La traducción de una foto. Los nuevos Pentágonos de Trump

El 20 de enero pasado en la llamada Rotonda del edificio del Capitolio en Washington D.C. tuvo lugar la ceremonia de ascenso al poder del presidente número 47 (ya había sido el 45) de Estados Unidos, Donald Trump. El evento fue singular por un grupo de razones, entre ellas, que no tuvo lugar al aire libre en las escalinatas del propio edificio, como era costumbre en los últimos 40 años. Las explicaciones públicas ofrecidas para justificar tal cambio fueron desde las inclemencias del tiempo (siempre frecuentes en esa época del año), hasta la posibilidad de que se organizaran protestas masivas que empañaran la celebración.

CAPAC.- José R. Cabañas Rodríguez, tomado de Telesur

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(De izq. a der.) El director ejecutivo de Meta, Mark Zuckerberg, Lauren Sanchez, el empresario estadounidense Jeff Bezos, el director ejecutivo de Alphabet Inc y Google, Sundar Pichai, y el director ejecutivo de Teska y SpaceX, Elon Musk, asisten a la ceremonia de investidura en la que Donald Trump prestará juramento como el 47.º presidente de Estados Unidos en la Rotonda del Capitolio de Estados Unidos en Washington, DC, el 20 de enero de 2025. (Foto de Julia Demaree Nikhinson / POOL / AFP) (Foto de JULIA DEMAREE NIKHINSON/POOL/AFP vía Getty Images)

De todos modos, la ceremonia resultó un hecho singular por otras muchas causas y, entre otras, hay al menos una que fue recogida en varias instantáneas de diferentes fotógrafos que apuntaron sus lentes en una misma dirección. Se trata posiblemente de las fotos que en toda la historia hayan agrupado simbólicamente la mayor cantidad de millones de dólares por pixeles.

Allí estaban cubiertos de toda modestia los señores Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Zundar Pichai y Elon Musk en una misma fila. Pero si usted giraba un tanto el eje del disparo del obturador también podía recoger la imagen de Tim Cook.

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(De izq. a der.) El director ejecutivo de Apple, Tim Cook, Vivek Ramaswamy y la candidata a secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, asisten a la ceremonia de investidura antes de que Donald Trump preste juramento como el 47.º presidente de Estados Unidos en la Rotonda del Capitolio de Estados Unidos en Washington, DC, el 20 de enero de 2025. (Foto de SAUL LOEB / POOL / AFP) (Foto de SAUL LOEB/POOL/AFP vía Getty Images)

La mayoría de ellos había viajado en días previos para conversaciones privadas en Mar A Lago, propiedad privada en La Florida del reelegido presidente. No trascendieron apuntes públicos de lo hablado allí.

Esos invitados fueron situados por el servicio de Protocolo federal por delante de políticos y personalidades que en días subsiguientes podrían ser ratificados o no como miembros del nuevo gabinete.

La mayoría de la prensa cubrió el hecho enfatizando en las relaciones del nuevo mandatario con el gran capital, dejando entrever que el ejecutivo estaría al servicio de oligarcas, o mencionando el asalto de los billonarios a los más altos puestos de gobierno. Pero, sin negar lo anterior, hubo importantes datos que se dejaron, intencionalmente o no, fuera del relato.

Mencionamos algunas estadísticas que nos pueden acercar a otras conclusiones.

Mark Zuckerberg es ejecutivo principal de la empresa Meta, que agrupa bajo su estructura a las tres más grandes plataformas (Facebook, Instagram y WhatsApp) de intercambio de información para Estados Unidos y una buena parte del mundo, donde se publican más de mil millones de historias diariamente. A ellas se asoma el 77% de todos los usuarios de Internet. Un estimado de 3.590 millones de personas son activas en al menos una de las tres plataformas.

Solo en el 2024 Facebook (una de ellas) tuvo ganancias por 117.000 millones de dólares, un crecimiento del 36% en comparación con el 2020.

