«Ecuador vive una dictadura»
Gabriela Rivadeneira, ex-presidenta de la Asamblea Nacional y una de las dirigentes más destacadas del Movimiento Revolución Ciudadana (MRC), aseguró que la condena contra Rafael Correa es una persecución mediática, política y judicial.
CAPAC – Por Hector Bernardo, publicado en Diario Contexto
El martes 7 de abril, en el marco de la actual pandemia, Ecuador, uno de los países de la región con más contagios y muertes por el nuevo coronavirus (COVID-19), pasó a ser el centro de las miradas periodísticas al conocerse una condena contra el expresidente Rafael Correa.
En un caso que replica las lógicas de persecución político-mediático-judicial (lo que algunos denominan lawfare) contra otros líderes progresistas de la región (como fueron los casos de Luiz Inácio «Lula» da Silva en Brasil y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina), Correa fue condenado a ocho años de prisión y veinticinco de inhabilitación política.
No deja de sorprender que el relato vertido en la acusación contra el exmandatario ecuatoriano sea casi una réplica del relato de la acusación contra Cristina Fernández de Kirchner con el caso de las supuestas «fotocopias de los cuadernos». La finalidad de la acusación y condena contra Correa parece perseguir el mismo objetivo que tuvo la acusación y condena contra Lula da Silva: proscribirlo y evitar que participe en las futuras elecciones presidenciales.
Para comprender el trasfondo y analizar la situación que vive Ecuador, Contexto entrevistó a la dirigente Gabriela Rivadeneira, quien hoy se encuentra asilada en México debido a la persecución política lanzada en su contra por el gobierno de Lenín Moreno.
¿Qué rol tuvieron los medios en esta condena contra el presidente Correa?
El rol de los medios de comunicación corporativistas, monopólicos, ha sido nefasto y fundamental para la utilización del sistema de Justicia para fines de proscripción política. Este es uno de estos casos que están dentro del formato regional del lawfare.
Nosotros habíamos dicho que esto obedece también a una conducción que lleva adelante el Departamento de Estado de Estados Unidos para recuperar su injerencia política en la región. Injerencia que se evidenciaba a través de agencias de cooperación económica como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Usaid, entre otros, en el marco del retorno de gobiernos neoliberales en la región.
Afortunadamente, el triunfo de Alberto Fernández rompió esa lógica de «fin de ciclo progresista» que venían anunciado los sectores conservadores y demostró que el ciclo neoliberal es cada vez más corto. Por lo tanto, el triunfo de Alberto Fernández fue para todos nosotros una señal de esperanza y una señal de que podemos retomar y prolongar los sistemas progresistas de nuestra región.
¿Y en el caso puntual de la condena a Correa?
Lo que pasó el día martes (7 de abril) es parte de uno de los procesos judiciales que tienen Rafael Correa en nuestro país. A raíz de la ruptura que tuvimos con el presidente Moreno, se inició una serie de judicializaciones con diferentes casos en contra de Rafael Correa, de Jorge Glas (que es el vicepresidente y ya lleva dos años en prisión sin que se le haya comprobado absolutamente nada de lo que se lo acusa) y muchos de los exfuncionarios, incluyéndonos a dirigentes de la Revolución Ciudadana que hoy por hoy nos encontramos en condición de asilados políticos en México.
Este caso en particular, denominado «sobornos», nace hace un año y medio a través de una publicación de una fake news de un portal digital, que es tomado por la fiscal que es, además, la fiscal puesta por Lenín Moreno.
La primera tesis que plantea la fiscal era que «Odebrecht puso un presidente en Ecuador», refiriéndose a la última elección presidencial de Rafael Correa, en 2013. El proceso empieza bajo esa tesis y no lo puede demostrar. No hay ningún elemento que indique que Odebrecht hubiera hecho aportes en ninguna campaña electoral.
Al caérseles ese argumento, adjuntaron al proceso una serie de supuestas aportaciones de empresas privadas a la campaña electoral. Eso tampoco lo pudieron demostrar. Realmente no pudieron demostrar absolutamente nada.
Se puede hacer un símil con el caso argentino en el que intentaron atacar judicialmente a Cristina Fernández de Kirchner. Usan el mismo formato. Dicen que en una libreta de una excolaboradora de Rafael Correa aparecía escrito el pago de sobornos, y la toman como una supuesta prueba para el proceso de judicialización.
