Operación Carlota, símbolo de amistad entre Cuba y Angola

 La Operación Carlota, cuyo inicio hace 50 años los cubanos conmemoran este 5 de noviembre, deviene hazaña militar que consolidó los lazos amistosos y solidarios entre el país caribeño y África, consideran diversas fuentes.

CAPAC.- tomado de Prensa Latina

Por Oscar Bravo Fong

El envío de tropas a Angola, al otro lado del Atlántico, con alrededor de 300 mil cubanos que se involucraron en aquella epopeya desde noviembre de 1975 hasta mayo de 1991, posibilitó alcanzar la definitiva independencia angoleña, y también la liberación de Namibia y la derrota del régimen sudafricano del apartheid.

Según datos históricos, la noche del 4 al 5 de noviembre de 1975 en reunión encabezada por el Comandante en Jefe, Fidel Castro (1926-2016), se decidió el traslado de tropas cubanas al territorio africano.

En medio de una compleja situación militar, Angola era atacada en diversos lugares por grupos mercenarios y fuerzas organizadas, armadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos.

Es en ese difícil contexto en el que el presidente, Aghostino Neto (1922-1979), líder del Movimiento Popular para la Liberación de Angola, solicita ayuda militar a Cuba y combatientes de la Isla y de ese territorio, logran frustrar juntos los planes del enemigo, y la nación africana proclama su independencia el 11 de noviembre de 1975.

A la distancia de varios años de la solidaria ayuda al pueblo de Neto y en recordación de quienes lucharon y dieron su vida en el marco de la Operación Carlota, los internacionalistas cubanos, trabajadores de la Agencia Prensa Latina, Francisco Díaz González Linares y Joaquín Rodríguez Aguilera, ofrecieron sus valiosos testimonios a esta publicación.

Para ambos resulta satisfactorio haber contribuido siendo muy jóvenes aún, junto a otros miles de hijos de la patria de José Martí, a preservar la independencia del país de África Austral, excolonia de Portugal, y cuyas riquezas naturales anhelaban controlar países occidentales, como Estados Unidos.

Con orgullo, Francisco, quien fue a la provincia de Cabinda con 18 años de edad, expresa que “Yo estuve en Angola desde 1981 hasta el 25 de abril de 1983. Estuve integrado a una batería antiaérea en Cabinda, perteneciente a un batallón de tanques T-55 y fungía como tirador de una pieza antiaérea de 14,5 milímetros”.

Y prosigue: Allí en ese enclave, en el que también se desplegaron tanques T-34, entre otros medios de guerra, protegíamos el Aeropuerto de Cabinda, y nos apostábamos en el borde de la frontera con Zaire, donde había movimientos de tropas enemigas y prendían muchas luces para impresionarnos.

“Ahí no hubo combates directos, pero si, escaramuzas; el enemigo te ponía minas, recuerdo que debido a la explosión de un artefacto colocado en el camino murió el pipero de la unidad, lo cual sentimos mucho”, sostiene.

Sobre su labor personal en el batallón, el excombatiente también expone que operaba una de las posiciones de la batería encima de una montaña, por lo cual durante su estancia corrió riesgos de que el enemigo pudiera dispararle.

Estábamos situados además muy cerca de la selva Maiombe, en la que había alimañas como serpientes y mosquitos, comenta el entrevistado, quien ostenta por su destacada misión diversos reconocimientos, entre ellas las Medallas de Combatiente Internacionalista y la de la Victoria Cuba-Angola.

Tras sostener que las tropas cubanas junto a las angoleñas vencieron en la contienda bélica, el director de Auditoría de Prensa Latina, quien fue a ese país como soldado, manifiesta que su hermano, el mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, César Díaz (hoy retirado), también tributó como internacionalista.

Por su parte, Rodríguez Aguilera, relata que cuando se trasladó a Angola como precadete de la Escuela Camilo Cienfuegos, situada en La Cabaña, tenía solo 18 años de edad, y resultó ubicado en el seno de la 20 Brigada de Funda, a unos 37 kilómetros de Luanda, la capital del país.

En ese sitio, dentro del batallón los alistados entrenábamos como tropas especiales, y realizamos exploración en profundidad para detectar movimientos de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola, y tomamos parte en aseguramientos para transportar la técnica que se enviaba a Cuba.

Como uno de los momentos más significativos de su estancia en esa época, el hoy director administrativo en Prensa Latina, apunta que lo marcó mucho el tomar parte en un desfile ante los restos de los combatientes cubanos caídos en el cumplimiento de su deber.

Recuerdo -afirma- que el último cuerpo exánime que se transportó a la Isla fue el del Comandante Raúl Díaz Arguelles, primer jefe de la misión cubana en Angola, quien murió en Cuanza Sur el 11 de noviembre de 1975, cuando el transportador blindado en que se trasladaba hizo contacto con una mina antitanque.

Como el combatiente Francisco, Joaquín coincide en que en el terruño de Neto, aprendieron mucho de la idiosincrasia y de las formas de vida de ese pueblo, sumido otrora en la explotación y la miseria, y que hoy se desarrolla y construye en paz su futuro.

En Angola, como dijera Fidel, “nosotros no buscamos ningún interés material “, algo que los imperialistas no entienden, simplemente cumplimos con un elemental deber internacionalista cuando ayudamos a ese pueblo.

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