A 25 años del injusto encarcelamiento de los Cinco Héroes de Cuba (+video)

Hace 25 años un operativo del FBI detenía a Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René; años después, el caso de los Cinco antiterroristas cubanos se volvería causa de miles de personas en el mundo

CAPAC – por Jorge Enrique Jerez Belisario en Granma, Canal Caribe y Cubainformación

Este 12 de septiembre se cumplen 25 años del injusto encarcelamiento de los #CincoHéroes cubanos: Gerardo Hernández , Antonio Guerrero, Ramón Labañino, René González y Fernando González.

La historia de los Cinco es la de la dignidad y la consecuencia.

En la madrugada del 12 de septiembre de 1998, el Buró Federal de Investigaciones (FBI), en el estado de la Florida, detuvo a un grupo de agentes de la inteligencia de la Mayor de las Antillas. La Red Avispa, como nombraron los medios a aquel grupo, monitoreaba desde 1990 las acciones de confesos terroristas radicados en Miami.

Horas después del mismo día 12, el FBI les informa del operativo y los detenidos a los representantes cubano-norteamericanos a la Cámara, Ileana Ros Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart, ambos de larga trayectoria anticubana, lo que fue un claro posicionamiento político y un preludio de lo que vendría.

Política, presión y show mediático fueron las palabras claves de aquellos meses, en los que muy pocos sabían en Cuba lo que sucedía. Desde muy temprano, en la mañana de ese sábado de septiembre de 1998, cada medio de comunicación en la Florida hablaba sin parar acerca «de la captura de unos terribles agentes cubanos, dispuestos a destruir los Estados Unidos», la misma frase que la Fiscalía adoraba y repetiría una y otra vez durante todo el proceso.

ME VIENEN A CONVIDAR A ARREPENTIRME

Violaciones constitucionales, castigos excesivos, aislamiento sin cometer indisciplina alguna fueron constantes en el proceso. Durante ese primer tiempo, los Cinco estuvieron 17 meses en el hueco –celda de castigo y aislamiento que mide 6×9 pies–, muchas veces con la luz encendida por 24 horas, –legalmente solo se permite ese tipo de castigos por dos meses–. La intención era torturar, afectarlos sicológicamente, que claudicaran, hasta lograr que un oficial de la inteligencia cubana «admitiera» que los habían mandado allí para hacer daño.

Apelaron a todo tipo de chantajes, como el que intentaron contra René, cuando le pasearon por delante a Olga, con uniforme de presa, y él le soltó, más para sus captores que para ella, aquel «¡qué lindo te queda el color naranja!».

Entre manipulaciones llegaron los cargos: conspiración para cometer espionaje, aun cuando no se encontró información sensible que afectara la Seguridad Nacional de aquel país, y otros cargos menores que se justificaban con la doctrina jurídica del Estado de Necesidad, o sea, la necesidad de Cuba de protegerse de las acciones que por tantos años se han preparado y financiado desde el sur de la Florida, y que le han costado al pueblo cubano muertos, mutilados y heridos.

Ocho meses después de iniciado el proceso, apareció otro cargo: conspiración para cometer asesinato en primer grado, contra Gerardo, vinculándolo con el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, el 24 de febrero de 1996. Casualmente, la acusación de asesinato llegó semanas después de que el presidente Clinton hiriera a la mafia, y rescatara al niño Elián González, secuestrado en Miami. La propia Fiscalía pidió retirarla, y en un documento reconoció la imposibilidad de probarla. Aun así, Gerardo fue encontrado culpable y sentenciado.

Nunca hubo interés por hacer un juicio justo. Se había creado un show político desde el inicio, para el que Miami era la ciudad ideal. El 27 de noviembre de 2000, René González describe en su diario lo que se había convertido en una tormenta perfecta:

«Al regreso del almuerzo ya los familiares de los pilotos de Hermanos al Rescate están dando un show frente al edificio de la Corte. La Jueza tiene que pedir a los fiscales que paren el espectáculo de sus ahijados. De paso, la prensa –que ha sido vocero de la Fiscalía, a través de cientos de artículos amarillos contra nosotros– ya está merodeando a los posibles jurados».

El juicio seguido contra los Cinco también dejó algunos récords: fue en su momento el más largo de la historia norteamericana, es también el que más volumen de información clasificada ha manejado, además de que tiene el primer lugar en la participación de personalidades, oficiales del ejército norteamericano, y agentes de inteligencia.

Como era de esperar, el caso no encontró solución en más de diez años, por ninguno de los niveles de apelación, desde el Onceno Circuito de Atlanta hasta la mismísima Corte Suprema, que hizo caso omiso a uno de los procesos más interesantes de la historia jurídica norteña, reconocido así por ellos mismos. Desde el comienzo fue un caso político, y su solución también lo fue.

