Argentina: “Si el pueblo quiere a Cristina, va a ser Cristina”
Convocados con la consigna de Luche y Vuelve, una multitud de militantes impulsó la candidatura de la vicepresidenta. Axel Kicillof dejó claro que “no se puede hacer un peronismo sin Cristina” y Máximo Kirchner llamó a levantar un plan de gobierno “para que los argentinos disfruten realmente sus riquezas. Argentina para los argentinos».
CAPAC.- tomado de Página 12
El plenario «Luche y vuelve. Cristina 2023» fue el disparo de largada. Bajo un calor abrasador que promediaba los 39 grados a la sombra, unos 20 mil militantes kirchneristas se amontonaron en el predio de la Universidad Tecnológica Nacional de Avellaneda con el objetivo de trazar un plan de lucha que permita que Cristina Fernández de Kirchner sea la candidata a presidenta del peronismo. O, de mínima, que sea ella la gran electora. «Hay un desafío enorme por delante que es construir las condiciones para que quien diseñó la estrategia electoral en 2019, vuelva a diseñarla», afirmó Máximo Kirchner en el acto de cierre que, acompañado de Axel Kicillof y Jorge Ferraresi, no estuvo eximido de tiritos por elevación a las «aventuras personales» del presidente Alberto Fernández. «No hay peronismo sin Cristina», sumó Kicillof, frente a una multitud que no paraba de corear «Cristina presidenta». La proscripción que recaía sobre la vicepresidenta, coincidían les dirigentes que pululaban a lo largo del predio, era política y, por lo tanto, política tenía que ser la respuesta.
La cita venía cargada de reminiscencias históricas desde el vamos. «Luche y vuelve» había sido la consigna con la que, en 1973, puso final a la larga proscripción de Juan Domingo Perón y que, el sábado, sirvió como consigna aglutinadora de toda la militancia kirchnerista. «Hace 50 años hubo algunos vivos que pensaron que se podía hacer peronismo sin Perón y no se podía. Así como hoy no se puede hacer un peronismo sin Cristina», advirtió Axel Kicillof al cierre del acto y la militancia que, horas antes, había estado discutiendo el documento final, estalló en aplausos.
El plenario
«No me importa lo que digan los gorilas de Clarin vamos juntos con Cristina a liberar el país»: la canción se repetía, en loop, entre los grupos de 20, 50, 70 personas que le hacían frente a unos rayos del sol que ningún gorrito de La Cámpora o paraguas de Kolina podía frenar. Les más jóvenes saltaban, aunque la mayoría se arremolinaba debajo de cualquier árbol o estructura que diera algo de sombra. Otres no tenían tanta suerte y terminaban siendo atendidos en los puestos de Salud que, desde las 3 de la tarde, no pararon de recibir a personas que se desmayaban. A unos metros estaban distribuidas unas 15 carpas blancas en las que la dirigencia y la militancia debatía. «Ellos juegan con los medios, nosotros tenemos que jugar con la comunidad organizada, compañeros», se escuchaba en una de las comisiones. Había unas 200 personas por carpa y en cada una se escuchaba, de alguna u otra manera, la misma consigna: «Cristina es la única que nos puede sacar de acá». Se repetía hasta en la cola del baño.
Los «fundamentos» del fallo de Vialidad, la reaparición pública de CFK en Viedma y, como gran acto de cierre, el plenario militante de «Luche y vuelve». Organizado por Andrés «Cuervo» Larroque y la mesa política que se reúne en Ensenada, la actividad – la primera de varias – tenía un objetivo: generar las condiciones para romper con la proscripción político judicial que impide Cristina sea candidata. «¿Por qué crees que en 2016 Comodoro Py no la metió presa? Porque se les prendía fuego el país. Nosotros tenemos que generar eso. Hoy estamos desmovilizados, pero tenemos que generar esas condiciones. Solo el pueblo movilizado puede evitar la proscripción», afirmó una dirigenta nacional de La Cámpora, resumiendo así lo que muches intendentes, dirigentes sindicales, funcionares bonaerenses y nacionales repetían: «La situación de Cristina no se decide en los Tribunales, se decide en la calle». «Los tenemos que hacer cagar de miedo», agregaba, a modo explicativo, un importante funcionario bonaerense.
El paralelo con Cámpora, 50 años después
«Decida lo que decida Cristina tenemos que dar esta pelea, si no es rendirnos ante la idea de que el poder económico y el poder fáctico es quien decide quién puede o no ser candidato en la Argentina. Cristina está una posición similar a la del General Perón en 72′: ellos no buscaban un cargo, estaban más allá», explicaba el «Cuervo» Larroque a este diario, interrumpido cada dos segundos para sacarse alguna foto con la militancia.
El paralelismo no era inocente. En el 50 aniversario de la victoria de Héctor Cámpora que permitió la vuelta del peronismo tras 18 años de proscripción, la reminiscencia histórica con los 70′ era moneda corriente en la dirigencia. Había cierta confusión, sin embargo, respecto a quién cumpliría el rol de Cámpora en este paralelismo histórico. Para algunos era Eduardo «Wado» De Pedro, para otros tendría que haber sido Alberto Fernández. «Pero se terminó convirtiendo en el anticámpora», ironizó un dirigente bonaerense, entre las risas de otres dirigentes que asentían con la cabeza. «No hay Cámpora hoy. Es ella, o si no tendrá que haber una PASO en la que puede pasar cualquier cosa», deslizó, casi tremendista, un intendente con diálogo con la vicepresidenta. «Es ella, si no estamos muertos», coincidió otro peso pesado del peronismo bonaerense.