Es necesario aclara que el sistema de Justicia ecuatoriano tenía, a la fecha, dos mil casos que habían sido aplazados debido a la pandemia. Pero el martes retomaron este caso contra Rafael Correa con el único objetivo de perseguirlo y proscribirlo. Eso queda evidenciado al poner en la sentencia que queda prohibida su participación política por veinticinco años.
Este fallo ¿no le sirve también para el mal manejo que tuvo el gobierno de Lenín Moreno frente a la pandemia?
Sí, claro, y esto no es nuevo. Son parte de las «cortinas de humo» o las denominadas «cajas chinas» que han lanzado los gobiernos de derecha fascista de la región para tapar tus ineptitudes.
Ya lo vivimos en octubre cuando una serie de organizaciones sociales salieron a las calles para rechazar el ajuste y el paquetazo de medidas neoliberales impulsadas por el gobierno de Lenín Moreno. Allí el gobierno también lanzó una cortina de humo acusando al correísmo de desestabilización política.
Ahora, nuevamente, con lo que está pasando en Ecuador, y especialmente en Guayaquil, que es inhumano, terriblemente doloroso y ha evidenciado la ineficiencia y el mal manejo de Lenín Moreno frente a esta pandemia, el gobierno vuelve a lanzar otra cortina de humo.
Mientras crece la cantidad de infectados y fallecidos, el presidente Moreno aparece. No sabemos dónde está. Quien asumió el manejo del gobierno es el vicepresidente, que se ha lanzado en una especie de precampaña electoral, para las próximas elecciones presidenciales, y eso denota que no ha habido preocupación por parte del Estado para enfrentar la pandemia.
Ahora, para ocultar esa ineficiencia, lanzan esta cortina de humo que consiste en, primero, culpar a los correístas de promover noticias falsas en redes sociales, y se nos acusa principalmente a Ricardo Patiño y a mí, que estamos asilados en México por la persecución política del gobierno de Lenín Moreno, y aseguran que estamos articulando esa supuesta campaña contra el gobierno desde México y desde Venezuela. Somos absolutamente categóricos en rechazar esta acusación que podría implicar un nuevo proceso judicial en nuestra contra.
A eso se suma la sentencia contra Rafael Correa, que, además de ser parte de la cortina de humo, es un acuerdo del presidente Moreno con las élites económicas y mediáticas del país para proscribir la participación político-electoral de Correa en las próximas elecciones.
En este marco, ¿qué tan lejos está hoy Ecuador de recuperar la democracia?
Ecuador vive una dictadura. No hay ninguna duda de eso. En muchos de nuestros países vivimos dictaduras de nuevo tipo. Antes las dictaduras militares nos aniquilaban con metralletas. Hoy los opositores políticos somos aniquilados a través de una pantalla de televisión. Ese es el poder que los gobiernos neoliberales les han dado nuevamente a los medios de comunicación corporativistas para que sean los que, en primera instancia, a través de fake news y de las campañas sistemáticas de desprestigio, realicen este aniquilamiento de la oposición política.
Por eso es necesario debatir sobre estas dictaduras de nuevo tipo que han dado una estocada de muerte a nuestras democracias, incluyendo a la del Ecuador.
Nosotros tenemos elecciones presidenciales y parlamentarias en febrero de 2021, pero ya hemos escuchado por parte de la presidenta del órgano electoral decir que va a hacer una consulta para aplazar la elección producto de la pandemia actual. Siguen buscando argumentos para evitar que el pueblo pueda expresarse en las urnas.
Hay un descontento ciudadano muy marcado contra la gestión del presidente Moreno. Según marcan las encuestas que se han realizado en el marco de la pandemia, el presidente Lenín Moreno cuenta solo con el 4% de aprobación y credibilidad. ¿Cómo puede sobrevivir un presidente con ese nivel de aceptación? Solo porque está anclado en los intereses de las élites económicas, del Departamento de Estado de Estados Unidos y de los medios de comunicación corporativistas.
Tienen miedo a que la gente se exprese libremente en las urnas y por eso proscriben al correísmo y buscan posponer la elección.
