Ni tantito así, ¡nada!
La advertencia, hecha por Ernesto Che Guevara, y parcialmente reproducida en el título de este artículo, suele repetirse a menudo, y debe hacerse con plena conciencia de lo que significa. El análisis de la realidad a la que aluden las palabras del Che exige tener en cuenta la compulsiva actitud mentirosa de los imperialistas, que, de tan omnipresente, puede terminar aceptada como algo natural y que sería estéril detenerse a desmentir. Incluso no solo estéril, sino hasta de mal gusto: cosa de aldeano puntilloso que pierde tiempo en el afán de devaluar lo “universal”.
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