En Venezuela sepultarán el “Proyecto Guaidó” con la fuerza de los votos

El proyecto de nuevos líderes contrarrevolucionarios montado por la CIA y ONGs financiadas por la USAID y entrenados en Servia, se desmorona con la fuerza de los votos del 6D.

CAPAC – fuente Misión Verdad

Desde el año 2007, mediante el financiamiento de organizaciones ligadas a la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés) como, por ejemplo, la serbia CANVAS, se ha venido configurando una nueva élite dirigente del antichavismo.

Se trata de una nueva capa de «líderes» extraídos de las clases medias y altas de la sociedad venezolana, radicada en universidades privadas e identificada con los valores estadounidenses, la cual hizo su aparición en la escena nacional durante las protestas violentas desatadas luego de la no renovación de la concesión al canal privado RCTV por orden legal del Estado venezolano, medio que por demás fue agente del golpe en la primera década del siglo XXI.

Esa nueva generación de líderes fue entrenada durante años en Serbia, México y Colombia para asumir un rol dirigencial. Fue preparada en tácticas de protestas, propaganda y creación de movimientos insurreccionales para derrocar gobiernos, replicando la experiencia de las denominadas «revoluciones de colores» en Serbia y países de Europa del Este, ubicados anteriormente en el área de influencia estratégica de la extinta Unión Soviética.

Freddy Guevara, Yon Goicoechea, Juan Guaidó y otros «dirigentes» serían los principales productos políticos de esa línea de ensamblaje gestionada por Estados Unidos.

En principio, se trataba de construir una generación de relevo a los partidos y líderes tradicionales que sobrevivieron al ocaso de la Cuarta República. Estados Unidos necesitaba jóvenes moldeables, sin experiencia, en los cuales introyectar un espíritu anticomunista, neoliberal y de revancha permanente frente al chavismo.

En síntesis, necesitaba una nueva generación de políticos dóciles que se viera a sí mismo como brazo ejecutor de los valores, planes y necesidades de Estados Unidos como potencia. Necesitaba de una generación de relevo con profundo odio hacia la soberanía nacional de Venezuela.

Justamente en esta generación se apoyó la operación de «cambio de régimen» que se desplegó en 2014, cuando estos «líderes» juveniles asumieron el papel de rectores del antichavismo no solo en la promoción de protestas violentas, sino a nivel institucional, consolidando posiciones de mando en la Asamblea Nacional a partir de 2016.

Parlamento Antirrepublicano

Este nuevo estamento de políticas proestadounidenses dominó políticamente el Parlamento nacional desde la victoria antichavista en diciembre de 2015. Desde este espacio impulsaron una agenda destituyente, de fractura institucional por arriba, y de socavamiento de las conquistas sociales y culturales de la Revolución Bolivariana aguas abajo.

Canalizaron las primeras acciones de desestabilización económica que luego escalarían en un férreo bloqueo económico, financiero y comercial gestionado por el gobierno de los Estados Unidos.

Se posicionaron como una factoría extranjera, revestida como una casa de representación de los intereses comerciales y financieros de Estados Unidos en Venezuela.

La posición dominante de esta nueva casta política en la Asamblea Nacional favoreció no solamente el choque de poderes, sino que legitimó acciones armadas, grupos terroristas, intentos de golpe de Estado y un sinfín de operaciones dirigidas a debilitar el tejido político-institucional, económico y social de la República.

Por último, la Asamblea Nacional se constituyó como la base de un «Estado paralelo» artificial, enfocado en la usurpación de funciones en todas las esferas del Estado, lo que incluyó principalmente las representaciones diplomáticas, la gestión de empresas y activos internacionales, el manejo de cuentas públicas en el extranjero, la gestión de litigios contra la República y el perfeccionamiento de las estrategias de bloqueo económico.

El Parlamento fue inutilizado y, en consecuencia, la generación de políticos pro estadounidenses actuaron con el objetivo de destrozar al país para conseguir un atajo viable de asalto al poder político.

Los Sepultureros

El 6 de diciembre, pero sobre todo sus consecuencias, es una oportunidad histórica para recuperar las funciones constitucionales de la Asamblea Nacional, tras cinco años de ser utilizada como una factoría de intereses extranjeros por parte del antichavismo.

Con ello el «proyecto Guaidó» será enterrado con la fuerza de los votos de los venezolanos. La casta política antichavista que manejó el Parlamento nacional desde 2016 perderá su principal espacio de poder e influencia en la política venezolana, lo cual abre el umbral para la reinstitucionalización de la Asamblea Nacional.

Esa misma casta ligada a Guaidó utilizó el poder legislativo para apoderarse ilegalmente de empresas venezolanas en el extranjero, las cuales se han transformado en nidos de corrupción, tráfico de influencias y daños financieros para el país.

Por si aquello fuera poco, la saliente cohorte de la Asamblea Nacional ha contribuido a la profundización de la crisis económica al solicitar, gestionar y coordinar un conjunto de medidas coercitivas unilaterales y bloqueos contra las áreas sensibles de la economía venezolana. La institucionalidad venezolana fue manipulada por esa élite para dañar profundamente a la República, atentando contra sí misma y la estabilidad en general de Venezuela.

No en balde aquéllos le temen a una medición electoral y no creen en la democracia que tanto promocionan. Ellos consideran que la fuente de legitimidad del Parlamento proviene de la Casa Blanca y no de los votos del pueblo venezolano. Para pensar y actuar en función de esa idea fueron formados y entrenados por la CIA desde 2007.

Con las elecciones parlamentarias se abre un nuevo capítulo de la política venezolana, y con suerte dará pie a una nueva generación de políticos más cercanos a los intereses venezolanos y menos atraído por los estadounidenses.

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