Fidel Castro: La vigencia de su pensamiento sobre la economía en el socialismo
En este 95 aniversario del natalicio de nuestro Comandante en Jefe, el mejor homenaje a su memoria que podemos ofrecerle es reflexionar sobre las múltiples aristas de su pensamiento y su vigencia actual.
CAPAC- Por José Luis Rodríguez/ Tomado de Cubadebate/ Foto: Getty Images.
Una de las esferas menos conocidas de ese pensamiento se encuentra en los conceptos, tácticas y estrategias para el desarrollo económico de nuestro país, que expuso en numerosos discursos y entrevistas a lo largo de su vida.
Una particularidad de los aportes de Fidel Castro al análisis de los problemas económicos y sociales presentes en su quehacer revolucionario consistió en que los mismos no se derivaron de un estudio puramente académico de las complejas realidades del mundo contemporáneo. Realmente fue la asimilación de conceptos funcionales a la política, derivados de un profundo estudio de la historia y la experiencia práctica de la construcción del socialismo en Cuba, lo que condujo a la formulación de conceptos que constituyen un singular aporte teórico y práctico en el ámbito de la economía. Su comprensión del vínculo dialéctico entre las decisiones económicas y las políticas, las dejó plasmadas sintéticamente cuando afirmó: “…no hay economía sin política, ni política sin economía”. (1)
Las bases para esos análisis encontraron una matriz original en la combinación del marxismo con el pensamiento martiano y lograron una expresión concreta en múltiples aspectos, tanto en la estrategia de desarrollo, como en la política económica aplicada en Cuba, así como en torno a una política integradora del desarrollo económico y social en las condiciones de un país subdesarrollado (2).
De este modo, ya incluso desde antes del triunfo de la Revolución puede encontrarse una visión sintetizadora del desarrollo económico y social en La Historia me Absolverá, donde se plantea: “El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo, he ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política.”[3] Sobre esta formulación se plantearía posteriormente: “En el Programa del Moncada, que con toda claridad expusimos ante el tribunal que nos juzgó, estaba el germen de todo el desarrollo ulterior de la Revolución. Su lectura cuidadosa evidencia que nos apartábamos ya por completo de la concepción capitalista del desarrollo económico y social” (4).
Una vez cumplido el Programa del Moncada en octubre de 1960 y proclamado el carácter socialista de la Revolución en abril de 1961, se planteó el programa de industrialización acelerada en Cuba como la base del proceso de desarrollo, tesis que se avenía con la industrialización sustitutiva de importaciones que proclamaba la CEPAL en esos años, así como con la experiencia de los países socialistas europeos. La introducción de estas valoraciones se concretaría en el Plan Cuatrienal de Desarrollo 1962-1965.
De no menor importancia en la aplicación de la estrategia de desarrollo basada en la industrialización, sería el inicio de la planificación como elemento central del incipiente sistema de dirección económico socialista del país.
Sin embargo, como un aspecto a destacar, la concepción del plan supondría, como política permanente, contemplar también los aspectos sociales junto al desarrollo industrial.
“Este plan tiende a la solución de una serie de problemas. Está, por ejemplo, primero que nada, el aumento de los bienes de consumo necesarios para el pueblo. Una de las metas. La creación de todos los empleos posibles, del máximo de empleo posible para el pueblo; los planes de educación, es decir, crear las condiciones que permitan estudiar a toda la población escolar de nuestro país; las construcciones de viviendas necesarias a satisfacer las necesidades de nuestro pueblo; los servicios, por ejemplo, del transporte, que son tan importantes. Y, fundamentalmente, crear las bases de una industria capaz de construir maquinarias y de asegurar el desarrollo de nuestra economía (5)».
En este punto es preciso apuntar algunas características del pensamiento económico de Fidel ya presente desde esos años. Se trata de su visión analítica y su valoración crítica de las experiencias de la construcción socialista en otros países y su enfoque táctico flexible ante los resultados de la experiencia práctica concreta en la aplicación de la estrategia y la política económica previamente acordadas en nuestro país.
