Agricultores de India defienden soberanía alimentaria nacional
A fines de enero, cientos de miles de agricultores de India protestan contra leyes que consideran dañan la soberanía alimentaria nacional.
CAPAC – por Alfredo Boada Mola / tomado de Prensa Latina
Nueva Delhi, 29 ene – Cientos de miles de agricultores de India continúan hoy sus protestas contra tres polémicas leyes aprobadas en septiembre último por el Parlamento, que consideran dañan la soberanía alimentaria nacional.
Pese a 11 rondas de diálogo entre miembros del Gabinete y líderes de los sindicatos agrícolas, así como la creación de un comité por la Corte Suprema de Justicia para tratar el asunto, asoman pocas esperanzas de una pronta solución del problema, que parece plantear como únicas salidas aplicar las leyes o derogarlas.
Los sindicatos luchan por la abolición de esas ordenanzas, pues afirman conducen al desmantelamiento de la infraestructura gubernamental de apoyo a los agricultores y aumentan el rol de los comerciantes privados en la agricultura, quienes también controlarán más el mercado de insumos.
En entrevista con Prensa Latina el articulista de la revista Frontline John Cherian aseveró que ello perjudicará aún más a los trabajadores del campo y conducirá al aumento de precios de los cereales para los consumidores urbanos.
«Se trata de un problema con múltiples facetas y necesitamos que el Gobierno esté realmente interesado en resolverlo», afirmó Cherian.
Según publicó el portal The Third Pole, entre las raíces del conflicto están, además, los problemas centrales de la agricultura india, como la baja productividad, el elevado endeudamiento, los modelos de cultivo inadecuados y los pobres incentivos.
Uno de esos orígenes es la inseguridad de los ingresos por el cambio de los patrones de lluvia y el uso excesivo del agua, señaló la publicación refiriéndose a los efectos adversos sobre el sector agrícola del calentamiento global.
La proporción de personas que trabajan la tierra en India era del 54,6 por ciento en 2011, según datos oficiales, pero el 52 por ciento carece de riego y depende de la agricultura de secano.
En otras palabras, al menos una cuarta parte de la población activa del muy poblado país surasiático depende de las lluvias y es la más afectados por la crisis climática.
Con el aumento de la temperatura global, las precipitaciones son más irregulares, los periodos de sequía más largos, hay precipitaciones más intensas que conllevan a inundaciones. Al mismo tiempo, los investigadores indican que el aumento del nivel de dióxido de carbono reduce el valor nutricional de los cultivos.
Los agricultores deben recurrir al mayor uso de fertilizantes y agua, lo cual degrada la calidad del suelo y reduce el nivel de agua subterránea, a la vez que aumentan los gastos para cultivar la misma cantidad en igual superficie. El uso de insecticidas igualmente se incrementa mientras las poblaciones de plagas cambian con los patrones climáticos.
Hasta ahora, el Gobierno fijó un precio mínimo de apoyo (PMA) para 23 cultivos en cada temporada y los mercados agrícolas gestionados por los gobiernos estatales estaban obligados a pagarlo.
Aunque sólo compraba un tercio de la cantidad producida, el PMA actuaba como referencia en torno a la cual los actores privados negociaban el precio.
Las tres nuevas leyes hacen temer la anulación del uso de dicha referencia y, por tanto, se reducirá significativamente la capacidad de negociación de los agricultores.
Por otro lado, como la mayoría de los granjeros no puede almacenar sus cosechas, el poder de negociación recae en los que sí pueden hacerlo, principalmente los intermediarios y otros compradores, especialmente las grandes empresas.
Sin embargo, agudos observadores afirmaron a Prensa Latina que el estado de Punjab, de donde proviene buena parte de los campesinos que protestan desde hace más de dos meses, es una zona bien irrigada y no depende tanto de la lluvia para los cultivos. El cambio climático es un problema, al igual que el uso del agua, pero mezclarlos con las protestas campesinas no es apropiado, apuntaron.