Kenia y Fidel, ¿Quién encantó más a quién?
Kenia Otaño Fundora, matancera, cenaguera de pies a cabeza (como ella misma se denomina), tiene actualmente 30 años, y aunque han pasado dos décadas, mantiene esa ‘chispa’, espontaneidad, franqueza, integralidad, excelencia en la comunicación y ese ‘ángel’, con que probablemente encantó a Fidel Castro Ruz, aquel día de abril.
CAPAC- Por Yurina Piñeiro Jiménez/ Tomado de Cubadebate / Fotos: Cortesía de la entrevistada.
Quizás lo deseo tanto, pero tanto tanto, -como aconsejaba El Principito- que su sueño se hizo realidad.
Era 19 y abril del año 2001. Una niña de diez años, que aparentaba mucho menos edad por su marcada pequeñez de estatura, subió a la plataforma e hizo una alocución memorable. Su mirada y toda su energía, que no era poca, enfocadas, desde la primera palabra, en quien quería conquistar.
«Cuando supe que él iba a estar en la tribuna por el 40 aniversario de la Victoria de Playa Girón, la emoción fue inmensa. Los niños repetíamos que nuestro segundo padre era Fidel. Y siempre tuve la ilusión de poder conocerlo. Lo veía por la televisión y me preguntaba si se haría realidad mi sueño», rememora Kenia.
El día del acto, al escuchar que el Comandante estaba ya en el lugar, insistió una vez más con quien la había atendido en los ensayos, para poder conocer a su ídolo. A la hora de la tribuna, volvió a insistir la chiquilla, pero le contestaron que no sabían si era posible porque no dependía de ellos.
Recuerda que estuvo ansiosa todo el tiempo esperando si sería posible o no, así que optó por llamar su atención. «Siempre quise llamar la atención de Fidel, para ver si podía, aunque sea darle un beso. Llegué al escenario, pronuncié mi discurso, acompañado por una poesía de la autoría de mi padre. Lo miré siempre, siempre lo estuve mirando a él, bien fijo. Y cuando acaba la tribuna… me manda a buscar”.
Primeras palabras con Fidel
«Lo primero que me dijo fue: ‘Me gustó mucho lo que hiciste’. Y yo le dije: ‘Gracias, Comandante’. Entonces entablamos una breve conversación. Le regalé dos libros de mi papá y me aseguró que se los leería. Jocosamente le digo: – Bueno, Comandante, ¡nos vemos en el Congreso! (porque era una de las pioneras electas para participar en el Tercer Congreso Pioneril), entonces me responde: – ¡Ah!¡¿por qué también vas al Congreso?! Nos vemos allá».
Ese mismo día, Fidel visita el Conjunto Artístico Comunitario “Korimakao” y allí lo veo nuevamente, pues era una de las protagonistas del espectáculo. Me dice: – ¡Pero es que estás en todos lados! Y le contesto: – Sí, a mí me encanta el arte. Y él me dijo: – Que bueno, el arte es importante. Entonces iniciamos otra pequeña conversación y los pioneros de la escuela que estaban allí, también tuvieron la oportunidad de verlo de cerca, de compartir un rato con él».
Quizás fue la poesía
Kenia Otaño Fundora, matancera, cenaguera de pies a cabeza (como ella misma se denomina), tiene actualmente 30 años, y aunque han pasado dos décadas, mantiene esa ‘chispa’, espontaneidad, franqueza, integralidad, excelencia en la comunicación y ese ‘ángel’, con que probablemente encantó a Fidel Castro Ruz, aquel día de abril.
No sabe aún, qué de ella cautivaba al Comandante, pero piensa y se le escapa un pensamiento: “Quizás fue la poesía”. Dice que le recalcaba: “Me gusta que siempre digas una poesía”. A partir de entonces, cada discurso de Kenia culminaría con versos escritos por su padre.
Lo más especial del encuentro inolvidable
Después del primer encuentro con el líder de la nación cubana acontecerían muchos otros, porque Fidel encontraba algo en la voz y proyección de aquella pequeñina que lo impulsaba a invitarla, como declamadora, a diferentes eventos.
