Conspiraciones de alto nivel para justificar más bloqueo a Cuba

Elon Musk, el Nuevo Herald, The Wall Street Journal, Donald Trump, Marco Rubio, entre otros son parte de operaciones utilizando editoriales y artículos de prensa, falsos informes de inteligencia nunca informados, más cientos de cuentas falsas en las redes sociales para difundir contenido negativo sobre Cuba.

CAPAC – Javier Gómez Sánchez (*) en Cubainformación

La historia de las bases de radio chinas para espiar desde territorio cubano el despegue en la Florida de los cohetes de la compañía SpaceX de Elon Musk, como una manera de involucrar al multimillonario sudafricano, -devenido en integrante del gabinete de Donald Trump-, e intentar convencerlo de que acceda a ofrecer su empresa Starlink para llevar internet sin control del gobierno cubano a la isla, no ha sido la única matriz que se ha estado construyendo por parte de los actores políticos empeñados en aprovechar los conflictos de Estados Unidos con países como Rusia y China para poner sobre la mesa más vueltas de tuerca a la política agresiva hacia Cuba.

Para estos, el pasado año consistió en un intenso período de preparación del terreno mediático con el uso combinado de medios de prensa y think thanks, en vista a la posibilidad -ahora consumada- de que una victoria de Trump les daría nuevamente acceso a la Casa Blanca.

Con este objetivo, en junio de 2024, El Nuevo Herald publicó un artículo bajo el titular: Cuba intentará influir en elecciones de 2024 en Florida, advierte inteligencia de EEUU.

El periódico miamense dijo que desde la isla se estarían “desplegando campañas específicas para afectar las contiendas estatales y locales en La Florida”, alegando estar citando a funcionarios de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional de la CIA.

Supuestamente se trataría de una operación utilizando cientos de cuentas falsas en las redes sociales para difundir contenido negativo sobre candidatos hostiles al gobierno cubano.

La manera en que está escrito el artículo pondría en alerta a cualquier lector avezado, ya que dice citar a funcionarios de la CIA, pero no aparece ninguna mención a un informe público, ni a un vocero de la Agencia. Tampoco se específica cuándo, ni dónde se realizaron las declaraciones. Todo consiste en menciones a que ¨la comunidad de inteligencia dice¨, sin más información.

La inclusión de Cuba en titulares sobre supuestas acciones para influir en procesos electorales en Estados Unidos, se remonta a diciembre de 2023, cuando algunos medios mencionaron a la isla junto a Rusia, China e Irán, por una supuesta injerencia en las elecciones de medio tiempo en 2022; pero tampoco se presentaron elementos concretos.

En ese momento El Nuevo Herald emitió un editorial titulado Ante la inminente carrera presidencial, la intromisión de Cuba en las elecciones estadounidenses debe tomarse en serio. Entre los que sustentaban la alerta estaban los legisladores María Elvira Salazar, Carlos A. Giménez y Marco Rubio. Este último declaró que se debían utilizar esas acusaciones para expulsar a los diplomáticos cubanos.

En cambio, otros medios que han dado seguimiento a la injerencia extranjera en los procesos electorales de Estados Unidos, como Associated Press (AP), en su despacho emitido en mayo de 2024 sobre una audiencia en el Senado acerca de las amenazas externas al proceso electoral con el posible uso de Inteligencia Artificial, titulada Now armed with AI, America’s adversaries will try to influence election, no menciona para nada a Cuba.

A todas estas, el “informe” con el que se quiere involucrar a la isla en una trama de injerencia electoral parece ser en realidad un memorando de solo una página, emitido el 8 de diciembre de 2023 por el Consejo Nacional de Inteligencia, sobre la supuesta amenaza de Cuba al proceso electoral de 2022, con más de especulación que de algo concreto, y del cual el artículo de El Nuevo Herald de junio del 2024 es una casi una copia palabra por palabra.

Sin embargo, el informe Anual de Amenazas de la Oficina Nacional de Inteligencia, un documento mucho más serio y abarcador, publicado en enero de 2024, no menciona a Cuba como amenaza electoral alguna.