La visión crítica de otras experiencias se materializó a inicios de los años 60 en la constatación –presente ya en 1963- de que el país no se encontraba preparado para un proceso de industrialización acelerada, por carecer de la infraestructura y el nivel de calificación de la fuerza de trabajo indispensable para ello. A esto se añadía que, debido a una implementación inadecuada del desarrollo industrial, se produjo una reducción notable de la producción azucarera visible ya en 1963, lo que había provocado un desbalance comercial externo de 578 millones de dólares, situación que creaba una tensión muy fuerte en nuestras finanzas internacionales.
Una rectificación necesaria y creativa no se hizo esperar por parte de Fidel. En efecto, se produjo una reformulación de la estrategia de industrialización a partir de los recursos que realmente se disponían en esos momentos Así en el discurso del 2 de enero de 1965 se señalaría: “La agricultura será, pues, la base de nuestro desarrollo económico y la agricultura será la base de nuestro desarrollo industrial» (6). Más adelante se precisaría: “No se ha desechado la industrialización, sino que se ha puesto el énfasis principal en el desarrollo económico del país, dando a la agricultura el máximo de impulso durante estos años” (7). Se ganaría así el tiempo indispensable con vistas a preparar las condiciones para una industrialización gradual, mientras que se desarrollaba la base alimentaria nacional para el consumo y la exportación, centrando este último en el crecimiento de la producción azucarera (8).
Otro elemento que ratifica la visión crítica más allá de la experiencia de otros modelos socialistas lo fue el debate promovido por el Che en esos años y la crítica que formularía al modelo del cálculo económico vigente en los países socialistas de entonces (9).
Al respecto la evidencia histórica nos muestra que -aunque Fidel no participó directamente en los debates-, en aquellos momentos se puso de manifiesto que las ideas del líder de la Revolución coincidían con los conceptos esenciales y las críticas planteadas por el Guerrillero Heroico. Así el 1º de mayo de 1966 subrayaría: “Nosotros vamos desarrollando nuestras ideas. Entendemos que las ideas marxistas-leninistas requieren de un incesante desarrollo; entendemos que un cierto estancamiento se ha producido en ese campo y vemos incluso que a veces se aceptan universalmente, fórmulas que nuestra opinión se pueden apartar de la esencia del marxismo leninismo» (10). También en 1987 destacaría “Pero hay muchas ideas del Che que son de una vigencia absoluta y total, ideas sin las cuales estoy absolutamente convencido de que no se puede construir el comunismo…” (11)
Todas estas ideas se iban conformando paralelamente con el desarrollo de la ciencia y la técnica, para ser capaces de multiplicar el valor de nuestros productos y servicios, en un país que no poseía cuantiosos recursos naturales.
De tal forma, ya el 15 de enero de 1960 el Comandante en Jefe afirmaría, con una visión estratégica de largo alcance, que: “El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, tiene que ser un futuro de hombres de pensamiento…” (12)
Esa idea se materializaría en el acelerado impulso que recibe la educación del pueblo desde la masiva campaña de alfabetización de 1961. Pero –al mismo tiempo- ya en 1965, se crea el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNIC), dedicado fundamentalmente al desarrollo de las ciencias médicas y las ciencias agropecuarias, lo que impulsaría el desarrollo de la salud pública y la agricultura.
No obstante, la creación temprana y original del desarrollo acelerado de la ciencia en nuestro país no encajaba en la concepción del desarrollo vigente en otros países donde se pensaba que era primariamente el avance en la producción material lo que produciría un “derrame” para hacer avanzar la educación y la ciencia. En esta institución y en otras que se crearon entonces, como el Instituto de Ciencia Animal (ICA) y el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA), ambos fundados en 1965, se fueron obteniendo resultados que permitirían importantes avances en ramas como la ganadería vacuna, donde se lograría en 1967 contar con un rebaño de más de 7 millones de cabezas, frente a unos 5 millones en 1959 a lo que se añade una producción superior a los 900 millones de litros de leche anuales en el decenio de los 80 (13).
