18 de noviembre – Nace el patriota y prócer nuestroamericano Máximo Gómez
El dominicano Máximo Gómez es uno de los más grandes héroes de la historia de Cuba. General en Jefe del Ejército que conquista la independencia de Cuba, siendo dominicano (aunque también ciudadano cubano) después de la victoria entendió que no debía asumir la conducción política que el pueblo clamaba. Murió por enfermedad, con el agradecimiento eterno de los cubanos.
CAPAC – tomado de Ecured
Máximo Gómez Báez (Baní, República Dominicana, 18 de noviembre de 1836 – La Habana, Cuba, 17 de junio de 1905) fue general en la Guerra de los Diez Años y el General en Jefe de las tropas revolucionarias cubanas en la Guerra del 95. (La fecha de nacimiento es estimada y se basa en las celebraciones por su cumpleaños). Ejemplo de internacionalista y genio militar.
Síntesis biográfica
Máximo Gómez nace en el poblado de Baní, provincia de Peravia, a 84 kilómetros al oeste de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, hijo de Andrés Gómez Guerrero y Clemencia Báez Pérez.
Su infancia y adolescencia las pasó en su tierra natal. A los 16 años Gómez se unió al ejército dominicano en la lucha contra las invasiones haitianas de Faustine Soulouque logrando obtener el grado de alférez. Luchó para las tropas anexionistas en la Guerra de Restauración Dominicana.
Participa en el combate de la sabana de Santomé. Comandaba las fuerzas de la caballería el general Modesto Díaz, destacado combatiente en la posterior Guerra de los Diez Años en Cuba.
Su firme decisión de luchar por la Isla hasta lograr la ruptura de la ocupación colonial española lo hacen declararse ciudadano cubano, condición que honró siempre. Gómez se incorporó al ejercito mambí el 14 de octubre de 1868, sobradas fueron sus entregas a la causa independentista, y cuenta entre sus proezas con la dirección de la primera carga al machete, la que se convertiría en la más temible arma de esos libertadores. Desde este momento el movimiento revolucionario contó con el jefe militar indiscutido, capaz de preparar un ejército popular y aguerrido y de enfrentarse al enemigo con extraordinarias posibilidades de triunfo.
Su incesante batallar junto a los cubanos, lo llevó a ocupar el cargo de General en Jefe, el más alto de las fuerzas libertadoras, el mismo que puso en sus manos José Martí.
La Guerra de los Diez Años (1868-1878)
Luego de que el 1 de mayo de 1865 se firmara en la capital dominicana el acuerdo de El Carmelo, y el dia 3 se expide en Madrid el decreto de las Cortes mediante el cual cesa la anexión de Santo Domingo a España con un costo de 20 millones de pesos y 20 000 bajas españolas, son evacuadas de República Dominicana las últimas fuerzas españolas y con ellas gran cantidad de oficiales de Reserva, entre los que se encontraba Máximo Gómez. Llega a Cuba a bordo del vapor Pizzarro, en compañía de familiares.
En 1866 logra su baja del ejército y se establece en el Ingenio Guanarrubí, El Dátil, jurisdicción de Bayamo, donde se dedica a las tareas agrícolas y de venta de madera. En enero de 1867 su amigo José Vázquez lo acerca a la conspiración por la independencia de Cuba y se integra al grupo de El Dátil, liderado por Eduardo Bertot Miniet. Para luego en 1868 Carlos Manuel de Céspedes se alza contra la dominación española, en su ingenio La Demajagua y da la libertad a sus esclavos. Comienza la Guerra de los Diez Años. El 16 de octubre de 1868 se alza en El Dátil con Esteban Estrada, Francisco Maceo Osorio, Lucas del Castillo, Eduardo Bertot y otros patriotas. Se le otorgan los grados de sargento. Para luego ser ascendido a mayor general por Carlos Manuel de Céspedes en la finca Santa Isabel, en las afueras de Bayamo, asignado a las fuerzas del mayor general Donato Mármol Tamayo en la jurisdicción de Santiago de Cuba. El 4 de noviembre de 1868 occure la Acción de Tienda del Pino. Llamada así por Gómez en su Diario de Campaña y también conocida por Venta del Pino, Pinos de Baire y Ventas de Casanova. Primera carga al machete en las guerras por la independencia de Cuba. Este procedimiento bélico al arma blanca era empleado por los defensores dominicanos contra los invasores de Haití e introducido por Gómez en Cuba, donde alcanzó mayor dimensión con la combinación del binomio machete-caballería, que se convirtió progresivamente en la forma fundamental de aniquilar al enemigo en los combates.