Jeff Bezos, aparece actualmente como ex ejecutivo principal  y fundador de Amazon, empresa que cuenta con 310 millones de clientes habituales en todo el mundo, pero que en el 2023 recibió 2.200 millones de visitas en sus plataformas de ventas. Sólo en el 2023 Amazon facturó más de 570.000 millones de dólares, lo que supuso un crecimiento del 12% respecto al año anterior.

El alejamiento de Bezos de la dirección de Amazon tiene que ver con la prioridad que presta  a inversiones que realiza actualmente en las industrias de la robótica y la inteligencia artificial como Swiss-Mile en Europa, Figure AI y Skild AI.

Sundar Pichai es por su parte el máximo ejecutivo de Alphabet, empresa que tiene como principal componente en su estructura a Google, el buscador al que acceden mil millones de personas de todo el mundo, para hacer dos millones de millones de búsquedas en un año.

Alphabet anunció a inicios del 2025 que había obtenido beneficios netos en el año precedente por 100.118 millones de dólares, para un crecimiento del 36%, de ellos se registraron como ingresos 350.018 millones de la misma moneda, un 14% superior al ejercicio precedente.

Elon Musk por su parte es más conocido por sus éxitos y derrotas al frente de Tesla y SpaceX, compañía esta última que pretende crear una red de comunicación internacional al margen de la función regulatoria de las autoridades nacionales. Su apuesta por las redes sociales es más modesta quizás que las anteriores pues su juguete político Twitter, rebautizado como X, alcanzaba a inicios del 2024 apenas 611 millones de usuarios, quienes estaban concentrados en los segmentos de toma de decisiones a escala internacional. Los ingresos anuales de X en los últimos doce meses fueron solo 2.700 millones de dólares, con una ganancia neta de 1.250 millones.

Por último, Tim Cook, es el director ejecutivo de Apple, compañía que ha producido un estimado de 2.200 dispositivos comerciales (no militares) de comunicación que se usan en todo el mundo, siendo el líder en cuanto a los llamados teléfonos inteligentes y las tabletas. Su tienda de aplicaciones en línea atrae a 650 millones de usuarios semanales. Sólo en el último trimestre del 2024 dicha compañía facturó productos por un valor de 124.300 millones de dólares, que le reportaron 36.300 millones en ganancias.

Al leer estos datos cualquier lector llegaría a la importante conclusión de que con amigos como estos no se necesitan los tradicionales comités de acción política, que han plagado y corrompido la política estadounidense durante años. La función de esos comités fue tradicionalmente recoger fondos, para apoyar las campañas de candidatos a cualquier puesto electivo, a cualquier nivel de gobierno (federal, estado, condado, o ciudad), que permitieran atraer votos, para finalmente influir en la agenda que desarrolle cada político.

Lo que puede escapar a nuestra atención es la cantidad de información que manejan tales ejecutivos y sus engendros empresariales sobre todos y cada uno de los ciudadanos que en Estados Unidos participan en el proceso electoral (menos del 50% con derecho). Con ese nivel de datos tales mecanismos digitales tienen la posibilidad de influir en el criterio del elector sin convocar a un mitin, pagar artículos en la prensa, o poner carteles en los barrios.

Puede revisarse la bibliografía en la última década que atestigua la cantidad de veces que legisladores federales o estaduales estadounidenses preocupados por el excesivo poder de estos medios, convocaron audiencias en las que se citaron a dichos empresarios, o a sus directivos, para prestar testimonio. En varias de ellas se habló tibiamente de imponer algún tipo de regulación sobre sus conductas, o prácticas empresariales, algo que ha sido imposible hasta hoy y que prácticamente se puede descartar en el futuro. Hay varios videos que muestran a prominentes senadores con una actitud genuflexa y complaciente frente a estos empresarios.

Sus empresas han constituido ya estados dentro de otro estado y entre ellas ha articulado una especie de sistema multilateral, que opera al margen de las Naciones Unidas y todos los organismos que se le subordinan. En el territorio digital tienen sus propias reglas, su población, los recursos económicos necesarios para operar, la gobernanza no es electiva y las fronteras están marcadas solo por lo que cada usuario sea capaz de defender como su soberanía. Como paradoja aparecen como prestadores de servicios, cuando en realidad cobran y hasta roban la invaluable información personal que aportan sus clientes.