La experiencia de los años 60 llevó también a una importante formulación por parte de Fidel Castro en 1969. En el discurso del 20 de diciembre de ese año, se expuso: “Marx concibió el socialismo como resultado del desarrollo. Hoy para el mundo subdesarrollado el socialismo ya es incluso condición del desarrollo” (14).
La valoración del socialismo como sistema y la necesidad de recursos financieros externos para el desarrollo llevaba a la conclusión de que –en la experiencia de la Revolución cubana- solo con la colaboración del socialismo como sistema sería factible avanzar rápidamente hacia el desarrollo. Así había quedado formulada expresamente esa idea en el discurso del 1º de mayo de 1971, cuando se afirmaba: “…nosotros hemos podido avanzar no solo porque hemos hecho cambios sociales y los hemos sabido defender, sino porque hemos establecido el nuevo orden económico internacional en nuestras relaciones con los países socialistas” (15).
Más adelante esta tesis se complementaría con una visión más integral acerca del significado del sistema socialista para el desarrollo, cuando el 2 de diciembre de 1976 Fidel planteó: “…debemos decir que la primera y genial concepción del socialismo fue la del socialismo como consecuencia del desarrollo. Mas, cuando una parte del mundo se desarrolló extraordinariamente y otra se quedó increíblemente subdesarrollada, el socialismo como sistema se ha convertido ya, incluso, en una condición del desarrollo” (16).
Esta idea tendría que enfrentar el desafío histórico que representó, años después, la desaparición del socialismo en Europa y de la URSS en 1991, cuando fue preciso generar otras fuentes alternativas de recursos externos sin renunciar al socialismo.
Una expresión concreta del papel del sistema socialista para emprender el camino al desarrollo se materializaría con el ingreso de Cuba al CAME en julio de 1972 y los acuerdos económicos alcanzados con la URSS en diciembre de ese año, los que sentaron las bases institucionales para comenzar el proceso de industrialización de la economía cubana en los marcos el sistema de división internacional socialista del trabajo.
Este proceso tendría particularidades propias en el caso cubano, cuando –bajo la dirección del Comandante en Jefe- y al margen de las restricciones que en CAME suponían presentes en Cuba, se construyó la primera computadora cubana –la CID-201- en 1971 y se avanzó aceleradamente en la creación de nuestra propia base de desarrollo biotecnológico en 1981, que brindó la posibilidad de crear el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología en 1986, bajo la dirección de muchos de los especialistas formados inicialmente en el CNIC desde 1965.
Paralelamente lo largo de los años 80 se incrementaría por parte de Fidel Castro la elaboración de tesis que en la arena internacional permitieran no solo denunciar los problemas generados por el capitalismo en el mundo subdesarrollado, sino también ofrecer alternativas para enfrentarlos generando un consenso de aceptación en todas partes, incluyendo el engarce del financiamiento para el desarrollo con la paz en el mundo, mediante la reducción del gasto militar y el peligro de la guerra.
En los años 2000 Fidel promovería nuevamente el debate internacional sobre estos temas mediante los eventos anuales de Globalización y Problemas del Desarrollo, reuniones donde estuvieron presentes líderes políticos, académicos y profesionales de primer nivel y de los principales países del mundo.
Al comenzar la crisis del Período especial se pondría a prueba la fortaleza del socialismo en Cuba, no ya para continuar el proceso de desarrollo, sino para preservar lo logrado y no sucumbir al enorme impacto de la crisis que representaba el derrumbe del socialismo en Europa y la desaparición de la URSS, proceso en el cual las ideas de Fidel mostrarían nuevamente su valor.
