Cuba, vacunas y soberanía – Entrega II: ¿Qué son las vacunas?
Todo lo que hay que saber sobre los virus, el SARS-Cov-2 y las vacunas que Cuba está desarrollando, explicado por un científico cubano de primer nivel, el Doctor en Ciencias Luis A. Montero Cabrera.
CAPAC – Por Luis A. Montero Cabrera – Tomado de Cubadebate – Foto: iStock
Las moléculas propias de un ente biológico invasor que lo identifican y son accesibles al sistema inmunológico de los seres humanos suelen denominarse como “antígenos”. Suelen estar expuestas en las partes más externas del portador nanoscópico y forman parte necesaria de su composición. Pueden localizarse lo mismo en un virus, que en un hongo, que en una bacteria, que en las células de un órgano de otro ser trasplantado a nuestro cuerpo.
Una importante característica del proceso de infección y autosanación radica en que cuando un individuo vence una enfermedad por la acción del sistema inmunológico suele quedar preparado para vencerla igualmente en futuras reinfecciones del mismo tipo. El sistema “recuerda” al antígeno intruso y así quedamos preparados para rechazar de nuevo a sus portadores. Se trata de una trama biológica muy depurada por la selección natural a través de muchas generaciones y especies.
Al percatarnos de eso, y usando el razonamiento científico, los seres humanos procuramos usar esa “memoria” de defensa para lograr que las personas no se enfermen con una infección, aunque nunca hayan padecido la enfermedad. Se trata de “enseñar” al sistema inmunológico de cada individuo a activarse y destruir cualquier invasión morbosa una vez que se detecten sus antígenos. El reto es grande, porque para invadir el cuerpo con antígenos de una determinada infección sin enfermar a la persona se requiere de un sabio procesamiento.
El resultado se conoce como “vacuna”. Su nombre se debe a que las primeras formulaciones se cultivaban en vacas. Se trata siempre de una preparación químico – biológica de antígenos para lograr inmunidad adquirida activa frente a una enfermedad infecciosa particular. Las primeras vacunas contenían a los organismos que causaban la enfermedad a partir de formas debilitadas o muertas de ellos mismos. No se conocía entonces que lo que el sistema inmunológico reconocía era solo a sus antígenos. Esos preparados “enseñaban” así al cuerpo humano a “disparar” las acciones que destruyeran al invasor. Las vacunas pueden ser profilácticas cuando previenene impiden los efectos de una futura infección, tal y como se desea que sea la de la COVID-19, o terapéuticas cuando se usan para combatir una enfermedad que ya ha invadido al cuerpo, como es el caso del cáncer.
Lo más probable es que la primera enfermedad que se intentó prevenir mediante la inoculación fuera la viruela. Parece que el primer uso registrado de ello ocurrió en el siglo XVI en China. La vacuna científica y reproducible contra la viruela fue inventada y debidamente reportada en la literatura especializada en 1796 por el médico inglés Edward Jenner. La viruela era una enfermedad contagiosa y mortal, y se afirma que causaba la muerte hasta del 60% de los adultos infectados y del 80% de los niños.
Tomás Romay y Chacón fue un médico y científico habanero nacido en 1764. Después de haber comenzado a estudiar la carrera de abogacía se reorientó a la de medicina y en 1791 con 27 años fue el 33er graduado de médico en Cuba. Llegó a ser catedrático en nuestra Universidad de La Habana y cofundador de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, hoy Sociedad Económica de Amigos del País. Tan temprano como en 1804, a solo 8 años después de la aparición de la vacuna en Europa, Romay implantó en nuestra isla la vacunación antivariólica con preparados hechos “in situ” con el apoyo de la Sociedad Patriótica. Con la forma de proceder de la ciencia no era necesario esperar lo que sería un tardío arribo de los mismos desde la metrópoli. Él y sus colaboradores siguieron los procedimientos publicados y descritos por Jenner y fabricaron la primera vacuna cubana, la de la viruela. Un portentoso éxito de la innovación y la sabiduría criollas.
El tiempo pasó y la investigación científica hizo que conociéramos que la clave de las vacunas eran los antígenos y no los entes infecciosos enteros. En Cuba se han producido vacunas durante muchas décadas. Dos de ellas al menos han sido muy originales y exclusivas. En 1987 los Dres. Concepción Campa y Gustavo Sierra condujeron un grupo científico en el hoy Instituto Finlay de Vacunas que obtuvo una entonces única en el mundo.
Fue y es muy efectiva contra una bacteria que ataca las meninges en el cerebro y sistema nervioso, llamada meningococo de los grupos B y C. Este tipo de meningitis es particularmente mortífero en los niños. La ciencia cubana en la Universidad de La Habana produjo en 2004 la primera vacuna comercial eficiente del mundo basada en un antígeno fabricado en el laboratorio, o sea, “sintético”. Fueron el Prof. Vicente Vérez, un científico que ha dedicado su vida a la química de los azúcares, su esposa la Dra. Violeta Fernández, fallecida muy tempranamente, y sus colaboradores los autores de esta segunda gran proeza. Gracias al trabajo de estos grupos científicos muchos niños cubanos y de muchas partes del mundo están vivos y activos hoy como adultos.
Las vacunas no solo contienen a los antígenos. El sistema inmunológico no es igualmente eficaz en todas las personas y en todas las edades. Ciertos antígenos son más activantes que otros porque se reconocen más fácilmente y “disparan” el trabajo de todo el sistema que se siente invadido. Las vacunas se hacen más efectivas con los llamados “adyuvantes” (auxiliadores) que suministrados conjuntamente con los antígenos adecuados provocan que los sistemas inmunológicos de muchas personas se despierten más rápida y eficazmente.
Recientemente aparecieron nuevos tipos de vacunas que no contienen a los antígenos directamente sino al ARN que permite que las células nuestras los sinteticen “in situ”, los reconozcan y aprendan a combatirlos. Si las vacunas que solo contenían los antígenos sin necesidad de suministrar el agente infeccioso eran eficientes e inocuas, estas lo son también y permiten que las mutaciones de los virus puedan ser tenidas en cuenta con mucha mayor facilidad y así preservar la utilidad de las vacunas en el tiempo.
Puede decirse que las vacunas son piezas de tecnología biológica que representan una tabla de salvación para muchos seres humanos. Sin ellas estaríamos a merced de la selección natural Darwinista y una epidemia solo sería sobrevivida por los pocos que pudieran vencerla gracias a alguna singularidad de sus organismos. Así ocurría antes de que la ciencia interviniera inventándolas. El costo era inmenso en valiosas vidas que terminaban antes de tiempo. Podría ocurrir también que sin las vacunas algún tipo de infección condujera a la extinción de homo sapiens como especie viva, lo que ha ocurrido muchas veces antes con otras en la hermosa y dura historia de la vida en este planeta.
¿Y cómo serán las actuales vacunas contra la COVID y muy particularmente las SOBERANAS, la MAMBISA y la ABDALA? ¿Cómo se prueba que sirven para lo que se ha diseñado?