El avión de Barbados, a 48 años de un crimen que continúa impune

Este 6 de octubre se cumplieron 48 años de la voladura del vuelo 455 de Cubana de Aviación perpetrado por anticastristas cubanos con apoyo de la CIA y el FBI de EE.UU., país que en forma hipócrita ha puesto a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.

CAPAC – fuente Acercándonos Ediciones y PL

Cuba rinde hoy homenaje a las 73 víctimas del atentado terrorista cometido hace 48 años que produjo la voladura del vuelo 455 de Cubana de Aviación, que se dirigía desde la isla de Barbados a la de Jamaica con destino en la capital cubana de La Habana.

Las 73 personas a bordo de la aeronave, un Douglas DC-8 de fabricación estadounidense, resultaron muertas en el hasta entonces peor ataque de este tipo en el hemisferio occidental y uno de los más brutales actos de terrorismo ejecutado contra la Revolución cubana por personas al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA).

La evidencia posterior implicó a varios individuos con vínculos con la CIA, además de algunos miembros de la policía secreta venezolana de aquel entonces (la denominada Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención, DISIP). Uno de ellos, Luis Posada Carriles, vivió hasta su muerte en Miami bajo la protección del gobierno de los Estados Unidos.

Documentos de la CIA recién desclasificados en 2005 indican que esa agencia estadounidense “tenía inteligencia concreta de avanzada, tan temprano como junio de 1976, sobre planes de grupos terroristas cubanos exiliados, de atacar con una bomba un avión de línea de Cubana”.

¿Cómo se gestó el atentado?

En el libro “Los años del Terror” (1974-76), del escritor cubano José Luis Méndez Méndez, la investigadora argentina Stella Calloni reveló en el prólogo que en 1975 ocurrieron 65 muertes, triplicando las cifras del año anterior y los daños a las propiedades según el FBI fueron de 24.500.000 dólares.

En el verano de 1976 se reunieron en la región de Bonao, en República Dominicana, los principales cabecillas terroristas en EE.UU., bajo los auspicios de otro antiguo terrorista, Orlando Bosch Ávila y por indicación de la CIA y el FBI fundaron la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) cuyos principales objetivos fueron llevar “la guerra por los caminos del mundo” contra los representantes e intereses cubanos.

A tan sólo nueve minutos de haber despegado el vuelo CU-455, se registró la primera explosión. Eran las 12H23 (hora de Barbados) y tres minutos más tarde fue detonada la segunda bomba, ambas escondidas en el baño trasero.

Horas después del atentado terrorista, las autoridades de Trinidad y Tobago, detuvieron a Freddy Lugo y a Hernán Ricardo Lozano, dos venezolanos que habían abordado el avión en Trinidad y en teoría viajaban a Cuba, pero desembarcaron en Barbados.

Ambos confesaron que actuaron bajo las órdenes de Luis Posada Carriles, participación confirmada con otras pruebas recabadas por las autoridades que llevaban el caso y en el que descubrieron la actuación de Bosch.

Consecuencias

Las autoridades venezolanas solicitaron la adjudicación del proceso judicial, la extradición de los autores materiales y procesar a los implicados, en un largo juicio que duró años y estuvo plagado de grandes irregularidades por la influencia de la CIA, que trató de ocultar su responsabilidad en los hechos.

Posada Carriles después de dos intentos logró escaparse de una cárcel de alta seguridad venezolana el 18 de agosto de 1985, y salió el país con ayuda de la CIA que lo colocó en Centroamérica en operaciones de la Agencia contra el movimiento revolucionario salvadoreño y la Revolución Sandinista para iniciar otra etapa de su carrera de asesino profesional que concluyó con su muerte natural en Miami en 2018.

Orlando Bosch y Luis Posada Carriles vivieron sus últimos años gozando de la protección del Gobierno de EE.UU., país que en forma hipócrita ha puesto a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Por su parte, Bosch fue declarado inocente y liberado en 1987 para continuar su carrera terrorista en EE.UU, donde fue acogido como un héroe a pesar de su largo historial delictivo reconocido inclusive por los órganos de justicia de ese país.

Sin embargo, le tocó padecer una larga enfermedad en su vejez, que le causó degeneración física y mental y fallecería el 27 de abril de 2011.

Cuarenta y ocho años después del impacto terrorista que conmocionó al pueblo de Cuba y al mundo entero, los familiares de los 73 pasajeros que iban a bordo no se han repuesto de la pérdida y el dolor y para ellos continúa la increíble ausencia de sus seres queridos.

En Cuba, el 6 de octubre fue instaurado de manera oficial como Día de las Víctimas del Terrorismo de Estado.

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