16 de junio de 1955, la masacre de la derecha argentina, el bombardeo a plaza de mayo ocultado por los medios

“Todo lo que se oculta renace. Todo lo que renace no muere jamás” – Bombardeo a Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 en el intento de asesinar al Presidente Juan Domingo Perón: el genocidio de la derecha argentina que los medios dominantes ocultaron durante décadas

CAPAC – por Héctor Sosa en Motor Económico

Hoy, un hoy en tiempos de una derecha que prioriza el dinero por encima de la vida y el odio como método de confrontación. Hoy en tiempos de nuevos soportes tecnológicos, de mentiras organizadas, con un mundo donde el vértigo de una información devora a la próxima y las sociedades son construidas en la «Cultura del apuro». De un apuro que atomiza ideas y pensamientos y que oculta verdades, de la misma forma que lo hizo la prensa de la derecha que quemó, robó y escondió todo documento audiovisual que mostrara el primer gran genocidio producido en Argentina: los bombardeos a Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955. Y que lo sigue haciendo ahora.

Perón había sido electo por amplia mayoría en 1951 y los diarios, revistas, agencias y radios tenían prohibido hablar de la masacre.Y eso fue. Centenares de muertos y heridos: niños, mujeres, trabajadores y estudiantes cayeron bajo las bombas de «La Libertad».

Hoy, que se cumple otro año del feroz bombardeo. De una masacre a civiles, que tuvo como objetivo derrocar a Perón e instalar una dictadura política y económica

El 16 de junio estaba programada una exhibición aérea en homenaje a José de San Martín, que fue aprovechada por los golpistas para ejecutar el plan. Desde la Base Naval de Morón partieron los primeros aviones que bombardearían la plaza. Luego serían acompañados por aviones Gloster salidos de la Base Aérea de Punta Indio.

Apenas pasado el mediodía las bombas comenzaron a llover sobre Plaza de Mayo y comenzaron a correr las víctimas. Una de las primeras descargas dio de lleno sobre un trolebus repleto de pasajeros. Los comandos de infantes y civiles avanzaron sobre sus objetivos siendo repelidos primero por los Granaderos de guardia en la Rosada y más tarde por las multitudes de trabajadores que, convocadas por la CGT, se lanzaron a defender al gobierno poniendo su cuerpo en Plaza de Mayo.

En total se lanzaron 14 toneladas de explosivos. Pero el mayor número de víctimas de esa gris jornada no se produjo por las bombas, sino por el ametrallamiento deliberado sobre grupos de civiles cerca de la CGT y frente al Ministerio de Marina rebelde.

Los comandos civiles tomaron Radio Mitre y desde allí lanzaron su proclama: “Argentinos, argentinos, escuchad este anuncio del cielo volcado por fin sobre la tierra. El tirano ha muerto. Nuestra patria desde hoy es libre. Dios sea loado. Compatriotas: las fuerzas de la liberación económica, democrática y republicana han terminado con el tirano. La aviación de la patria al servicio de la libertad ha destruido su refugio y el tirano ha muerto”.

Además de los más de trescientos muertos, el ataque dejó como saldo más de mil doscientos heridos. Entre ellos pibes y pibas que salían de las escuelas, trabajadores y trabajadoras y mujeres embarazadas.

La resistencia de los trabajadores que se movilizaron masivamente armados de lo que tuvieran a mano para defender a Perón y las divisiones de los militares provocaron la derrota de la sublevación. El elevado número de víctimas, la saña criminal contra el pueblo y los cadáveres que poblaban la plaza provocaron la furia popular que esa misma noche salió a quemar iglesias como revancha.

El ataque, ante la ausencia del Presidente y de sus ministros, constituyó desde el inicio una agresión destinada a sembrar el terror entre la población y así quebrar la adhesión popular al gobierno constitucional. Clara muestra de ello es que solo doce de las más de trescientas víctimas mortales se encontraban dentro de la Casa de Gobierno, en la que impactaron veintinueve bombas, de las cuales seis no estallaron.