¿Se puede hacer un breve resumen sobre cómo se ha deteriorado el Estado ecuatoriano desde que asumió Lenín Moreno?
Es muy complicado hacer un resumen, pero señalaré solo algunos puntos. Hubo un desmantelamiento del Estado ecuatoriano y de todas sus instituciones; se ha retornado a la apuesta al sector privado, al oenegeísmo y a la cooperación del Fondo Monetario Internacional para guiar la política económica, eso ha significado una serie de despidos masivos en el sector público y ahora, con la pandemia, también se han profundizado los despidos en el sector privado. Hubo una reducción de presupuesto en el área de educación y de salud en los últimos dos años. La pandemia dejó en evidencia cómo se ha debilitado todo el sistema de salud. Se dejó sin protección social a los sectores más empobrecidos del país. Los sectores que estaban en la pobreza están cayendo en la miseria y los de clase media están retornando a la pobreza producto de la falta de políticas de protección social.
A nivel económico, se le realizó la condonación de deuda a doscientas empresas del país por 4.500 millones de dólares, lo que es parte de una política de privilegio económico y tributario hacia la banca privada y hacia estas empresas que son las que representan a la élite económica del país.
Además, se ha privilegiado el pago de la deuda externa. A principios de abril, a pesar de que en redes sociales las voces ciudadanas se hicieron escuchar con el lema «primero la vida antes que la deuda», el ministro de Finanzas acaba de pagar 320 millones de dólares al FMI esperando que este organismo pueda tener una retribución económica para el Ecuador para enfrentar la pandemia; sin embargo, nos hemos quedado sin fondos para el sistema de salud y el FMI no responde al gobierno ecuatoriano como, entiendo, habría sido el acuerdo originario entre ellos.
Hemos dado las espaldas a la Unasur y a la Celac. Hemos puesto la vista en la Alianza del Pacífico y el presidente Moreno apostó al llamado del mandatario chileno, Sebastián Piñera, por Prosur.
Es decir, hay un desmantelamiento del gobierno, del Estado y de todo el sistema nacional e internacional que podía, de una u otra manera, apoyar un accionar del gobierno en momentos de emergencia como el que estamos viviendo.
¿Cuándo puede durar el discurso ficcional del gobierno frente a una realidad tan contundente?
Saben que les puede durar poco. Es por eso que están tratando de proscribir al correísmo y alargar el proceso electoral. Saben que hay un pueblo que está muy descontento, hay una gran disconformidad por la falta de políticas del gobierno. Desde diversas organizaciones sociales, no solamente en el Ecuador, sino en algunos otros países como Brasil, Chile y Colombia, se señala que después de la pandemia el golpe a las clases medias y populares haría que las personas se vuelvan a volcar a la calles. Esto es preocupante y a la vez alentador, porque nos damos cuenta de que hay sectores de la organización social y de la sociedad civil que no están dispuestos a seguir aguantando la falta de políticas públicas. Además, esto marca el desenlace de un sistema capitalista agotado y la necesidad de transitar hacia el humanismo, hacia los derechos humanos, hacia un socialismo, hacia un sistema más justo.
En la primera década del siglo XXI demostramos que era posible tener un sistema más justo y viable. Lo hicimos con Néstor, Cristina, Rafael, Lula, Dilma, Evo y muchos más.
Dimos muestras claras de que otro sistema es posible. Ahora, las sociedades quieren poner en debate estos temas para saber qué tipos de gobiernos son los que están dispuestos a acoger un nuevo sistema que pueda proteger a las grandes mayorías de nuestros pueblos.
¿Esto es parte de un marco regional? Claro, y tenemos que estar alertas y nuestro sistema de solidaridad internacional debe estar siempre presente. Están pasando cosas muy graves alrededor de la pandemia. Más allá de lo que ya es irreparable, de la pérdida de vidas humanas, también hay sectores que quieren aprovechar esta coyuntura para poder violar las soberanías y realizar injerencia directa. Los bloqueos irracionales que Estados Unidos mantiene contra Cuba y Venezuela en plena pandemia están poniendo en riesgo la vida de millones de seres humanos. Todas las voces del continente deben levantarse frente a ello. Esperamos que este sea el momento y que, como muchos han dicho, después de esta pandemia