Cuba: Mujeres rurales, todas en una
La campaña “Soy Todas” busca articular proyectos individuales de mujeres y se acompañar para crecer en su liderazgo, ligado al área productiva.
CAPAC- Por Ania Terrero/ Tomado de Cubadebate/ Fotos: Osvaldo Gutiérrez Gómez/ ACN .
Cuando Yunia pensó producir jugos con las frutas sobrantes del kiosco que gestionaba junto a su hermano, nadie -ni ella misma- pudo imaginar lo lejos que llegaría el arriesgado proyecto. Siete años después, lo que comenzó con una máquina criolla, unos pocos proveedores y un local cercano a la línea del tren, se convirtió en un emprendimiento referente dentro de Guanabacoa.
“Salió de mi imaginación hacer una juguera porque teníamos mucho desperdicio. Yo solita eché adelante la idea y empecé a adquirir cada vez más productos que la hicieran factible”, me cuenta por teléfono, cerca de las diez de la noche, cuando finalmente conseguimos hablar con calma.
Incluso en tiempos de pandemia no es fácil contactar a Yunia Mora Villafaña. Dedica casi todos sus esfuerzos a que las jugueras “Dos Hermanos” se sostengan y prosperen. Cuando no supervisa la producción y venta en “el puesto de la línea” o el nuevo local del mercado Taca, negocia con proveedores, firma contratos con cooperativas o establece alianzas.
Nunca para de soñar: articula esfuerzos con el gobierno municipal para extender la experiencia a otros mercados agropecuarios, busca nuevas tecnologías para producir más y mejor, asiste a capacitaciones con otras emprendedoras e intenta sumar más mujeres. “Me gusta ayudar a mi género, que prosperen igual que yo, que se sientan emprendedoras”, insiste.
Por supuesto, abrirse camino en espacios rurales y de producción de alimentos no fue sencillo. La sociedad aún reserva miradas prejuiciadas y desconfiadas para aquellas que trabajan en ámbitos asociados a lo masculino.
“A veces los hombres, cuando hacen negocios con las mujeres, son un poco más cohibidos. He tenido algunas trabas porque la mayoría de los involucrados con este tipo de proyectos son hombres. Al principio fue más complejo, pero se han ido adaptando”, relata.
Junto al empeño innegable de Yunia, la labor sistemática del proyecto Acelerar la producción sostenible de alimentos en municipios cubanos (PROSAM) también contribuyó al éxito de las jugueras “Dos Hermanos”.
“Se ha visto un incremento de la venta, tengo más sistemas de refrigeración, con la máquina que ellos me ofertaron el jugo sale mucho mejor. Son cosas que, si no me las hubieran facilitado, a lo mejor las habría adquirido a largo plazo, pero agradezco que se haya dado la posibilidad ahora y saber aprovecharla”, explica.
A ella, como a Maryanis, Lázara, Kety y otras trabajadoras rurales, la iniciativ coordinada por el Instituto de Suelos (IS) del Ministerio de la Agricultura (MINAG), con apoyo del Gobierno de Canadá, Care y Oxfam en Cuba, le ha permitido abrirse paso con conocimientos y recursos, más allá de las trabas machistas.
Durante los últimos cinco años, PROSAM ha trabajado para incrementar la producción agrícola sostenible de mujeres y hombres en los municipios urbanos y suburbanos Artemisa, Bejucal, Guanabacoa, Güines y Madruga; a través de la disposición de asistencia técnica y el apoyo con equipamiento.
En paralelo, promueve procesos sostenibles hacia la igualdad de género. Acciones diversas permiten a las emprendedoras y las comunidades de los territorios beneficiados formarse en capacidades técnicas y perspectiva de género, acceder a recursos e intercambiar experiencias con otras mujeres.
No es casual entonces que, cuando se cumple un año de la COVID-19 en Cuba, con todas las tensiones que supuso para las mujeres en los ámbitos domésticos, el proyecto lance la campaña Soy Todas. Porque visibilizar las contribuciones diferenciadas de productoras y lideresas a la soberanía alimentaria y la sostenibilidad resulta cada vez más importante, y no es tarea fácil. Sus puntos de partida ponen la mirada, otra vez, en los prejuicios machistas que nuestra sociedad arrastra.
