Enfrentamiento armado producido en la frontera armenio-azerbaiyana

Otra vez la violencia como forma de dirimir diferencias, en una región del planeta donde los fanatismos religiosos, los nacionalismos xenófobos y los proyectos hegemónicos (como el sionismo y el panturquismo) -con la ayuda y el financiamiento de Occidente- lograron sembrar la discordia entre pueblos vecinos.

CAPAC – por Adrián Lomlomdjian en Nor Sevan

El enfrentamiento armado producido el martes en la frontera armenio-azerbaiyana en el poblado Tegh (Armenia), como consecuencia de una nueva provocación de Bakú, dejó como primer saldo cuatro soldados armenios muertos y seis heridos, mientras que las informaciones provenientes de Azerbaiyán hablan de seis muertos y un número indefinido de soldados heridos.

Una vez más triunfaron los intereses espurios de quienes hacen de la guerra una herramienta para preservar su poder a escala local, regional y planetaria. Son los traficantes de la muerte, quienes hablan de paz, de derechos humanos, de democracia, justicia e igualdad, pero son quienes promueven las guerras, las invasiones, los ataques armados, quienes forman y financian grupos terroristas, quienes sostienen las injusticias y los atropellos en cada rincón del mundo, quienes someten a las mayorías a ver pisoteados sus derechos humanos, su dignidad y sus libertades.

Ayer, mientras se llevaban a cabo los trabajos de ingeniería relacionados a la delimitación de un sector de la frontera entre Armenia y Azerbaiyán -para su posterior demarcación-, se produjo una nueva provocación azerbaiyana, hubo intercambio de disparos, luego un ataque más poderoso de Bakú con morteros, la respuesta de la parte armenia, y otra vez jóvenes muertos y heridos de ambos países, mientras Pashinian, Aliyev, sus gobiernos, sus opositores y la comunidad internacional siguen hablando de paz, de recomponer relaciones, de defender centímetros de tierra, que seguramente luego privatizarán para que disfruten los dueños del poder político y económico mundial.

Los muertos armenios y azerbaiyanos tienen nombre y apellido. Eran hijos, hermanos, padres de quienes hoy los lloran y seguirán llorando sus ausencias por décadas.

El Ministerio de Defensa de Armenia informó que las víctimas fatales de las Fuerzas Armadas de Armenia son: Artur Sahakian (23 años), Mkrtich Harutiunian (34 años), Narek Sarkisian (28 años) y Henrikh Kocharian (26 años).

También se informó que de los seis heridos que fueron trasladados a Ereván y permanecen hospitalizados, tres se encuentran en buen estado, uno está muy grave, otro grave y el último en estado crítico.

Mkrtich Harutiunian, de 34 años, vivía en Talin, región de Aragadzotn. Estaba casado y tenía dos hijas. “Armenia perdió a un gran estratega militar, a un hombre que siempre pensaba en mejorar el ejército armenio. Cuando lo mirabas a él olo escuchaban, entendías qué es el amor a la patria”, dijo su amigo, el periodista radial Erik Antaranian.

Narek Sarkisian, de 28 años, era de Sevan. Su amiga, Arminé, secretaria de la intendencia de la ciudad, dijo que Narek era soltero y en junio cumpliría sus 29 años. “Son tres hermanos, él era el del medio. Su madre, ahora jubilada, fue maestra de idioma y literatura rusa. Cuando finalizó sus estudios secundarios, Narek ingresó al College, pero desde 2017 eligió servir a la patria”, contó su amiga, queagregó: “Toda la comunidad está de duelo por Narek. Era iembro de las fuerzas especiales y estuvo en los puntos más calientes de cada conflicto, allí donde se lo requería. Nunca contaba lo que hacía ni por las situaciones que pasaba, pero el pueblo sabía que era uno de sus hijos más valientes”.

Henrikh Kocharian, de 26 años, era de Vaik. Mkhitar Matevosian, Jefe de la Comuna de Vaik, contó que Henrikh participó en la última guerra de 44 días y estuvo en varias batallas difíciles y decisivas, donde resultó herido en dos oportunidades. Sin embargo, una vez curadas sus heridas, eligió volver al frente de batalla. Incluso, en una de esas oportunidades, estando herido, logró rescatar a un compañero suyo y lo sacó de la línea de fuego.

“Estudió en la escuela de la Comuna y luego ingresó al Instituto de Deporte y Cultura Física de Armenia. Hace dos meses recibió el grado de Teniente. No estaba casado. Su objetivo era continuar la carrera militar”, dijo Matevosian, puntualizando que era el mayor de los hermanos de una familia que vive de alquiler. Su hermana, de 17 años, es discapacitada, y su hermano menor tiene 11 años.

Artur Sahakian, 23 años, el más joven de los caídos en combate ayer, era de Leninakán (hoy, Guiumrí). Su compañero de escuela, Guevorg, habló sobre él y dijo que “Artur había egresado este año de la Academia Militar Vazkén Sarkisian con notas sobresalientes”. También contó que era un muy buen amigo, una persona muy activa y solidaria, que practicaba deporte y era cinturón negro de karate.

Otra vez la violencia como forma de dirimir diferencias, en una región del planeta donde los fanatismos religiosos, los nacionalismos xenófobos y los proyectos hegemónicos (como el sionismo y el panturquismo) -con la ayuda y el financiamiento de fuerzas externas (Occidente)- lograron sembrar la discordia entre pueblos vecinos, haciendo que el odio, la desconfianza y la guerra predominen por sobre la paz, la cooperación mutua y la confraternidad entre los pueblos.

Sería interesante que comenzáramos a cuestionarnos si todo aquello que consideramos preceptos casi sagrados -que heredamos y transmitimos mecánicamente de generación en generación- y nacieron hace siglos atrás y en otras etapas de la civilización humana, tienen que ver con el presente que vivimos y con las formas de vida que vamos adoptando. Seguramente habrá muchas que iremos reafirmando como válidas, pero también habrá muchas otras que, con las contradicciones y dudas del caso, pondremos en tela de juicio y nos generarán la necesidad de debatirlas para encontrar las respuestas en el hoy.

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