El resto de las bombas y los proyectiles de grueso calibre disparados desde los aviones y también por los infantes de Marina que intentaron asaltar la Casa Rosada estuvieron dirigidos a una población que vio su cotidianeidad interrumpida por la primera incursión de la Aviación Naval aquel jueves frío y nublado de junio de 1955. El ataque aéreo se realizó en sucesivas oleadas entre las 12:40 y las 17:40. La Casa Rosada, la Plaza de Mayo y sus adyacencias (donde se registró el mayor número de víctimas), el Departamento Central de Policía y la residencia presidencial (ubicada donde hoy está la Biblioteca Nacional) fueron los principales objetivos. Además de los más de trescientos muertos, el ataque dejó como saldo más de mil doscientos heridos.

Tres centenares de civiles armados (llamados “comandos civiles”) intervinieron en acciones colaterales como la ocupación de Radio Mitre, a través de la cual se lanzó una proclama que dio a Perón por muerto.

El Bombardeo no sólo fue un antecedente directo del golpe de Estado de 1955, consumado en el día 16 de septiembre con activa participación del Ejército, hasta entonces leal a Perón. Además, inauguró un ciclo de autoritarismo, represión estatal y persecución política que tuvo su máxima expresión en la dictadura cívico-militar iniciada en marzo de 1976.

Los vasos comunicantes entre el ataque de junio de 1955 y la última dictadura se evidencian, también, en algunos de sus protagonistas: los tres ayudantes del ministro de Marina, contralmirante Olivieri, máxima autoridad militar de los conspiradores, eran los capitanes de fragata Emilio Eduardo Massera, Horacio Mayorga y Oscar Montes. Massera fue miembro de la Junta Militar que asaltó el poder en marzo de 1976; Mayorga estuvo involucrado en la Masacre de Trelew, en la que se asesinó a sangre fría a diecinueve prisioneros en la Base Almirante Zar de esa ciudad el 22 de agosto de 1972); y Montes se desempeñó como Canciller y como titular de la Fuerza de Tareas 3 de la Armada, y en cuanto tal fue jefe de la ESMA, durante la última dictadura cívico-militar.

Muchos de los responsables del Bombardeo se refugiaron en Uruguay una vez fracasado el intento de golpe. Allí fueron recibidos en el aeropuerto de Carrasco por el capitán Carlos Guillermo Suárez Mason, prófugo de la Justicia argentina desde su participación en un levantamiento militar contra el presidente Perón en septiembre de 1951. En tiempos de la última dictadura, Suárez Mason sería comandante del Primer Cuerpo de Ejército y, como tal, máximo responsable de la represión en esa jurisdicción militar. Luego, convertiría a YPF en la única petrolera del mundo con pérdidas sistemáticas. Además, varios de los pilotos y tripulantes de aviones que escaparon del país serían más tarde acusados por delitos de lesa humanidad durante la última dictadura cívico-militar, poniendo de relieve los vínculos entre los golpistas y criminales de 1955 y los de 1976.

Durante décadas, el Bombardeo a Plaza de Mayo permaneció como un hecho olvidado de la historia argentina. Recién en 2005, por iniciativa del Presidente Néstor Kirchner, la Secretaría de Derechos Humanos inició una investigación sobre el ataque del 16 de junio de 1955. Luego, en 2008, durante el mandato inicial de Cristina Fernández de Kirchner, se inauguró el primer monumento oficial en homenaje a las víctimas del Bombardeo, ubicado en las inmediaciones de la Plaza de Mayo.

Un año después se sancionó la ley 26.564, que otorgó el derecho a percibir indemnizaciones a las víctimas del ataque. En el marco de estas políticas, al cumplirse el 55vo aniversario del hecho el Archivo Nacional de la Memoria publicó una investigación histórica que reconstruyó lo ocurrido durante el Bombardeo y realizó entrevistas a sobrevivientes y otros protagonistas de la jornada de junio de 1955.

Todo lo que se oculta renace. Todo lo que renace no muere jamás.

Jamás.

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