La visión previsora de la crisis que se avecinaba se puso de manifiesto en el discurso del 26 de julio de 1989, unos meses antes de que se produjera la caída del muro de Berlín en diciembre de ese año. En el mencionado discurso, Fidel asumió con valentía y audacia lo que ningún dirigente se atrevía a plantear en esos momentos, al señalar: “Tenemos que ser más realistas que nunca. Pero tenemos que hablar, tenemos que advertir al imperialismo que no se haga tantas ilusiones con relación a nuestra Revolución y con relación a la idea de que nuestra Revolución no pudiera resistir si hay una debacle en la comunidad socialista; porque si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!” (17)
En los años 90 se pasó así del desarrollo a la resistencia, adoptándose una estrategia centrada en conjurar el impacto de la crisis al menor costo social posible, al tiempo que se reinsertaba la economía cubana en las nuevas condiciones de la economía mundial.
Como elementos de esa estrategia en el contexto de las relaciones económicas internacionales, Cuba adoptaría un conjunto de medidas de emergencia para enfrentar la crisis que supuso la desaparición abrupta y sin compensaciones del socialismo en Europa. Entre esas medidas destacan: la reorientación del comercio exterior, primero hacia Europa y Asia y después hacia América Latina; la apertura a la inversión extranjera directa (IED) y la renegociación de la deuda externa.
En la economía cubana se adoptaron un conjunto de decisiones igualmente complejas al convertirse el turismo en un sector fundamental para la recuperación económica del país; al transformarse el uso de buena parte la tierra de propiedad estatal para ser gestionada como cooperativas a través de la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC); se abrió la posibilidad del trabajo privado urbano, con una nueva autorización al llamado trabajo por cuenta propia, que funcionó como una alternativa de empleo y de producciones y servicios para la población; se implementó la dualidad monetaria para no llevar a cabo una insostenible devaluación del peso cubano (CUP) en aquellos momentos, segmentándose para ello el mercado interno en empresas que operarían en moneda libremente convertible y en pesos cubanos convertibles (CUC), mientras que otro segmento lo haría únicamente en moneda nacional; en el caso de las personas naturales, se aprobó la entrada de remesas al país, que podrían emplearse para la compra de una serie de productos –a precios más elevados- en las llamadas Tiendas de Recaudación de Divisas (TRD) creadas a esos efectos; finalmente, con el propósito de estimular la producción de alimentos, se crearon mercados agropecuarios que operarían con precios fijados a través de la oferta y la demanda, entre las medidas de mayor importancia.
Todas estas decisiones conllevaban determinadas concesiones, asumían riesgos e introducían elementos de desigualdad en la sociedad, pero resultaban inevitables para lograr la sobrevivencia del país en medio del Período especial, siempre partiendo del principio de que las mismas podrían revertirse más adelante en cuanto la economía saliera de la situación más crítica e iniciara su recuperación.
El Comandante en Jefe razonaría en múltiples ocasiones por qué nos veíamos obligados a tomar estas decisiones, e informaba sistemáticamente al pueblo sobre las mismas. Así en el discurso del 6 de agosto de 1995 explicaría que: “…si nosotros fuéramos un país de grandes riquezas petroleras u otros recursos semejantes, tal vez no hubiéramos ido al desarrollo del turismo en gran escala. De memoria nos sabemos todas las consecuencias del desarrollo del turismo en gran escala; sin embargo, en las condiciones de nuestro país no podíamos prescindir de esto, como en las condiciones actuales de nuestro país no podíamos prescindir de la inversión extranjera (…) estamos bien conscientes de que durante muchos años combatimos la inversión extranjera, estamos bien conscientes de que durante muchos años nos sentíamos orgullosos de que el pueblo fuera dueño de todos sus recursos, de todas sus industrias y de todos los bienes del país; sin embargo, en las condiciones actuales no podíamos prescindir de la inversión extranjera en un grado mayor porque necesitábamos capital, tecnología y mercados. Son los factores determinantes, lo contrario sería la parálisis, el estancamiento durante mucho tiempo. (…) Teníamos que crear empresas mixtas en tiempo relativamente breve, teníamos que aceptar la inversión extranjera, teníamos que hacer lo que hicimos con la despenalización de la moneda convertible, y tengan la seguridad de que nos dolió mucho, muchísimo, hacer esto último. Y estábamos conscientes de las desigualdades que creaba, de los privilegios que creaba; pero tuvimos que hacerlo y lo hicimos”.
