Venezuela: campaña de terror imperial, la respuesta de un pueblo heroico (por Stella Calloni)
En medio de una de las campañas más abiertamente golpistas que se registren en una larga lista de acciones similares, y amenazas de invasión de Estados Unidos, se celebrarán elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela.
CAPAC – por Stella Calloni
Cumpliendo con la Constitución nacional el próximo 28 de julio se celebrarán elecciones presidenciales en la República Bolivariana de Venezuela, en medio de una de las campañas más abiertamente golpistas que se registren en una larga lista de acciones similares, y amenazas de invasión de Estados Unidos, lo que cohesiona cada vez más a un pueblo y un gobierno heroicos, que han resistido desde finales del siglo pasado la avanzada imperial.
Diez candidatos están inscriptos, incluyendo al actual presidente Nicolás Maduro que lidera al Gran Polo Patriótico y cuyo opositor ultraderechista Edmundo González Urrutia del partido Plataforma Unitaria Democrática (PUND) es en realidad representante de Corina Machado y por supuesto de Estados Unidos que, como siempre ha sucedido y más que nunca en estos momentos, interviene abierta e ilegalmente en todas las elecciones de América Latina.
Después de que en este siglo XXI viviéramos una primera década de unidad de todos los países en diversidad, como sucedió con la formación de la Comunidad de las Naciones de América Latina y el Caribe (CELAC) en 2011, Washington ya había regresado a la Doctrina Monroe de 1823 “América (del sur) para los americanos (del norte) colonizadora por excelencia, que fue el comienzo del proceso de expansión de un imperio naciente sobre Nuestra América.
Hasta hoy somos una mayoría de países dependientes, pero ante los profundos y dinámicos cambios, cuando tambalea el Nuevo Orden Mundial establecido por el poder hegemónico que agoniza, en lo nuevo que viene, ya sucumbió el criminal unilateralismo.
Esto produjo la desesperada carrera de los gobernantes estadounidenses por lograr el disciplinamiento de los países de nuestra región, mediante una geoestratégica recolonización por medios diversos, siempre violentos, aunque le llamen “golpe blando”.
Todo esto para controlar directamente los recursos naturales y grandes reservas minerales, agua y otras, de lo que considera su “patio trasero”.
En este ámbito Venezuela representa uno de los mayores desafíos para el plan imperial y su intento de dominación colonial, ya que es evidente la capacidad de resistencia de su pueblo y el gobierno bolivarianos.
Imaginaron mal los tanques pensantes de Washington, que con la muerte del presidente y líder de Venezuela y América Latina Hugo Chávez Frías, el 5 de marzo de 2013, el ex canciller y vicepresidente Nicolás Maduro no podía ganar las elecciones del 14 de abril de ese mismo año.
Por si fracasara esta visión, se había preparado un plan para desconocer los resultados y ya estaba circulando en la red de medios que respondían al poder hegemónico que iba a haber fraude, a pesar de que se había comprobado la imposibilidad de hacerlo con un voto electrónico inviolable y probado ante observadores de todo el mundo.
Esa misma noche de las elecciones y desde la madrugada del 15 de abril Henrique Capriles Radonski candidato de Primero Justicia, encabezando la Mesa de Unidad Democrática (MUD) después de desconocer el triunfo de Maduro llamó a la insurrección a sus seguidores, actuando grupos de choque motorizados, que sembraron muerte y destrucción, en centros de salud, maternidades escuelas infantiles, y una cantidad de organismos gubernamentales. El 16 ante el fracaso de no poder continuar, el mismo Capriles depuso su actitud.
Entre los golpistas estaban Leopoldo López, Corina Machado y otros, que hoy coinciden de nuevo en los planes en marcha, como lo estuvieron en todos los intentos golpistas desde 2002, cuando se produjo el golpe contra el entonces presidente Hugo Chávez Frías, que resultó ser el más corto en la historia de nuestra región y en el mundo.
Vale la pena recordar que el pueblo en las calles de Caracas con un librito de la nueva Constitución en las manos y fuerzas armadas patrióticas que se les unieron, derrotaron el golpe en menos de tres días.
Millones de venezolanos celebraron el retorno de su presidente elegido por la voluntad popular. Pero la oposición nunca detuvo la violencia y la mentira, financiada sin disimulo alguno por las Fundaciones y ONGs, de Estados Unidos y sus asociados, pero no pudieron acabar con la revolución bolivariana.
Muchas vidas se perdieron en el camino de las violencias opositoras, entre estos fue muy fuerte lo ocurrido en el intento golpista de 2017 que dejaron muerte y daños severos, y en 2019, cuando se intentó invadir a Venezuela, tratando de ingresar camiones con “ayuda humanitaria” desde Cúcuta, Colombia.
Para entonces, febrero de 2019, el diputado opositor Juan Guaidó, quien se había proclamado “presidente encargado” en enero de ese año en una calle de Caracas acompañado por un grupo de sus seguidores, encabezaba el intento de ingresar a Venezuela la supuesta “ayuda humanitaria” lo que se transformó en un show mediático, pero muy peligroso.
