Archivo CD – Los sucesos del 11 de julio y los nuevos intentos sediciosos
Los sucesos del 11 de julio mostraron que el diseño del programa subversivo que se aplica contra Cuba en los últimos años tiene componentes difíciles de medir durante su etapa de implementación como afirman sus principales ideólogos en Estados Unidos, pero que seguirá intentando aplicarse para desestabilizar la Revolución Cubana.
CAPAC – por Manuel Hevia Frasquieri – tomade de Cubadebate
No voy a comentar sobre lo que se ha publicado en los días que sobrevinieron al 11 de julio de 2021. Frente a la mentira, la patraña y el llamado al odio y la violencia del Imperio y sus mercenarios, ha brillado la decisión mayoritaria del pueblo y su presidente de superar escollos, marchar adelante y salvar la Revolución.
Una vez más, la CIA y su Gobierno se equivocan, pero continúan explorando el potencial de disímiles eventos, como el que instigaron a través de sus mercenarios para el 15 de noviembre, en un nuevo intento por identificar desarrollos claves y tendencias para acelerar cualquier conflicto interno buscando el concebido estallido social, medir las incertidumbres y las posibles brechas para intentar penetrarnos y llevar el país a la desestabilización.
Los sucesos del 11 de julio mostraron que el diseño del programa subversivo que se aplica contra Cuba en los últimos años tiene intrínsecamente, entre otros componentes, un basamento psicológico, moral, subjetivo, indirecto y retardado en el tiempo, difícil de medir durante su etapa de implementación como afirman sus principales ideólogos en Estados Unidos.
Si bien esta concepción intenta encubrir la debilidad del Imperio por no haber sido capaz de destruir la Revolución cubana en más de 60 años, la intensidad de un trabajo diferido y permanente de influencia y propaganda sobre un escenario social agobiado por la escasez y necesidades materiales acumuladas por años seguirá siendo utilizado para alentar nuevos intentos de desestabilización.
La CIA y sus mercenarios persistirán con mayor empeño mediante una guerra mediática y propagandística sin precedentes en crear tensiones dentro de la población, promocionar nuevas plataformas de grupos y acciones de calle, estimular las salidas ilegales y otras provocaciones aprovechando el complejo entorno económico.
Continuará su labor de influencia cada vez mayor sobre un grupo en minoría de desafectos e inconformes y una mayoría revolucionaria en esencia, pero susceptible de ser impactada ideológicamente en comunidades locales más complejas y sectores de mayor sensibilidad, en especial personas jóvenes.
El golpe blando discurre en este entorno en una fase primaria que lo diferencia de los actos de extrema violencia promovidos en los últimos años contra Venezuela y Nicaragua, que el enemigo no ha podido lograr en el caso de Cuba.
Sin embargo, continuará buscando un desgaste progresivo que agudice la situación interna escalando niveles más serios de provocación como los que han sido denunciados por el Gobierno Revolucionario en los últimos días.
Los autores de la provocación
El 11 de julio fue una típica operación subversiva dirigida secretamente por la CIA y la comunidad de inteligencia norteamericana, promovida mediante programas subversivos millonarios desde años recientes, subvencionados por la United States International Development Agency (USAID) y la National Endowment for Democracy (NED), que actúan con el beneplácito de su Gobierno y la complicidad de la derecha cubano-americana.
No demerito la repugnante participación de sus cómplices en la Florida y mercenarios en las últimas semanas en las redes sociales y medios de prensa dentro y fuera de Estados Unidos, agazapados detrás de las fake news, en torpes actuaciones engañosas de trolls o influencers.
Mientras se desmoronaba la burda maniobra de una intervención humanitaria, la operación enemiga comunicacional se repetía a sí misma, con fórmulas similares aplicadas en otras naciones sometidas también a procesos de desestabilización interna por el Imperio, pero utilizando un modus operandi adaptado a las peculiaridades de Cuba.