El 1ro de mayo de ese propio año, Kenia conocería la Plaza de la Revolución, hablaría ante miles y miles de cubanos presentes en el desfile por el Día Internacional de los Trabajadores. Una vez más, era Fidel, y no otra persona, su centro de atención. Miriam Yanet Martín González, entonces presidenta nacional de los pioneros, le informa que participaría en el desfile. Ella, ¡dispuestísima! Solo tres filas las separan del ídolo de su abuelo, quien combatiera contra los mercenarios en defensa de Girón.
Oído aguzado. Escucha cuando el gigante de la Sierra dice: «¿Dónde está Kenia?».
«Aquello me llegó a lo más profundo. Que no se le hubiese olvidado mi nombre. Ni siquiera preguntó por la niña, dijo: ‘Dónde está Kenia’. Sentí un orgullo inmenso, la verdad.
Me coge de la mano y jaranea conmigo: ‘Oye guajira, agárrate fuerte de mi mano, que aquí en La Habana te puedes perder’. Me agarré de su mano y empezamos a caminar, entonces yo le decía:-Pero tú también eres guajiro”, evoca la joven periodista de la emisora La Voz de la Victoria.
Todo el malecón marchando junto al Pionero Mayor, al llegar a la tribuna antimperialista, Fidel la invita: «Vamos a ver a un amigo». Se detuvieron frente a la estatua de José Martí. «¿Sabes que Martí es un amigo de los pueblos y escribió mucho para los niños? ¿Lees mucho a Martí?», pregunto él. Con su naturalidad peculiar, ella le contestó: «Sí, algo».
«Siempre le di una respuesta sincera, nunca le dije más, ni le inventé nada porque me trasmitía confianza para hacerlo», explica Kenia.
Varias veces en el día, Fidel provoca el diálogo con la pequeña: «¿Tu mamá y tu papá vendrán hoy?» -No sé, Comandante. Y el insistía: «Yo creo que ya se olvidaron de ti, te van a dejar aquí en La Habana». –No, no, ellos me tienen que venir a recoger porque ellos saben que a mí me gusta vivir allá.
La lleva para el Consejo de Estado. Ya en el entorno de las cuatro de la tarde, el mandatario-amigo le comenta a su pequeña invitada que tienen que almorzar porque sus padres no llegan y hay muchos ancianos allí. Su respuesta, definitiva: «¡Claro!» La sientan a su lado. La charla continúa.
«Tuve la oportunidad de ver lo que comía, de ver como comía. Y el también disfrutó. Me miraba y me decía: ‘No estas comiendo nada’. Y yo le contestaba: ‘Ni tú tampoco’. Teníamos siempre, ese diálogo de confianza, que no me hacía sentir nerviosa, ni acorralada, al contrario, me sentía muy bien».
Allí, mientras las personas mayores conversaban sobre asuntos de mayores, la ‘biyaya’ recorrió todo el lugar, resbaló por los pasillos, fue una niña a plenitud. Fidel la llama, que le tiene una sorpresa: sus padres están allí. Él los había invitado a participar de la cena.
Los hace pasar a su oficina. Le permite a su amiga de poco más de un metro de estatura, hacer lo que quiera, tocar lo que le llame la atención…Hablan de muchas cosas, incluida la idea de que se quedaran en La Habana un tiempo para hacerle estudios a la niña porque la ve muy chiquita. Él no se cansa de mostrarle afecto.
«Mira el regalo que te tengo. Me enseñó la foto de él y yo el día de la tribuna en Girón. Cogió el bolígrafo y la dedicó: ‘Para Kenia, cariñosamente, Fidel Castro Ruz’. Y encima le puso la fecha».
Un encuentro muy especial, a decir de Kenia, el más importante con Fidel, «un día inolvidable». «Es que tuve la oportunidad de sentirlo muy cerca, estar junto a él mucho tiempo, casi todo un día y una noche hasta las dos de la madrugada».
Kenia, ¿el momento más especial, entre tantas experiencias especiales, ese día?, le pregunto.
