Abel Prieto: Sembrar ideas y conciencia para desarrollar un sentimiento anticolonialista

Entrevista a Abel Prieto, presidente de la Casa de las Américas sobre la guerra simbólica y los desafíos para mantener nuestra identidad en medio de la creación de reflejos condicionados y la incitación al odio que sucede en redes sociales digitales, la defensa de la identidad e historias cubanas es primordial.

CAPAC – fuente Granma

De manera apasionada, como solo puede hacerlo quien ha dedicado gran parte de su tiempo al estudio del fenómeno en cuestión, el presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto Jiménez, conversó sobre la guerra simbólica y los desafíos para mantener nuestra identidad en medio de la creación de reflejos condicionados y la incitación al odio.

–¿Cómo debemos enfrentar estos problemas?

–Yo creo que hay que fomentar ese tipo de discusión, de debate inteligente, no con retórica, no con consignas, no con clichés, sino dando argumentos.

«Hay un libro de Elena Villar, corresponsal de Russia Today en Estados Unidos, que se titula Esclavos Unidos, el reverso del sueño americano, publicado por la editorial cubana Ciencias Sociales. Ofrece una visión verdaderamente impactante de las gravísimas contradicciones que tiene la sociedad de EE. UU., que no ha resuelto nunca los bolsones de miseria, la dependencia de las drogas, los llamados opiáceos, barrios enteros de gente que son verdaderos zombis.

«Es importante que los debates sean dirigidos por líderes estudiantiles, profesores o estudiantes, que haya gente joven dirigiendo estos intercambios. Porque una de las maniobras de nuestros enemigos es aprovechar la inevitable brecha generacional que existe en Cuba y en el mundo, que se refuerza hoy con las nuevas tecnologías. Para un niño, en la actualidad, es muy fácil manejar un móvil y sus aplicaciones. Es, como dicen, un nativo digital.

«Ese tipo de fisura generacional –y nosotros hacemos lo imposible para mantener una comunicación permanente entre generaciones– el enemigo quiere convertirla en una grieta insalvable. Quieren que para los jóvenes cubanos no tenga sentido la palabra Revolución, quieren que Fidel esté vaciado de su contenido ético, de su contenido en términos intelectuales, de todo su enorme y riquísimo legado, el legado de Martí.

«Y ahí está otro de los desafíos que tenemos hoy, que tienen nuestros educadores y todas las organizaciones políticas y estudiantiles: ¿Cómo lograr que el ideario de Fidel, de Martí, de la generación que asaltó el Moncada, de las sucesivas generaciones que nos han llevado hasta aquí no sea visto con suspicacia? Porque los enemigos siembran permanentemente la duda, la suspicacia.

«El odio no es una cosa que en los cubanos haya prosperado nunca, y están logrando crear zonas de odio. El juego de pelota del Team Asere en Miami, quisiera olvidarme de aquellas muestras de odio que vi en ese juego. Fue intolerable para nuestros enemigos que hubiéramos hecho un equipo con peloteros residentes en Cuba y en otros lugares, sobre todo en Estados Unidos. Esa actitud ecuménica, abierta, de construir un frente de la cubanía –le llamaría Fernando Ortiz así: la cubanía– resultaba intolerable. Y la reacción frente a esto fue un odio tremendo que crearon y fomentaron a través de las redes.

«Este es un tema que no tiene que ver con la tradición cubana. Después del fin de una guerra de más de 30 años con España, en Cuba no se generó un odio contra los españoles. Miles de españoles vinieron a asentarse en Cuba después de 1902. Hubo grandes oleadas de canarios, de gallegos. El padre de Fidel, que había sido soldado al servicio de España acá, regresó para vivir en esta isla. No hubo aquí nunca un gesto de ofensa contra un inmigrante español.

«Incluso antes, cuando Martí estaba preparando la Guerra del 95, decía: esta es la guerra sin odio. Si aprendiera a odiar, sentenciaba José Martí, me odiaría por ello a mí mismo. Y esa es la misma enseñanza de Fidel, quien estaba orgulloso de que en Cuba nunca hubiéramos quemado una bandera norteamericana ni apedreado la Embajada de Estados Unidos, de que nunca hubiéramos recibido con insulto a los jóvenes que venían en la brigada Venceremos. Es decir, la distinción entre pueblo y Gobierno nos la enseñó Fidel, y este pueblo la aprendió y la tiene como un principio.

«Con todo este fenómeno del nuevo fascismo, de las redes sociales ayudando a esta tendencia extremista, siniestra, puede haberse empezado a ver en Cuba, creo yo, por primera vez, sobre todo en las redes, que algunos emigrados y otros que viven acá están hablando con algo que se parece mucho al odio. Es triste, pero es así».

–Es esa creación de reflejos condicionados de la que tanto habló Fidel.

