Noam Chomsky: «Hay riesgos inminentes de una guerra civil en Estados Unidos»
En el marco del encuentro virtual de la Internacional Progresista, dijo que este es un momento «difícil», ya que combina la amenaza de una guerra nuclear, la catástrofe ecológica, la pandemia y la destrucción de la democracia. Pero a su vez está «lleno de esperanza para un mejor futuro».
CAPAC – Por María Daniela Yaccar, Página12
El actual es un momento «notable, único, importante», describió Noam Chomsky. «Difícil» pero a la vez «lleno de esperanza para un mejor futuro». Es un momento de «confluencia de distintas crisis muy fuertes» y sin fronteras: «catástrofes ambientales, amenaza de una guerra nuclear, la pandemia, destrucción de la democracia». El lingüista advirtió, además, sobre un «riesgo inminente» de guerra civil en Estados Unidos.
Chomsky brindó la conferencia magistral «Internacionalismo o extinción» en el marco de la primera cumbre (virtual) de la Internacional Progresista, que emergió en mayo para unir, organizar y movilizar a las fuerzas progresistas en un frente común y así frenar el avance de la derecha en el mundo.
«La Internacional Progresista (IP) tiene un papel crucial para determinar qué curso va a seguir la historia. La vida humana está en peligro directo y los grandes poderes imperialistas del momento están enfrentándose. El poder británico se está saliendo de Europa, volviéndose más un satélite de Estados Unidos de lo que ya era. Para la significación del futuro es importante ver qué pasa en la hegemonía global, disminuida por los delirios de Trump, pero con el poder y las ventajas militares de Estados Unidos», reflexionó el pensador de 91 años.
Cerca de la medianoche
«Una posible reelección de Trump sería una crisis final, terminal, que puede tener consecuencias muy serias. Hay otras crisis también: son las que hacen que le falten cinco a la medianoche. A la extinción. Hace 75 años vivimos debajo de este reloj que hace tic-tac», deslizó Chomsky. Al momento del lanzamiento de la bomba atómica se creía que la inteligencia humana había llegado al punto de «tener la capacidad de destrucción total de su especie». Todavía no se sabía que, más tarde, «iba a destruir el medio ambiente de esta manera, que ahora nos acerca a un punto final». A su vez, cada año de Trump en el poder también significa estar más cerca de la medianoche.
En tiempos de Covid-19 confluyen «las mismas crisis de siempre», a las que la pandemia se suma: la amenaza de una guerra nuclear, la catástrofe ecológica, la destrucción de la democracia. «Podría parecer fuera de lugar el tema de la democracia. No lo es. Es ese desmoronamiento el que permite las otras dos amenazas de exterminación. Los ciudadanos informados, comprometidos en un proceso democrático real, no dejarían que pasen estas otras dos amenazas», explicó.
«Estas tres amenazas han ido en aumento gracias a las políticas de Trump. Ha ido desmoronando las políticas de control de las armas y desarrollado armas más peligrosas; ha disminuido las protecciones contra las amenazas de una guerra nuclear. Se ha dedicado a destruir el medio ambiente y cualquier sustento de la vida. Ha abierto los últimos lugares protegidos contra la explotación petrolera, por ejemplo.» En síntesis, el presidente de Estados Unidos lleva adelante «políticas sistemáticas de desmantelamiento de las políticas de regulación para proteger al medio ambiente y a las poblaciones de las contaminaciones tóxicas ante la explotación petrolera de la energía fósil».
En la charla, Chomsky definió desde un principio el rol de la Internacional Progresista en este complejo panorama mundial: «No entremos en pánico ahora y actuemos en función de esto. Las crisis que estamos enfrentando en este momento único son internacionales. Las catástrofes ambientales, la guerra nuclear, la pandemia… no tienen frontera ninguno de estos peligros. Puede haber diferencias entre países, pero hay troncos comunes».
Riesgos de una guerra civil en Estados Unidos
En otro pasaje, cuestionó el hecho de que Trump otorgue cargos en el gobierno sin aprobación del Senado, a los que «va cambiando para que estén dispuestos» a seguir su voluntad. «No hay voces independientes. El Congreso había establecido hace mucho tiempo que un inspector general monitoree el trabajo de la rama ejecutiva, pero viendo la corrupción que ha dejado Trump en Washington podemos ver claramente que no está funcionando», criticó. «Trump empezó a decir que si no le gusta el resultado de las elecciones no va a dejar su puesto. Es una amenaza directa», alertó.
Si bien «la jefatura militar publicó una carta en la que recordó su deber constitucional de sacar del poder a un presidente que no quisiera dejarlo», hay que tener en cuenta a las unidades paramilitares que «se han ido repartiendo en el país para asustar a la población». «En ausencia de una victoria de Trump muy clara hay riesgos inminentes de guerra civil. Son palabras fuertes, que no habíamos escuchado nunca en voces públicas. No lo digo yo; lo dicen otras personas. Mucha gente tiene ese miedo. Nada de este estilo había pasado en la compleja historia de la democracia parlamentaria. La megalomanía que domina el mundo, la de Trump, para él ya no es suficiente. Podría no respetar la Constitución y hacer lo que él llama ‘negociar’ para un tercer mandato.»
