Argentina – Cargas policiales brutales, gases, heridos y detenciones contra los jubilados

Con la misma actitud cruel y sádica de Netanyahu contra los palestinos, el corrupto gobierno cipayo-sionista de «Niley» golpea a los ancianos argentinos. Como el de «Israel», es un gobierno de ocupación, al servicio de potencias extranjeras.

CAPAC – por Carlos Aznárez – tomado de Resumen Latinoamericano

Salvando las distancias geográficas y el número de mártires, hay similitudes lacerantes entre el gobierno sionista de Netanyahu y el de Milei. Ambos son sionistas, es decir criminales de lesa humanidad. Ambos utilizan armas para intentar aniquilar demandas populares legítimas. Armas, que por otra parte, son israelíes, en uno y otro caso. Y por último, ambos practican un genocidio. El gobierno de «Israel» masacrando al pueblo palestino. El gobierno de los Milei generando un genocidio social. En los dos casos, los pueblos resisten y seguirán peleando por su dignidad.

¿Por qué este encuadre es necesario? Porque en Argentina, no hay miércoles en que la teoría de imponer el «orden» a costa del autoritarismo policial es un clásico. Y para ser sinceros, solo un milagro hizo que hasta ahora no se tenga que lamentar muertos en la confrontación desigual entre policías y gendarmes «sacados» por algún incentivo químico (solo hay que ver los rostros de los represores para no dudar de «como llegan de puestos» al escenario donde reparten golpes indiscriminadamente).

Este miércoles no fue distinto, aunque mucho más letal. La unidad perversa de la ministra Patricia Bullrich con el gobernador porteño Jorge Macri, generó que cientos de policías armados como si fueran a una guerra, agredieran indiscriminadamente a abuelos y abuelas que reclaman un aumento a sus sueldos de miseria (alrededor de 200 dólares mensuales). Y de paso, también la jauría policial se ensañó con la prensa.

La idea del aparato represivo del gobierno fascista de los Milei y el ministro de economía Santiago Caputo, es meter terror en la población. Mostrar en un show macabro de perdigones contra el cuerpo y gas pimienta a discreción contra los ojos, que «al que salga a protestar le va a ocurrir lo mismo que a los jubilados». Pero se equivocaron otra vez, estos viejitos y viejitas valientes no retroceden, para vergüenza de los miles y miles que deberían acompañarlos, o para señalamiento de aquellos politiqueros oportunistas que van un día, se sacan la foto y luego no aparecen más.

Ellos, los abuelos y abuelas, no faltan un miércoles, saben que van a una guerra desigual, como la de los palestinos con los sionistas, pero no aflojan. Los que sí lo hacen y pasan de largo de las luchas, son aquellos que «se matan» por figurar en tal o cual puesto de una lista electoral. Esos, son «los todos» que desoyeron la consigna que se viene repitiendo desde el 2001, y que advertía «que se vayan». Esos, vividores y logreros, habitan en otro país, no saben de hambre ni represión. El país real está en la calle, en los barrios, donde la compañerada no tiene para comer más que un plato diario, o en los trabajos donde se acumulan los despedidos.

En el país de los Milei y Caputo, de Pettovello y la Bullrich, al igual que hace el genocida Netanyahu, en lo único que piensan los enemigos del pueblo es en policializar la sociedad, disciplinar a palos, atropellar a la prensa que busca que esos hechos brutales no pasen desapercibidos. Así está la Argentina de hoy, saqueada, vendida, colonizada por EE.UU e Israel. Pero todos los miércoles frente a ese edificio donde abundan los «ñoquis» y los camaleones, y que se hace llamar «Parlamento», un grupo de veteranos y veteranas, que no por casualidad fueron jóvenes guerreros en los años 70, dejan en claro que aún hay reservas morales y coraje para que el resto del pueblo pueda tener esperanzas. Son ellos y ellas, los que con su ejemplo, permiten que el resto puedan vislumbrar la luz al final del túnel.

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