Más adelante en ese medular discurso concluiría: “Hemos dicho que estamos introduciendo elementos de capitalismo en nuestro sistema, en nuestra economía, eso es real; hemos hablado, incluso, de consecuencias que observamos del empleo de esos mecanismos. Sí, lo estamos haciendo. (…) ¿Quién tiene el poder? Esa es la clave, porque si lo tiene el pueblo, si lo tienen los trabajadores, no los ricos, no los millonarios, entonces se puede hacer una política en favor del pueblo, respetando los compromisos que se hayan acordado con determinadas empresas extranjeras…” (18)
A pesar de todos los esfuerzos realizados y los resultados económicos gradualmente alcanzados, el desarrollo social del país se vio seriamente afectado durante el Período especial. El conocimiento de esta realidad motivó que a partir de un profundo análisis de las condiciones políticas y sociales que enfrentaba el país, así como de la importancia del factor subjetivo en la construcción del socialismo, fuera madurando un conjunto de programas sociales y productivos que se enmarcaron en la Batalla de Ideas a partir de las conclusiones del VII Congreso de la UJC celebrado en diciembre de 1998 y que cobraría un impulso masivo –mediante tribunas abiertas- tras el secuestro del niño Elián González en diciembre de 1999.
Fidel Castro comprendió el enorme potencial de los jóvenes para movilizarse a favor de una causa justa, que culminó con el regreso de Elián a Cuba el 28 de junio del año 2000.
Las tribunas abiertas se convirtieron en un medio de movilización y comunicación esencial para el Comandante en Jefe que las utilizaría sistemáticamente para el desarrollo de la Batalla de Ideas. De este modo, en un editorial del periódico Granma del 3 de julio del 2000 se señalaría: “Cada sábado habrá Tribuna Abierta en un municipio del país; ninguno será olvidado. No puede renunciarse a esa extraordinaria trinchera de combate y rica mina de talentos, donde se expresarán las ideas, la cultura y los sentimientos patrióticos y revolucionarios de la localidad y del país. La magnitud de la movilización dependerá fundamentalmente de la propia población del municipio y de la trascendencia de la actividad. Serán transmitidas en directo y, de estimarse conveniente, se utilizará igualmente el espacio del atardecer para su retransmisión» (19).
La Batalla de Ideas cubriría así inicialmente cinco direcciones principales:
- Por la libertad de los Cinco Héroes cubanos prisioneros en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo.
- Por los objetivos del Juramento de Baraguá, que reclamaba el fin del bloqueo y de las agresiones de EEUU a Cuba. (20)
- Por la lucha contra las consecuencias de las crisis económicas que afectaban a toda la humanidad.
- Por la paz.
- Por la educación y la cultura.
En esta estrategia los Programas Sociales Priorizados –que producirían los impactos más notables en las condiciones de vida de la población- se diseñaron para obtener el máximo efecto con el menor gasto posible, tomando en cuenta una mínima disponibilidad de recursos.
Bajo la orientación de nuestro Comandante en Jefe, los nuevos programas representaron también un cambio cualitativo en la formulación e implementación de las políticas sociales, pues en ellos se combinaban enfoques estratégicos decisivos para nuestro desarrollo, con la aplicación de métodos y estilos de trabajo que permitieron concentrar esfuerzos y materializar resultados en los plazos más cortos posibles.