Los medios digitales en el exterior habían promovido el terrorismo mediático desde semanas antes e instigaron abiertamente el vandalismo y la agitación contrarrevolucionaria entre grupos marginales para provocar una respuesta policial y atraer el show mediático internacional que impuso una descomunal visualización de los desórdenes callejeros y una presunta y falsa violencia policial contra otros jóvenes que se manifestaban pacíficamente y no participaban en los actos de pillaje.
Se multiplicó incansablemente en aquellos días la difusión noticiosa para imponer la etiqueta “antidemocrática del Gobierno cubano y sus fuerzas represivas”, noticias que aún pululan en las redes sociales y en algunos medios periodísticos de todo el planeta. Su claro propósito era reforzar una matriz permanente de una supuesta disensión, desestabilización e ingobernabilidad en el país, que abriera el camino a nuevas provocaciones como las denunciadas.
Comentaba el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez que en San Antonio de los Baños –quisiera parafrasear algunas de sus palabras– “la marcha la componían también personas de pueblo con necesidades, que están viviendo parte de estas carencias, de estas dificultades y otras personas revolucionarias que pueden estar confundidas o que pueden no tener todos los argumentos o que también estaban expresando estas insatisfacciones”.
Algunos se preguntan cómo es posible que en Cuba se produjeran tales sucesos en un mismo día, en poblaciones tan distantes unas de otras, al margen de cualquier adversidad económica y social existente. Solo los servicios especiales yanquis en el extranjero, con amplios recursos operacionales y sobrada experiencia en estos actos facinerosos, serían capaces de organizar semejante maniobra en las redes, como la que hoy intentan repetir en varias provincias, dirigida a encender el ánimo de cientos de personas para marchar a las calles coreando consignas, poniendo en tensión a un pueblo humilde y pacífico, que enfrentaba el 11 de julio el más grave rebrote pandémico con sus hospitales y policlínicos abarrotados con miles de enfermos y escuelas convertidas en centros de aislamiento.
Aquellos sucesos fueron deliberadamente instigados desde “sombrillas” y plataformas comunicacionales en las redes sociales que actúan impunemente subvencionadas por el dinero del contribuyente norteamericano, como parte de una operación encubierta en desarrollo articulada a un proyecto de golpe blando, que se desplaza amenazadoramente en los últimos años contra Cuba, con un abarcador despliegue en paralelo de medidas de guerra económica para agudizar al máximo las privaciones de toda la población, seguido de un vasto plan de influencia política subversiva.
No existe la menor duda del desempeño de la CIA en este proyecto de desestabilización, como lo ha hecho históricamente desde 1959.
Estudios realizados sobre la conformación de su nueva estructura en 2015 revela importantes conceptos del entonces jefe de la agencia, John Brennan, en cuanto a abrazar y aprovechar la revolución digital e innovar el trabajo operativo desde sus nuevos “centros de misión”, un novedoso instrumento de dirección que integra las funciones de análisis, operativas, técnicas y logísticas con un alto nivel de decisiones en el terreno.
Esto dio lugar a la creación de un Directorio de Innovación Digital al nivel central de la agencia para acelerar la integración de las capacidades digitales y cibernéticas en todas las áreas del trabajo de enfrentamiento. Su involucramiento en los sucesos de la “primavera árabe” en 2011 los empujaba a acercar aún más su actividad operativa en el terreno junto al despliegue de sus gigantescas capacidades tecnológicas en el espacio radioeléctrico.
Los documentos de constitución del nuevo Directorio de Innovación Digital de la CIA reflejaron entre sus objetivos “aprovechar al máximo las capacidades tecnológicas cibernéticas en función del espionaje y la subversión y ampliar la utilización de internet y los espacios de intercambio social inherentes en la ejecución de operaciones encubiertas en el terreno ideológico y político”.
La CIA maquinó deliberadamente la provocación del 11 de julio de 2021, lo que le permitiría medir el nivel de racionalidad y equilibrio de la respuesta del actual Gobierno Revolucionario ante hechos como estos y ajustar su modelo de actuación operacional para eventos futuros de este carácter.
Calculó también la significación política de este suceso como precedente, pues nada de esta magnitud había sucedido hasta entonces. Esta forma de actuación del enemigo no es algo nuevo en nuestra historia reciente.
