir que su política exterior estuviera diseñada en Washington, porque era una olla de presión a punto de explotar en cualquier momento, lo que constituía un gran peligro, no sólo para Bolivia y América Latina sino para Europa y la paz mundial, porque en nuestros países había mucha gente dispuesta a seguir luchando para vivir en paz y progresar.

Los norteamericanos no le perdonaron esas declaraciones y presionaron al Ministro de Gobierno para que lo sustituyera. En marzo de 1985 el Ministro le planteó al Presidente la necesidad de remplazar a Gustavo o presentaba su renuncia. Siles Zuazo respondió: “Preséntela. Será inmediatamente aceptada.” De ese modo designó a Gustavo Sánchez, Ministro de Gobierno y Ministro Interino de Relaciones Exteriores, que también renunció.

Gustavo Sánchez prestó valiosa ayuda en nuestras investigaciones históricas sobre los acontecimientos guerrilleros y gestionó el encuentro con su hermano Rubén Sánchez, nos presentó a varias personalidades entre ellas un boliviano, que cumplió misión diplomática en Estados Unidos, ex agente de la CIA y ex empleado de la embajada de Estados Unidos en La Paz.

Expresó eran grandes amigos, de plena confianza, bien informado, patriota, antimperialista, y anti norteamericano, había cultivado buenas relaciones con otros empleados de la misión diplomática de Estados Unidos, lo que le permitía una buena radiografía de las contradicciones y conflictos que se generaban dentro de ella.

El amigo del Ministro, hizo una buena exposición de esas interioridades, especialmente, como vivieron los momentos, de la captura del Che, el asesinato y los comentarios en esa sede diplomática y la presencia de especialistas, para alterar el Diario del Che.

Algunas de las informaciones fueron utilizadas en nuestro libro La CIA contra el Che, entre ellas, la presencia de un lituano agente CIA, quien llegó a Bolivia en julio de 1967 al frente de la campaña desinformadora contra la guerrilla y fue la persona que comunicó a Radio Fides que el Che murió por graves heridas, antes de que ocurriera el asesinato. 

Con esa información, a través de la Embajada Soviética en La Habana, pudimos conocer que el lituano, se llamaba Antanas Silvestro Dambrava Vitaustas, graduado de leyes y arte teatral en la universidad de Vilnius, capital de Lituania y que cuando las tropas hitlerianas fueron derrotadas, huyó y se estableció en Austria, donde comenzó a trabajar para los norteamericanos. 

En   1947 estableció su residencia en Estados Unidos,  trabajó como locutor en la emisora oficial, La Voz de los Estados Unidos de América, redactor de programas para Europa Oriental, desde donde transmitía infundios y campañas divisionistas, jefe de sección de acontecimientos especiales, jefe de la Sección Latinoamericana y desde mediados de 1965, hasta principio de 1967, jefe informativo de La Voz de los Estados Unidos de América en Saigón, capital de Vietnam del Sur, donde elaboraba las noticias, que el mundo debía conocer, de acuerdo a los intereses de Estados Unidos.

El amigo de Gustavo Sánchez entre muchos comentarios, contó los entretelones del secuestro, del presidente Hernán Siles Suazo ocurrido en 1984, cuando la CIA trató de impedir una ceremonia de condecoración.

Narró que, poco antes de comenzar el acto, hicieron una llamada anónima, para informar que habían colocado una bomba en el Salón de los Espejos de la Alcaldía Municipal, donde se encontraban los invitados especiales, entre ellos, el cuerpo diplomático, medios de difusión, políticos y personalidades del mundo de la cultura. La voz anónima dijo, se realizaría un secuestro masivo, lo que provocó el pánico y un estampido de casi la totalidad de los invitados que abandonaron precipitadamente el lugar. 

Gustavo Sánchez nos invitó a otros encuentros con su amigo, algunas veces nos reuníamos en unas oficinas para sus encuentros no públicos. Esa persona siempre se mostró discreto, profundo admirador de la Revolución cubana y de Fidel Castro y del Che. Después de nuestro regreso a La Habana, no volvimos a verlo.

En 2013, en la ciudad de Cochabamba y en compañía de un buen amigo, ex cónsul de su país, visitamos a Gustavo Sánchez, estaba delicado de salud y quería agradecernos el reconocimiento a su colaboración, en la investigación histórica cuando publicamos nuestro libro El asesinato del Che en Bolivia. Revelaciones. Hablamos largamente y se filmó la entrevista para un documental sobre su intensa vida que en algún momento concluiremos y daremos a la publicidad.

En esa visita en su residencia en Cochabamba, llamamos a su hermano Rubén y a su hija Loida, a quienes visitamos. También a varios de sus amigos, entre ellos, al ex agente de la CIA y ex empleado de la embajada de Estados Unidos en La Paz con quien acordamos vernos dos días después.

En la fecha prevista nos reunimos y entre los temas abordados estuvo la irrupción de Evo Morales en la escena política nacional, de quien Gustavo Sánchez era un profundo admirador y su hijo mayor uno de sus ministros. La conversación con el amigo de Gustavo la abordaremos en el próximo artículo.

Continuará

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