El acto de cierre
«Bienvenidos a la cuna de la resistencia, compañeros», celebró Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda y anfitrión del plenario, apenas se puso el sol y la militancia se arremolinó frente al escenario en donde, horas antes, se había leído el documento consensuado (ver aparte). Sobre la tarima, al lado de Axel Kicillof y Máximo Kirchner, estaban las principales figuras del kirchnerismo bonaerense: el «Cuervo» Larroque, Martín Insaurralde, Mario Secco, «Wado» De Pedro, Verónica Magario, Teresa García, Hugo Yasky, Mayra Mendoza, entre muches otres.
El primero en tomar la palabra fue Axel Kicillof, quien comenzó haciendo un recorrido sobre la violencia ejercida contra CFK que finalizó, en septiembre, con una pistola a dos centímetros de su cabeza. «Uno de esos de Revolución Federal tenía una carpintería que no tenía ni cartel y que le vendía muebles por 20 millones de pesos a la familia de Toto Caputo. Uno puede hacer fuerza para creer en las casualidades, pero Cristina nos ha demostrado que todo pega con todo», bramó el gobernador bonaerense, entre los chiflidos de los asistentes. Había banderas de La Cámpora y Peronismo Militante, Nuevo Encuentro y La Patria es el Otro, La Bancaria y la CTA.
«Han inventado un fallo y una condena. Inventaron miles de causas, pero no pueden evitarlo. La compañera es la dirigenta en la que nuestro pueblo cree, en la que confía y la que nuestro pueblo quiere. Por eso, porque ya no les alcanza con mentir y embarrar, ahora dieron un paso más: el de la proscripción», sostuvo Kicillof y, refiriéndose a una posible candidatura de la vicepresidenta, agregó: «Si el pueblo quiere a Cristina, va a ser Cristina». «El año que viene va a gobernar la Argentina alguien que protege nuestros derechos no la derecha que viene a aplastarlos», prometió.
El balance de Máximo Kirchner
«Nos debemos como espacio político un debate sobre cuáles compromisos pudimos asumir y cumplir», comenzó, tentativo, un Máximo Kirchner risueño. No pasó poco tiempo hasta que lanzó el primer estocazo. Nuestro país no puede estar de remate, hay que cuidarlo. No puede ser que la dirigencia argentina piense que se debe cuidar los zapatos andando de rodillas. Se tiene que poner de pie y animarse a dar una pelea», cuestionó y, en línea con lo que había sostenido su madre en Río Negro el día anterior, apuntó contra el acuerdo al que se había llegado con el FMI (y que él votó en contra en Diputados): «Si nuestro frente político hubiera tenido mayor decisión, mayor coraje, tal vez la renegociación con el Fondo se hubiera dado de otro modo».
«Parece mentira que tras la persecución judicial y el hostigamiento mediático, haya compañeros más interesados en ganarle a Cristina, que en que el país salga adelante», volvió a disparar para arriba el presidente del PJ bonaerense. Por el final, sin embargo, tomó la decisión de diferenciarse de lo que la dirigencia y militancia había coreado a lo largo de todo el plenario, es decir «Cristina Presidenta». «Hay un desafío enorme por delante que es construir las condiciones para que quien diseñó la estrategia electoral en 2019, vuelva a diseñarla», declaró Máximo, poniéndola más en lugar de gran electora en la interna del Frente de Todos que como candidata. No era tampoco una novedad, a lo largo del plenario muches dirigentes habían hecho hincapié en la necesidad de «empoderarla» de cara a esa definición.
El final del acto fue, también, el momento más aplaudido: «Hay algunos que todavía dudan de lo que tienen que hacer para ponerse a disposición del conjunto y abandonar las aventuras personales. Es hora del pueblo, es hora de la gente. Mas humildad compañeros, a disposición de la gente para construir una victoria en octubre. Pero no una victoria para administrar la miseria del FMI, una victoria para que los argentinos disfruten de su tierra, de su riqueza», cerró Máximo.
«Los que apretaron el gatillo»
El documento que se debatió en el plenario del Frente de Todos bonaerense planteó como objetivo principal «realizar acciones para romper la proscripción» de la vicepresidenta, a quien se define como «la garantía indiscutida para la construcción de un país con justicia social, independencia económica y soberanía política».
«Esta convocatoria debe ser un punto de inflexión que dé inicio a un conjunto de acciones a lo largo y ancho del país, en cada provincia, en cada distrito, en cada barrio, en cada casa, para lograr, con el protagonismo de nuestro pueblo, romper la proscripción», subraya el pronunciamiento. Además postula que «con la nueva estrategia de guerra mediático-judicial-política, el neoliberalismo acecha una vez más sobre nuestra América» y advierte que los liderazgos populares de la región «son perseguidos, estigmatizados, judicializados» con la finalidad de «ser proscritos para agrandar las chances de los partidos reaccionarios».
En este sentido, se sostiene que el «despliegue mediático judicial» fue el que «apretó el gatillo» en el atentado a la expresidenta.