31 de agosto – Paz Borroto: «Mándeme órdenes, pero que sean de pelear»
Centenario del nacimiento del comandante rebelde Ramón Paz Borroto
CAPAC – por Daily Sánchez Lemus – tomado de Granma
«Lo único que tengo que hacer es pelear. No me puede volver a pasar lo mismo que la vez anterior, cuando escapó un grupo de soldados hacia la costa… La realidad es que entendí que me situara más arriba; tengo que estar más atento. Le pedí órdenes a Fidel, y que fueran para pelear. Y eso es lo que haré».
El joven que piensa mientras se ubica en su posición para el combate, en Providencia, es Ramón Paz Borroto. No ha cumplido los 34 años y es uno de los hombres de confianza de Fidel para las tareas más complejas en la lucha de la Sierra. Ese joven cumple, este 31 de agosto, cien años.
Paz fue uno de los jefes militares más capaces del Primer Frente José Martí durante la lucha insurreccional. A decir del líder histórico de la Revolución Cubana, uno de los mejores jefes con que contaba en ese momento. Lo había demostrado desde que se incorporó al Ejército Rebelde, a mediados de noviembre de 1957, como parte del tercer refuerzo. Entonces, fue designado jefe de la tercera escuadra, con el grado de teniente.
Paz era de origen humilde, había trabajado en labores diversas hasta que llegó a las minas de Charco Redondo. Allí era uno de los mineros presentes en un recorrido de Fidel, en abril de 1953, como parte de los preparativos para las acciones del 26 de Julio. Aunque su participación en el hecho no se concretó, formaba parte de ese grupo que estuvo dispuesto a luchar por su patria.
Había nacido en la ciudad de Ciego de Ávila, pero muy pequeño sus padres se trasladaron a Oriente. Allí creció, desarrolló sus ideas revolucionarias, se enamoró y tuvo tres hijos. Fue jefe de la célula del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Charco Redondo y sostuvo diversos contactos con Frank País. Ya el héroe iba creciendo.
Valor, capacidad de mando y lucha
Ramón Paz Borroto es uno de los 300 valientes que enfrentaron a 10 000 casquitos durante la Ofensiva de Verano que la tiranía batistiana lanzó sobre la Sierra Maestra desde el 25 de mayo de 1958, y que culminó con victoria rebelde el 6 de agosto de ese año. El propio Fidel, en su libro La victoria estratégica, reflexionó sobre los preparativos para la batalla final en Las Mercedes: «¡Qué falta nos hubiera hecho en ese momento un Paz o un Cuevas! [1]» Tal era su probada inteligencia, iniciativa y decisión.
Ello se corrobora en la correspondencia entre ambos durante la guerra. El 20 de junio de 1958, por ejemplo, Fidel le escribió luego de una destacada participación en el combate de La Caridad: «No sabes el valor que tiene en estos instantes haber rechazado a los guardias por ese camino. Te felicito por el acierto y por la acción, al igual que a los bravos compañeros que están contigo [2]». Ese mismo día, intenso en hechos y tensiones, volvió a escribirle:
«¡Cuántos mensajes te he enviado hoy! Y siempre antes de que las instrucciones llegaran, las situaciones cambian. Por fortuna, tú sabes tomar siempre las decisiones más acertadas cuando tienes que resolver, y eso se debe a la serenidad que mantienes en todas las situaciones. Y ahora más que nunca hay que ser serenos».
Durante la propia Ofensiva ocurrió un incidente en el que Paz no comprendió detalles de las órdenes de Fidel, y el día 18 de julio le escribió una carta que dejó sintetizados su carácter y su lealtad:
«(…) La realidad es que entendimos que me situara más arriba, pues usted sabe que yo no soy capaz de rehuir un combate, ni dejar de cumplir una orden suya aunque en ella me vaya la vida; pues un hombre de mi convicción no quiere la vida el día que se considere indigno de vestir el uniforme de nuestro glorioso ejército. (…) Mándeme órdenes; pero que sea de pelear».
Fidel, comprendiendo que todo había sido un malentendido, le contestó al día siguiente: «No tienes que decirme lo que yo sé sobradamente de tu valor y capacidad de lucha y de mando porque lo has sabido probar muchas veces».