Mujeres en el campo, los desafíos
La creencia urbana de que campo es igual a atraso, la creencia machista de que la mujer puede menos y la creencia clasista de que en el campo no hay conocimiento invisibilizan los aportes femeninos en los espacios rurales, indica la investigación previa al lanzamiento de la campaña Soy Todas.
Una encuesta virtual aplicada a 56 personas asociadas a la producción de alimentos y profesionales de los medios de comunicación detectó la carga doméstica como principal problema para las mujeres rurales, seguido por la violencia psicológica y la violencia física basadas en género.
Kenia Lorenzo, especialista de género de PROSAM, explicó a Cubadebate que el diagnóstico realizado mostró realidades documentadas en investigaciones previas de mayor alcance.
“En particular, resalta problemas asociados a la mayor carga doméstica de estas mujeres respecto a los hombres. Ellas, además de las labores domésticas y de cuidado en el hogar, despliegan labores productivas y de apoyo a la producción familiar que no se reconocen ni se remuneran y, la mayoría de las veces, no tienen control sobre los ingresos que se generan a partir de sus aportes”, dijo.
Otros conflictos apuntan a cómo las mujeres en puestos de dirección encuentran más dificultades que los hombres para que sus propuestas sean tenidas en cuenta, y a los bajos niveles de acceso a las TIC, lo que limita sus posibilidades de participar en todos los escenarios.
Los entrevistados confirmaron el origen de muchos de estos problemas en la persistencia de prejuicios y estereotipos machistas, sostenidos también por ellas, que limitan el desarrollo de las trabajadoras.
Los efectos del machismo en el campo no son noticia nueva. Desde hace varios años se trabaja para resolverlos. La apuesta por la equidad no es casual.
En 2015, Cuba aprobó la estrategia de género del Sistema de la Agricultura en Cuba y luego, en 2020, el Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, que incluye la equidad de género y generacional entre sus enfoques estratégicos.
En los espacios donde se han implementado, más mujeres se integran al sector como productoras, jefas de finca, lideresas de iniciativas agropecuarias, en empleos formales, con remuneración y beneficios cada vez más ajustados a sus necesidades.
La especialista de género de PROSAM insiste en la necesidad de ir más allá, de visibilizar el liderazgo de estas trabajadoras rurales en sus comunidades, en su familia, en el sector y potenciarlo con ganancias para su autonomía, autocuidado y proyectos de vida.
Tras un año de COVID-19, dichos empeños suman nuevos desafíos. Aunque en los últimos doce meses ellas jugaron roles claves en la respuesta a la crisis, son constantes los llamados de atención sobre el aumento de la carga de cuidados en mujeres, las desigualdades en cuanto a trabajo y acceso, y la violencia basada en género producto del confinamiento.
Idania de Jesús Escobar, referente de género en Artemisa, aseguró a nuestro medio que la participación de las cubanas en la producción de alimentos se mantuvo constante. Sin embargo, señaló, se hizo más evidente la necesidad de continuar incidiendo sobre las brechas de género y luchando por oportunidades para ellas en los espacios rurales.
La contribución sostenida de las cubanas en este sector significó sobrecargas y reajustes puertas adentro del hogar. “Ellas han sentido la carga de cuidar a toda la familia, no sólo de su alimentación e higiene, sino ante una pandemia con riesgos a la vida mayormente las personas más vulnerables”, explicó Lorenzo.
El reto de la corresponsabilidad con los cuidados ha cobrado más fuerza en este período, con una mirada a lo interno de la familia, las cooperativas y entidades de la agricultura, con posibilidad de brindar servicios y acciones de apoyo al cuidado, insistió.
Miradas al futuro: Soy Todas
El diagnóstico realizado durante la preparación de la campaña Soy Todas confirmó también la importancia de una construcción equitativa de los procesos de cara a una producción de alimentos sostenible a largo plazo.