En mayo de 2024, como parte de un grupo de acciones preparatorias en vista a las elecciones, Marco Rubio, quien ese momento era Vice Jefe del Comité de Inteligencia del Senado, interrogó en una audiencia a Avril Haines, Directora de Nacional de Inteligencia, sobre las amenazas al proceso electoral. Durante la sesión, el senador realizó preguntas sobre Rusia y China y sin embargo, de Cuba no habló una palabra.

¿Cómo es posible que un furibundo atacante contra el gobierno cubano, como Marco Rubio, que pocos meses atrás había declarado que se debía utilizar la injerencia electoral de Cuba para expulsar a sus diplomáticos, dejó pasar una oportunidad como esa de preguntar por las supuestas acciones cubanas a la Jefa de la Inteligencia Nacional de los Estados Unidos? ¿Por qué el nombre de Cuba no fue mencionado?

La respuesta pudiera ser muy sencilla: Preguntar sobre la posible amenaza de Cuba hubiese recibido una muy probable respuesta negativa, ante la prensa y los presentes en la audiencia, algo que no convenía al político anticubano. Por tanto, a Rubio no se le olvidó preguntar por Cuba -nada menos que su principal obsesión política-, sino que sabía que no podía preguntar.

Esto hace cuestionarse si los políticos cubanoamericanos, junto a El Nuevo Herald, prefieren seguir manteniendo la especulación sobre la injerencia cubana, y hacer crecer el tema en el ambiente, en vez de aclarar debidamente el asunto.

Sin embargo, la fabricación de mentiras tiene un techo bajo: el límite que aparece cuando las invenciones -como ya ocurrió con The Wall Street Journal y el Center for Strategic and International Studies (CSIS) con el armado de la historia de las bases chinas en Cuba-, implican el desprestigio del Pentágono, o en este caso, de varias agencias federales de seguridad.

Resulta que ya desde marzo de 2021, el informe Foreign Threats to the 2020 US Federal Elections, presentado en conjunto por varias agencias de contrainteligencia de los Estados Unidos, -incluyendo al FBI-, sobre una posible manipulación extranjera de los resultados durante las elecciones de 2020, indicaban que no existen evidencias de que esta realmente haya ocurrido.

Una segunda investigación, del Department of Justice, el U.S Department of the Homeland Security, y la Cybersecurity and Infraestructure Security Agency (CISA), tres entidades que ni remotamente pueden considerarse amigas del gobierno cubano, declararon en un reporte conjunto en marzo de 2021:  “Somos conscientes de múltiples afirmaciones públicas de que uno o más gobiernos extranjeros, incluidos Venezuela, Cuba o China implementaron un plan para manipular la infraestructura electoral o el conteo de votos. Tras las elecciones, el Departamento de Justicia, el FBI, y el Departamento de Seguridad Nacional, incluido CISA, investigó las afirmaciones públicas y determinó que no son creíbles. No tenemos pruebas, ni a través de la recopilación de inteligencia sobre los propios actores extranjeros, ni a través de a través del monitoreo de la seguridad física y la ciberseguridad de los sistemas de votación en todo el país, que un gobierno extranjero u otros actores comprometieron la infraestructura electoral para manipular los resultados electorales”.

Un choque contradictorio para las intenciones de los políticos cubanoamericanos y los periodistas de El Nuevo Herald, como mismo ocurrió antes con The Wall Street Journal y el desmentido del Pentágono sobre las bases chinas. 

Sin embargo, en tiempos en que el conspiracionismo se ha convertido en la principal herramienta política, y con una nueva administración de Trump con Marco Rubio como Secretario de Estado, no es de dudar que tanto la verdad como la funcionalidad de las propias agencias del gobierno estadounidense serán sacrificables a la hora de justificar un aumento del bloqueo contra Cuba.

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(*) El autor es Máster en Estudios sobre Estados Unidos y Geopolítica Hemisférica por la Universidad de La Habana (CEHSEU), e investigador asociado al Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) de Cuba.

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