En general puede decirse que la implementación práctica de las ideas para el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo atravesó por diferentes momentos, básicamente entre los años 2000 y 2009 y los programas más importantes de la Batalla de Ideas se centraron en la asistencia social primero, la educación después y en la salud pública finalmente, aunque se expresaron también en el terreno cultural y en el deporte. En la Batalla de Ideas se terminaron 2.649 obras, el 40% en la educación, el 30,5% en la salud y el 29,5% en las esferas de la cultura y el deporte. El valor total invertido alcanzó 4 887 MMP, un 14,1% de la inversión total de la nación en estos años.
Por otro lado, en la medida en que iba enfrentándose la solución de problemas clave, la formulación de los programas priorizados fue extendiéndose a la esfera de la energía, dando lugar –por su amplitud- al concepto de Revolución Energética en el 2005. Simultáneamente se prestó atención priorizada a la alimentación de la población; a las obras hidráulicas, al transporte y a la construcción de vivienda.
La política social llevada a cabo por Fidel en el marco de la Batalla de Ideas no solo permitió recuperar indicadores que resultaron muy afectados en el Período especial, sino que se logró un avance notable en la atención a la población en las esferas esenciales para la satisfacción de sus necesidades, mostrando nuevamente, la combinación adecuada de elementos tácticos y estratégicos para asegurar el desarrollo integral del país.
En medio del desarrollo de estos programas, fue necesario renegociar la deuda externa. Teniendo en cuenta esta situación, el Comandante en Jefe orientó una revisión a fondo del uso de la divisa en la producción y los servicios, reclamando una mayor eficiencia en el mismo, proceso que se desarrollaría en todas las ramas de la economía entre los años 2003 y 2004.
En efecto, en su discurso del 6 de marzo del 2003, Fidel señalaba: “En el terreno de la economía aplicaremos nuevas experiencias que hemos adquirido en los últimos tiempos. La producción y el ahorro de petróleo continuarán aumentando. Estamos en mejores condiciones que nunca para incrementar la eficiencia y establecer mucha más disciplina en nuestras empresas, que priorizando el autofinanciamiento en divisas cometen a veces errores que en definitiva gravitan sobre los recursos centrales del país. Mucho hemos aprendido y mucho más seguiremos aprendiendo. Nuevas fuentes de ingreso surgen y el rigor en la administración de los recursos deberá incrementarse. Viejos y nuevos malos hábitos deberán ser erradicados. La eterna vigilancia es el precio de la honradez y la eficiencia» (21).
La situación crítica con el uso no eficiente de la divisa no se superaría a corto plazo, a lo que se sumó una grave crisis en la generación de electricidad por una serie de roturas en el segundo semestre del 2004, lo que obligó a diversas erogaciones con carácter emergente. Ante esa coyuntura, el líder de la Revolución adoptó la decisión de centralizar todos los pagos en moneda convertible del país en diciembre de ese año, lo que permitiría su uso priorizado para cubrir los pagos de mayor importancia ante la necesidad de asegurar la energía eléctrica del país como un problema de seguridad nacional.
La experiencia acumulada por Fidel a lo largo de muchos años de enfrentamiento a las dificultades que afectaban a la sociedad cubana, -sometida a un férreo bloqueo por parte de EE.UU.- motivó en él profundas reflexiones en un discurso pronunciado en la Universidad de La Habana el 17 de noviembre del 2005. En esa ocasión extraería una serie de conclusiones de vigencia permanente para el proceso revolucionario cubano, al subrayar: “Una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo.” Más adelante volvería a referirse a un tema medular y de total vigencia en la actualidad: “ Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario? Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo? Si nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos.” Finalmente el Comandante en Jefe nos alertaba: “Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra” (22).
No es posible en un breve espacio que pueda siquiera resumirse el caudal de ideas del líder de la Revolución a lo largo de su existencia.