Entre los encuestados hubo un reconocimiento generalizado de que ellas aportan significativamente a la soberanía alimentaria, aunque esto no siempre es visibilizado. Señalaron su incidencia en la dieta balanceada de la familia, la atención al autoabastecimiento, y la producción en patios y parcelas. Además, conectan con los problemas de otras mujeres y con la agenda feminista de manera general.
«Son mayoría entre quienes gestionan patios y parcelas, lideran la gestión de fincas familiares y recuperan suelos, gestionan el agua con eficiencia y cuidan animales de traspatio. Seleccionan el menú de la familia, lo elaboran y llevan la carga mental de lo que hay, lo que falta, lo que nutre”, explicó Kenia Lorenzo.
Urge entonces identificar sus prácticas innovadoras con criterios desde el ecofeminismo y divulgarlas para su réplica y aprendizaje, por sus contribuciones a la resiliencia.
En ese camino, es necesario un cambio sistémico y holístico que se sustente en estrategias de desarrollo y nuevos mecanismos de gestión municipal, integrados con la participación ciudadana responsable y un cambio de imaginarios y sistemas de relaciones, indicó Elena Gentili, directora de Oxfam en Cuba, durante el lanzamiento virtual de la campaña.
“El rol de la mujer en el avance de la agroecología, como pilar de la soberanía alimentaria, es fundamental para el derecho a la alimentación y la sostenibilidad ambiental”, dijo.
Es, una vez más, cuestión de derechos y justicia social. “Si ellas no están, como actoras, con sus liderazgos, con sus capacidades, entonces no es un proceso justo y no se realizará plenamente el derecho a la alimentación”, insistió Lorenzo.
Como parte de esos esfuerzos, nace Soy Todas. La campaña, que fue presentada el pasado 12 de marzo de forma virtual, intenta visibilizar el aporte de las mujeres a la soberanía alimentaria y mostrar sus aprendizajes en la implementación de prácticas de agricultura sostenible.
Su estrategia de comunicación focaliza en las distintas acciones y roles que asumen las mujeres respecto a varios ámbitos principales: la producción, el autoabastecimiento, el liderazgo y el autocuidado. Parte de la idea de que cada mujer lleva muchas dentro, porque son a la vez activista, proveedora, gestora, creadora, y tiene maneras diferentes de vivir esas aristas de su propio universo y de enfrentar los retos que cada una supone.
Además, conectan con otras, con la causa de todas, en un sistema patriarcal que pone límites a la justicia y a la plenitud de la vida para todas las personas.
Carla Vitantonio, representante de CARE en Cuba, comentó a Cubadebate que, aunque las personas que trabajan en PROSAM promueven la igualdad de género todos los días a través de sus acciones, el proceso se cumple también a través de la comunicación.
«Muchas mujeres, y porque no muchos hombres, pueden tomar ejemplo de la experiencia de vida de quienes participan en Soy Todas. Entonces, mientras de un lado se hace el proceso, sembrando con las acciones del día a día, de otro lado se comunica, para amplificar sus efectos positivos y dar a otras y otros la posibilidad de beneficiar”, comentó.
Junto con la campaña, llegó la Plataforma virtual “Soy Todas”, que representa visualmente iniciativas de mujeres en los diferentes roles, aristas o actividades en las cuales se destacan. Las cubanas suscritas en este sitio comparten metas comunes, las articulan con sus proyectos individuales y se acompañan para crecer en su liderazgo, para que crezca la unidad productiva, la comunidad, el país.
Están en sintonía con el espíritu de Yunia Mora, la emprendedora que sacó adelante unas jugueras exitosas, cuando justo antes de terminar nuestra entrevista me dice: “A las que están empezando les digo que no se rindan, nunca. No tengan miedo. Nosotras podemos enfrentarnos a cualquier tipo de situación”.
Ahí, en la producción de alimentos, ya lo demostraron. Bien vale la pena visibilizar sus esfuerzos y facilitarles el camino.