El bloqueo estadounidense contra Cuba. Una actualización

La Primera Secretaria de la Embajada de Cuba en Argentina, Dra. C. Magda Luisa Arias Rivera, analiza desde la actual coyuntura lo ocurrido estos años en la vida de la Isla, y la influencia del bloqueo que los Estados Unidos ilegalmente le imponen a Cuba

CAPAC – por la Dra. C. Magda Luisa Arias Rivera, Primera Secretaria, Embajada de Cuba en Argentina

En la actual coyuntura es necesario actualizar lo ocurrido respecto al bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba, que nunca ha sido pretexto ni justificación para el desarrollo de la Nación. Su contenido legal, la sistematicidad y rigor de su aplicación, así como los efectos que produce en la economía y la sociedad cubana, son muchas veces desconocidos. Sin embargo, los daños causados y, frente a ellos, la voluntad y acciones emprendidas por el gobierno y el pueblo cubano para contrarrestarlos, expresan una decisión irreductible de mantener y desarrollar un propio proyecto socialista de desarrollo nacional a respetar.

El bloqueo económico, comercial y financiero es un acto de guerra en tiempos de paz impuesto unilateralmente por EE.UU. contra Cuba. Este ha evolucionado y se ha endurecido a lo largo de más de 60 años. Comenzó con la cancelación de la cuota azucarera cubana en el mercado estadounidense en junio de 1959, y se oficializó el 7 de febrero de 1962 con la aplicación de la Sección 620a de la Ley de Ayuda Extranjera, que estaba vigente desde septiembre de 1961, cuando el presidente John F. Kennedy, prohibió totalmente la importación de mercancías de origen cubano. Posteriormente se fueron sumando otras prohibiciones.

En 1992, la Ley Torricelli codificó por primera vez las prohibiciones del bloqueo, haciéndolo extraterritorial, lo cual significa fijar sanciones a terceras naciones con subsidiarias estadounidenses y a los barcos de terceros países que comerciaran con Cuba. La Ley Helms-Burton lo recrudeció, internacionalizó y afianzó en 1996. Con posterioridad, otros actos legislativos como las leyes de presupuesto federal y la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones del año 2000, incorporaron otras prohibiciones, como la denegación de financiamiento a las ventas de productos agrícolas a Cuba y el viaje de ciudadanos estadounidenses como turistas. Durante el gobierno de Donald Trump se adoptaron, adicionalmente, otras 243medidas contra Cuba. Entre ellas; la eliminación de los viajes de los cruceros y de vuelos de aerolíneas estadounidenses a toda la Isla, exceptuando a La Habana; cancelación de los servicios consulares en Cuba y su ubicación en terceros países; impiden transacciones bancarias; la limitación primero y el cese después de las transferencias bancarias de ciudadanos privados y el cierre ulterior de las operaciones de la empresa Western Unión; las sanciones a empresas cubanas; la persecución de petroleras, aseguradoras, navieras e incluso tripulaciones que transportaran gas licuado o petróleo. El colofón de todo ello fue la inclusión de Cuba en una lista arbitraria y unilateral de estados que, según Washington, patrocinan el terrorismo internacional, lo cual tiene efectos importantes en las relaciones financieras internacionales de nuestro país.

Todas las medidas aplicadas con rigor quirúrgico, obligan a recurrir a intermediarios para acceder a determinados productos, pagar más por concepto de seguro y flete, así encarar el incremento de las comisiones que aplican las entidades bancario-financieras. De esa forma se produce una elevación sustancial y antinatural de los gastos que deben cubrir las empresas cubanas.

Hoy el bloqueo incluye un conjunto de medidas de agresión y coacción económica, con la declarada intención de aislar, asfixiar e inmovilizar a Cuba y crear malestar en la población cubana para debilitar su decisión de ser soberanos y continuar por la vía socialista, restando apoyo a la Revolución. Un memorándum secreto del 6 de abril de 1960 del Subsecretario Asistente para Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory, fija como estrategia de lucha contra la revolución cubana, privar al país de recursos materiales y financieros para generar malestar y lograr la rendición por hambre, sufrimiento y desesperación.

En el Discurso de clausura del Encuentro Mundial de Solidaridad con Cuba, en noviembre de 1994, el Comandante en Jefe Fidel Castro explicó: “[…] el bloqueo es una guerra económica contra Cuba, guerra económica; es la persecución tenaz, constante, de toda gestión económica de Cuba en cualquier parte del mundo- Estados Unidos trabaja activamente, a través de sus canales diplomáticos, a través de sus embajadas, para presionar a cualquier país que quiera comerciar con Cuba, para presionar a cualquier empresa que desee comerciar o invertir en Cuba, para presionar y castigar a cualquier barco que transporte mercancías a Cuba-; es la guerra universal, con ese inmenso poderío a su favor, contra la economía de nuestro país, al extremo de realizar gestiones individuales, incluso, con personas, con individuos que intentan desarrollar cualquier actividad económica en relación con nuestro país.”

No se trata de un embargo, como algunos refieren y se dice en inglés, porque no es una orden judicial emitida para asegurar mediante la retención de bienes, el cumplimiento de una obligación contraída legítimamente. En realidad es un acto de guerra, adoptado en el marco de la Ley de Comercio con el enemigo de 1917, que le otorga al Presidente la facultad para restringir el comercio con países hostiles a Estados Unidos y la posibilidad de aplicar sanciones económicas en tiempo de guerra o en cualquier otro período de emergencia nacional, y prohíbe el comercio con el enemigo o aliados del enemigo durante conflictos bélicos, cuya aplicación no se justifica en tiempo de paz, especialmente de manera sostenida y prolongada. Cuba nunca ha sido deudora de aquel país, no ha cometido algún delito contra esa nación, ni representa un peligro para su seguridad nacional. Sin embargo, es el único país del mundo para el cual está hoy vigente esta legislación.

