La cultura, baluarte de la nación
Cada 20 de octubre representa una fecha trascendental para los cubanos pues se celebra el Día de la Cultura Nacional, en homenaje al inicio de la guerra de independencia contra el colonialismo español en 1868.
La conmemoración quedó establecida en el decreto ley No. 74 redactado por el Consejo de Ministros de Cuba en 1980, que también dispuso la realización de una jornada festiva comprendida entre los días 10 y 20 del propio mes.
CAPAC – Prensa Latina
El 10 de octubre de 1868, el patriota Carlos Manuel de Céspedes se levantó en armas junto a un grupo de conspiradores y, predicando con su ejemplo, liberó a los esclavos que trabajaban en su Ingenio Demajagua cerca de Manzanillo, en el oriente del país.
Diez días después, las tropas insurrectas al mando del nombrado Mayor General liberaron la ciudad de Bayamo y, tras ser firmada la capitulación por los peninsulares, el pueblo entonó por vez primera las notas del Himno Nacional.
Desde entonces, La Bayamesa, como nombró la pieza su autor, el también patriota Pedro (Perucho) Figueredo, se convirtió en canto de rebeldía y expresión del espíritu de emancipación de los criollos.
En la letra de este símbolo nacional se revelan los valores identificativos de la cubanidad, evocados en cada acción patriótica de las generaciones continuadoras de la lucha redentora de la noble población de la isla caribeña.
Aunque la fecha rinde homenaje a una etapa de las luchas independentistas cubanas, el Día de la Cultura Nacional reconoce la presencia española en el país durante la época colonialista; otras diferentes enriquecieron la nuestra, la nacional, y sus elementos distinguen las raíces cubanas.
Tradiciones heredadas de las comunidades indígenas, de los africanos traídos como esclavos, de los asiáticos que llegaron huyendo de las guerras, de los haitianos que emigraron al oriente del país, pertenecientes a amos franceses, y el sesgo norteamericano, están presentes en la identidad nacional, resultado de apropiaciones y transformaciones.
Para definir estos procesos, el antropólogo cubano Fernando Ortiz escribió el ensayo Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940) donde introdujo el término ‘transculturación’.
Se trata de una interrelación que ocurre al interior de un pueblo cuando adopta costumbres procedentes de otro con componentes sociales definitivos. En consecuencia, la cultura cumple un rol determinante en la sociedad, de la que se retroalimenta constantemente.
Muestra de ello se constata en el enfrentamiento de Cuba a la Covid-19. artistas, promotores del arte y especialistas de instituciones y centros culturales, llevan su obra a las personas que deben permanecer aisladas en sus hogares.
Cientos de iniciativas tienen un impacto positivo cual tabla de salvación en tiempos de pandemia.
Varios son los medios de comunicación masiva, sitios web y redes sociales que sirven de plataforma a conciertos, exposiciones, entrevistas, programas educativos y documentales vinculados con los conceptos autóctonos de la sociedad cubana.
El altísimo valor de las tradiciones populares y la salvaguarda de los espacios históricos, coloca a Cuba en el primer lugar de la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad en la región del Caribe insular.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura otorgó once títulos a distintos bienes materiales e inmateriales del archipiélago.
Entre ellos se encuentran espacios naturales y paisajes asociados a cultivos de la tierra, centros urbanos y complejos arquitectónicos, costumbres religiosas y un género musical danzario: la rumba.
Estos son, esencialmente, ejemplos de lo más genuino de las costumbres y muestras fehacientes de que la cultura es un baluarte de la nación.