EEUU – Rubio: un «peso ligero» para un cargo pesado
La nominación de Marco Rubio para secretario de Estado de Trump demuestra cómo el cruce de insultos otorga avales en la alta política estadounidense.
CAPAC – por Raúl Antonio Capote – tomado de Granma
En una de las más previsibles y contradictorias jugadas de «elección de personal» para su Gabinete, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunció recientemente que el senador Marco Rubio sería su Secretario de Estado.
«Será un gran defensor de nuestro país, un verdadero amigo de nuestros aliados y un feroz guerrero que no retrocederá ante nuestros adversarios», argumentó.
El político, crecido entre las filas de lo más rancio de la ultraderecha cubanoamericana, ha sabido navegar en aguas procelosas y cambiar de opinión siempre que fue hizo necesario, a fin de alcanzar sus objetivos.
Donald Trump, en la feroz campaña de 2016, «barrió el suelo» con el aspirante floridano, en una contienda en la que abundaron los insultos groseros.
Recordemos cómo el Senador por la Florida tildó al magnate de «estafador profesional», ante miles de personas en Texas. Rubio sugirió, además, que podría «haberse mojado los pantalones» durante el debate.
Por su parte, Trump había dicho a Rubio, en 2015, que este era un peso ligero total, a quien no contrataría para dirigir una de sus empresas más pequeñas.
Recientemente, en un mitin de campaña en Miami, a inicios del mes de julio, el multimillonario también se burló de la idea de elegir a Rubio como su compañero de fórmula, cuestionándolo incluso como senador.
Más allá del intercambio constante de insultos –cosa normal en la política estadounidense–, resulta contrastante que el próximo inquilino de la Casa Blanca haya designado, para tan alto cargo, a una persona cuya visión del mundo difiere de la postura más aislacionista favorecida por la extrema derecha republicana.
Quien ahora está a punto de convertirse en una de las figuras clave del Gobierno, cuenta entre las hazañas a su nombre la legislación que copatrocinó durante el primer mandato de Trump, para dificultar la retirada de EE.UU. de la OTAN.
El nuevo posible Secretario de Estado es partidario de que los ciudadanos estadounidenses porten armas, y se opone a cualquier tipo de amnistía para los inmigrantes ilegales, temas en los que se acerca al líder trumpista.
Enemigo acérrimo de Cuba, Venezuela, Nicaragua, China y Rusia, muchos de sus seguidores esperan la aplicación de una política dura contra estos y cualquier gobierno que dé señales de independencia y soberanía ante el imperio.
«Estados Unidos tiene el deber moral de defender los intereses de nuestra nación, y debemos continuar defendiendo el orden democrático y la justicia en nuestro hemisferio», sentenció el Senador, en una intervención en la Cámara, a mediados de 2024.
Con su nominación, ni las «Casandras» ni los Nostradamus de turno tendrán que invertir esfuerzos en tratar de adivinar los escenarios probables. El próximo Secretario de Estado lo dijo con toda claridad: vienen a traer al mundo la pax del imperio yanqui.