Su voz se entrecorta. Logra controlar el sentimiento que aflora. «Cuando me dio la mano. Sentí tanta seguridad… Sentí que a partir de ese momento nada malo me podía pasar. Sentí en ese momento confianza, aprendí en ese momento a quererlo más».
Último encuentro, pero no fin del afecto
Es 2005, ya Kenia tiene 15 años. Pero Fidel sigue reclamando su presencia. Esta vez en un acto en el Teatro Karl Marx. Como detalle, la jovencita le obsequia una foto de su cumpleaños. Él se siente feliz porque dice que Kenia ha crecido un poco. Ella le comenta que quiere estudiar Periodismo. Él la anima: «Yo confió en que vas a ser buena periodista. Talento tienes de sobra».
Fue el último encuentro, el último beso, el último abrazo… Fidel se accidenta en Santa Clara, meses después. Comienzan los problemas de salud del Comandante. Llega un periodo de incomunicación, aunque Kenia intenta acercarse.
«Sentí mucho vacío. Siempre mantuve la ilusión de que un día todos los niños que habíamos compartido tantos momentos con Fidel, nos reuniríamos nuevamente con él, pero no sucedió».
Pasa el tiempo. Llega el 13 de agosto de 2014. Necesita enviarle un mensaje a quien considera su segundo padre, que está cumpliendo 88 años. Cubadebate es el medio. Entonces comenta el artículo Cuba y el mundo celebran aniversario 88 de Fidel.
Kenia Otaño Fundora dijo:
Hoy con todo el placer del mundo deseo felicitar a una persona que ha sido muy importante en mi vida, un hombre de cual me siento orgullosa por tantas cosas buenas, por tantas ideas grandes, por tanta inteligencia y bondad, por tanto humanismo y solidaridad, por ser como es, por ser mi ídolo entre tanta gente, por ser Fidel, Feliz cumpleaños mi Comandante, como de costumbre le quiero dedicar un poema que me hizo mi papá para usted.
Una vez pude escuchar
de cerca su voz serena
y corrió por cada vena
que tengo, un golpe de mar.
Por eso le quiero dar,
la constelación más alta
a su figura que exalta
toda la bondad de un dios,
darle sin temor mi voz
por si un día le hace falta.
Pude ver en su mirada,
un manantial de verdad,
y una flor de libertad
en su pupila grabada.
Vi su piel aceitunada
por tantas horas de fuego,
es por eso que le entrego
toda la visión que exista
y disponga de mi vista
por si un día queda ciego.
Cuando en Santa Clara el veinte
de Octubre se accidentó,
todo su pueblo lloró
por el fatal accidente.
Pero en un místico ambiente
se desenredó el tropel,
era el Che que en su corcel
de historia vino corriendo,
y con su boina diciendo
ten mi rodilla Fidel.
Yo también, yo le daría
mis rodillas y mis piernas,
para que sean eternas
sus marchas de rebeldía.
Mi verso mi poesía,
mi alma y mi voluntad,
y le doy con humildad
mis manos, mi vida, todo!
y pueda usted de ese modo
Vivir una eternidad!
88 y mil años más le deseo pueda vivir, para que siga guiándonos por el camino correcto, para alcanzar las metas que nos propone la vida, para viajar por la historia y para defender junto a usted esta revolución que tanto queremos todos los cubanos.
Feliz cumpleaños mi comandante, aquí en la Ciénaga de Zapata existe una persona que lo quiere con todo su corazón. Kenia Otaño Fundora.
Sufrió su adiós, como solo siente una hija. Lo honró cuando abrazó el Periodismo como arma de defensa de los ideales más nobles. Le mostró afecto inmenso, cuando un día, su pequeña Elis le preguntó por el hombre y la niña de la foto, y ella le explicó cuán especial era esa persona en su vida, a tal punto que… «A ella le encanta. De hecho, a veces me dice: Por qué no le dices a Fidel, o Por qué no llamas a Fidel».
Hoy día, aún, Kenia Otaño Fundora honra a su Comandante y amigo, cuando al hablar de él, la emoción puede más que ella misma, -que sigue siendo pequeña, pero incontenible-, y termina la entrevista diciéndome: «A mí Fidel me marcó la vida».