7 de noviembre: la revolución Bolchevique, ejemplo de transformación revolucionaria
El 7 de noviembre 1917, hace 102 años, con la toma del Palacio de Invierno por parte de los bolcheviques, comenzó en San Petersburgo, Rusia, la Revolución Bolchevique o Gran Revolución Socialista de Octubre.
por Manuel Lucero. Tomado de Barricada. Imagen: Barricada
La Revolución Bolchevique o Gran Revolución Socialista de Octubre, instauró el poder en representación del proletariado. Se estableció la República Federal Socialista y Soviética de Rusia. Empezó este día el primer gobierno comunista de la historia de la humanidad.
La Revolución tuvo lugar el 25 de octubre, de acuerdo al calendario juliano, que es el que regía a Rusia al momento de la revuelta. Sin embargo, en el calendario gregoriano, que rige a la mayoría de los países occidentales, el hecho ocurrió el 7 de noviembre de 1917.
«No hay teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria y viceversa»
Lenin
Lenin
Desde el siglo XVI se instauró en Rusia el sistema político zarista, que duró desde el 1547 hasta el triunfo de la Revolución bolchevique el 7 de noviembre de 1917, fecha en la que alzados en armas se apoderaron del poder y formaron el Consejo de Comisarios del Pueblo. Empezó este día el primer gobierno comunista de la historia de la humanidad, la República de los Soviets, que luego tomó el nombre de Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y que perduró hasta el año de 1991.
Un poco de historia
El régimen zarista se caracterizó por su absolutismo, concentrando todo el poder político y económico en los zares, que era el título que fue adoptado por primera vez por Iván IV como símbolo de la monarquía. El término Zar proviene del latín Caesar o César, como se llamaba a los emperadores romanos. Era una autocracia, es decir, una forma de gobierno en la que todo el poder se centralizaba en el zar y su grupo de allegados, en la que la población no tenía acceso a las condiciones mínimas para establecer industrias. La economía nacional se basaba en el agricultura y la ganadería bajo un sistema feudal, con un nivel insuficiente de producción, para cubrir las necesidades de subsistencia alimentaria.
Las condiciones de vida eran dramáticas, había hambre y pobreza extrema. Solo vivían bien los latifundistas, los nobles y la Iglesia. Era una vida de penurias a la que se sumaba la falta de libertad y de respeto a los derechos sociales y políticos. En esa época, la clase media y la burguesía eran incipientes en Rusia, pero ya se había formado un grupo de pensamiento, una élite intelectual, que fue de gran protagonismo en los movimientos revolucionarios.
Los agitados años revolucionarios principiaron en el año 1905 en San Petersburgo, entonces capital del país, donde una manifestación fue reprimida violentamente en la jornada conocida como «Domingo Sangriento». Las protestas continuaron durante todo el año y el Zar Nicolás II, para aplicarlas accedió a suscribir el Manifiesto de Octubre, mediante el cual se comprometió a crear un parlamento con poderes legislativos, que a diferencia de la Duma dominada por el zarismo, incorporara personas que no pertenecieran a la nobleza; también se comprometió a garantizar el cumplimiento de los derechos civiles, como el de la huelga, y mayor libertad de prensa. Tales compromisos no fueron cumplidos, más bien recrudeció la represión.
Dos proyectos políticos en disputa
Después de 1905, la izquierda se consolidó como oposición al régimen zarista. Habían diferentes facciones, entre las que destacaban los mencheviques que se inclinaban por una revolución burguesa y los bolcheviques, que eran partidarios de una revolución socialista. Estas facciones provenían de una división ocurrida en 1903, al interno del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso.
Los Mencheviques liderados por Yuli Martov, integrados por la minoría socialista y que apostaba por la creación de un Estado, parecido al resto de Europa, con protagonismo de la burguesía.
Por otro lado, el partido Bolchevique, liderado por Vladímir Ilich Uliánov, también conocido como Vladimir Ilyich Lenin, y sus camaradas. Esa fuerza aglutinó a la mayoría y propuso la creación de un Estado nuevo, donde el proletariado tendría el poder. Entre los bolcheviques militaron mujeres excepcionales como Alexandra Kollontai, Nadezhda Krupskaia, Elena Stasova e Inesa Armand.