Detrás de esos camiones estaba preparada la invasión de Estados Unidos, previo desarrollo del plan con sus colaboradores internos, la derecha venezolana más radical.
El gobierno de Maduro impidió el ingreso de los dos camiones mientras que los propios opositores declararon a la prensa que esta “ayuda humanitaria” era importante y clave para lograr la salida de Maduro.
Curiosa situación, mientras se bloqueaba la compra de alimentos medicamentos y otras necesidades al gobierno venezolano, por la otra ¿Qué podían resolver dos camiones de “ayuda humanitaria?” que ni siquiera llevaban alimentos.
Hubo un momento en que la opositora Corina Machado reconoció ante la prensa, que el bloqueo de Estados Unidos afectaba al pueblo venezolano, pero que era “necesario” para lograr “que se levantaran “contra el gobierno ante la falta de alimentos y todas las falencias sufridas.
Estaba todo dicho, como luego lo haría la misma Machado cuando pedía abiertamente y sin subterfugios la invasión de Estados Unidos, y la instalación de la derecha en el poder.
Esto fue público y es la razón por lo cual constitucionalmente se podía declarar como “traidores a la patria” a quienes fueron responsables de los sufrimientos y muertes producidos por el bloqueo y de pedir nada menos que la invasión militar, con todo lo que estos significaría en vidas y entrega de soberanía.
De la misma manera no hubo rendición ante el bloqueo, a pesar de la brutal guerra económica, psicológica, política y desestabilizadora, recurriendo a todos los esquemas de la contrainsurgencia, con acciones violentas de mercenarios, sabotajes y asesinatos acompañados del terrorismo mediático, tan común en toda la región hasta estos días.
El bloqueo significó el saqueo de los millones de dólares depositados en los bancos de Estados Unidos, dinero venezolano de la venta de petróleo. Además, se apoderaron de la empresa CITGO, la mayor refinería de Venezuela en el mundo, mientras Gran Bretaña como antiguo pirata, que sigue siendo decidió quedarse con el oro depositado -como el de otros países- en Londres.
Además Washington arrastró a Europa en su tarea depredadora, imponiendo multas millonarias a los países, empresas y bancos que intentaran negociar con Venezuela. Durante la pasada pandemia fueron congelados los fondos adelantados para la compra de medicamentos, como fue el caso de un banco en Portugal.
Es una historia extraordinaria en sus detalles, que es imposible desarrollar en estas líneas, pero hay que recordar que en todos los casos la Organización de Estados Americanos (OEA) fue activa participante del golpismo desde 2013 cuando estaba el chileno José Miguel Insulza, y ahora el uruguayo Luis Almagro, que abiertamente participó en el golpe contra el presidente boliviano Evo Morales en 2019.
“A diferencia de 2018, con las elecciones celebradas en plena crisis económica (bajos precios internacionales del petróleo, elevado endeudamiento, fuerte contracción económica…), hoy la situación ha mejorado mucho. Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI) como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) de la ONU proyectan un crecimiento del PIB del 4% para 2024 en Venezuela” sostiene en un análisis del italiano Marco Comsolo, de la Izquierda Europea, tomado de su blog por la revista digital Politika de Chile.
Añade que “además la inflación se ha reducido significativamente con un freno parcial a la especulación cambiaria, ha disminuido el uso de facto del dólar y se ha restablecido la circulación del Bolívar (moneda nacional), también en forma digital. Ha habido avances en sanidad y educación (con una recuperación en torno al 30%), pero sobre todo en la estratégica autoproducción de alimentos: si tras la victoria de Chávez se importaba alrededor del 70 por ciento de los alimentos, hoy el 80 por ciento, se produce en el país. Un logro clave, rumbo a la soberanía alimentaria”.
Señala que “la decisiva producción de petróleo, que había caído a mínimos históricos en los últimos años, ha vuelto a acercarse al millón de barriles por día y ya no es el único producto de exportación. No es casualidad que multinacionales extranjeras como Chevron, Repsol y la italiana ENI estén trabajando en el país y buscando nuevos contratos”.
En su análisis considera que “tampoco es casualidad que, desde diciembre de 2023, en busca de petróleo, la Casa Blanca haya querido retomar el contacto con el gobierno venezolano, impulsada por la crisis en Oriente Medio y los peligros de transporte en el Mar Rojo. Lo ha hecho dejando de lado a la irritada y pendenciera oposición venezolana, sin abandonar el objetivo estratégico de derrotar al «chavismo» y a su expresión política. Pero la seguridad energética que puede representar Venezuela para todo el hemisferio occidental no tiene parangón en esta parte del mundo”.
Estamos viendo el renacer de Venezuela, evidenciado en las masivas movilizaciones en cada acto de Maduro y su equipo que permanece y se agiganta. La alegría es más que visible, aunque se la quiera ocultar en esta feroz campaña. El pueblo venezolano transmite esperanza, y no hay lugar para ambiguos y menos aún para aquellos que quieren olvidar la solidaridad venezolana aún en sus más dramáticos momentos.