El bloqueo contraviene los principios fundamentales del Derecho internacional: la igualdad soberana, la no intervención en los asuntos internos de los estados, el respeto a la independencia y libre determinación, el derecho a la nacionalización de bienes por interés público; además de violar de forma masiva y flagrante los derechos humanos de los cubanos. Según la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 9 de diciembre de 1948, el bloqueo califica también como un «crimen internacional de genocidio».

Durante su aplicación ha causado pérdidas que ascienden a 147 mil 853 millones de dólares y el valor en oro del costo del bloqueo para Cuba ha sido de un billón 377 mil millones. Afecta a todos los sectores de la economía, impide el acceso a materiales, productos y servicios del mercado internacional, y causa daños al sector privado y a terceros países por su carácter extraterritorial. Entre sus daños se encuentran los ingresos dejados de recibir por concepto de exportaciones y servicios, las pérdidas por reubicación geográfica del comercio, el deterioro de la producción y los servicios en el país, la escases de alimentos, combustibles, medicinas y piezas de repuesto, la dificultad para acceder a tecnologías de punta, la disminución de los servicios a la población, las afectaciones monetarias y financieras, la emigración y eventualmente el fallecimiento de personas a las que se ha negado el acceso a un medicamento o tecnología de salud disponible solo en Estados Unidos.

Solo entre abril de 2019 y diciembre de 2020, el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba causó pérdidas en el orden de los 9 157 millones de dólares. El Departamento de Transporte de Estados Unidos denegó el 18 de noviembre de 2020 la solicitud de varias aerolíneas para traer ayuda humanitaria a Cuba.

Tampoco permitió recibir la donación de la empresa Alibaba y la Fundación Jack Ma de mascarillas, kits de diagnóstico rápido y ventiladores -que había logrado llegar a más de medio centenar de países en todo el mundo- porque la empresa estadounidense contratada para hacerlo, declinó a última porque las regulaciones del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto contra el país de destino, se lo impedían. De igual forma, un banco involucrado en la transacción de materias primas para producir medicamentos, decidió no realizar el pago por temor a ser sancionado por el gobierno de los Estados Unidos.

La resolución “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba” ha sido sometida a debate en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 29 ocasiones. Allí, de manera casi unánime la comunidad internacional rechaza la unilateral política, pero el gobierno de Estados Unidos lo ignora.

Dentro del gobierno estadounidense hay quienes opinan que se debe poner fin al bloqueo porque es una política anacrónica e ineficaz, que no ha logrado ni logrará su objetivo, y ha terminado por desacreditar y aislar a los propios Estados Unidos. No obstante, las sucesivas administraciones insisten en justificarlo, alegando razones tales como la nacionalización no compensada de propiedades de estadounidenses, el peligro de Cuba para su seguridad por su relación con la extinta Unión Soviética, el ejemplo que Cuba representa paraAmérica Latina y el Caribe, el respaldo a los pueblos de África en su lucha de descolonización, el rechazo a asumir la Perestroika como opción al socialismo, el apoyo a Venezuela, las supuestas violaciones de derechos humanos y una alegada falta de democracia, entre otras.

El bloqueo de Estados Unidos se complementa con una intensa campaña de difamación, demonización e injerencia política en los asuntos internos cubanos; con programas de subversión a los que el gobierno de Washington dedica cada año decenas de millones de dólares del presupuesto federal y sumas adicionales de fondos encubiertos. No es legal ni ético que el gobierno de una superpotencia someta a una nación pequeña, por décadas, a una frenética guerra económica para imponerle un sistema político ajeno y un gobierno perfilado a su gusto.

En medio de esta guerra desigual y prolongada, Cuba ha alcanzado logros indiscutibles, tales como erradicar la pobreza extrema y el hambre, ofrecer servicios educativos, culturales y sanitarios universales, gratuitos y de calidad a toda la población, promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer, reducir la mortalidad de los niños menores de cinco años, invertir la tercera parte del Producto Interno Bruto (PIB) en programas sociales, desarrollar la cultura física y el deporte, masificar la cultura, elevar la esperanza de vida, alcanzar un alto Índice de Desarrollo Humano (IDH), crear una base productiva e industrial propia, desarrollar la ciencia y la tecnología, promover y practicar la cooperación internacional y erigir capacidades para producir medicamentos y vacunas propios.

El gobierno de Cuba cuenta con el respaldo de la mayoría de la población. Como Estado socialista de derecho y justicia social, sometió a referendo libre, directo y universal y adoptó una nueva Constitución en 2019, trabaja en la actualización del modelo económico y social, y enfrenta la pandemia de la COVID-19. Todas son tareas complejas y audaces en cualquier circunstancia. Son mucho más difíciles frente a la persistente hostilidad del imperialismo estadounidense. Pero, la voluntad de los cubanos es resistir y continuar haciendo basado en principios y valores acendrados en nuestra cultura nacional.

Este 23 de junio en la Asamblea General de las Naciones Unidas, nuestro Canciller, Bruno Rodríguez ratificó: “El reclamo de Cuba es que nos dejen en paz, es vivir sin bloqueo, que cese la persecución de nuestros lazos comerciales y financieros con el resto del mundo. Demandamos que se ponga fin a la manipulación, la discriminación y cesen los obstáculos a los vínculos de los cubanos que viven en los Estados Unidos con sus familiares en Cuba y con el país que los vio nacer.”

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