La pandemia abre diferencias sociales, contrapone vacuna y salud pública a la medicina de mercado
En el debate mundial sobre las vacunas, debe prevalecer la voz de los equipos médico-sanitarios y las instituciones de investigación autorizadas; y entre estos, el de la verdadera ciencia; el que está al servicio de la vida humana en un contexto de catástrofe mundial, con una pandemia de consecuencias mortales a niveles de las guerras mundiales.
CAPAC – Por Helena Iono – Corresponsal de Patria Latina en Argentina
No es casual que los anti-vacunas, los opositores al debate científico, son los mismos poderes político-mediáticos que reducen el tema de la fabricación de vacunas -o vacunación- al campo ideológico; son los anti-vacunas «rusas», «chinas», «cubanas», que no se refieren a Pfizer-BioNtech ni a Oxford-Astrazenica como una vacuna «norteamericana» o «inglesa». Omiten que detrás de las vacunas se encuentran organismos científicos reconocidos que las autorizan o fabrican, controlados por el Estado, con probada competencia como el Instituto Ruso Gamaleya (desde que la URSS llevó al hombre a la Luna); Sinopharm con sus 2 vacunas (Instituto de Productos Biológicos de Wuhan e Instituto de Productos Biológicos de Beijing); reconocidos en Argentina por ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica), y en Brasil por ANVISA, respectivamente. Mientras tanto, las vacunas Pfyzer y Oxford-Astrazenica (con participación privada), se nombran simplemente por el nombre del laboratorio fabricante, con poca mención de los países de origen.
Ciertamente, los países no importan, ni es el caso de “ideologizar” la vacuna; todos pueden ser acogidos en un contexto de contención y emergencia. Todos están obligados por la transparencia científica, a ser un bien público sin fronteras. Asimismo, no hay perjuicio, es un derecho de la sociedad exigir a Pfyzer todas las explicaciones sobre su fabricación, sus restricciones y reglas de imposición ilegal, comercialización y distribución descontrolada (en algunos países como Canadá, Europa y los propios EE.UU.) y negociaciones inciertas con ciertos gobiernos. Es de conocimiento público que Pfyzer es una multinacional de medicamentos y sigue la lógica del mercado.
Por otro lado, es necesario hacer una defensa clara, rechazando criterios ideológicos (que no existían contra la vacuna del ébola), una vez que las bases científicas (por varios organismos internacionales) de las vacunas Sputnik-V, Coronavac, Soberana I y II (ahora producidas en Cuba) fueron expuestas y aprobadas; hay que basarse en la premisa de que son productos de países con gobiernos que han priorizado la vida humana, la eliminación del hambre, de la exclusión y la desigualdad social; con esquemas de acción ejemplares por parte del Estado, dando conciencia a la sociedad en la lucha contra la Pandemia, basada en una estructura eficiente de salud pública, antes mismo de la propia pandemia. Decir esto no es “ideologizar” las vacunas. Es para comprobar que aparece en un contexto en el que Covid-19 puso a prueba todas las estructuras de salud de países capitalistas, socialistas, o en camino al socialismo. La pandemia expuso la decadencia económica y moral del capitalismo. Objetivamente, es necesario aclarar a la opinión pública (tarea fundamental de los medios de comunicación y comunicadores sociales) que no es casualidad que países de economías planificadas con experiencias socialistas no solo hayan creado vacunas valiosas, sino que cuenten con un plan nacional de salud pública que ha funcionado durante años y ha tenido éxito en la lucha contra la pandemia, como es el caso de China, Rusia, Vietnam, e incluso países bloqueados por el imperialismo como Cuba y Venezuela, que han mostrado un notable éxito en la lucha contra la pandemia, con muy pocas bajas en comparación a nivel mundial. Mientras que en los EE.UU. murieron más víctimas de Covid-19 que en la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietnam juntas. Basta con mirar las estadísticas de infectados y muertos por millón.
El escritor brasilero Fernando Morais, quien viajó con Lula a Cuba, contrajo Covid-19 en el vuelo, se curó del mismo en Cuba, le agradeció y relató su experiencia en Revista Fórum: “Según los datos, mientras Cuba tiene 1.062 infectados por millón de habitantes, totalizando 11.687 casos, entre marzo y diciembre de 2020, Brasil tenía 35.510 infectados por millón, con más de 7,5 millones en total. En cuanto al número de muertes, hubo 13 muertes por millón en Cuba, un total de 147 muertes. En Brasil, hubo 905 muertes por millón, 192.681 hasta diciembre del año pasado”. Cuba acaba de anunciar que producirá 100 millones de dosis de la vacuna Soberana 1 y Soberana 2, suficientes para proteger a su población y distribuir a los países que las necesiten. Esta es la Cuba, bloqueada económicamente por Estados Unidos, que curó y salvaguardó la vida al ex-presidente Lula del Covid-19.
Paralelamente, en una reciente reunión entre Cuba y Venezuela, el Banco del ALBA-TCP acaba de anunciar que creará un Banco de Vacunas para la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) con el con el fin de garantizar la vacunación y los remedios para los pueblos del Caribe oriental, a saber: Antigua y Barbuda, Granada, Saint Kitts y Nevis, Dominica y San Vicente y las Granadinas. La pandemia ha reavivado necesidades como la integración latinoamericana de la era de Hugo Chávez, que ha sido golpeada en los últimos años por la contraofensiva neoliberal y legal en el continente. Es necesario retomar la histórica UNASUR y crear una Unasur sanitaria. La histórica ayuda del gobierno de Maduro de Venezuela, el oxígeno de la solidaridad con Manaus, además de salvar vidas, reactivó la unión internacional de sindicatos y trabajadores Venezuela-Brasil. Un salto político de las Centrales Sindicales que contagiaron a la Federación Nacional de Sindicatos Chinos (ACFTU) y al Foro de Centrales Sindicales Brasileñas para negociar la liberación de insumos retenidos en Indía para la producción de vacunas chinas en Brasil.