De todo el intercambio de notas entre Fidel y Paz, existe una carta del Comandante en Jefe, el 8 de mayo de 1958, dirigida al entonces capitán, en la que comparte con él la estrategia que se seguiría para enfrentar la ofensiva, en una muestra de confianza y reconocimiento a sus dotes de jefe militar:
«(…) Si el enemigo lograra invadir todo el territorio, cada pelotón debe convertirse en guerrilla y combatir al enemigo, interceptándolos por todos los caminos, hasta hacerlo salir de nuevo. Este es un momento decisivo. Hay que combatir como nunca. Yo trataré de estar en comunicación contigo. Dirige los mensajes a la casa del Villaclareño en La Plata. Abrazos, Fidel».
Esa confianza y las capacidades de Paz fueron las que le hicieron merecer –a solo ocho meses de su llegada a la Sierra– su ascenso a comandante el 26 de julio de 1958, dos días antes de que cayera en combate.
Las luchas de paz
Paz era un rebelde. Quizá pareciera una contradicción entre nombre y hombre, pero nada más alejado de la verdad: este joven cayó luchando por la paz de su patria. Fue uno de los valerosos jefes que, tristemente, perdió Fidel durante fuertes batallas contra el enemigo. Cayó en Providencia, el 28 de julio, lo que constituyó una pérdida que consternó a su tropa, pues todo indicaba que sería designado al mando de una nueva columna.
Allí, en Providencia, está Paz. Está su tumba, porque su familia y el Comandante en Jefe consideraron que el héroe debía estar donde cayó peleando. Y allí, en un humilde monumento, pero escoltado por las magníficas y siempre insurrectas montañas de la Sierra, está Ramón Paz Borroto librando su nuevo combate contra el tiempo.
Paz está hoy en el nombre de muchos centros, retablos de héroes; en las páginas del libro biográfico En la forja de una proeza [3]; su imagen acompaña a niños de escuelas… Sin embargo, Fidel siempre se lamentaba de que hombres como él, tan valerosos y decisivos en la guerra, fueran poco conocidos u olvidados; y la necesidad de mantener su legado, y hacer justicia con los méritos de cada uno, para que el pueblo los coloque en el sitio cimero que les corresponde en nuestra Historia. El triunfo sobre la Ofensiva del ejército de la tiranía no hubiera sido posible sin hombres como Paz Borroto, Andrés Cuevas, René Ramos Latour, Ángel Verdecia, Geonel Rodríguez, Carlos Mas y muchos otros.
Es por eso que las nuevas luchas de Paz están cada día latiendo desde Providencia. Son las nuevas luchas de Fidel y de todos los moncadistas, expedicionarios y guerrilleros, de todos los revolucionarios que tenemos la responsabilidad de ser leales a la vida de quienes se la jugaron de «tú a tú» frente al enemigo en condiciones muy difíciles… y vencieron. Hoy también nos convocan, por una cuestión ineludible de principios, las palabras de Paz como mandato para las nuevas batallas: denos la Revolución órdenes, y que sean para pelear.
Ese es el compromiso con él en su centenario, y con sus compañeros. Un compromiso que inicia desde el alma nuestra, pero que nació también en la dedicatoria de una fotografía suya en campaña a su hijo mayor Ramón Omar Paz Peña, breve, pero rotunda… consciente de que podía caer en cualquier momento:
Para Ramonsito,
de su padre, que existió.
Ramón Paz
Notas
[1] Se refiere a Paz y Andrés Cuevas, caídos durante la Ofensiva. Fidel Castro Ruz: La victoria estratégica. Por todos los caminos de la Sierra, opce, La Habana, 2020, p. 664-665.
[2] Todas las cartas citadas se conservan en los archivos de la Oficina de Asuntos Históricos.
[3] Alberto Alvariño Atiénzar, Mílderth Álvarez Pérez y Cecilio Jiménez Marroquí: Ramón Paz Borroto. En la forja de una proeza, Casa Editora Verde Olivo, La Habana, 2018.