Rebelión contra EE.UU y su Cumbre de las Américas excluyente
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, lideró el rechazo a la no invitación de Cuba, Venezuela y Nicaragua; lo imitó el de Bolivia Luis Arce y se sumó la Comunidad de Naciones Caribeñas. La reunión prevista para el 6 de junio podría transformarse en un serio traspié diplomático para Joe Biden.
CAPAC – por Gustavo Veiga, Derribando Muros
La Cumbre de las Américas puede convertirse en un duro traspié diplomático para Estados Unidos. Un golpe a su hegemonía fisurada cuando juegue de local. Prevista para el 6 de junio en Los Angeles, California, la reunión perdería consistencia porque varios presidentes de América Latina ya anunciaron o deslizaron que no concurrirán.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lideró el rechazo que generó la exclusión de Washington a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
El motivo es el descontento que generó la exclusión de Washington a Cuba, Venezuela y Nicaragua. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) lideró el rechazo a la decisión, lo imitó el de Bolivia Luis Arce y se sumó la Comunidad de Naciones Caribeñas (CARICOM) integrada por quince países, la gran mayoría ex colonias de habla inglesa. Sus líderes dijeron que no asistirán si no se revisa la medida.
También sumaron sus críticas Xiomara Castro, la primera mandataria de Honduras, y el presidente argentino, Alberto Fernández. Tampoco viajaría el de Brasil, Jair Bolsonaro, enfrentado con Joe Biden desde que le diera su apoyo a Donald Trump en las últimas elecciones. Sesenta años después, EE.UU vuelve a tomar una determinación con la misma lógica que la adoptada por la OEA cuando en 1962 expulsó a la isla en la Conferencia de Punta del Este. Como si continuara la Guerra Fría con la Unión Soviética en pleno siglo XXI.
Esta Cumbre, prevista para 2021, se postergó un año por la pandemia y se extenderá del 6 al 10 de junio próximos. Será la novena desde la primera realizada en Miami en 1994, cuando gobernaba Bill Clinton. Estados Unidos no eligió a Los Ángeles como sede porque sí. Es la segunda ciudad del país, tiene una comunidad latina muy representativa y la tercera cantidad de consulados en el mundo.
El Departamento de Estado señala en su página oficial algo que no se verifica en la práctica. El declamado carácter abierto y sin restricciones de su convocatoria a la Cumbre. Dice que “Estados Unidos ha demostrado, y seguirá demostrando, su compromiso con un proceso inclusivo que incorpora las aportaciones de las personas que representan la inmensa diversidad de nuestro hemisferio e incluye las voces indígenas y otras históricamente marginadas”.
La Cumbre se celebra, con ligeros cambios, una vez cada tres años desde 1994. Es la única reunión de todos los líderes de América del Norte, América Central, Sudamérica y el Caribe que suelen alinearse con la Casa Blanca. Esta vez se acentuará la impronta empresarial que le reserva siempre Estados Unidos. El gobierno de Washington tiene previstos tres foros. El que más representa sus intereses comerciales es la llamada Cuarta Cumbre de los CEOs de las Américas. Habrá otros dos; uno de la sociedad civil y otro de los Jóvenes de las Américas.
La exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua que EE.UU suponía que atravesaría sin demasiados sobresaltos, se transformó en un problema para Biden. El presidente mexicano declaró el martes pasado en una de sus habituales conferencias de prensa: “Si se excluye, si no se invita a todos, va a ir una representación del gobierno de México, pero no iría yo”. Acababa de regresar de La Habana donde se reunió con su colega, el presidente Miguel Díaz Canel.
A diferencia de otro mandatario mexicano, el derechista Vicente Fox, López Obrador no temió a la represalia de su poderoso vecino. Aquel quedó en la historia como un pusilánime en la Cumbre de 2004, cuando la grabación de un diálogo con Fidel Castro lo expuso al ridículo. Fox le pidió al líder revolucionario que viajara a México para el encuentro de presidentes, pero con una condición: “Mira Fidel, vienes, comes y te vas”, le dijo. No quería que se predispusiera mal George W. Bush, quien ocupaba la Casa Blanca.
Historias de sumisión como ésa y otras de rebeldía hacia lo que representa Estados Unidos, se dieron a lo largo de las ocho Cumbres realizadas hasta ahora. La de 2005 en Mar del Plata siempre será recordada como la del No al ALCA y en la de 2009 que organizó Trinidad y Tobago, el expresidente de Venezuela, Hugo Chávez, le regaló el libro Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano al presidente Barack Obama. Todo un gesto simbólico del comandante bolivariano. Eran otros tiempos aunque en Washington gobernara un miembro del partido Demócrata, como ahora.
En el mismo camino de AMLO, el presidente boliviano Arce escribió en su cuenta de Twitter: “De persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”. Se refería a que “una Cumbre de las Américas que excluye a países americanos no será una Cumbre de las Américas plena”. También desde la misma red social, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, señaló: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, no se guardó nada
El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, no se guardó nada sobre la determinación de Washington: “Poco podrá exhibir el gobierno de Estados Unidos en la Cumbre de las Américas después de la última campaña y elecciones presidenciales, del asalto al Capitolio, del involucramiento de políticos en la sedición y de la insuperable corrupción de la política”.
La descripción del ministro no es ajena a cómo funciona la relación de fuerzas en EE.UU, donde según el New York Times del 12 de mayo “el plan del gobierno de Biden para excluir a Cuba refleja las presiones políticas internas, incluido el intento de evitar provocar a Robert Menéndez, senador demócrata cubano-estadounidense por Nueva Jersey, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado y crítico acérrimo del gobierno cubano”.
Aunque Estados Unidos todavía no formalizó la entrega de las invitaciones a la Cumbre de Los Ángeles, su subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Brian Nichols, anticipó en una entrevista con el diario El País de España de que son bajas las chances de que “Washington invite a Cuba, Venezuela y Nicaragua”.
López Obrador, en cambio, sostuvo que no está todo perdido. Su viaje a La Habana el 7 de mayo demostró la solidez de los lazos históricos entre los dos países que ya llevan 120 años. Criticó el bloqueo de EE.UU, pidió por la presencia de la isla, Venezuela y Nicaragua en la Cumbre y anunció que le haría un desplante a Biden si mantiene la medida.
Estados Unidos pretende tratar en Los Ángeles dos temas – entre otros – que urgen a su gobierno: las políticas migratorias y de salud. México tiene demasiado que decir sobre el primero y Cuba demostró sobre el segundo que fue vanguardia mundial durante la pandemia. Es el único país latino que fabricó sus propias vacunas y envió a sus brigadas médicas Henry Reeve a veinte naciones cuando el Covid 19 hacia estragos en 2020.