El juicio de un posible “error de las autoridades cubanas en el manejo de posibles disturbios públicos” primó en la CIA en uno de los momentos más críticos del Periodo especial al estar persuadida erróneamente de que posibles “errores de cálculo” de las autoridades cubanas provocarían el caos interno y pondrían en peligro la sobrevivencia de la Revolución.
Así lo demuestran documentos secretos desclasificados de agosto de 1993, cuando pronosticó lo siguiente como resultado de un estudio de su comunidad de inteligencia:
“[…] cuando las condiciones en la isla se deterioren, es más probable que los incidentes violentos se extiendan por la creciente frustración sobre los cortes en la electricidad, los transportes y los alimentos […] Un gran levantamiento impulsaría a Castro a dedicar cualquier fuerza necesaria para reprimirlo […] tendrá que apelar a los militares cuya fiabilidad bajo órdenes de enfrentar a ciudadanos desarmados sería cuestionable […] mientras las opciones se estrechan es más probable que el gobierno calcule mal, elevándose el pronóstico de que un grave error sería fatal para su régimen […] tanto al reaccionar con excesiva fuerza ante las manifestaciones contra el régimen o contra la intranquilidad civil o por no reaccionar y permitir que los disturbios se expandan, esto provocaría desafíos más serios a su autoridad […]”.
Resulta evidente que la CIA se equivocó entonces con la capacidad de nuestro pueblo y su principal líder, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, como aún le ocurre hoy.
La contrarrevolución vocifera equívocamente que las marchas del 11 de julio fueron el mayor desafío para la Revolución en los últimos tiempos. Pero fue solo un golpe fallido, sin dudas bajo, artero, planificado e instigado. Los reclamos de libertad que coreaban algunos jóvenes en las marchas eran el reflejo de las insatisfacciones en la vida diaria derivadas de los altos precios y la escasez de viviendas, el transporte y el abasto de servicios vitales, que repercuten con fuerza en su estado de ánimo y la falta de expectativas ante un futuro inmediato que algunos consideran incierto. Son reflejos también del efecto estereotipado de la propaganda y la guerra mediática a que se nos somete, cargada de miedos, odios y calumnias contra todo lo hermoso construido por la Revolución desde 1959.
Todo esto forma parte de una estrategia política bien articulada por el Gobierno de Estados Unidos, que tiene un antecedente cercano en el Programa de Apoyo a la sociedad civil cubana, que se extendió contra Cuba desde 2008 por intermedio de decenas de ONG extranjeras, promocionadas por la Oficina para Iniciativas de Transición (OTI, Office for Transition Initiatives), una de las dependencias principales de la USAID.
El texto de un resumen de este programa secreto de la USAID, algunos de cuyos fragmentos presentamos en Razones de Cuba, involucra directamente al Gobierno norteamericano.
Este documento nos muestra una metodología operacional de inteligencia sujeta a estrictos protocolos de seguridad, que reveló desde entonces las amplias proporciones de una operación subversiva estratégica dirigida al cambio de régimen que mantiene una vigencia actual en sus enfoques, objetivos y tareas en el terreno, en correspondencia con más de 400 programas millonarios ejecutados contra Cuba desde 2008 hasta el presente, dentro y fuera del país.
Entender más claramente el momento de confrontación que vivimos nos obliga a retroceder en el tiempo, lo que nos mostrará con mayor acierto la verdad irrebatible contenida en los documentos originales de la USAID, los componentes básicos del golpe blando que nos acecha y su contenido doctrinal y metodológico a lo interno.
Nos descubrirá la fisionomía con la que actúan la CIA y su nueva contrarrevolución en estos tiempos y revelará la sordidez de sus operaciones dentro del país, ejecutadas por ONG mercenarias al servicio de la USAID y la NED sobre los principales sectores sociales; la clandestinidad de sus actos ilegales y las acciones de comprometimiento de marginales y antisociales o humildes ciudadanos confundidos y desprotegidos económicamente en pequeñas comunidades. Nos descubrirá los enormes dividendos financieros pactados con instituciones foráneas para desacreditar a la nación cubana y sus ciudadanos.