Luego en diciembre del mismo año pasa a ser segundo del general Donato Mármol y asume el mando directo de las fuerzas de Jiguaní. En agosto de 1871 ejecuta las acciones de La Indiana, Sagua de Tánamo, Monte Líbano, Monte Rus, Monte Septiembre Toro y El Oasis. Para luego en 1872 asaltar, tomar e incendiar el importante poblado fortificado de Tiguabos. El 26 de mayo de 1872 el presidente Carlos Manuel de Céspedes pasa revista a las tropas en operaciones en Guantánamo. El 8 de junio de 1872, debido a un malentendido con el presidente Carlos Manuel de Céspedes, es destituido del mando de la División Cuba. El 11 de junio de 1873 es designado jefe del Departamento Provisional del Cauto. En julio de 1873 reorganiza las tropas del Camagüey y Las Villas. En octubre de ese mismo año se entrevista con el Mayor General Vicente García. Donde Gómez se niega rotundamente a incorporarse a un movimiento para destituir al presidente Céspedes.
Exilio
El 6 de marzo de 1878 sale rumbo a Montego Bay, Jamaica, arribando el día 7 de ese mismo mes exiliado por su participación en la Guerra de los Diez Años. Llega a Kingston donde se encuentra con «Manana», su mujer, hijos y hermanas, sumidos en profunda miseria. Arrienda un pedazo de monte en Corbet: «Nos estamos manteniendo casi con mangos» dice al respecto de su estado. Pero luego de pasar grandes necesidades logra establecer una vega de tabaco en Corbet con la ayuda financiera del mayor general Julio Sanguily y del coronel Manuel Codina Polanco. En diciembre de ese mismo año deja a su familia en Kingston para aceptar la oferta del presidente de Honduras de un cargo militar en ese país centroamericano. El 9 de febrero de 1879. Se presenta ante el presidente de Honduras, quien le otorga el diploma acreditativo al grado de general de división. Le ofrece un sueldo de 60 libras mensuales, facilidades para fomentar alguna empresa privada y la misión inmediata de organizar una fuerza militar permanente en Amapala (Honduras). El 7 de junio ocupa el mando de jefe militar del puerto de Amapala, pero debido a dificultades que presenta su familia en República Dominicana, pide permiso al Presidente de Honduras para reunirse con ella en Jamaica. El 10 de diciembre llega a Kingston, Jamaica, donde se une con sus familiares.
Encuentros con José Martí
El 2 de octubre de 1884, durante los preparativos para reiniciar la lucha armada en Cuba (Plan Gómez-Maceo), ambos generales conocen personalmente a José Martí Pérez en Nueva York. Como consecuencia, de sus actividades conspirativas por la independencia de Cuba, es reducido a prisión y encarcelado en la Fortaleza Ozama (República Dominicana), por orden del presidente Alejandro Woss y Gil, a instancia de los representantes del Gobierno español en la isla. El 9 de enero de 1886 es puesto en libertad y expatriado de Santo Domingo.
El 31 de marzo, en compañía de Rafael Rodríguez firma el Acta de Tups Islands, en la que se explican los motivos por los que se suspenden los preparativos para reiniciar la lucha, y con ello concluye el Plan Gómez-Maceo. El 11 de septiembre de 1892 , José Martí lo visita en Montecristi, República Dominicana. Desde Santiago de los Caballeros, Martí le escribe proponiéndole el mando del Ejército Libertador de Cuba.
«El Partido Revolucionario Cubano viene hoy a rogar a usted que, repitiendo su sacrificio, ayude a la Revolución, como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar, dentro y fuera de la Isla, el Ejército Libertador (…) Yo ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres…»
El 15 de septiembre le contesta a José Martí: «Desde ahora puede usted contar con mis servicios.»
El 3 de junio de 1893 se entrevista, por segunda vez, con Martí en Montecristi. El 10 de enero ocurre el revés del Plan de Fernandina. El 7 de febrero José Martí llega a Montecristi y le refiere lo ocurrido en Fernandina. El 24 de febrero ocurre el inicio de la guerra de 1895. El 25 de marzo firma con José Martí el Manifiesto de Montecristi, programa de la Revolución de 1895.
La Guerra Necesaria (1895-1898)
Finalmente, en abril de 1895, llegaron Gómez y Martí a Cuba, desembarcando en Playitas de Cajobabo, costa sur de Guantánamo. En otra expedición arribaron a Cuba los hermanos Maceo por Duaba, cerca de Baracoa.