Sin embargo, si es posible apreciar que enorme importancia tiene para todos los cubanos –pero especialmente para los jóvenes- conocer lo que logró Fidel para que Cuba siga siendo hoy ejemplo de dignidad, firmeza y espíritu revolucionario, aun en medio de las mayores dificultades.
El fue capaz de avizorar el desarrollo de los acontecimientos políticos, sociales y económicos en cada momento y preparar a nuestro pueblo para enfrentarlos. Y en ese camino recorrido nunca dio cabida al pesimismo, jugando un papel muy importante como pedagogo y educador social, aun en las circunstancias más difíciles, para demostrar que no hay tarea imposible si se lucha sin descanso por convertir los sueños en realidad.
Su honestidad y ética revolucionaria formaron parte esencial de su papel como líder. Su espíritu autocrítico al valorar la obra revolucionaria –con su inevitable cuota de errores propios de toda Revolución- siempre estuvo presente al mostrar los resultados del trabajo de nuestro pueblo.
Hoy cuando se cumplen 95 años de su natalicio, la vida nos demuestra el enorme valor de las enseñanzas de Fidel para aprender cómo –en las circunstancias más adversas- es posible la victoria.
Notas y bibliografía
(1) Ver Fidel Castro “Discurso del 14 de febrero del 2003”.
(2) Este último aspecto fue examinado por un colectivo de autores del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM) en el libro “El pensamiento económico de Fidel Castro en las relaciones económica internacionales” Editorial Academia, La Habana, 2018.
(3) Ver Fidel Castro “La Historia me absolverá” Ediciones Políticas, La Habana, 1973, p. 43.
(4) Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 26 de julio de 1973”
(5) Ver Fidel Castro “Informe en la Reunión sobre los Planes para el Desarrollo Económico de la Nación para 1962 el 20 de octubre de 1961”.
(6) Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 2 de enero de 1965”.
(7) Ver Fidel Castro entrevista concedida a la revista Sucesos de México, 10 de septiembre de 1966.
(8) Paralelamente se logró acordar con la URSS un programa que permitiría incrementar las exportaciones en 400 millones de dólares mediante la producción de 10 millones de toneladas de azúcar en 1970.
(9) Ver Ernesto Guevara “El Gran Debate sobre la economía en Cuba 1963-1964” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2004.
(10) Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 1º de mayo de 1966”. Durante los años 60 en varios discursos del Comandante en Jefe se manifestaron diferencias de principios con los países socialistas de entonces, pero siempre planteadas con la mayor firmeza, espíritu unitario y respeto posible.
(11) Ver Fidel Castro “Discurso en el Acto Central por el Vigésimo Aniversario de la Muerte de Ernesto Che Guevara” Ernesto Guevara Op. Cit., p. 359.
(12) Ver Fidel Castro “El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia” periódico Granma, 11 de marzo de 2014.
(13) Ver Colectivo de autores “La ganadería en Cuba: Desempeño y desafíos” Montevideo, 2004.
(14) Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 20 de diciembre de 1969”.
(15) Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 1º de mayo de 1971”.
(16) Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 2 de diciembre de 1976″.
(17) Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 26 de julio de 1989”.
(18) Ver Fidel Castro “Discurso pronunciado el 6 de agosto de 1995”.
(19) Ver “Granma de años anteriores, julio 3 del 2000”.
(20) Se refiere al juramento del pueblo cubano –realizado el 19 de febrero del 2000- en el acto de recordación de la histórica Protesta de Baraguá protagonizada por Antonio Maceo el 15 de marzo de 1878, como respuesta al Pacto del Zanjón que fue firmado por fuerzas cubanas el 10 de febrero de 1878 y que puso fin a las hostilidades de la Guerra de los Diez Años y restableció el dominio español sobre la isla.
(21) Ver Fidel Castro “Discurso del 6 de marzo del 2003”.
(22) Ver Fidel Castro “Discurso del 17 de noviembre del 2005”.