24 de julio – Bolívar: La génesis de un libertador
Laura Giráldez nos cuenta, desde Venezuela, desde la casa donde naciera Simón Bolívar, el aire de la gloria que se respira en ese lugar insigne, cuna de quien sería Libertador de Nuestra América.
CAPAC – por Laura Mercedes Giráldez – enviada especial a Venezuela – tomado de Granma
En la casa de tejas rojas y puntales altos, en la esquina de San Jacinto a Traposos, en el casco histórico caraqueño, aunque pareciera que reina el silencio todo habla.
Con solo abrir las enormes puertas de madera, un mundo viejo y nuevo a la vez se muestra palpitante, como quien no desea guardarse para sí secreto alguno. Declarado Monumento Nacional en 2002, el Museo Casa Natal de Simón Bolívar es uno de los lugares, de este tipo, más visitados de Venezuela.
El sitio es testigo arquitectónico del tiempo cruento y heroico, en el que vivió el hombre que enalteció José Martí: «ganó batallas sublimes con soldados descalzos y medio desnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatural. Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleó tanto, ni se peleó mejor, en el mundo por la libertad».
«Ganó batallas sublimes con soldados descalzos y medio desnudos. Todo se estremecía y se llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado con valor sobrenatural. Era un ejército de jóvenes. Jamás se peleó tanto, ni se peleó mejor, en el mundo por la libertad»
José Martí
Allí se encuentra la alcoba en la que María de la Concepción Palacios y Blanco dio a luz a sus cuatro hijos, y se atesora la Fe de bautismo de Simoncito, a quien la cubana Inés Mancebo de Miyares amamantó en sus primeros días. ¿Vendría de ahí su deseo de libertar a Cuba?
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco nació el 24 de julio de 1783, en ese hogar que lo acogió hasta los nueve años.
Cuentan –la historia, los historiadores y el pueblo– que en la pila bautismal que hoy está en la terraza fueron bautizados Bolívar y otras tantas figuras emblemáticas de esta tierra, por lo que más tarde fue trasladada de la Catedral de Caracas hasta la casa.
Dicen que a la sombra del añejo cedro del patio aprendió a leer, que en las espaciosas salas dio sus primeros pasos, y que en la caballeriza vivían los rocines que a los cinco años ya lo habían convertido en hábil jinete.
El tiempo, la guerra y el terremoto de 1812 dejaron su marca en el hogar del Padre de la Patria venezolana, y luego de quedar casi en ruinas, el pintor Tito Salas y el ingeniero Vicente Lecuna pusieron su empeño en recuperar el inmueble que actualmente se conserva.
A esa labor aportaron varias familias, con donaciones de piezas de la época que, junto a las del hogar, cuentan la historia no solo de la familia Bolívar, sino de la Caracas de los siglos XVIII y XIX.
Retratos y óleos, camas, mesas de valedor estilo imperio, espejos, sillas y otros muebles, trasladan a la etapa en la que aquel niño inquieto jugaba con tambores, soldados y barcos de madera.
En la Galería de batallas, bajo la custodia de pinturas que recuerdan los principales enfrentamientos bélicos de El Libertador, se encuentra una urna de bronce y mármol que contiene tierra del Monte Sacro.
En ese sitio de la geografía italiana fue donde juró no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma, «hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español».
La última vez que Simón Bolívar visitó su casa natal fue unos tres años antes de morir. Todos los que han entrado alguna vez en ella saben que realmente no la dejó jamás.
Más allá de las leyendas de las piezas que se mueven de lugar, su alma pura de niño vibra bajo el armazón del sitio donde fue feliz antes de conocer la injusticia y el llanto de la humanidad, antes de olvidar que era rico y darse a la patria nuestramericana.