Pocas semanas después, luego de constituida la jerarquía militar del Ejército Libertador, con Gómez como General en Jefe y Antonio Maceo como Lugarteniente General, caía Martí en Dos Ríos, con gran pesar de Gómez, quien lo seguía como a un maestro pero cuidaba como a un hijo. A finales de ese mismo año comenzaría la Invasión a Occidente, una ingente gesta militar libertadora librada por Gómez y Maceo desde Mangos de Baraguá hasta Mantua, donde llegó Maceo hacia octubre de 1896.
La Invasión a Occidente fue llevada por una larga columna, cuyos mandos, de extrema flexibilidad y excelente coordinación, la fragmentaban para la guerra de guerrillas o para el combate campal, según las necesidades del momento. La columna marchaba mandada por Maceo como su Lugarteniente y por Quintín Bandera como General de División de la infantería mambisa.
Mientras Maceo avanzaba con Quintín Bandera más al oeste que Gómez, éste llevó a cabo en el Camagüey un movimiento constante alrededor de la capital provincial, llamada la «Campaña Circular», que sumó numerosos adeptos de la juventud camagüeyana, admiradores del gran guerrero. Igualmente llevó a cabo una campaña en Las Villas, que esta vez sí fue coronada por el éxito. Anteriormente había sido herido en el cuello durante el primer cruce de la Trocha Militar de Júcaro a Morón (actual provincia de Ciego de Ávila), un sistema de cercas, puestos militares y fortines que los españoles habían declarado inexpugnable. Después de eso casi siempre usaba un pañuelo en el cuello, con el que lo pintaría el periodista norteamericano Grover Flint, en varios de sus históricos bocetos.
En lo que es la frontera actual de Las Villas con Matanzas, Gómez llevó a cabo el célebre «Lazo de la Invasión», en el que retrocedió unos kilómetros ante fuertes columnas españolas, ante cuya vista destruyó las líneas férreas hacia el oriente, para luego hacer un avance envolvente hacia Occidente, volviendo a cortar todas las comunicaciones, esta vez por el Oeste. Dejaba así a un gran contingente de tropas que fueron hábilmente hostigadas y diezmadas por guerrillas que si bien eran muy inferiores en número, estaban en pleno conocimiento del terreno y exterminaron a gran parte de los infelices «quintos» que eran traídos por decenas de miles a pelear en Cuba.
En La Habana, además de recibir su segunda y última herida de bala, llevó a cabo una estrategia de movimientos extremadamente simple pero eficaz para eludir el combate abierto. Se movía en cuadriláteros de dos o tres kilómetros de lado, dejando atónitos a los expertos generales españoles, veteranos de guerras en Europa y África. Refugiándose por pocas horas en los cayos de monte habaneros, atacaba luego a las fuertes columnas hispánicas por la retaguardia, en cargas breves pero feroces. Con esos movimientos volvió a retirarse al este, para reunirse con los patriotas en la histórica Asamblea de La Yaya, que se produciría a comienzos de 1897.
El Viejo, o Chino Viejo, como era conocido Gómez por sus íntimos, se llenó de pesar al conocer de la caída en combate de Antonio Maceo y junto a él de su bravo y querido hijo, Francisco «Panchito» Gómez Toro. Su pena la dejó plasmada en carta a María Cabrales, esposa de Antonio Maceo.
Inmediatamente designó como Lugarteniente al experto Mayor General Calixto García, quien sería el encargado de llevar las acciones de guerra en todo el departamento oriental. Gómez se mantuvo durante todo 1897 operando entre Las Villas y Las Tunas, mientras en Occidente operaban los generales Lacret y Mayía Rodríguez. El verano de 1897 fue fatídico para las armas españolas no sólo por el exterminio a manos de las guerrillas mambisas que las hostigaban hasta de madrugada, sino por el paludismo, la disentería y otras enfermedades tropicales.
El Generalísimo se hizo célebre por la disciplina implacable que imprimió a sus tropas. Tanto sus soldados, como los prefectos mambises corruptos, conocieron penas de muerte por fusilamiento y/o la degradación. Para las indisciplinas menores, no relacionadas con cobardía, el cepo mambí o el paso a la impedimenta eran los castigos usuales. La cobardía, si no tenía consecuencias graves, era castigada con la obligación de avanzar en solitario hacia filas enemigas y procurarse una o más armas, un uniforme y parque. Los robos o agresiones a campesinos eran castigados con el fusilamiento.
