Historias de terrorismo contra Cuba: «mamita, yo creo que me voy a morir»

Guerra biológica: suficientes pruebas periciales demostraron que el dengue hemorrágico que en 1981 provocó 300 000 enfermos y 158 muertes, incluidos 101 niños, fue introducido en Cuba deliberadamente por agentes de la CIA

CAPAC – por Dilbert Reyes Rodríguez – tomado de Granma

Silvia ha sido y es el nombre de muchas madres en Cuba; pero Silvia Torres Lara es el nombre de solo una entre un centenar de madres/padres que llevaron para siempre el luto por sus niños fallecidos a causa del dengue hemorrágico introducido desde Estados Unidos.

De Silvia Torres Lara Cuba supo entre lágrimas, las de ella y las del país, cuando contó que, desde el 10 de julio de 1981, nunca más le amaneció. A Ernestina, su niña de 12 años, se le apagó la vida en una sala del hospital Aballí. «Ella estaba con fiebre, pero conversando. Por la noche me dijeron que estaba grave. Antes de dormirse me dio un besito fuerte que todavía siento. Esa madrugada se murió».

«Ella estaba con fiebre, pero conversando. Por la noche me dijeron que estaba grave. Antes de dormirse me dio un besito fuerte que todavía siento. Esa madrugada se murió»

Silvia Torres Lara

Así lo relató Silvia ante un tribunal cubano que, en 1999, demandó al Gobierno de Estados Unidos por daños humanos, gran parte de ellos causados directamente por el terrorismo que financió la Casa Blanca. Suficientes pruebas periciales demostraron que el dengue hemorrágico que en 1981 provocó 300 000 enfermos y 158 muertes, incluidos 101 niños, fue introducido deliberadamente por agentes de la cia. «Especialistas norteamericanos en guerra biológica habían sido los únicos en obtener una variedad de Aedes Aegypti sensiblemente asociada a la transmisión del virus 2».

«Especialistas norteamericanos en guerra biológica habían sido los únicos en obtener una variedad de Aedes Aegypti sensiblemente asociada a la transmisión del virus 2»

Demanda de Cuba contra Estados Unidos

Así como el relato entrecortado de Silvia, se escuchó el de Mauria Herrera, el de Isnayda Marrero, el de Rosa María Acuña, que perdió a su pequeño de diez años: «Lo llevaron a terapia en el hospital Borrás, y no lo volví a ver (…) Era mi único hijo, un niño sano, alegre».

«Lo llevaron a terapia en el hospital Borrás, y no lo volví a ver (…) Era mi único hijo, un niño sano, alegre»

Rosa María Acuña

Cinco añitos tenía el hijo de Inocencia Ledón, 13 la hijita de Casimira Camejo, cuatro y medio la pequeña Yamilé, cuando le dijo a Zenayda Isla, en la camita del hospital: «Mamita, yo creo que me voy a morir».

Silvia y el padre de Ernestina la habían llevado a ver el avión que al otro día los llevaría a Oriente, de vacaciones. «Cuando regresamos del aeropuerto vomitó el desayuno. Y al poco rato me dijo: ¡Ay, me caigo…! La llevamos al hospital, pero el médico no le encontró nada alarmante. Era una niña muy sana. A las diez de la noche de ese mismo día le repitió el mareo y regresamos al hospital. Decidieron ingresarla para observar su evolución. Se veía bien, pero sentía un vapor muy caliente… A medianoche le pedí que durmiera y me respondió que no, porque se iba a morir… Antes de cerrar los ojos me dio un beso muy frío y me pidió que no le soltara la manito… Como a las dos de la madrugada su mano empezó a perder fuerzas dentro de la mía. Cuando la miré, estaba moradita… Y ya».

«A medianoche le pedí que durmiera y me respondió que no, porque se iba a morir… Antes de cerrar los ojos me dio un beso muy frío y me pidió que no le soltara la manito… Como a las dos de la madrugada su mano empezó a perder fuerzas dentro de la mía. Cuando la miré, estaba moradita… Y ya»

Silvia Torres Lara

Al Gobierno de Estados Unidos se le antoja decir que Cuba patrocina el terrorismo, y por largos años dice que es así, y después que no, por pocos días, y otra vez que sí. ¿Somos nosotros los terroristas?

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