El filósofo señaló que «la agenda de Trump para los ricos va más allá del neoliberalismo». Los expertos en políticas fiscales han detectado que por primera vez en los últimos siglos los billonarios pagan menos impuestos que los trabajadores, lo cual les implica «una gran victoria dentro de la guerra de clase». «Eso se llama tener la hegemonía», sentenció.
Las dos internacionales
El neoliberalismo trajo concentración de la riqueza, estancamiento para la mayoría de la población y riesgos para la democracia, aparte de otras consecuencias mundiales «no sorpresivas», como «el resentimiento y el descontento» hacia las instituciones políticas y económicas. «Todo esto ha abierto un espacio para los demagogos, que pretenden ser los salvadores, mientras le echan la culpa a chivos expiatorios como China. Es el mundo en que estamos viviendo. Por eso estamos en estas crisis», analizó, luego de un repaso histórico en torno a los orígenes de la ideología neoliberal y su parentesco con el fascismo.
En este contexto, la Internacional Progresista apareció para oponerse a la «otra internacional», la reaccionaria, encabezada por Trump, y de la que también forman parte Jair Bolsonaro, en Brasil; «los dictadores del Golfo»; Abdel Fatah al Sisie en Egipto y Benjamin Netanyahu en Israel en Medio Oriente; Narendra Modi en India y Viktor Orban en Europa.
Dos internacionales dividen al mundo. Una es de los Estados. La otra, de los movimientos populares. «Cada una es una representación de la fuerzas sociales en juego. Son una imagen de los mundos que podrían emerger despues de la pandemia. Una quiere construir una versión aún más dura del neoliberalismo, aumentar la vigilancia y el control; la otra está buscando cómo construir un mundo en paz y justo,con un buen manejo de los recursos dedicados a servir a los intereses de los seres humanos, en vez de a los de una minoría. A nivel global podemos ver estas interacciones: no es una exageración decir que el futuro de la experiencia humana depende del resultado de esta batalla que se está dando en este momento.»
El optimismo de la voluntad
La conferencia continuó con una mesa redonda con participación de la escritora y activista keniana Nanjala Nyabola, el activista y filósofo afroestadounidense Cornel West y el diputado laborista John McDonnell.
La de West –también actor de films como Matrix recargado— fue una intervención bella, poética. Sumó un factor más a la confluencia de crisis. Una crisis «de la imaginación». Hay que dar, entonces, una lucha «intelectual e ideológica». «Puede haber una crisis nuclear mañana, o una catástrofe económica y ecológica, pero hay también una catástrofe cívica: la gente no puede ni imaginar lo que se parecería a una vida pública vibrante y viva», expresó el filósofo, e instó a recuperar valores perdidos: integridad intelectual, decencia, honestidad. «Lo mejor de la especie humana es el amor, la felicidad, el juego, la comunidad. Hay que alimentar una rebeldía colectiva para abrir mundos posibles.»
Haciéndose eco de lo planteado por los integrantes de la mesa, Chomsky se refirió a las «cualidades humanas» que emergieron en la pandemia, como la «ayuda mutua». Se hace más fuerte allí donde las personas están más oprimidas y son más pobres. «Se juntan para ayudarse y conseguir comida, mucho más que la gente estancada en sus departamentos. Por ejemplo en Brasil, en las favelas. No tienen acceso a nada. El gobierno no ha hecho nada. Pero se están organizando y tienen sistemas de apoyo mutuo. ¿Quién lo empezó? Las bandas criminales de estos barrios. Transformaron su misión para organizar la ayuda mutua», destacó.
Gramsci apareció varias veces en la conversación: «Estamos viviendo en la edad de los monstruos cuando el nuevo mundo todavía no ha emergido», propuso el pensador, quien instó a mantener el pesimismo intelectual pero, también, el optimismo de la voluntad. «El movimiento de Black Lives Matter no salió de la nada. Ha sido un proceso de conciencia creciente durante muchos años. A la fecha es el movimiento social más grande de la historia de Estados Unidos, más que el de Luther King. Además es internacional. Los blancos y los negros juntos, luchando con ideas muy importantes. No sólo contra el asesinato de la Policía a los afroamericanos sino con ideas de cómo luchar contra el racismo y la opresión de clase. La IP se enfoca en estos temas para sacarnos de la edad de los monstruos y dejarnos entrar en un mundo de justicia», dijo.
Finalmente, llamó a la sociedad a deshacerse de la industria de la energía fósil: «No la necesitamos». Para él debería quedar en manos de la clase trabajadora y funcionar en base a «programas sostenibles». «El banco mundial debería ser un banco público. Estamos cerca de esto a medida que la conciencia va cambiando. Hace diez años, después de la crisis de 2008 de las viviendas, Obama básicamente ha nacionalizado la industria automotriz. Si les devolvemos esa industria a los poderes van a seguir haciendo lo que siempre han hecho. Podríamos entregarla a las comunidades y a la fuerza trabajadora», sugirió. Y concluyó: «Hace menos de 100 años la gente tenía en claro que las relaciones laborales de las fábricas eran intolerables. El Nuevo Acuerdo Verde tiene que tener eso en su centro».