La decisión del gobierno chino de retractarse de su anterior decisión (de no enviar insumos en represalia al gobierno de Bolsonaro, ofensivo y de derecha), responde al llamado de los trabajadores brasileños, en un contexto de gran presión social por el “impeachment de Bolsonaro”, contra el genocidio inducido por el abandono del pueblo frente a la Pandemia, por el colapso total de la estructura de salud pública. Un delito de responsabilidad, al que ahora se suma su decisión de compra de vacunas para el sector privado. ¡Eso es un negocio de vacunas! Un movimiento contra el Plan Nacional de Salud Pública, la vacunación selectiva, la exclusión social para favorecer abiertamente a las élites.
Aumenta la decepción del electorado bolsonarista perdido, víctima del propio Covid-19, con tantas víctimas que negaron el virus y pagaron con la vida, que ya no soportan la bravuconería y pifias del “líder” que se convirtió en genocida. ¡Del negacionismo a la usurpación de la vacuna del pueblo! Hacer negocios con vacunas para incentivar la meritocracia, los patrones, es corrupción, es otro delito contra la salud pública, tanto como desactivar salas de cuidados intensivos y dejar sin oxígeno a los hospitales.
La vacuna contra el covid19 no es una cura, sino una prevención, de contención en la emergencia; es un bien público. El Estado debe garantizar la vacuna a toda la población, priorizando a los más vulnerables. Este es el plan de vacunación aplicado en China, Rusia, Vietnam, Cuba, Venezuela y muchos otros, incluida Argentina. Las primeras cargas de Sputinik-V ya llegaron al país y ya se ha iniciado el proceso de vacunación para toda la población, sin cargo, para los trabajadores esenciales: médicos, enfermeras y sanitarios, docentes y educadores, policías, profesionales del transporte, y seguirán a los mayores de 60 años y, enseguida, a los que compiten por derecho y necesidad. De todos modos, a pesar de la enorme oposición de Macri, Patrícia Bulrrich y JXC para desestabilizar al gobierno, con la campaña anti-cuarentena, anti-vacunas Sputnik-V, Argentina sigue su plan de adquirir los 10 millones de vacunas con Rusia y otros 22 millones fabricados conjuntamente (México-Argentina) de la vacuna Oxford-Astrazenica, y negocia la misma cantidad con la china Sinopharm. Debido a la enorme demanda mundial de la vacuna Sputnik-V (incluso la solicitó la alemana Merkel), se superó la capacidad de producción de Gamaleya, junto con el Fondo Ruso de Inversión Directa (RDIF), considerando las necesidades del propio pueblo ruso, se vieron obligados a disminuir la cantidad de envíos semanales (1 millón) previstos para Argentina; pero cientos de miles ya han llegado al país en 3 vuelos consecutivos de Aerolíneas Argentinas desde fines de diciembre. El ritmo de llegada se ralentiza, pero Rusia ya ha garantizado que Argentina (el primer país de América Latina en aprobar la Sputnik-V) recibirá el total previsto en el acuerdo bilateral. De las 240.000 vacunas que llegaron en uno de los vuelos a Argentina, 20.000 fueron enviadas a la hermana República de Bolivia.
Además de la adquisición de vacunas, el CONICET (Centro Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), vaciado en la era Macri, se reactiva para fabricar una vacuna argentina en colaboración con la Universidad de la Costa y la Universidad de San Martín. En varias situaciones, se ha utilizado un suero equino o la transfusión de sangre humana con anticuerpos de pacientes curados de Covid-19 con buenos resultados para la curación de pacientes críticos. Argentina, cuyo sistema de salud sufrió un gran revés con la reducción del Ministerio de Salud en la Secretaría del gobierno de Macri, como advirtió la ex-presidenta Cristina Kirchner, necesita recuperarse con urgencia, sobre todo ante la pandemia. Sin embargo, a diferencia de Bolsonaro-Pazuello de Brasil, Argentina tiene un Plan Nacional de Salud contra la pandemia sin intereses sometidos a la ley de mercado, que puedan involucrarla en la guerra mundial por las vacunas. La distribución de estas y sus insumos, como dijo acertadamente el presidente Putin, en la reciente reunión de Davos, debe responder a las necesidades de los más necesitados, incluidos los países africanos: «Se debe proporcionar ayuda a los estados que necesitan apoyo, incluidos los africanos [. ..] Me refiero al aumento en el volumen de las pruebas y la realización de la vacunación. Vemos que la vacunación masiva está disponible hoy principalmente para los ciudadanos de los países desarrollados, mientras que cientos de millones de personas en el planeta están desamparadas incluso de la esperanza de recibr tal protección». Lea discurso completo donde Putin, en Davos, señala que el escenario actual se asemeja al preámbulo de la Segunda Guerra Mundial.
La pandemia abrió diferencias sociales, brechas de clases, enfrentamientos entre la vacuna y la salud pública contra la medicina de mercado. Un momento histórico muy complicado que solo se puede superar con unidad, solidaridad entre los pueblos, con políticas públicas y de Estado con mucha voz y participación popular.