–Qué bueno que menciones el tema de los reflejos condicionados. Fue abordado por Fidel en el discurso del 17 de noviembre de 2005, en la Universidad de La Habana. En esa intervención él nos advirtió que podíamos, nosotros mismos, destruir la Revolución. Que el imperialismo quizá no podía, pero que nosotros sí. Habló de la maquinaria de manipulación de la información, de la comunicación, con el añadido de la publicidad comercial, y reflexionó: el imperialismo dice que Cuba es mala, que el socialismo es malo, y allá van los pobres de la tierra, los que no tienen empleo, educación, salud pública, y repiten: Cuba es mala, el socialismo es malo.

«Porque ahí Fidel estaba previendo algo que le preocupaba mucho: el pobre de derecha, que pudiéramos llamar el pobre de ultraderecha. Te lo comentaba a propósito de Bolsonaro. ¿Cuánta gente pobre le dio el voto a Bolsonaro? ¿Cuánta gente pobre le ha dado el voto a estos fascistas que están ganando cada vez más espacios en Europa?

«Milei ganó con el apoyo de cientos de miles de argentinos de menos de 30 años. Muchos analistas argentinos expresan que ha sido traumático que un país con tanta cultura política y con una experiencia histórica dolorosísima, donde fueron asesinadas 30 000 personas, –es decir, una generación completa fue degollada por aquella dictadura militar fascista–, votan para apoyar a un engendro como Milei.

«Ahora los analistas dicen que la gente se fijó más en el tono de Milei, en su estilo de ruptura, un poco mesiánico, de gritería, teatral. Estos analistas dicen que la gente se fijaba más en esos aspectos formales y emocionales del discurso que en las ideas que estaba promoviendo, y en el programa que anunció que iba a aplicar. Es algo verdaderamente gravísimo y tiene que ver con los reflejos condicionados».

–Es un gran desafío mantener nuestros valores, nuestra idiosincrasia, nuestra unidad frente a los constantes ataques emocionales e ideológicos que se nos hacen a través de las redes sociales. Entonces, ¿cómo lograr que las nuevas generaciones de cubanos sepan discernir entre la manipulación y la verdad?

–Es un reto. No obstante, tenemos mejores condiciones que cualquier otro país para enfrentar ese fenómeno de la globo–colonización. Todos los niños cubanos tienen una escuela y maestros. Los medios masivos son propiedad del Estado Revolucionario. Tenemos los instructores de arte y las instituciones culturales que no son ni serán privadas. Es decir, debemos actuar de manera coherente; las fuerzas revolucionarias de la cultura deben estar articuladas para llevar un mensaje que, repito, no puede ser impuesto, tiene que ser invitando al análisis, al pensamiento, a la emancipación.

«Cuando Fidel dice emanciparnos por nosotros mismos y con nuestro propio esfuerzo, equivale a decir descolonicemos; tenemos que descolonizarnos por nosotros mismos y con nuestro propio esfuerzo.

«Muy importante en esta batalla es el papel de la familia. A veces, en la casa, para que el niño deje tranquila a la mamá que está cocinando, trabajando, se le da el móvil y, con él, todo lo que viene aparejado. Ahora hay un proyecto de ley en España con el que el Gobierno se propone exigirles a las corporaciones que fabrican los dispositivos con acceso a internet, que los mismos tengan una aplicación para el control parental. Su objetivo es que los padres puedan saber si el niño está visitando una web de pedofilia, o de droga. Que los padres puedan monitorear lo que está viendo el niño en internet.

«No sé si eso es útil, pero por lo menos demuestra que hay mucha gente preocupada por esto que estamos viviendo.

«Nosotros contamos con la política educacional, con el maestro, la familia, la comunidad, las instituciones culturales, los instructores de arte, que pueden hacer mucho. Es imprescindible promover hábitos de lectura en los niños. Que puedan emplear el tiempo libre en actividades que les den esa plenitud que tiene que ver con la auténtica experiencia cultural, con el arte auténtico, no con la chatarra. El consumo de chatarra es algo terrible.

«Que no solo es en los niños, los expertos hablan de la infantilización de las audiencias, es decir: gente adulta que reacciona como niños ante los productos de la cultura chatarra.

«En un intercambio sobre el tema, alguien propuso la necesidad de una nueva alfabetización. Puede sonar un poquito exagerado, pero sí, hay que lograr un instinto anticolonial. Porque otra cosa que Fidel nos dijo es que no podíamos aspirar a formar a nuestros ciudadanos en una urna de cristal, que había que formarnos a la intemperie, recibiendo todas las influencias, vengan de donde vengan.

«Ahí está el ejemplo de la Unión Soviética, donde pretendieron formar a sus ciudadanos en una urna de cristal, y lo que se creó en esos ciudadanos fue una obsesión delirante por consumir todo lo que viniera de Occidente, sin importar lo malo o lo mediocre que fuera.  Ese afán de parecerse en todo lo posible a los fetiches del capitalismo contribuyó al desmoronamiento de la Unión Soviética, Fidel decía el desmerengamiento de las bases de aquel socialismo. Y en la historia perdieron la batalla. Es precisamente este un tema al que tenemos que darle prioridad. Debemos tratar de enseñar la historia a nuestros jóvenes, a nuestros adolescentes y niños, con un componente emotivo. No es solo la información o los datos, no puede ser una enseñanza memorística de la historia».

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