A 10 años de la visita del papa Francisco
Hace 10 años, por esta fecha, llegaba a Cuba el papa Francisco. Este aniversario lo recordamos en el contexto de un 2025 singular, cuando se conmemoran 90 años de relaciones diplomáticas ininterrumpidas entre Cuba y la Santa Sede y, en el cual, meses atrás, desafortunadamente, falleciera Jorge Mario Bergoglio.
CAPAC.- Por Enrique González, tomado de Prensa Latina
El papa Francisco visitó Cuba del 19 al 22 de septiembre de 2015, marcando un evento histórico que significaba el viaje de un tercer Pontífice a la isla en un período bastante corto de tiempo: 17 años. Pocos creían por esos años en esa posibilidad, pues ya la visita de Benedicto XVI después de la de Juan Pablo II había sido algo inimaginable.
Existen diversos criterios en sectores religiosos, académicos, políticos y diplomáticos, respecto a si estas tres visitas fueron obra de la “casualidad” o, por el contrario, significaron una continuidad de la orientación de la Santa Sede con respecto a nuestro país.
No es el presente trabajo el que dedicaremos a ello, pero somos de la opinión que no se trató de una casualidad. Francisco llegaba a Cuba como una continuidad de las huellas trazadas por Juan Pablo II y Benedicto XVI.
La visita tuvo lugar, además, en el contexto de los 80 años de las relaciones diplomáticas entre Cuba y la Santa Sede, y en un momento posterior a la llamada mediación vaticana en el proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos.
Francisco había sido invitado a nuestro país por el entonces presidente, el General de Ejército Raúl Castro, quien en mayo de 2015 había realizado una visita privada al Pontífice. El líder de la Revolución cubana visitó al Papa para agradecerle personalmente el papel desempeñado en el proceso de acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos.
Entre los antecedentes de la visita, sería oportuno mencionar cómo desde los propios comienzos de su Pontificado, alguna prensa había tratado de “forzar ideológicamente” la tendencia del papa argentino hacia Cuba, al manipular, de cierta manera, un pequeño libro escrito en 1998 por el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio titulado “Diálogos entre Juan Pablo II y Fidel Castro”, realizado en el contexto de la histórica visita de Juan Pablo II a Cuba.
En dicha obra Bergoglio centraba sus ideas en el magisterio de Wojtyla durante el viaje de este último a la isla, destacando la importancia del diálogo honesto y transparente entre el Vaticano y el Gobierno cubano.
Ciertamente, como lo hizo Juan Pablo II, criticaba algunos aspectos del “socialismo cubano”. Pero, a la misma vez, defendía la misión de la Iglesia en Cuba y se oponía al bloqueo estadounidense contra nuestro país.
Destacó cómo la visita de Juan Pablo II abrió canales de comunicación y fomentó un diálogo importante para el bienestar de los cubanos. Bergoglio valoraba la actitud de diálogo y respeto entre Juan Pablo II y Fidel Castro, y planteaba cómo ese diálogo era clave para la convivencia y colaboración futura entre las partes.
Es decir, muy por el contrario de los intentos de “utilización ideológica”, el libro constituía el reflejo del pensamiento de Bergoglio con respecto al papel del diálogo en contextos sociales y políticos de cierta complejidad como el nuestro. Incluso, el ensayo subrayaba cómo el papa polaco en ese momento ayudó a abrir el diálogo entre el cristianismo y el marxismo.
Como otro válido antecedente debemos considerar el pensamiento de Bergoglio. Francisco llegaba a Cuba como el primer Papa latinoamericano y jesuita. Con un pensamiento forjado en la Argentina de los años 70 del pasado siglo a partir de lo que fuera llamada la “Teología del Pueblo”. Una teología basada en la importancia de los movimientos populares para el alcance de nuevas metas.
Estaba influenciado además por el peronismo y su defensa de los intereses populares, de los humildes. Todo ello unido a una referencia de la Revolución cubana marcada en su formación intelectual latinoamericana, al menos, teóricamente hablando. Nuestro pueblo y nuestro proyecto social fueron siempre de interés para su persona.
Francisco llega a Cuba el 19 de septiembre de 2015 con ciertas tendencias progresistas, a diferencia de las ideas conservadoras y anticomunistas con las que arribara Juan Pablo II. Llega también en un momento diferente y en un escenario con el antecedente de dos visitas papales y una cultura de país lograda en este sentido.
Durante cuatro días desarrolló su peregrinaje por Cuba como “Misionero de la Misericordia”, ofreciendo tres misas: en La Habana, Holguín y Santiago de Cuba (Basílica Menor del Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad del Cobre). Ello, con homilías cargadas de mensajes de paz, amor y esperanza. En todas ellas estuvo presente el presidente cubano, demostrando respeto hacia el Pontífice y la Iglesia católica.
Amplio y profundo fue el recibimiento popular dispensado a Francisco por el pueblo cubano, creyentes y no creyentes.
Francisco sostuvo un encuentro privado en el Palacio de la Revolución con el entonces presidente Raúl Castro, tratando, entre otros temas el “buen estado y favorable desarrollo” de las relaciones bilaterales entre Cuba y la Santa Sede, en el contexto del 80 aniversario de los vínculos diplomáticos ininterrumpidos entre ambos Estados.
Un momento especialmente significativo fue la visita de cortesía realizada al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, la que tuvo lugar en el domicilio de este último, siendo tratados temas vinculados a la preservación de la paz, la supervivencia humana y la causa de los pobres. El encuentro duró unos 40 minutos y transcurrió en un clima de amistad y respeto.
Cuba, por su parte, ofreció a Francisco lo mejor de su cultura y pueblo. El canciller Bruno Rodríguez Parrilla diría: “Se trata de un acontecimiento extraordinario y memorable”. “Cuba recibe al Papa Francisco con aprecio, respeto y hospitalidad. Hemos trabajado para que la visita sea memorable, que sea una visita como la que merece él por su pontificado, por sus posiciones, que concitan admiración en América Latina y el Caribe, y por ser el primer Papa latinoamericano”. En efecto, así fue.
El 22 de septiembre de 2015, la aeronave de Alitalia, con el Papa y su séquito a bordo, despegó a las 12.30 hora local del aeropuerto internacional “Antonio Maceo” en la ciudad de Santiago de Cuba con destino a Estados Unidos, en la segunda etapa de su histórico viaje.
Sin dudas, su presencia en Cuba significó un nuevo paso en la consolidación del acercamiento entre la Iglesia y el Estado, junto a un llamado a continuar superando divisiones y rencores del pasado.
El viaje fue un momento importante del vínculo entre Francisco y Cuba, que transcurrió a través de un acercamiento profundo, sensible y un respeto sincero hacia la historia y la dignidad de los cubanos.