Octubre rojo
Efectivamente, fueron las masas proletarias las que el 23 de febrero de 1917 iniciaron la Revolución contra el imperio zarista. Ese día se reunieron más de 150,000 personas en Petrogrado, Moscú, Jarkov y Bakú, que eran las ciudades industriales de mayor importancia. A esta oleada de huelgas se fueron sumando otras y el día 25 la policía fue derrotada. En los días posteriores los cuarteles se unieron a las marchas.
Rusia dejó de ser zarista. Nikolái Aleksándrovich Románov, Nicólás II, el último de la dinastía Románov abdicó a su trono. Hubo grandes disputas por el poder en los agitados meses que se alargaron hasta el llamado Octubre Rojo, cuando triunfaron los Bolcheviques guiados por las Tesis de Abril que dio a conocer Vladimir Ilich Lenin en Petrogrado el 4 de Abril de 1917, que tenían como objetivo la transformación revolucionaria de Rusia con el liderazgo de obreros y campesinos.
Las tesis leninistas
Las tesis leninistas se centraban en ocho puntos:
1. – Crítica a la participación de Rusia en la I Guerra Mundial. Lenin calificó esta como una guerra imperialista de rapiña. «El proletariado consciente solo puede dar su asentimiento a una guerra revolucionaria que justifique verdaderamente el defensismo revolucionario, bajo las siguientes condiciones: a) paso del poder a manos del proletariado y de los sectores más pobres del campesinado a él adheridos; b) renuncia de hecho, y no de palabra a todas las anexiones; c) ruptura completa de hecho con todos los intereses del capital».
2 .- Sustituir el poder de la burguesía. «La peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres del campesinado».
3.- Desenmascarar al gobierno capitalista. “En vez de ‘exigir’ que la guerra deje de ser imperialista, cosa inadmisible y que no hace más que despertar ilusiones (…) desenmascarar a este gobierno, que es un gobierno capitalista”. «Ningún apoyo al gobierno provisional; explicar la completa falsedad de todas sus promesas, sobre todo de la renuncia a las anexiones».
4 Una labor crítica y de esclarecimiento de los errores. «Mientras estemos en minoría, desarrollaremos una labor crítica y de esclarecimiento de los errores, propugnando al mismo tiempo la necesidad de que todo el poder del Estado pase a los Soviets de diputados obreros, a fin de que, sobre la base de la experiencia, las masas corrijan sus errores».
5.- Abolición de las viejas estructuras. «No una república parlamentaria -volver a ella desde los Soviets de diputados obreros sería dar un paso atrás- sino una república de los Soviets de diputados obreros, braceros y campesinos en todo el país, de abajo arriba».
6.- Reforma Agraria. «Nacionalización de todas las tierras del país, de las que dispondrán los Soviets locales de braceros y campesinos. Creación de Soviets especiales de diputados campesinos pobres. Hacer de cada gran finca una hacienda modelo bajo el control de diputados braceros y a cuenta de la administración local».
7.- Fusión inmediata de todos los bancos. «También, desaparecerán los bancos privados, propiciando la unión de estos, formándose un único banco nacional que quedará vigilado por los Soviets».
8 .- Pasar a la instauración inmediata del control de la producción social. Lenin declaró su rechazo a implantar desde un principio el socialismo, sino tan solo poner las tierras y los beneficios del país en manos de los Soviets, para que estos lo organizaran de modo que solucionaran el problema del hambre y trabajo que ocurría en el país. Una vez fuertes y preparados, se podría hacer la tan deseada Revolución.
Vigencia de los principios revolucionarios
Han transcurrido 102 años de la primera revolución socialista del siglo XX, de obreros, campesinos y soldados, organizados en soviets o asambleas comunales. Los ideales revolucionarios de la revolución bolchevique de paz, pan y tierra para el pueblo, igualdad entre hombres y mujeres, educación y cultura en los idiomas propios de las diferentes nacionalidades, siguen teniendo vigencia en los tiempos actuales, donde el modelo de oscuridad y muerte del Neoliberalismo amenaza la vida de los pueblos Latinoamericanos y del mundo.
Es hora de construir otros poderes alternativos con amplia participación indígena, campesina, ciudadana, para evitar que el poder concentrado en unos pocos siga destruyendo los recursos naturales para satisfacer su desmedido e insaciable afán de lucro.