¿Quiénes son los verdaderos terroristas?

La administración Trump ha vuelto a colocar a Cuba en la espuria y manipulada lista de “Estados patrocinadores de terrorismo”, un paso insólito y lleno de cinismo.

CAPAC – por Randy Alonso Falcón / tomado de Cubadebate, publicado originalmente en Al Mayadeen en castellano

Aunque apenas le restan 6 días en la Casa Blanca, el magnate neoyorkino no ha cejado en su obsesión anticubana, alentada por su Secretario de Estado Mike Pompeo (el exjefe de la CIA) y las fuerzas anticubanas en el Congreso.

Mientras no ha movido un dedo para enfrentar resueltamente el violento rebrote de COVID-19 que vive los Estados Unidos –con picos de más de 300 mil infectados y más de 4 mil muertes en un día-, Trump se ha tomado tiempo para aprobar varias medidas punitivas contra Cuba en los apenas 12 días que han transcurrido de enero 2021.

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Desde junio de 2017, en que firmó la nueva Directiva Presidencial para las relaciones con Cuba en un acto politiquero en Miami, Trump ha adoptado drásticas acciones para restringir al máximo los viajes y las remesas desde EE.UU a Cuba, impedir la llegada de combustibles al archipiélago caribeño, torpedear la inversión extrajera y perseguir las transacciones financieras cubanas.

Más de 120 medidas fueron adoptadas contra Cuba entre 2019 y 2020 (a ritmo de una por semana), con el objetivo de endurecer aún más el criminal bloqueo económico, comercial y financiero, que provoca penurias severas a la población cubana.

Al anunciar la reinclusión de Cuba en la unilateral Lista Negra (de la que el presidente Barack Obama la había retirado en 2015 en un claro acto de realismo político), el secretario de Estado Pompeo declaró con desparpajo: “Con esta medida volveremos a responsabilizar al Gobierno de Cuba y enviaremos un mensaje claro: el régimen de Castro debe poner fin a su apoyo al terrorismo internacional y la subversión de la justicia estadounidense”.

¿Quién fomenta el terrorismo internacional: Cuba, que ha sido garante del proceso de paz en Colombia e impulsa la batalla mundial contra las armas nucleares, o EE.UU, que ha apoyado al DAESH y sigue provocando muertes por doquier con sus guerras imperiales? ¿Quién es el terrorista: el gobierno que deja morir a sus ciudadanos por el coronavirus y es incapaz de liderar la batalla mundial contra la enfermedad, o la pequeña nación que ha dado una batalla ejemplar contra la COVID-19 y ha enviado a decenas de brigadas con miles de profesionales de la salud a numerosos países del mundo? ¿Quién promueve la subversión: Cuba, que se plantea una relación respetuosa basada en las diferencias, o Estados Unidos, que destina cada año no menos de 20 millones de dólares para programas injerencistas anticubanos y otras decenas de millones para financiar emisoras radiales y televisivas de corte manipulador y sedicioso dirigidas específicamente para Cuba?

No hay dudas de que el paso dado este lunes por la administración Trump es una grosera maniobra política, con el objetivo de torpedear cualquier intento del nuevo gobierno estadounidense de mejorar las relaciones con Cuba. Numerosos expertos legales y políticos han cuestionado abiertamente la decisión.

Así lo valoró el reconocido senador demócrata Patrick Leahy, próximo Presidente protémpore del Senado: “Esta designación descaradamente politizada es una burla a lo que había sido una forma objetiva y creíble de medir el apoyo activo de gobiernos extranjeros al terrorismo. Aquí no existe nada remotamente parecido. De hecho, el terrorismo interno en los Estados Unidos representa una amenaza mucho mayor para los estadounidenses que Cuba. El secretario Pompeo ha defendido los peores fracasos de la política exterior de Donald Trump, y al salir por la puerta parece decidido a poner las cosas lo más difíciles posible para su sucesor”.

Lejos de buscar los “terroristas” fuera, la Casa Blanca de Trump debió ocuparse en sus cuatro años de mandato de combatir el creciente terrorismo interno en su país. Por el contrario, lo que hizo fue alentarlo con su discurso de odio, xenófobo, racista y excluyente.

Sólo en 2019, los crímenes de odio en EE.UU crecieron al doble del año anterior, especialmente aquellos perpetrados por supremacistas blancos (fieles admiradores de Trump), según los datos registrados por el FBI. Es la mayor cifra registrada de estos denigrantes delitos en más de una década.

La violencia vivida el pasado 6 de enero en el Capitolio de Washington son el mejor testimonio de los dichos del Senador Leahy. El principal promotor de esos actos de coerción y terror tiene nombre: Donald Trump. ¿En qué lista lo pondrán?

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