DIRÁN QUE LA GENTE ES MALA Y NO MERECE

Tan evidente era la situación de presión política que rodeaba a los jurados, que el mismo El Nuevo Herald tituló un artículo, publicado el 2 de diciembre de 2000: Miedo a ser jurado en juicio de espías. Reconocía el temor del jurado a una reacción violenta por parte del exilio cubano, si decidiera absolver a cinco hombres acusados de espiar para el régimen de la Isla; por lo que muchos potenciales candidatos pidieron a la jueza que los excusara del deber cívico.

«Este proceso será mucho más interesante que cualquier programa de televisión», declaró la jueza Joan Lenard al diario The Miami Herald, el 16 de marzo de 2000. No estaba lejos de la verdad la magistrada. Las violaciones inconstitucionales, cometidas por ella misma, así lo demostraron.

Rui Ferreira, quien cubrió el juicio para El Nuevo Herald, escribió en 2001: «Están tratando de culpar al exilio de una serie de agresiones y presentan al régimen de Fidel Castro como una víctima».

Los contratos, de entre 4 725 y 252 325 dólares, realizados a un grupo de periodistas, hicieron que Miami fuera una sede imposible para la justicia; entre esos nombres resaltan Pablo Alfonso, Ariel Remos y Wilfredo Cancio Isla. Así lo reconoció el propio Lawrence Wilkerson, jefe del equipo de Colin Powell, secretario de Estado de Estados Unidos, de 2001 a 2005.

El fin de esta historia legal ya estaba escrito como se escribe un guion, tras concluir los alegatos de la defensa y la Fiscalía. Tras 102 audiencias, comenzaron las deliberaciones de los 12 jurados. Siete días después declararon culpables a René Gónzalez, Antonio Guerrero, Fernando González, Ramón Labañino y Gerardo Hernández. Luego, la jueza Lenard les impuso condenas que oscilaron entre 15 años de prisión y dos cadenas perpetuas.

VIVIR SIN TENER PRECIO

Hoy la historia es más fácil de contar. Describir a Gerardo llegando a cualquier barrio de Cuba, dándoles la mano a todos, o de regreso a casa, luego de un día agotador, y sentir tres gritos casi al unísono de ¡Papi!, no puede ser mejor final. O a René dedicado a algo que le gusta y disfrutando de la familia; un Ramón desde la anec, aportando sus conocimientos a un país que necesita de economistas comprometidos; un Fernando líder, por moral y por cargo, del movimiento de solidaridad con Cuba en el mundo; y un Tony presidiendo la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba (Unaicc).

De aquel 12 de septiembre, a Tony lo que más le impactó en el aparatoso arresto fue la ausencia de miedo. «En medio de hombres con todo tipo de armas, apuntándome, fui arrojado al suelo, esposado, y no sentí temor. La resolución que tuve desde el primer instante fue de no flaquear ante toda aquella brutalidad. Me impacta aún la serenidad y la ecuanimidad con la que pude afrontar ese momento. Una serenidad que, al cabo de 25 años, la veo como el reflejo de la lealtad a Fidel, a la Revolución, a nuestros héroes. No tuve dudas ese día; en medio de mucha incertidumbre, había una sola resolución: continuar cumpliendo el deber sagrado de proteger a nuestro país, de proteger nuestra dignidad y nuestras razones».

Para René, en la solución del caso fue determinante el apoyo, en primer momento, de la familia; la movilización del pueblo cubano y, luego, de las personas que en el mundo abrazaron la causa. «La historia de los Cinco es solamente un paréntesis dentro de la historia de más de 60 años de agresiones de Estados Unidos hacia el pueblo cubano, que no han cesado. Los terroristas a los que vigilábamos continúan libres en Miami, la política del Gobierno estadounidense permanece invariable».

Un día como hoy, el primer pensamiento es para Fidel, aseguró Gerardo. «En los momentos más difíciles de nuestro caso, cuando nos encontraron culpables y todo el mundo sabía que se desataría el odio, él le aseguró al pueblo cubano que volveríamos. A mí me parece que el tiempo se ha ido demasiado rápido, pero cuando te pones a detallar todo lo vivido, te das cuenta de que fue mucho tiempo. Los Cinco nos sentimos muy orgullosos de la misión que cumplimos y no nos arrepentimos. Ni siquiera te puedo decir que es tiempo perdido, porque aprendimos, porque conocimos personas hermosas que dedicaron sus esfuerzos a nuestra causa, y porque este tiempo nos sirvió para ser más revolucionarios y más antimperialistas. En lo personal, jamás pensé, el día que me sentenciaron a dos cadenas perpetuas, que tiempo después iba a ser el coordinador nacional de la mayor organización de masas del país».

Deja una respuesta