Gómez entró en fuertes contradicciones con el Gobierno de Cuba en Armas presidido por Salvador Cisneros Betancourt por la concesión de grados militares a jóvenes de buena posición social que recién se unían a las filas mambisas. Ante los esfuerzos de muchos emigrados por lograr el reconocimiento de la beligerancia cubana por los Estados Unidos, Gómez expresó: «El reconocimiento de los americanos es como la lluvia: si viene está bien, y si no, también.»
Ocupación norteamericana
Al producirse la intervención norteamericana en la guerra, Gómez se hallaba hacia el centro del país, en su tarea de diezmar las decadentes tropas españolas y a punto de avanzar por segunda vez a La Habana para invadirla definitivamente. Reaccionó airado ante la prohibición de entrar a Santiago de Cuba a las tropas cubanas, emitida por el general estadounidense Shafter, pero no tomó acción alguna, no sintiéndose con derechos de cubano, a pesar de su papel preponderante en la campaña.
Ya en 1898 se trasladó a La Habana, para la Quinta de los Molinos, donde fue recibido por una multidudinaria manifestación de simpatía. Al establecerse la Asamblea del Cerro como Gobierno Provisional, Gómez entró a formar parte de ella, pero se negó a dirigirla, alegando su carácter puramente militar y su condición de extranjero.
Pronto entró en contradicciones con los asambleístas. La contradicción principal estaba dada por si aceptar el donativo ofrecido por el Gobierno estadounidense de tres millones, o si pedir un empréstito mayor que asegurara un descanso decoroso a los soldados del Ejército Libertador. Gómez era partidario de tomar el donativo del Gobierno estadounidense, por temor al nacimiento de una República endeudada. Mientras que la Asamblea del Cerro era partidaria de un empréstito mayor, pues aunque la República naciera endeudada, ella sería reconocida como el organismo legal representante de los intereses del pueblo cubano, destinado a devolver el empréstito a los bancos estadounidenses.
El 12 de marzo de 1899, la Asamblea del Cerro acordó la destitución de Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador, y la eliminación definitiva de ese cargo. Gómez, mediante un manifiesto a la nación, expresó: «…Extranjero como soy, no he venido a servir a este pueblo, ayudándole a defender su causa de justicia, como un soldado mercenario; y por eso desde que el poder opresor abandonó esta tierra y dejó libre al cubano, volví la espada a la vaina, creyendo desde entonces terminada la misión que voluntariamente me impuse. Nada se me debe y me retiro contento y satisfecho de haber hecho cuanto he podido en beneficio de mis hermanos. Prometo a los cubanos que, donde quiera que plante mi tienda, siempre podrían contar con un amigo.»
Al conocerse la noticia, las masas populares realizaron manifestaciones de condena a la Asamblea del Cerro y de solidaridad con Gómez. Bajo las consignas “Abajo los Asambleístas” y “Viva Máximo Gómez” durante tres días, el pueblo desfiló ante la habanera Quinta de los Molinos en espontánea acción de agravio. En toda la isla se quemaron monigotes que representaban a los asambleístas, el 15 de marzo aparecieron fuertes críticas y burlas hacia los asambleístas en la prensa, a quienes el pueblo acusaba de ir hacia el abismo de la anexión. Días después de la destitución de Gómez la Asamblea se disuelve bajo presiones populares, quedando el pueblo de Cuba sin representante.
El 2 de abril en carta abierta a Bernarda Toro, Gómez expresa en relación con la situación del país:
«Los que esperan, están desesperados. Como va no espero nada, estoy muy tranquilo con mi inesperada situación, descargado de toda responsabilidad y gozando del cariño de este pueblo que ahora más que nunca, me lo ha demostrado, comprometiendo, por modo tan elevado y sentido, mi gratitud eterna. (…) La actitud del Gobierno Americano con el heroico Pueblo Cubano, en estos momentos históricos, nos revela a mi juicio más que un gran negocio… Nada más racional y justo, que el dueño de una casa, sea él mismo que la va a vivir con su familia, el que la amueble y adorne a su satisfacción y gusto; y no que se vea obligado a seguir, contra su voluntad y gusto, las imposiciones del vecino. La situación pues, que se le ha creado a este pueblo; de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día mas aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme de simpatía.»
Muerte
El Generalísimo Máximo Gómez Báez falleció el 17 de junio de 1905, sin fortuna personal, en su villa habanera, a la edad de 69 años.