Si estas realidades fueran (o son) un peligro solo para los estadounidenses, el problema sería grande, pero no demasiado. La internacionalización y sofisticación de este fenómeno ya ha impuesto amenazas a terceros, que han preparado sus defensas de diferente forma.

Por un lado están países como China y Rusia que han creado sus propios espacios digitales, con fuertes restricciones para el uso de cualquier plataforma que se considere invasiva. Otros han centrado sus esfuerzos en preparar a sus ciudadanos para que sean capaces de utilizar los servicios de dichas redes, pero exponiendo la menor cantidad de datos personales que los pueda hacer más vulnerables.

En términos prácticos las empresas mencionadas antes, y muchas que no se relacionan acá, tienen hoy en día la capacidad de alegrar o echar a perder el día a un internauta, provocar apetitos de consumo específico, acercar o alejar a dos posibles compañeros o enemigos, hacer temer por un terremoto que aún no ha tenido lugar, poner en alerta innecesariamente a servicios caza huracanes, crear rechazo o apoyo por una figura pública que ni siquiera existe, hacerse sentir como huérfano a alguien que tiene padres saludables. Estas plataformas movilizan y desmovilizan a su antojo y logran lo mismo promover el apoyo a programas sociales descabellados, que restárselo al que si lo merece.

Los lectores pueden disentir y considerar que se exagera en las dimensiones del problema. Pero hay otra cuestión a considerar: el origen militar de muchos de esos “avances”, y la subordinación de dichas empresas ante los organismos armados y de seguridad estadounidenses, a los cuales entregan absolutamente toda la información personal de sus usuarios, sin una orden judicial, mecanismo regulatorio, u otra invención que pueda por lo menos aparentar algún tipo de transparencia en el proceso.

Es bien conocido, aunque no frecuentemente recordado, que creaciones como internet y el GPS partieron de empresas militares de investigación como DARPA, para ser primero utilizadas por el Pentágono y después recibieron la “licencia” para su uso en la vida civil.

Al cabo de los años, con la creación de estos y otros ingenios, el concepto de las guerras ha cambiado dramáticamente, pues ya no se trata de calcular y prever las fuerzas y medios del enemigo y sus intenciones.  No se trata siquiera de evitar pérdidas de vidas humanas con el uso de vehículos no tripulados, tampoco de utilizar lo que aún llamamos prensa para crear estados de opinión colectivos. Vale aquí anotar cuan dramático ha sido el cambio al interior de la que fue llamada gran prensa estadounidense, que se ha adaptado como hermano menor y dependiente de los nuevos engendros.

Hoy las mencionadas empresas y sus directivos tienen la capacidad de conocer todo el expediente digital de aquel que puede constituirse en soldado o simple defensor de una nación rival, o sencillamente no aliada. Puede establecer una comunicación, recíproca o no, con aquel e incluso persuadirlo para que no salga a combatir, si fuera el caso. Y todo ello en la soledad de su teléfono, de su pantalla, o su sistema de pago en línea.

Los venideros gobiernos estadounidenses contarán con estas fuerzas y medios a su antojo para “atacar” allí donde consideren necesario, sea tanto dentro como fuera de sus fronteras. Para los próximos cuatro años al menos es difícil que exista alguna entidad de gobierno, o no gubernamental, que esté en condiciones de regular el comportamiento de las mismas en función de los intereses de la nación estadounidense, o del mundo en su totalidad.

El estudio de las alianzas que establezcan en el exterior esta suerte de ejércitos digitales nos podrá ofrecer nuevas pautas sobre el relacionamiento futuro de Estados Unidos con otros países.

En la foto a la que hemos hecho alusión aparece parte del gobierno real de Estados Unidos, sin uniformes ni medallas, en momentos en que la clase dominante ha decidido apartar del ejercicio ejecutivo a políticos profesionales, expertos o eternos burócratas, porque consideran que ya no responden a sus intereses, que es caro pagar impuestos para financiar a un gobierno que no es eficiente, o simplemente para hacer prevalecer sus intereses por encima del resto de los sectores económicos.

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